Entrevista a Leonardo González, dramaturgo chileno en Nueva York.

Entrevista a Leonardo González, dramaturgo chileno en Nueva York.

Conocí a Leonardo en el lanzamiento de su obra «Imago» de Interdram hace un par de semanas en la librería McNally Jackson en Soho. Después de leer su obra, lo entrevisté y estas fueron sus respuestas.
 
¿Cómo nace tu interés por la dramaturgia?
Nace en la escuela de actuación. Viendo teatro. Leyendo. Actuando. Pero sobre todo yendo al teatro e imaginando mis obras en la escena. Obras que, por supuesto, en ese momento, no existían ni existirán jamás porque ellas fueron amores platónicos que luego fui olvidando o me di cuenta que eran eso, amores imposibles. Ahora el interés se ha potenciado gracias a INTERDRAM.
¿Has escrito en otros formatos? ¿Te interesan otros formatos de escritura? Cine? Novela? Poesía?
Claro. La dramaturgia es un oficio que se aprende a palos. Pero el arte de escribir, aplica para la esencia de la poesía, así como para una telenovela. El asunto es encontrarse, encontrar quién uno es cuando está escribiendo y aprender a reinventar ese yo cada vez que nos lanzamos a la aventura de un proyecto de escritura que debe tener sus propias reglas y circunstancias de creación.
Estudiaste teatro, ¿Te interesa algún día dedicarte a actuar? Te has dedicado a la actuación en algún momento?
Me dedico a actuar. Actúo todo el tiempo.  Últimamente hago el papel de inmigrante torpe y me sale bastante bien (risas). También hay días que quiero hacerlo frente a una cámara para que otros me vean actuando algo serio, y si es posible un primer plano con una lágrima cayendo suavemente, tanto mejor. Hay otros días que me gustaría cantar sin ser cantante, como en Everybody says I love you de Woody Allen, y hay otros días en que lo que menos quiero que pase en el mundo es tener que subirme arriba de un escenario. Pero respondiendo a tu pregunta, sí. Actué hace poco en un teatro en Nueva York, en inglés, y fue una experiencia increíble que repetiría feliz si me invitaran de nuevo.
¿Que opinas de la calidad del teatro chileno actual?
Me fui de Chile hace un par de años, no tengo facebook y no leo los diarios chilenos, entonces desaparecí y desapareció mucho de lo que antes veía todos los días. Sería un poco irrespetuoso e inapropiado que yo contestara esa pregunta sin saber de qué estoy hablando. El poco teatro chileno que he conocido de la actualidad me ha llegado o porque son obras que han venido a Nueva York (Escuela de Guillermo Calderón, y lo último de Manuela Infante -en proceso–) o porque he leído  nuevas obras publicadas o de amigos. Y me parece que hay gente muy inteligente haciendo cosas fabulosas, que dan ganas de ir a ver.
¿Qué opinas acerca de las temáticas del teatro chileno? Siempre muy cargadas a temáticas históricas y políticas. ¿Crees que en algún momento se va a producir un giro?
Creo que el giro, si es que hubo tal, ya se produjo o se está produciendo. Me siento identificado con esa pregunta porque yo soy de esos que siempre cargan sus historias hacia lo político/ histórico. Pero también me dan ganas de renovarme y hacer cosas nuevas, como Imago, que habla de la vida ‘loquísima’ al interior de un barco destinado a naufragar.
¿Que opinas de Broadway? ¿Off Broadway? ¿Te gusta el teatro newyorkino?
Bueno. Yo diría que lo que más me gusta es el teatro OFF OFF OFF OFF broadway (risas). Ese que uno ve un día a las 7 de la tarde en una casa en Queens o en un teatro nuevo en el Bronx donde el patio y las escaleras de la casa son parte de la escenografía de la obra con un presupuesto honrado y hecha a pulso con harta sangre y sudor. Ese teatro que llamamos “emergente” me interesa y me pregunto, ¿a dónde, hacia dónde y por qué queremos que emerja? A mí me gusta así como es. Pero es cierto que los vestuarios y la escenografía siempre son hechos con mucho más amor al arte que recursos económicos y sería muy bueno que recibieran más financiamiento esas compañías, porque son obras que al menos a mí, me conmueven más que ir a ver The Miserables a Times Square. Aunque me muero por ir algún día a ver The Lyon King (pero eso es por razones personales).
Por otro lado, me interesa bastante el trabajo que está haciendo The Civilians (Rimbaud in New York, 2016) y últimamente me he interesado el colectivo alemán Gob Squad, el grupo The elevator, y las traducciones que se hacen acá de autores latinoamericanos, como por ejemplo la última obra de Rafael Spregelburd, Spam, traducida por Jane Graham Jones, que me pareció fantástica, actuada con maestría por un actor muy cómico, en un teatro pequeño en Brooklyn, lejos de Broadway.
Aparte del encargo específico de escribir algo basado en Cortázar, ¿Qué te inspiró a escribir Imago?
Me inspiró la obra de Cortázar. Sus muchos recovecos. Y cuando digo su obra estoy diciendo también su vida. La decisión de quedarse a vivir en París y seguir siendo un latino al mantener la lengua como arma de lucha en su literatura que es de por sí, en la lengua que sea, fenomenal.
En Imago hay una visión muy interesante acerca de la maternidad, las culpas y los miedos de una madre. ¿Cómo fue ese proceso de escritura para ponerte en el lugar de una madre y reflejar tan bien su visión?
No sé si me pongo en el lugar de una madre. Uno es madre también. Uno tiene sus hijos. No sé si me doy a entender. Quizás no nacieron de mi vientre, obviamente, pero andan por ahí, perdidos. No me refiero a personas de carne y hueso. Me refiero a dolores, como diría don Juan Radrigán, a nuestros cadáveres.
Cuéntame de tu experiencia estudiando en NYU y haciendo teatro en español en Nueva York.
NYU es una universidad fantástica. Tiene una biblioteca con 10 pisos donde puedes mirar casi todo Manhattan y leer el libro que quieras a la hora que quieras los 365 días del año y con una luz especialmente diseñada para que no te quedes dormido. Todavía me impresiona en particular esa mole rojiza frente al hermoso parque de Manhattan donde están los arcos (Washington Square Park). No muy lejos de allí, en el piso 4 del número 59 de la calle University, estudiábamos nosotros. Fuimos (pero me gustaría decir somos) un grupo humano encantador. Muy latino. Los profesores son gente seria, responsable y trabajadora. Me apoyaron muchísimo. Creo que la experiencia allí la iré dimensionando con los años. Pero aprendí lo que era el sacrificio, estar perdido, estar encontrado, volver a estar perdido, querer ser escritor y finalmente aceptarse. Sin ego, ni falsa modestia. Simplemente como un zapatero se acepta zapatero o un tenista se acepta tenista. ¿Qué tanto? No es nada del otro mundo este oficio. Pero da un placer y un dolor infinito a la vez.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Mis planes siempre son sobrevivir. Como esa letra de la canción argentina que dice: “Solo se trata de vivir. Esa es la historia. Con un amor, sin un amor, con la inocencia y la ternura que florece a veces. A lo mejor resulta bien”.
¿Cuáles son tus dramaturgos favoritos? Chilenos o extranjeros.

Tennessee Williams, GUILLERMO CALDERON y JUAN RADRIGAN, porque gracias a ellos, para bien o para mal, estoy aquí estudiando en Nueva York y me dedico a la dramaturgia. Pero además están mis maestras mujeres a quienes admiro y no puedo no mencionar que son Coca Duarte e Inés Stranger. Además de INTERDRAM, que es el grupo al cual pertenezco, una asociación de dramaturgos maravillosa, como un grupo de amigos / familia, con el que tengo conversaciones a diario, nos juntamos para hablar de cómo mejorar nuestras propias ideas, de cómo apoyar la dramaturgia nacional e internacional, creando lazos, recibiendo autores, montando obras. Y publicando libros, como Rocha, como Alabama, como Imago, estos textos que tú acabas de conocer en nuestro lanzamiento. En especial creo que Dínamo, el festival que estamos realizando ahora en GAM, con la promoción de 9 autores chilenos regionales, es uno de los proyectos más interesantes que se han hecho a nivel de construcción de nuestra identidad como escritores de teatro en Chile, y eso se lo debemos en gran parte a Ana López Montaner, que es una gestora formidable. Es casi la perfección en persona si se trata de administrar un proyecto. Así también a todos nuestros muchos colaboradores.

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