Por Galia Bogolasky
Entrevistamos a la protagonisata de la obra La mentira, del dramaturgo francés Florian Zeller, ganador del Oscar por la adaptación al cine de su obra El padre. Estrenada en 2015, esta sofisticada comedia explora los límites de la verdad y la moralidad a través de dos parejas y en una trama que mezcla secretos, traición, humor y tragedia. Dirigida por Héctor Morales.
Durante una cena que toma un giro inesperado, dos parejas de amigos quedan atrapadas en una maraña de secretos y engaños que desata una cadena de situaciones hilarantes y moralmente ambiguas. Todo comienza cuando Alicia ve a Miguel, el mejor amigo de su esposo Pablo, con otra mujer que no es su esposa, Laura. Lo que parecía una simple anécdota pronto se convierte en un tenso juego de revelaciones y sospechas, donde la lealtad y la confianza se tambalean, y los límites de la honestidad son puestos a prueba.
Esto fue lo que la reconocida actriz chilena nos contó acerca de esta obra que se está presentado en Teatro Zoco hasta el 27 de abril.
La Mentira es una obra del dramaturgo Florian Zeller, que ha hecho obras muy destacadas, dirigida por Héctor Morales. ¿Cómo llegaste a trabajar en esta obra?
Me enteré por un amigo actor que Héctor iba a dirigir esta obra y dije: ¡Qué entretenido! Habíamos trabajado recién en Top Chef, y le dejé en un mensajito: “Supe que estás montando, no sé si tienen los actores y actrices, pero me interesaría como que piensen”. Me escribió al rato y me dice: “Te habla la Fran, la productora. La Fran me dijo: Pepa, si te gusta, quiero que lo hagas tú”. Me mandó el texto y me encantó. Me gusta Florian Zeller. Me encantó el elenco. Yo vibro mucho con los equipos. Preliminarmente me encantó quienes trabajaban en la obra, quienes íbamos a ser compañeros y compañeras, y ya con eso dije: “Listo”.
¿Qué fue lo que te llamó la atención el texto? ¿La temática?, ¿Los diálogos? Porque tiene mucho texto la obra.
¡Ni me digas! «Conchale vale bombín» como diría Eglantina Morrison. Difícil de aprender, para mí fue muy desafiante. Me gusta porque es una comedia muy inteligente, muy aguda, que está dada principalmente por la situación y por los diálogos justamente, por la situación que tiene que ver con esta mentira o con esta verdad a medias. Con una situación que además nos refleja a todas y todos. Yo creo que está un poco extremado, pero yo creo que pasa. Los secretismos y, estas verdades acomodadas de repente. Incluso, yo como mamá, muchas veces me he visto en varios peldaños más abajo que la obra, acomodando ciertas verdades, porque creo que no es tan oportuno, no es el momento. Yo cuando chica recuerdo que mi mamá me decía: “En los ochenta había muy pocas parejas separadas”. Y mi mamá estaba separada. Y eso que era lamentable, pero había mucha gente que apartaba a las mujeres separadas. Entonces mi mamá me decía: “María José, si no te preguntan, no tienes que contar”. Porque yo era un sanguchito de palta. Y mi mamá me decía: “Omitir no es mentir”. Si no me preguntaban no decía. Si me preguntaban contaba al tiro. Pero yo, con esta obra me acordé de esa frase. Dije: “Qué heavy, ¿hasta qué punto omitir no es mentir?” Abre un abismo la obra con respecto a la mentira y los criterios individuales.
Sí, es súper interesante porque la obra aborda este tema de la mentira de una manera súper interesante. El dramaturgo dice que le interesa cómo las personas construyen sus propias verdades y cómo las mentiras pueden ser una forma de protección o autoengaño. A partir de eso surge la obra. Esta obra además te lleva por un camino donde te va haciendo creer distintas cosas todo el tiempo. Como que te cambia de un lugar a otro muy rápidamente. ¿Cómo te enfocaste en tu propia verdad para crear el personaje? Es un personaje protagónico que lleva la trama, finalmente.
Primero tuvimos que tomar decisiones personales, como actriz. Mi personaje en la obra se llama Alicia, y tenía que decisiones como ¿Cuál es mi verdad? Dentro de la obra. Es verdad que yo me metí, que hice esto, no quiero adelantar, no quiero spoilear a la gente. La premisa de la obra, para la gente de Culturalizarte, ocurre cuando yo me di cuenta que distinguía al marido de una amiga, casi besando a otra mujer, y ellos van a ir a comer a nuestra casa hoy, yo no estoy dispuesta a mentir, en principio, no estoy dispuesta a mentir en principio, pero uno tiene que tomar decisiones. Tomé la decisión de que si yo lo que digo finalmente es verdad, y me la jugué porque sí, yo, a fuego, todo lo que yo digo es real, porque si no, no se sostiene, porque si no, el público estaría viendo todo el tiempo que estoy maquinando, y Alicia, desde mi criterio, no es una maquinadora. Hay mucha culpa en esta mentira. Lo bonito de la obra es que cuando salen del teatro, que nos ha pasado mucho, nos cuentan de que, en los lugares donde se comen fuera, que hay como varios restaurancitos, los garzones nos decían: “Queremos ir, porque llegan comentando y conversando que a quien no le ha pasado”. Mucha gente se siente reflejada con esas experiencias como “me engañaste”. Porque hablamos del engaño. Cuántas veces no ha pasado que una dice: Cuéntame, estoy tranquila, no pasa nada, tenme confianza, es lógico que puede pasar. Te cuenta y desata lo peor de la vida de pareja.
¿Cómo fue trabajar esta obra en tono comedia? ¿Cómo te sientes en este género? ¿Cómo te desenvuelves trabajando en la comedia?
Yo creo que algo pasó en el último tiempo que la gente, incluso Héctor, me decía: “Eres una buena comediante”. Para nada es donde yo me he desenvuelto como actriz, al contrario, me han llamado para los dramas toda mi vida actoral. La comedia es todo lo contrario. La comedia es algo que apareció, siempre me ha gustado, siempre me gusta el timing de la comedia, del clown, de esta espera, de la risa, del timing que tiene la comedia, me gusta mucho. Sin embargo, yo te diría que justo en las últimas tres obras que me han llamado, que hicimos Malas Madres, que después hicimos Amiga, date cuenta, con la que hemos girado mucho, que es comedia a la vena. En teleseries muchas veces me han llamado a otras cosas. Siempre lloro, siempre soy una madre profamilia, engañada. Como lesbiana también sufría, lesbiana en un tiempo en que no, y que todo es muy duro. Yo te diría que no es donde me desenvuelto y me he dado cuenta. En teatro jamás, hace antes de cinco años atrás, yo nunca había hecho comedia. No, yo había hecho, HP Hans Pozo, tiene momentos de comedia, porque tiene cosas más divertidas entre medio, pero es el drama de una mala madre. Todas las obras que yo te podría nombrar, no son comedias, son más bien dramáticas. Yo creo que para eso siempre me han llamado, y me encanta hacer comedia también.
Tienes ese humor, quizás que uno se conecta contigo por ese lado.
Sí, le he puesto ese personaje, obviamente, le he puesto siempre porque encuentro que es bonito. Cuando yo estaba muy acontecida, me puse a llorar en camarines, como contando algo, Rodrigo Bastidas me dijo: “Nunca había visto a una persona llorar en comedia. Pepa Bello, tu lloras en comedia”. Y yo: “sí, puede ser” Yo llorando, real, estaba con un problema cotidiano. Lo he prestado en estos últimos años de mi vida, porque creo que la comedia pucha que ayuda. Sí, me gusta que la gente ahora diga: “Hace comedia”. Sí, puedo hacer todo, la verdad. No hay que encasillar a los actores y actrices en general, porque Daniel Muñoz también hizo un Carmelo, y después hace Juan Herrera. Todos tenemos esa capacidad.
La temática de esta obra podría ser muy dramática, y es dramática. Son parejas que están sufriendo, que están al borde del abismo. El dramaturgo la toma, ese aspecto comedia, pero como dices tú, también tiene partes muy tristes y muy serias. Te hace transitar por distintas emociones. ¿Cómo fue tu trabajo, con tu coprotagonista César Sepúlveda? ¿Cómo trabajaron esa dinámica para transitar esta intensidad de diálogos, pero al mismo tiempo de pasar de distintas emociones, del dolor, la tristeza y las partes más irónicas?
Me encontré con un actor que me parece un muy buen comediante, César es súper buen comediante, yo no lo conocía. Conozco su trabajo, pero no lo había visto en teatro, y no había trabajado con él. Habíamos hecho una vez de marido-mujer, con una cosa muy chiquitita, que no lo veía nunca, pero encontrándome con él, y además me encuentro que es un muy buen comediante, tiene muy buen pulso, entonces muy entretenido, principalmente pasamos la obra. Porque ha sido uno de los textos más difíciles de aprender que me ha tocado en la vida, porque yo hago durante la obra como 200 preguntas. Tiene un ritmo, es un diálogo constante, es más difícil que aprenderse textos grandes como monólogos, porque es todo el rato: “¿Cómo? ¿Me dijiste? Yo te lo dije, ¿cuándo? ¿Pero qué?” Cada pregunta lleva a la otra respuesta, entonces no es que puedo preguntar diez veces lo mismo. Super desafío, así que, por ejemplo, grabamos los textos con César, en audio, lo grabábamos juntos, después solo la voz de César con el espacio para yo responderle, entonces yo en el auto me iba a hablar. A César lo he escuchado dos meses, que no lo paro de escuchar, como que voy al auto y escucho. “Ah, te encantó, ¿estás contenta?”, y yo respondo en el auto: “Si”. Así voy, no, es que todo el día escuchando a César. Yo creo que eso fue lo primordial, y como lo pasamos, lo pasamos, lo pasamos, lo pasamos, nos juntábamos a hacer un café, entonces, y harto. Los cuatro pasamos mucho el texto. Ha sido bacán trabajar con César. Con todos, con Javiera, con Giordano, pero es que César, de los seis actos que son, estamos cuatro juntos.
¿Cómo fue el trabajo con Héctor Morales? ¿Cómo fue ese proceso creativo?
Ese proceso fue intenso, intenso, quiero decir que en muy poco tiempo tuvimos que parar esta obra, porque partimos en diciembre con las lecturas, enero ya, montar, parar la obra, con texto en mano, porque nos costó aprendernos tanto diálogo. Febrero se paró, y volvimos a fines de febrero. Fue bien maratónico, y además para Héctor, estar en todos los carriles. Porque nosotros estamos enfocados en la actuación, y también en cómo componemos, desde la mano de Héctor, pero Héctor estaba con lo estético, con la música. Yo creo que fue como un montaje en tiempo récord. Además, un desafío extra, que es que se nos pidió bastante apego con el texto y la forma, no chilenismo, no coloquialismos, nada coloquial, ni una frase. Funciona, no decimos ni un cachai, ni un tení, nada, es una obra que respeta un texto, nunca yo había actuado así. Para mí fue otro desafío, entonces como: “¿”e entiendes? Claro, por supuesto”. Es una obra que se podría entender en cualquier lugar de Latinoamérica, hoy en día.
Es una obra que ya estuvo en España, en Argentina, en varios países, y con mucho éxito, y efectivamente no se percibe esa sensación de neutralidad en el lenguaje.
Para para dirigir una comedia, quien dirige tiene que tener humor, imagínate a alguien grave haciendo una comedia, no junta ni pega. Yo creo que no todo el mundo artístico tiene tanto humor. Yo creo que también uno tiene ciertas como experticias o no, y Héctor además es muy divertido, entonces tiene humor. Desde ahí también, uno puede dialogar desde ese lugar, porque, por ejemplo, coincidíamos en algún momento. Yo soy bien fanática de Friends, la mí siempre me ha gustado la comedia, y no lo había sabido, no lo había descubierto. Pero una de las cosas que creo que funciona muy bien de Friends, lo que hizo de ellos un éxito, es que ellos cuentan cosas bien heavy también. A Phoebe, uno de los personajes, cuenta que le escupían en la boca, y tú te mueres de la risa. Cuenta unas cosas como es que yo viví en la calle y es tremendamente hilarante. Porque en el fondo, cuando uno ve ese punto de realidad como exacerbado, te da risa. A veces mucha gente comete el error de tratar de ser divertido. Aa verdad es que lo divertido es la situación, que tú seas capaz de tener este diálogo en la mentira, y que el otro esté todo el tiempo tratando de tapar y tapar y tapar, y defendiendo a este amigo, de una manera casi ridícula, pero lo hace en serio. Eso es lo que la gente finalmente es como, ¡guau! Porque la gente se ha visto tapándole al amigo que se agarra a otra galla. Como que, “¡ay, qué tiene! Fue una cosa así nomás”. “¿Por qué fue una cosa así nomás o me vas a contar?” No estamos tratando de ser divertidos. Yo creo que eso es uno de los puntos más importantes de la comedia.
Es súper interesante también, porque aborda un tema súper cotidiano, muy común, que puede pasarle a cualquier pareja, si meterse o no con la relación de una pareja de amigos, cómo uno enfrenta el día a día las relaciones, el tema de la confianza.
Como decía una amiga mía: «no aclare, que oscurece». Uno empieza a explicar y te vas hundiendo más.
¿Cómo sientes que esta obra también puede resonar en la audiencia? ¿Qué puede ser que en el fondo se sienta la gente identificada, que vivió situaciones así? ¿Sientes que la temática también, y cómo está abordada, puede resonar en la audiencia de alguna manera en particular?
Esta es una obra que da para la conversación post-función, da para conversar y conversar. La gente se queda esperando y nos dice muchas veces, en estas cuatro funciones recién, como: “¡Estábamos hablando! ¿Quién dijo la verdad? ¡Uy, qué heavy! Porque a uno le ha pasado”. Yo creo que es una obra que, sin duda, es para irse a tomar una cosita después, ir a comer algo, porque da para hablar de eso. Es algo que, a lo mejor no específicamente con el engaño, con lo que hablamos en cada función, pero sí la mentira nos atraviesa, y es transversal, y todos tenemos una opinión al respecto, lo hemos vivido, hemos mentido, nos han mentido, hemos acomodado una verdad, y ese es el aspecto radiográfico de los seres humanos en el mundo entero, no solamente en Chile. Es una obra que, de todas maneras, invita a la conversación, porque nosotros mismos empezamos a acordarnos de cosas. En un año nuevo, hace muchos años, con varias amigas actrices, empezamos a decir: “Si ustedes vieran que mi pareja está con alguien, ¿me dirían?” Eso era lo primero, y ¿les gustaría saber? Éramos seis. Cinco dijimos, sí, es que sí, y a mí me gustaría saber, de todas maneras, cuéntenme, y una dijo: “A mí, ni cagando me cuente, si ustedes me ven feliz, ni cagándome cuente, a menos que realmente lo supo todo el mundo, y que una cosa que me expone y ahí sí. Pero si ustedes me ven contenta con mi pololo, ustedes se callan, porque yo me voy a enojar. Nunca lo olvidamos, dijimos: “Ya, esta amiga no quiere que nunca le digamos”. Por suerte nunca lo hemos visto, es un pan de Dios el cabro. Pero yo decía que es heavy, y también tomamos posiciones, por ejemplo, yo decía: “Si yo viera que a ti, amiga mía, te engañan, yo primero voy donde él, digo, mira, te acabo de cachar, o le contáis tú a Juanita, o le cuento yo” Listo, le cuentas, pero después uno dice: “¿para qué me meto?” Uno no sabe, además, están las capas más subterráneas, que también me invitan al diálogo de esta obra. Uno no sabe los acuerdos que hay entre parejas, porque hay un personaje que dice: “Yo preferiría no saber, es mejor no saber ciertas cosas”. A mí me molesta, como Alicia, que no quiera saber, pero también está eso. A lo mejor hay parejas que tienen acuerdos tácitos, donde abren relaciones. Da para mucha conversa, es muy entretenido, es como jugar una trivia, es como el Escrúpulos de Tati Pena.
¿Qué le dirías a la gente para invitarla a ver la obra, que va a estar hasta fines de abril, en cartelera en Teatro Zoco?
A todas y todos quienes aquí están conectados a través de Culturizarte, les digo que no se las pierdan, porque la venta de entrada está súper alta, hemos vendido muchas entradas, el sábado último vendimos todo, así que no pierdan su entrada, tienen hasta el 27 de abril para verla. Además, algo súper bueno, para gente en general, el estacionamiento está liberado, y a la salida del teatro hay un montón de lugares ricos para comer, a buen precio, que hoy día son cosas importantes en nuestro país, valores súper accesibles, bastante transversales. Vas a la obra, te comes una cosita, no pagas estacionamiento, se puede quedar hasta tarde, y además, van a tener harto tema. La gente lo ha pasado bien, la gente de verdad se ríe, de hecho, la gente opina, tenemos público interactivo. Ha sido muy divertido, así que no se la pierdan, adquieran su entrada ya a través de Punto Ticket, jueves, viernes y sábado, a las 8 de la tarde en Teatro Zoco, y los domingos a las 7 de la tarde.
Ficha técnica
Título: La mentira
Autor: Florian Zeller
Versión de: Fernando Masllorens y Federico González del Pino
Director: Héctor Morales
Asistencia de dirección: Constanza Rojas
Elenco: María José Bello, César Sepúlveda, Javiera Díaz de Valdés, Giordano Rossi
Diseño de escenografía: Rocío Hernández
Asistente de diseño de escenografía: Nicolás Jofré
Diseño de iluminación: Andrés Poirot
Diseño de vestuario: Natalia Schwarzenberg
Composición musical y diseño sonoro: Yair Gómez
Maquillaje y peinados: Margarita Nilo
Fotos: Daniel Corvillón
Coordenadas
Temporada: 14 de marzo al 27 de abril
Funciones: Jueves a sábado 20 horas, domingo 19 horas
Teatro Zoco
Entradas a la venta en Punto Ticket
Estacionamiento liberado.