Por Julio César Olivares
A comienzos del 2010, los académicos Margarita Canio y Gabriel Pozo inspeccionaron los archivos del Instituto Iberoamericano de Berlín, donde habían permanecido guardados los apuntes del etnólogo Robert Lehmann-Nitsche (director del museo de Antropología de Buenos Aires a fines del siglo XIX), y se encontraron con más de tres mil páginas de cuentos, cantos y textos relacionados al pueblo mapuche, incluyendo los testimonios escritos de un puñado de supervivientes de la ofensiva militar chilena y argentina que ocupó la Araucanía en nombre de sus respectivos estados y desplazó, apresó y asesinó a miles de indígenas. De ese descubrimiento apareció un libro publicado por Canio y Pozo, en que tradujeron y publicaron la localidad de los documentos que estaban en Alemania.
En Memoria Implacable (Marichi Tukulpan), documental estrenado en salas este 29 de mayo bajo el alero de Miradoc, la directora Paula Rodríguez Sickert (Jaar: el lamento de las imágenes) va un paso más allá, siguiendo el viaje que emprendió la propia Margarita Canio por las tierras que Katrülaf -uno de los supervivientes de la ocupación militar- recorrió para seguir las rutas de deportación de sus antepasados, conversar con sus descendientes y reescribir una historia que por más de un siglo se ha conocido en este lado de la cordillera como la “Pacificación de la Araucanía”.
La película es clara desde un inicio: “Los ejércitos de las dos naciones terminaron por usurpar sus tierras a través de un violento genocidio. Hasta nuestros días, Chile y Argentina siguen silenciando esta historia”. Por eso, Rodríguez y Canio plantean el largometraje como una oportunidad de romper ese silencio y revelar desconocidos y poderosos testimonios de los prisioneros mapuche expulsados de sus tierras.
Culturizarte tuvo la oportunidad de conversar con ambas para conocer más de su proceso investigativo y de creación.
¿Cómo surgió la idea de transformar la investigación de Margarita en un documental?
Paula Rodríguez: Me interesaba la relación de Chile con sus pueblos ancestrales y quería hacer algo sobre el tema mapuche, así que empecé a investigarlo. Ahí me di cuenta de que los nuevos académicos mapuches estaban reescribiendo la historia que se había contado sobre los orígenes del conflicto entre el Estado chileno y el argentino con el pueblo mapuche, lo que fueron la “Pacificación de la Araucanía” en Chile y la “Campaña del Desierto” argentina. A raíz de esa búsqueda encontré un artículo que contaba la historia de Margarita, donde me enteré de que habían (junto a Gabriel Pozo) encontrado los testimonios de prisioneros de las campañas militares en Chile y Argentina, que los tradujeron y publicaron.
Como viví en Alemania y he visto la memoria del holocausto, encontrarme estos testimonios era como leer el diario de Ana Frank, una persona cualquiera que estaba hablando en presente sobre el genocidio. Dije: esta es la historia que hay que contar. Le escribí a Margarita en 2017 para contarle mi intención, nos juntamos y me dijo que ella también pensaba que había que hacer de esto una película. ¡No tuve ni que convencerla! Hubo una sinergia inmediata, se unieron nuestros dos deseos de darle vida a esas voces.
Margarita Canio: El trabajo con los manuscritos en lengua mapuche que estaban depositados en el Instituto Iberoamericano de Alemania es de larga data. Son documentos de 130 años que habían sobrevivido a un viaje largo y estaban muy delicados. Los vi por primera vez en junio de 2010, fue increíble ver cómo la historia de nuestro pueblo sobrevive al tiempo, a los pronósticos en contra. Mi motivación era que se hiciera algo con algunos de esos relatos. Estaba el de Nahuelpi, que contaba bastante sobre el proceso de ocupación territorial y del despojo que sufrieron; y el de Katrülaf, quien sobrevivió a los campos de concentración, que es finalmente el que se utilizó para narrar Memoria Implacable.
¿Por qué decidieron que el testimonio de Katrülaf en particular fuera el catalizador de la historia?
P.R: Dentro de todas las personas que le dieron sus testimonios a Lehmann-Nitsche, el que dio un testimonio más largo y con el que tuvo más sesiones de conversación fue Katrülaf. Cuando lo leía, sentía que Katrülaf era un poeta, un escritor que necesitó contar su experiencia, más allá de los fines de Lehmann-Nitsche. Hizo un relato bellísimo, al que tuvimos que ponerle una imagen. Para eso investigamos, fuimos al territorio y buscamos una poética similar a la poesía que hizo Katrülaf, porque su material tiene valor literario: cómo expresa su dolor, sus recuerdos de infancia, como lo tomaron preso, lo llevaron a diferentes campos de concentración, como fueron cayendo las mujeres, sus reflexiones sobre la humanidad… Todo eso es bellísimo, no es meramente descriptivo. Trabajar con sus palabras fue un honor para el equipo. Es el guía espiritual de la película, la representación de la voz de todos los otros sobrevivientes. Trabajamos para que esa voz que sacamos de un museo sea escuchada 130 años después.
M.C: Su manejo de la lengua y del detalle es otro valor agregado a todo lo que Paula ya dijo. Pienso en cómo pudo una persona explicar ese nivel de detalle incalculable a pesar de todo el sufrimiento que vivió en el traslado, cuando lo estaban deportando, cuando lo llevaron subido a un barco como un montón de animales, a diferentes campos de concentración. Fueron varios aspectos los que nos condujeron hacia él: nos llamó la atención que en su relato siempre está la esperanza de volver a su tierra, porque muchos se pudieron haber quedado en La Plata y construido una nueva vida; que también nombra muchos lugares, lo que ayuda a la reconstrucción geográfica de la historia; y que tenemos una fotografía de él, a diferencia de Nahuelpi. Hay una serie de elementos que fueron confluyendo.
Imagino que debe ser muy desafiante hacer un documental sobre una historia del pasado a cuyas imágenes no puedes acceder, lo que implica buscar formas creativas de mostrar esa historia y llevarnos a entender ese proceso histórico. Paula, ¿cómo fuiste dando con el tono que querías darle a Memoria Implacable y por qué te pareció importante darle un lugar tan preferente a elementos como los animales, el agua o el viento para contar esa historia?
P.R: Creo que ese fue el gran desafío en términos de guion. Hubo una revisión y selección de los textos, en el que iba visualizando qué es lo que me evocaban. Esa poética de la que te hablaba antes: el frío, las manos, el sudor, el calor, caminar, los caballos. Imágenes a las que Katrülaf me fue invitando, que estaban de alguna forma en su texto y que encontramos con Margarita viajando a los territorios donde ocurrió su historia: Icalma, La Pampa… Me fui empapando de la convicción de que tenía que contar esta película porque fueron los Estados chileno y argentino lo que fueron responsables del genocidio y me siento responsable en ese sentido. Hay una tonalidad que intenté poner en la película que no es de lloriqueo ni de puro lamento. Hay una pena, una añoranza, sí, pero es digna, hay un espíritu vivo que se siente, que es la memoria de los ancestros de los mapuches. Siento que Katrülaf también me habla a mí porque la historia de la mal llamada “Pacificación de la Araucanía” no es solo la historia del pueblo mapuche, sino la historia de Chile, de lo que Chile y Argentina hicieron con este pueblo después de que se independizaran de la corona española. Este es un pueblo mestizo, es la historia de todos. Cuando el pueblo chileno niega su historia pierde también integridad y parte de su identidad. Creo que vamos a ser mucho mejores como pueblo cuando logremos conversar.
En un diálogo siempre se necesitan dos y el desafío es que haya otra parte dispuesta a sentarse también para tener esta conversación o aceptar la invitación a conocer un poco más…
P.R: Precisamente esa es la idea de la película: invitar a la conversación. El documental se hizo con un equipo chileno-mapuche-argentino y colaboramos todos. Es posible hacerlo en respeto, en comunión. Somos muy diversos y tenemos que aprender a vivir esa diversidad. Siento que el pueblo chileno ha sido muy arrogante y soberbio en relación con el mapuche, y se ha perdido la posibilidad de conocer un pueblo extraordinario. Entonces la pérdida es del chileno.
Hay una frase en la película que habla del “ejercicio de abrir las llagas y darnos la posibilidad de reconstruirnos”. ¿Cuál es para ustedes el valor de la memoria al pensar en el futuro?
M.C: Tiene que ver con la reconstrucción de esta historia que ha sido negada, con reescribirla de otra forma, con otra metodología, considerando aquellas voces que por no tener grados académicos se han invisibilizado durante mucho tiempo. El valor de la memoria está en darle voz a aquellos que no la han tenido, pero también en generar educación, que esta memoria no se quede solamente ahí, sino que viaje a las distintas esferas, a lo educativo, a las ciencias sociales, a la sociedad en general. Puede ser una memoria oral, aparecer en fotografías, en testimonios individuales, colectivos, o audiovisualmente como acá, pero, como aparece en la película, es una memoria que a pesar de querer ser invisibilizada siempre sale a la luz.
¿Cómo les impactó en lo personal acercarse a este tipo de historias, escucharlas, leerlas y visitar también los lugares donde transcurrieron?
M.C: Cruzar al otro lado de la frontera, seguir la ruta de la línea sur por el río Negro, conocer a las personas, el dolor que cargan -que es mucho más notorio en el lado argentino- fue muy impactante. Tuve que contener esa emoción, porque podría haber estallado en llanto y dejado botado a mitad de camino el trabajo, pero estábamos cumpliendo un deber ahí. Estuvo lleno de una carga emocional, pero también de gratitud.
P.R: Fue fuertísimo. Hice un viaje de investigación en el que no llevamos a Margarita -porque queríamos que ella viviera los encuentros por primera vez en el rodaje, frente a la cámara y no perder esa emocionalidad- y fue durísimo: en Argentina el genocidio fue total. En Chile todavía está la lengua, las Machi, la cultura se logró mantener, a pesar del gran despojo y represión que hubo, pero allá el genocidio fue total y no se ha hecho ningún reconocimiento. Hay lugares fantasmales donde la gente ya perdió el autorreconocimiento de sí misma, pues quedó muy abandonada, a su propia suerte… Pero la gente también es maravillosa, encantadora, nos recibieron de una manera increíble.
En una escena en una iglesia, una lamgen argentina-mapuche menciona que, pese al rol que tuvo en ese momento, la Iglesia Católica nunca ha hecho un acto de reparación histórica, más allá de alguna reflexión esporádica. ¿Qué importancia le dan ustedes a ese tipo de actos? ¿Es Memoria Implacable un acto de reparación histórica?
M.C: Contiene algo de eso, en el sentido de la visibilidad que pueda tener esta reescritura de la historia. Es importante reconocer el papel que tuvieron diferentes instituciones en el genocidio, así como los silencios al respecto y los respaldos que tuvieron. Para eso falta algo más efectivo, desde el gobierno, que diga que efectivamente hubo violación a los derechos humanos y una intención de exterminio, que es algo que está en los documentos y en los partes militares de ambos países, que hablan de “estos bárbaros que se oponen a la civilización y al progreso a los que no les quedaba otra que quemarles sus casas y matarlos”. Frente a eso, tengo la esperanza de que Memoria Implacable pueda visibilizar y llegar a otro plano, que en parte pueda ser reparativo para las personas que todavía esperan justicia, y que sirva de alerta para que no sigan ocurriendo estas cosas. Nosotras tuvimos la oportunidad de conversar con los descendientes de quienes se salvaron, tanto de este lado como del otro. Quiero pensar que esa sea una forma de reparar nuestra historia, reparar lo que vivieron nuestros antepasados frente a este acto de genocidio.
¿Cuáles son sus expectativas con el estreno del documental?
P.R: Que se vea lo más posible. Hay muchos años de trabajo de gente de ambos lados de la Cordillera. Ojalá llegue a los colegios. La mayoría de la gente que la he visto dice: “Es que yo no sabía esto”. La gente cree que los españoles le quitaron los territorios a los mapuches y eso no es así. Fueron el Estado chileno y el Estado argentino. Eso es una gran, gran historia silenciada hasta el día de hoy. Creo que ya es tiempo de romper ese silencio, pero la película no habla desde el resentimiento ni el odio, sino desde la poesía, desde la verdad de un sobreviviente y eso tiene fuerza. Sin demagogias ni resentimiento, es un relato personal que viene desde el amor.
Ficha técnica
Título: “Memoria Implacable”.
Duración: 93 minutos.
Año: 2025.
Dirección: Paula Rodríguez Sickert.
Protagonista e investigadora: Margarita Canío.
Género: Documental.
Distribución: Miradoc.
Estreno en salas: 29 de mayo de 2025.