Por Galia Bogolasky
Nacida en Praga, exiliada en Estados Unidos y radicada en España, la autora de Las Rosas de Stalin y Vestidas para un Baile de Nieve se presentará el jueves 20 de octubre en el seminario del doctorado en Arquitectura UC. La escritora dictará la conferencia La Ciudad de Kundera.
Esto fue lo que nos contó sobre su vida, su obra y el exilio.
¿Cómo ha sido estar en Chile para este ciclo de La Ciudad y las Palabras y venir a hablar sobre tus libros y sobre tu trabajo?
La verdad es que estoy muy contenta de que el Ciclo La Ciudad y las Palabras me hayan invitado a mí. Es todo un honor, cuando tenemos en cuenta todos los magníficos escritores que han acudido a esta cita en los últimos 10 o 15 años. Hoy tengo mi charla y voy a hablar de Kundera y sus ciudades. También voy a hablar de mis encuentros con él, porque yo era su traductora al catalán y nos conocíamos durante bastante tiempo, ahora últimamente ya no, porque está muy enfermo. Hemos tenido una buena amistad y siempre nos hemos visto con muchísimas ganas y hablado de muchos de los temas de los que voy a hablar hoy en la charla. Hemos tratado durante nuestras comidas y nuestras cenas conjuntas. Hemos hablado básicamente del tema que nos une mucho, que es el exilio, que tanto él como yo tratamos mucho en nuestros libros. En casi todos los libros ha escrito sobre el exilio, sobre el exilio interior o el exilio exterior, y lo mismo me pasa a mí. El último libro que he escrito, que no sé si ha llegado a Chile, que se llama Nos veíamos mejor en la oscuridad, en este libro trata de lleno el tema del exilio y cómo la distancia puede separar a los padres de los hijos y viceversa. Cómo se van diluyendo los lazos de familia con la distancia, porque cuando uno se exilia, aunque la familia se exilie toda junta, luego en el exilio todo es posible. Los miembros de la familia, cada uno se va por su propia cuenta a otros países. Por ejemplo, en mi familia, mis padres viven en Estados Unidos, yo vivo en España y mi hermano vive en Japón, o sea que en 3 continentes distintos.
Naciste en Praga y te fuiste muy joven a Estados Unidos y estudiaste en la Universidad de Illinois ¿Cómo ha sido toda esta vida desde el exilio propio a hablar sobre el exilio, que es el tema fundamental en tu narrativa?
Yo me exilié cuando tenía 16 años, con mis padres, naturalmente. Es una cosa que resulta bastante traumática y traumatizante para cualquier persona que pasa por aquí, porque de golpe tu pierdes todo, pierdes todo lo conocido, sobre todo el idioma materno, que a lo mejor lo puedes hablar con tus padres, pero se acabó, porque en el mundo al cual has entrado, tienes que hablar en otro idioma, que en muchos casos desconoces. Por ejemplo, en mi caso tuve que aprender el inglés. Una vez conoces el idioma, empiezas a conocer también las distintas cosas culturales y la tradición del país al cual has ido a parar, pero el idioma es realmente algo básico y no es fácil aprenderlo. Yo fui a parar a los Estados Unidos y ahí te exigen que hables el inglés perfectísimamente sin acento, sino los niños te pegan. Yo no era una niña, pero mi hermano era más pequeño, tenía 15 años e iba al high school. Los niños, por no hablar perfectamente bien el inglés, le pegaban. Todas esas cosas, que luego a lo mejor lo agradeces, porque es una manera dura de aprender un idioma, pero acabas aprendiéndolo. Son cosas durísimas y hay muchas más, me parece que el mundo que te rodea es hostil, a veces lo es y a veces no lo es tanto, pero a ti te lo parece porque no entiendes nada. Por eso para muchos exiliados hay dos maneras de tratar este tema, para una persona. Hay algunos que forman guetos, hay muchos guetos que conocemos; por ejemplo, los chinos, a veces los indios en Nueva York, los rusos, los cubanos básicamente en Miami han formado guetos. Yo digo guetos, pero pueden ser barrios en una ciudad, los he visto. Esta es una manera. Mis padres, yo misma y mi hermano, preferimos lanzarnos a la piscina, cada uno por su cuenta construir una nueva vida en un nuevo lugar, así lo hicimos. Yo lo hice dos veces; una vez en Estados Unidos y luego cuando me fui a España me tocó hacerlo otra vez, o sea que pasé por un doble exilio.
En Chile también tenemos una historia fuerte de exilio, por la dictadura. Hay una comunidad muy grande de chilenos alrededor del mundo, sobre todo en algunos países europeos que acogieron a la comunidad chilena. Es un tema durísimo. En tus libros ¿Cuál ha sido el mayor desafío al contar historias tan terribles como el gulag y toda la historia de los países de Europa del este que han pasado por estas tragedias totalitaristas que has abordado en tus libros?
Cada libro mío tiene desafíos un poco distintos, porque, por ejemplo, en algunos de los libros es la construcción de la novela la que puede ser un gran desafío. En mi novela La mujer silenciosa donde hablo de una mujer en la cual la que se queda en Praga, es la madre y su hijo se va a Estados Unidos como inmigrante. La construcción de estos dos ríos, que fluyen uno al lado del otro y que a veces se cruzan, pero luego cada uno fluye por su cuenta, esto era el gran desafío. Luego en este último libro que he escrito que se llama Nos veíamos mejor en la oscuridad, como es un libro bastante autobiográfico, aunque no al 100%, pero es una novela muy basada en mis propias experiencias con el exilio y con los lazos de familia que se diluyen, con mi madre que a veces tenía la sensación que dejaba de quererme. La dificultad era saber contar lo vivido de una manera convincente y además qué es lo que revelo y qué es lo que no quiero revelar. Estas cosas que una siempre tiene muchas dudas. Cuáles de las cosas tienen que quedarse escondidas dentro mío y cuáles son las que puedo compartir con mis lectores. Luego, en Vestidas para un baile en la nieve sobre el gulag, la dificultad no era escribirlo, pero la gran dificultad era encontrar a estas mujeres. Yo tenía sus direcciones, sus teléfonos y me había puesto de acuerdo con ellas, pero llegar a ellas, no era nada fácil, porque todas viven en las afueras de Moscú. Son barrios un poco peligrosos, porque a lo mejor son barrios en construcción, o algunos de ellos ni siquiera tenían nombres de las calles y yo pensaba que no podía llegar de ninguna manera. Incluso los trenes que iba a uno de los barrios estaban llenos de borrachos, cosas así. Otro problema era que en la información en Moscú no me la querían dar. “Yo estoy aquí para vender entradas de tren no para darle información” me decían. Era algo muy cansador. Otra cosa era escuchar a estas mujeres y las cosas que me decían que eran realmente unas experiencias terribles, como lo peor que alguien se puede imaginar que le puede pasar a uno. De una vida normal y cómoda te llevan a una cárcel terrible y terrorífica, donde pasas frío y hambre. Luego, sin juicio, te mandan a un campo de trabajos forzados donde tienes que trabajar durante 12-14 horas con unas temperaturas absolutamente inclementes. Luego, por la noche no podía dormir, porque me volvían las imágenes de lo que me habían contado estas señoras. Yo quería que este libro fuera como las memorias de estas 9 señoras que me hablaron de sus vidas. ¿Cómo hacerlo para que sea atractivo y no horroroso? sino que resulte atractivo, hasta un cierto punto para el lector. Al final salió de la manera que me parecía mejor y creo que es el libro que más éxito ha tenido hasta ahora. Esto nunca lo sabemos los autores, cuáles de los libros pueden tener más éxito y cuáles menos. Yo pensaba que este libro no lo compraría nadie y mi editor también lo pensaba y es el libro que lejos más he vendido.
Sobre el conflicto de Rusia con Ucrania, tú has mencionado que Putin se está buscando un lugar parecido al que tuvieron Stalin y Hitler, en el siglo XXI, ¿Tú crees que esta historia de lo que está ocurriendo actualmente en la guerra entre Rusia y Ucrania da para una nueva novela a futuro?
Yo espero que algo habrá, todavía no sé exactamente qué, pero yo tenía pensado este invierno irme a Ucrania, porque ya lo tenía pensado con un periodista de El País que está allí. Me invitaba muy cordialmente para conocer gente, conocer la situación y vivirlo desde dentro. Para mí esto sería muy importante, pero ahora con los bombardeos yo creo que no es el momento realmente. En otro momento voy a ir, tengo muchas ganas de ir, voy a ir seguro y quiero conocer gente que lo ha vivido desde dentro, hombres y mujeres. Me gustaría conocer gente que sea exiliado precisamente. Hay muchísimos en toda Europa, pero en Europa del Este y Central hay muchísimos ucranianos y también rusos. Me gustaría conocer tanto los unos como los otros y sus historias, para ver qué me cuentan. Me gustaría también ir a algún país que ha acogido a muchos rusos, cómo Georgia, por ejemplo, para que me cuenten las historias, de ambos lados, en qué coinciden y en qué son distintas de estas historias de los refugiados.
¿Tienes algún otro proyecto a futuro de alguna novela?
He escrito una novela que ahora se ha publicado y que hoy voy a ver si está disponible en una librería aquí en Santiago, mi última novela Nos veíamos mejor en la oscuridad, y si no llegará pronto. También me gustaría comentar la novela que está a punto de salir dentro de unos meses en España, y que luego llegará también a Chile, y que está muy conectada con esta primera, porque en la primera es la visión de la hija que está viendo el comportamiento de su madre en distintas situaciones, en el exilio y cómo ve la hija a la madre, cómo funciona en un país extranjero, cuál es la relación suya con su hija. Luego, en el segundo libro habla la madre, habla de su vida, es la mirada al revés; es la madre la que está hablando de toda su familia y de su vida, pero sobre todo con su hija, es como de nuestros encuentros y desencuentros, la doble mirada de dos personas, en qué sentido se unen. Por eso el título de la primera Nos veíamos mejor en la oscuridad, porque a veces las palabras nos separan y precisamente en la oscuridad nos tocamos, nos acariciamos y muchas veces la caricia dice mucho más que las palabras. La segunda novela se llamará La traductora de Aicus y es la madre, mientras que toda la familia piensa que la madre es una especie de cenicienta, pero en el fondo la madre es una traductora del japonés, que lo sabe perfectamente y no solo eso, sino que traduce la poesía japonesa. El mismo título es sobre el desencuentro y cómo la familia a veces menosprecia a ciertos miembros.
Otro proyecto que tengo después de publicar este, me gustaría hablar de mi vida entre los idiomas porque es cómo los idiomas han sido una constante en mi vida. Mi padre era lingüista y mi madre sabía japonés, los idiomas siempre me han acompañado muchísimo desde pequeña hasta ahora, en distintos países en lo que he vivido y me he movido. Me gustaría contar esto como una especie de cuentos muy personales, pero narrativos.
La Ciudad de Milan Kundera
Jueves 20 de octubre, a las 18.00 horas
Auditorio Fernando Castillo Velasco
Escuela de Arquitectura UC
El Comendador 1936, Providencia
Inscripciones al correo lvillar@uc.cl