Entrevista a la directora de “Soledad Escobar” Andrea García Huidobro: “Me gusta lo extremo y lo nuevo”

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos a la directora de la puesta en escena teatral/audiovisual Soledad Escobar que se está presentando en Matucana 100. Son cuatro monólogos interpretados por Tamara Acosta, Alejandra Oviedo, Alexandra Von Hummel y la misma Andrea García-Huidobro.

Este ciclo es una reflexión sobre el regreso a un cotidiano desconfinado, sobre el terror de volver a lo desconocido y la dificultad de enfrentar la vida sobre un terreno incierto.

Los monólogos fueron escritos por Isidora Stevenson, Carla Zúñiga, Bosco Cayo y Gerardo Oettinger, quienes indagan en el encuentro forzoso sobre nuestra consciencia que dejó de estar controlada por nuestra rutina pre crisis sanitaria. Los cuatro monólogos están creados bajo la misma identidad: Soledad Escobar. Todas ellas, habitantes de distintos territorios y tiempos históricos, compartirán las mismas sensaciones y sentimientos hacia lo incierto.  

Este ciclo de cuatro monólogos es una propuesta bien diferente de lo que se está presentando en teatro online. Cuéntame cómo surgió.

La idea surge con el objetivo de hacer algo durante el confinamiento, ya que fue bastante doloroso el panorama para nuestro medio. Lo sigue siendo y, por un tiempo largo, queda bastante. Tratamos con Alexandra Von Hummel y Alejandra Oviedo de aunarnos y encontrar un material que pudiese servir, ayudarnos, sobre todo a nosotras como personas, en el momento en el que estábamos. Entonces, convocamos a las dramaturgas y dramaturgos, que se entusiasmaron inmediatamente con la idea, de poder inventar un discurso que hablara de la mente, de nuestra conciencia en confinamiento, de este encuentro forzoso que todas y todos hemos debido tener con nosotros mismos. ¿Qué pasa si elaborábamos cuatro monólogos para que cuatro actrices lo interpretaran? Siendo cortito, porque ya sabemos que uno no dura mucho viendo algo la pantalla, y que pudiesen también todas y todos, sentirse reflejados, de alguna manera, con este murmullo interno que nos ha tenido en constante cambio. Ya sea de gustos, de personas, de observarnos a nosotros mismos, conectarnos. Entonces, qué pasa si ese murmullo lo contamos, ese privado, esa intimidad, qué pasa si la exponemos, y eso me pareció interesante y a los dramaturgos también. De ser sin ninguna censura esta cabeza que está hablando y reflexionando y qué pasa si lo contamos y lo ponemos en un monólogo. Y así partió, y así se motivaron los que escribieron cada historia.

¿Cuál fue el pedido específico para los dramaturgos? ¿Cuál fue el punto de partida? ¿Hablar sobre el encierro, la pandemia, la angustia o sobre el personaje puntual?

Nosotros justo agarramos esta idea en julio cuando estábamos en el peak, pero también sabiendo cómo se estaban manejando las fechas del desconfinamiento, cuando se venía, cuando ya estábamos bastante acostumbrados a estar encerrados, al confinamiento, nos preguntamos qué iba a pasar con la vuelta. Había un miedo con la vuelta, de cómo volver, por qué volver, para qué volver. Eso es lo que nosotros conversamos con los dramaturgos y dramaturgas, qué pasaba con la cabeza en esta pandemia. También sobre los deseos ocultos de cada persona, y también sumándole este terror de volver a trabajar, de volver a ver a la gente que veía, de volver a ese cotidiano incierto, de volver a actuar. Esa fue la premisa para cada uno y ahí también lo interesante de que cada uno fuera libre de contar la historia que quisiera con esto que estábamos conversando. Cada uno en su estilo, también.

¿Cómo fue la elección de las y los dramaturgos? ¿Cómo llegaron a Isidora Stevenson, Carla Zúñiga, Gerardo Oettinger y Bosco Cayo? ¿La idea era que tuviera cierto estilo dramatúrgico o gente que te pareció interesante por alguna razón en particular?  

De todo un poco, a los cuatro los admiro mucho, me gusta mucho su trabajo y por eso los llamé, principalmente. Me parecía interesante que hubiera dos hombres y dos mujeres. Me parecen los cuatro súper diferentes entre ellos. Creo que todos los dramaturgos y dramaturgas tienen cada uno su estilo, pero sobre todo por la idea de que hace rato quería trabajar con ellos y este impulso de llamar y hacer. Había una confianza, es bonito eso que pasó en ese momento. De «Les voy a plantear esto, yo tampoco lo tengo tan claro, quizás me manden a la cresta (sic)». Ellos también estaban en la misma, estábamos todos en una situación tan rara, tan compleja, tan frágil, que se produjo algo muy rico, compenetrados en un lenguaje y en la idea de activar este bicho artístico-creativo que uno tiene adentro del cuerpo que estaba muerto. Entonces, cómo levantarlo, ya sea escribiendo en la casa, improvisando, yendo a algún lugar, ojalá saliera lo mejor posible y así fue.

¿Cómo fue la convocatoria con las actrices? ¿Cómo fue ese match de la actriz con él o la dramaturga? Hay grandes actrices, y tú también fuiste actriz de uno de los monólogos. ¿Cómo surgió esa idea de que tú fueras una de las actrices?

A mí se me ocurrió esta idea e inmediatamente conversé con Alexandra (Von Hummel) y Alejandra (Oviedo), porque me gusta como trabajan. Con Alejandra había trabajado, con Alexandra quería trabajar y fueron mis amistades de pandemia, entonces, las tenía al alcance en todos los ricos sentidos. Les gustó la idea, con ellas empezamos a profundizar un poco más, a elaborarla, y yo les dije que me parecía interesante que fuésemos cuatro, no sé por qué. Se nos ocurrió altiro Tamara (Acosta), a las tres, porque cada una por su lado ha trabajado con Tamara, que es alguien que respeto y admiro profundamente como trabaja. Me gustaba la idea de que fuéramos las cuatro muy distintas, tanto físicamente, estilos, energías. Lo de la dramaturgia, hicimos un sorteo, nos pareció que era lo más justo para todos y para todas. Fue bacán eso.

A diferencia de otras obras online donde cada uno se graba en su casa esto fue presencial en las instalaciones de Matucana 100, obviamente, sin público. Tenían el espacio para usarlo completamente. ¿Cómo fue armar esa puesta en escena?

Fue muy entretenido como se fue dando todo eso. Mi idea inicial era, como tú dices, hacerlo en la casa. Lo conversé con Matucana 100 e inmediatamente nos propusieron la idea de que lo atrasáramos un poco cuando se pudiese salir y apenas eso pasara, fuéramos a filmar a Matucana con dos camarógrafos, con todo el sistema de iluminación de ellos, sistema técnico, sonoro, difusión. Cuando nos plantearon eso, yo igual entré en un miedo y no solo yo, algunas de las actrices también. Les decía: «¿Por qué no lo hacemos mejor en la casa? Esta idea que les estoy diciendo yo se puede hacer en la casa perfectamente». Y ellos insistieron con esta frontera entre lo audiovisual, lo teatral y también de moverse. Ensayamos todo por Zoom hasta que nos dieron el vamos oficial, como país, de que ya había comunas como Quinta Normal, donde está Matucana 100, que ya podíamos ir. Lo hicimos, todo bastante preciso y breve, en dos días filmamos los cuatro monólogos, entonces, teníamos que estar bien preparadas en todos los sentidos, pasar del ensayo que teníamos en el Zoom a la sala Patricio Bunster, que es una sala gigantesca, con un sistema de iluminación, con los dos camarógrafos y también entrar en ese lenguaje, que no es nuestro lenguaje, fue súper motivante y nuevo. Funcionó, también fue intuitivo. Nos fuimos dando cuenta en el momento de lo que íbamos necesitando y fuimos resolviendo con lo que había, y eso también se volvió un lenguaje en cada monólogo. Ocupamos los focos, ocupamos las mesas, y hacernos cargo de esta utilería que tenía la sala y también de darle vida a esa sala que está con algo perdido en el tiempo, estática, que había que mover, levantar, vitalizar. Se juntaron muchas energías, desde la motivación de Matucana a nosotros que teníamos nervios de ir ese día, de ir y actuar en una sala de manera diferente, hacernos cargo de los planos, después de la edición, después desde meter la música, todo un lenguaje que es muy enriquecedor, para mí esto fue importante. Es algo que quisiera seguir explorando, no sé muy bien cómo, pero ya vendrán otras inspiraciones, pero fue muy bonito todo lo que pasó entre todos. Nos juntamos y nació algo súper interesante.

¿Esta obra tiene más elementos audiovisuales que teatrales?

Me gusta pensar en que hay un nombre que se inventará, que no hemos descubierto, pero mucha gente que ha visto el trabajo me ha dicho: «Qué interesante, primera vez que veo el teatro en lo audiovisual, que aparece esa energía teatral tan extraña», porque no es teatro filmado, tampoco es un cortometraje, entonces, se produce un poquito de aquí y un poquito de allá. Y sí, se ve el teatro, sí pasa esta sensación escénica al ver cada monólogo, pero también hay propuestas de corte sonora, estéticas que son totalmente audiovisuales.

¿Cómo ves tu función como directora o creadora de este proyecto y tu labor como actriz en uno de los monólogos? ¿Qué es lo que te gusta de cada una de estas distintas áreas en las que te desenvuelves?

Me sentí súper cómoda en los dos lugares, siento que tuve la capacidad de entregar el mío, donde yo actúo. Ese monólogo lo dirige 100 % Alexandra Von Hummel y lo entregué y me entregué. También fue todo bastante rápido, no pude pensarlo mucho, dirigí dos, estuve a cargo de dos y de repente a los cinco minutos me estoy vistiendo para estar actuando. También aclararle a todo el equipo: «Chicos, ahora yo voy a actuar y la directora es ella para que no me miren más a mí». Me pareció súper interesante, yo tenía hace mucho rato ganas de hacer algo de Carla Zúñiga y creo que me tocó algo súper extremo actoralmente que me gusta y es nuevo. Me gusta lo extremo y lo nuevo. Me sentí muy cómoda, fue exquisito, la verdad.

La temática de la obra ¿Podría ser la soledad? Que da el nombre a la serie de monólogos ¿Cómo llegaron a esta temática? 

Las temáticas son de los autores, cada uno decidió hacia qué territorio irse con lo que nosotros les decíamos, con esta idea de conectarnos con nosotros mismos, con este encuentro forzoso con nuestra conciencia, del terror de volver a un terreno incierto. Ellos pescaron eso y lo instalaron en distintos lugares, pero también estaba el pie forzado de que todas se llamaran Soledad Escobar, todas tuvieran la misma identidad. Entonces, pensamos Soledad por la soledad, porque, aunque uno estuviera llena de gente en confinamiento, hemos vivido una soledad interior bastante amplia, profunda. Nos pareció bueno que fuera Soledad, y Escobar es totalmente azaroso, me gustó esto, que en algún momento se dijera: la soledad. Sí, la soledad es un tema, cómo la vivimos todos, todos vivimos una soledad, siempre, pero ahora explotó.

Tiene que ver con una misma identidad, como una sola persona, pero expresada en distintos personajes…

Sí, en distintos personajes, en distintos estilos. Una está en la fuente de soda en Coquimbo y es contemporánea. La otra está perdida en el tiempo, pero encerrada en su departamento, la otra está directamente por Zoom conversando y la otra es una actriz que se le olvidó actuar. Entonces, son súper diferentes una historia de la otra.

Hay muchos temas que tienen que ver con la frustración de los artistas en esta época. ¿Cómo trabajaron ese proceso ustedes como actrices al enfrentar una obra en este formato, en pandemia y con esos temores que quizás se expresan en esa obra puntual?

Hubo un trabajo de cada dramaturgo y dramaturga con cada actriz, una conversación, no podíamos omitir cómo estaba viviendo el confinamiento cada una. Eso también fue material de inspiración para ello. No significa que se haya basado en la vivencia de cada una, pero sí de cada una se pescó algún concepto o algo que se agrandó, que también se puso dentro de una ficción. En el caso del monólogo de Tamara (Acosta) era un tema que todos teníamos, cómo se actúa, se nos olvidó actuar, ya que estar en Zoom con el texto en la mano y “se me olvidó todo el texto, nunca más me aprenderé un texto de memoria”. Muchas cosas que son muy abismantes, realmente no sé cómo vamos a volver, tiene que ser muy paulatina, así de brusco fue el corte. La vuelta es despacito, es súper despacito y este es un buen camino de experimentar, me parece un formato libre, inseguro, pero a la vez seguro. En mi caso es como que no tuviera miedo de equivocarme.

Para mí, más que la gente viera todos los monólogos que hice, el trabajo que hice y que saliera la raja (sic), sí, quiero que siga saliendo bien. De alguna manera involucra muchos aspectos míos y soy yo, es mí propuesta escénica, es mi propuesta musical, mi propuesta con los dramaturgos. Hay una parte de mí importante, además de todo el equipo. Pero ¿y si salía mal? ¿Y si a la gente ahora no le gustaba? Yo tengo la sensación de que el proceso lo hubiera hecho igual, no lo hice pensando que esto tenía que salir bien, como generalmente uno lo hace en el estreno, uno trabaja para el estreno. Aquí yo trabajé para un proceso, me parece que eso también es algo que hay que rescatar y guardar para que lo sigamos repitiendo después, a propósito de esta vuelta.

¿Qué se viene para la obra? ¿Crees que puedan tener otra temporada? Se acaba el 8 de noviembre, ¿tienen visto hacer algo más con la obra, otros monólogos o qué otros proyectos online tienes pensado? 

Por ahora solamente darle todo el curso posible a Soledad Escobar, postulamos a varios fondos para seguir teniendo giras si es que se puede, hacerlo de la manera como lo hicimos. También lo postulamos para hacerlo de manera presencial porque eso va a ser otro cuento. ¿Qué pasa si esto se agarra y se hace presencial? Me parece súper interesante y por supuesto que se me despiertan ideas en relación con lo mismo para seguirlo haciendo. Pero por ahora estoy enfocada en ver qué pasa, sin apuros.

¿Qué le dirías a la gente para que vea la obra?

Vean Soledad Escobar de jueves a domingo por la plataforma de Matucana 100, son cuatro monólogos escritos por dramaturgas y dramaturgos diferentes, actuado por actrices diferentes. Duran 20 minutos cada uno y los pueden comprar de a dos y verlos dos un día y dos al otro día. O verlos todos juntos, como quieran.

Los monólogos están disponibles hasta el 8 de noviembre, de jueves a domingo a las 20 horas. Con la compra de una entrada en el sistema “Paga lo que puedas” de M100, se podrán ver el monólogo 1 y 2 del ciclo, y al comprar un nuevo ticket, se verán los monólogos 3 y 4. 

Soledad Escobar 1: Jeanette-La cantante

De Bosco Cayo

Compañía Producciones: Estudios Norte.

Actriz: Alejandra Oviedo.

Actor: Gabriel Moreno.

Dirección: Andrea García-Huidobro.

Asistencia: Alejandra Oviedo.

Iluminación: Alexandra Von Hummel, Andrea García-Huidobro.

Cámara: César Zúñiga y Andrés Eduardo.

Producción: M100.

 

Soledad Escobar 2: Acciones inconclusas

De Isidora Stevenson

Compañía Producciones: Estudios Norte.

Actriz: Alexandra Von Hummel.

Dirección: Andrea García-Huidobro.

Asistencia: Alejandra Oviedo.

Iluminación: Alexandra Von Hummel, Andrea García-Huidobro.

Camara: Cesar Zuñiga y Andres Eduardo.

Producción: M100.

 

Soledad Escobar 3: Rata

De Carla Zúñiga

Compañía producciones: Estudios Norte

Actriz: Andrea García-Huidobro

Dirección: Alexandra Von Hummel.

Asistencia: Alejandra Oviedo.

Iluminación: Alexandra Von Hummel, Andrea García-Huidobro.

Cámara: César Zúñiga y Andrés Eduardo.

Producción: M100

 

Soledad Escobar 4: Yo, la rabia

De Gerardo Oettinguer

Compañía producciones: Estudios Norte

Actriz: Tamara Acosta.

Dirección: Andrea García-Huidobro.

Asistencia: Alejandra Oviedo.

Iluminación: Alexandra Von Hummel, Andrea García-Huidobro.

Cámara: César Zúñiga y Andrés Eduardo.

Producción: M100.

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *