Por Vanessa Vidal
Wiñaypacha es la ópera prima del director Óscar Catacora. Hablada íntegramente en aimara, y protagonizada por Rosa Nina y Vicente Catacora. Ella nunca había visto una película y él, es el abuelo del director de este filme. Interpretan a Phaxsi y Willka, una pareja de más ochenta años que vive en los Andes de Perú, donde a través de su religiosidad y precarias condiciones, no pierden el sueño de que su hijo regrese a visitarlos, a salvarlos.
Siendo una película de ficción, tiene parte de la historia del director y posee un discurso que es imposible no visibilizar. Posiblemente, en los rostros de esta conmovedora pareja, pondremos los rostros de nuestros adultos mayores, nuestros ancestros y saldremos de la sala en silencio, con alguna sonrisa satisfactoria o lágrimas de emoción. Este largometraje habla de la vida, muerte y el abandono, en contraposición a los maravillosos parajes, donde la sobrevivencia es el peor legado que podemos dejarle a nuestros adultos mayores.
Trabajando una estética que evoca al documental, optando por planos donde prima la composición y la puesta en escena, más que los movimientos de cámara. La música es empática y subraya por sobre todo los sonidos diegéticos le otorga a la película, a la hora de editar plano a plano, un ritmo que profesa el propio ritmo de los protagonistas, destacando cada sentimiento, pensamiento y quienes son.
En el Avant premiere de Wiñaypacha en Centro Arte Alameda, , de la embajada del Perú, nos cuenta sobre el largometraje.
Pierre, ¿cómo fue el desarrollo de la película?
El proyecto ganó un financiamiento público para ficción, exclusivo para las regiones del interior del país en 2013. Primero pensaban hacerlo con actores, luego decidieron hacerlo con actores naturales, no actores. La persona que interpreta a Willka, el abuelo, que es el abuelo del director. Lo que hicieron fue, para empezar, encontrar el lugar, que fue toda una búsqueda el encontrar el lugar ideal porque la naturaleza es un personaje más en la película, es muy importante, la cercanía con la montaña. Hubo un proceso previo de no solo encontrar el lugar, sino de conversar con la comunidad que está cerca para que pudieran autorizar la filmación. Grabaron durante cuatro o cinco semanas. La locación está por sobre los cinco mil metros de altura, entonces fue muy exigente. La totalidad del equipo son aimara hablantes y muchos de ellos familiares tanto del director como del productor. Tito Catacora es productor y tío de Óscar Catacora, director, entonces hay un modelo de producción muy particular. La película finalmente se terminó en 2017, se proyectó en el Festival de cine de Lima y luego tuvo su circulación internacional. El director, Óscar, muchas veces ha hablado que primero le preocupaba el abandono del campo, la situación de los adultos mayores en el campo, los cambios de la vida tradicional con la modernización y también la pérdida de la lengua aimara, que era algo muy importante para él. Porque si bien lo siguen hablando muchas personas, al mismo tiempo por la migración a las ciudades se va perdiendo, por el estigma negativo que hay hacia la cultura indígena y hacia las lenguas indígenas en muchos de nuestros países en América Latina. Esta película trata de mostrar la valentía, la fuerza con la que las personas en el campo enfrentan la adversidad y también tiene una estructura muy dramática. Va hacia el final, a ese mundo que se van enfrentando y se va achicando. Es una película muy importante para nosotros en Perú.
¿Cómo ha sido el recibimiento en Perú?
Bueno, para empezar a nivel crítico fue un éxito rotundo. Fue declarada mejor película del año por la asociación de prensa cinematográfica. Fue la película peruana preseleccionada para los Oscar y el Goya; suelen ser dos películas diferentes, no suele coincidir siempre y esta vez coincidió. El año pasado tuvo una circulación a nivel de festivales y un recorrido en salas. Si bien esta es una película exigente y es de autor, más de arte y ensayo si se quiere, alcanzó casi 40.000 espectadores, lo cual está bastante bien. Fue mostrada en salas de cine, sigue siendo exhibida en el circuito alternativo, en los cine clubes, en las salas de cine arte. Por ejemplo, en el Ministerio de Cultura de Perú tenemos una sala de cine y cada vez que la programamos la sala está llena, queda gente afuera queriendo verla. En televisión salió y le fue muy bien. En el mes de julio se programó y tuvo mucho éxito. También ha tenido una circulación comunitaria, es decir, ellos se ven comprometidos con la comunidad en la cual filmaron y también con muchos otros pueblos y comunidades de Puno, de donde son ellos, de mostrar la película. Entonces como en Puno hay tantas comunidades quechuas como comunidades aimaras, está doblada también al quechua y la mostraron como cine itinerante en varias comunidades quechuas y aimaras.
Después de este resultado, me imagino que está abierta la posibilidad a que se realicen más trabajos de esta índole.
Nosotros tenemos varias cuotas para el cine regional, que es el cine que se realiza en las regiones del país. Tenemos desde 2014 un fondo específico para largometrajes de ficción en lenguas indígenas, originarias. También este año lanzamos uno de cortometrajes en lenguas indígenas. Nuestra dirección de culturas en Cusco tiene un programa de doblaje de películas, no necesariamente de lenguas indígenas, en cualquier idioma, al quechua, al machiguenga, una lengua amazónica de Cusco. En general, el tema de las lenguas originarias es algo a lo que le hemos tratado de poner bastante fuerza desde el año 2014.
Tienen un alto nivel de compromiso con los pueblos originarios.
Nuestra política audiovisual es un poco más reciente, si se quiere. Recién con el Ministerio de Culturas en 2010 y en realidad 2012 – 2013 empezamos a crecer a nivel de los fondos y como teníamos más fondos, podíamos hacer más cosas con ellos. Entonces eso nos ha permitido diversificar y de manera más fuerte el año pasado, donde abrimos por primera vez un fondo para nuevos medios audiovisuales, medios digitales. Ahí hemos tenido un proyecto de videojuego en quechua, un proyecto de documental interactivo en lengua shipiba. Falta mucho, porque es un gran pendiente, todavía falta mucho por hacer, pero poco a poco, paso a paso. No somos nosotros, son los mismos creadores que tienen muy buenos proyectos. El sector mismo está preocupado.
Se crea una industria, hay un público importante que quiere ver todo esto. En el fondo, vendría siendo gracias a los realizadores, el público y las instituciones.
Lo que pasa es que yo creo que es una necesidad, hay muchos pendientes. En nuestros países el clasismo es muy fuerte, el racismo sigue siendo algo muy fuerte, entonces necesitamos más obras que permitan reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestros propios orígenes indígenas y que valoremos positivamente la diversidad cultural de nuestros países, no negativamente estos aspectos que son únicos. Entonces, esto tocó una fibra muy profunda en esta película y en otras que han ido apareciendo después. Esperemos que siga siendo así.
Si bien es cierto, es una película que muestra una historia indígena, toca temas transversales, esenciales.
Porque, además, no necesariamente es solo el tema indígena que es muy presente, es también el tema de la ancianidad, de la vejez, de las relaciones entre padres e hijos, todos esos temas están ahí. Se puede interpretar literal o metafóricamente, la película, la relación con la naturaleza, es decir, tiene muchos ángulos desde los cuales uno puede sentirse identificado, independientemente que uno tenga o no vinculación directa con las poblaciones originarias. Eso es interesante de la película.
¿Cómo esperas que sea la recepción de la película en Chile?
Como decía Claudio Pereira (Festival Internacional de Cine de Viña del Mar) antes de comenzar la función, nuestras películas viajan muy poco entre nuestros países. Es decir, estamos muy acostumbrados a ver cine extranjero, pero norteamericano de Hollywood, no cine extranjero en nuestro propio idioma, de nuestros países vecinos, cuando tenemos muchas afinidades culturales. Entonces, cada vez que llega una de nuestras películas a algunas de nuestras pantallas es descubrir a nuestros vecinos, evidentemente, también es descubrir algo de nuestra propia cultura, porque compartimos muchos aspectos similares. Para empezar, hay población aimara en Chile, entonces de por sí creo que hay un vínculo. Pero adicionalmente a eso creo que muchas personas pueden sentirlo como propio. Finalmente, cuando vemos una película que nos toca, que nos gusta, la sentimos como nuestra independientemente de que país viene. Entonces espero que así la reciban aquí.
¿Está abierta la invitación a producciones chilenas que quieran trabajar con ustedes?
Sí. El año pasado abrimos por primera vez un fondo de coproducción minoritaria desde Perú, que no teníamos antes y dimos tres apoyos para tres largometrajes y los tres fueron mayoritariamente chilenos, minoritariamente peruanos. La película Todas vuelven que se llama ahora Lima de Lima es una película chilena con participación peruana que está siendo estrenada en el Festival de Toronto ahora este mes. Un documental también, muy vinculado al pasado indígena que compartimos tanto Perú y en Chile; y una película que se llama Fiebre. Las tres chilenas con participación peruana. Había postulaciones de muchos otros países, pero fueron estos tres proyectos chilenos que ganaron. Entonces creo que hay una cercanía también a nivel de nuestros productores, nuestros realizadores se conocen, se aprecian, tienen ganas de trabajar juntos y eso es muy bueno.
He escuchado muy buenos comentarios de realizadores chilenos sobre de los festivales peruanos. Algunos hablan de una mayor preocupación sobre estas instancias.
Yo creo que cada vez que vamos a un país vecino, cuando yo vengo a Chile, o de Chile van a Perú, o de México que acaban de venir, nos sorprende mucho porque en realidad tenemos muchas ganas de conocer al otro país, de cómo es y nos sorprende positivamente y queremos volver, diciendo que está mejor que en casa. Pero creo que estamos todos en un camino muy parecido, que más bien están colaborando mucho estos festivales entre ellos, potenciando, compartiendo material, información y eso es muy bueno porque si no, que tengamos tantos buenos festivales en la región y que no solamente dependamos de la validación que tengamos de los festivales europeos, por ejemplo, o en otros, que está muy bien ahí también. Lo que quiero decir es que es muy bueno que los nuestros se fortalezcan y mejoren y que se unan cada vez más. Que tengan una mejor programación, que sean más grandes, que tengan más invitados y eso creo que es lo que está pasando. Nosotros miramos con mucha admiración lo que ha pasado con SANFIC, que es muy buen festival. FICViña lo que está proponiendo este año es extraordinario, todos están muy bien.
Muchas felicidades por la gran película que han creado.
Gracias a ustedes por la invitación. Este año es el año internacional de las lenguas indígenas. Es un momento de recordar las decenas y decenas de lenguas que se hablan en nuestro continente, más allá del castellano y el portugués hay muchísimas más y expresan una conciencia humana de nuestros países. De lo que podemos ser, de lo que somos y eso hay que celebrarlo.
Roser Fort, directora del Centro Arte Alameda también nos cuenta sobre su visión desde la dirección de este espacio cultural en pro de contenidos como Wiñaypacha.
Roser, conversé con Pierre, de la embajada de Perú, y me decía que es muy importante para ellos mostrar contenido que tiene que ver con los pueblos indígenas, y que hay coproducciones incluso con Chile, pero ambos puntos, no son tan conocidos por nosotros. En este sentido, esta es una buena instancia donde el Centro funciona como vitrina y genera conexiones.
Hay una invitación y una misión porque el cine latinoamericano no se ve en los distintos países latinoamericanos. A pesar de haber coproducciones que están financiadas por cada uno de los estados, las películas no llegan a las salas. Entonces hay una misión de exhibir los contenidos latinoamericanos del cine independiente para que nuestros pares, nuestras realidades se multipliquen y se encuentren con el cine, a través del cine. A nosotros esta película Wiñaypacha nos parece super importante para trabajar también con los pueblos indígenas, con temáticas que no accede el público, que está acostumbrado a ver películas con historias francesas, esto no, es Latinoamérica. Chile tiene población indígena, Perú, Colombia, todos nuestros países. Es fundamental como plataforma que podamos exhibir estas películas para que el público se entere del cine que se hace en los pueblos más cercanos y en los países vecinos.
Director: Óscar Catacora
Año: 2017
Duración: 86 minutos
País: Perú
Guion: Óscar Catacora
Fotografía: Óscar Catacora
Reparto: Rosa Nina, Vicente Catacora
Productora: Cine Aymara Studios