Entrevista a primera bailarina del Ballet Nacional de la República Checa, Romina Contreras: “Cuando me ofrecieron el contrato sentí que lo tenía que tomar”

Por Paulette Waissbluth

Romina Contreras es una bailarina chilena que se desempeña como la primera bailarina del Teatro Municipal de Santiago desde el 2017 y primera bailarina en el Ballet Nacional de República Checa desde el año pasado hasta la actualidad.  

Ha practicado ballet casi toda su vida, desde clases realizadas por la Municipalidad de Maipú hasta entrar a la Escuela de Ballet Municipal de Santiago. Una vez graduada, completó sus estudios en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de Lyon y posteriormente entró a la compañía oficial en Chile. Ha realizado roles como Julieta en Romeo y Julieta, Odette y Odile en El lago de los cisnes, Giselle en Giselle y para el Czech National Ballet la princesa Aurora de La bella durmiente .

¿Cómo son tus inicios en el ballet?

Lo primero que hice relacionado al ballet fue en mi colegio. Era un colegio bastante artístico y tenía varios talleres extraprogramáticos y entre esos talleres había uno que realizaba la mamá de una de mis mejores amigas, que también era alumna de ese colegio, ella enseñaba danza árabe, flamenco y aparte había otras cosas como gimnasia rítmica. Yo también estaba en eso porque era súper inquieta cuando era chica, yo creo que me ayudaba a liberar energía y hacer algo con el cuerpo, algo que siempre me llamó la atención. Esta profesora un día dijo que nos iba a dar una introducción al ballet, porque ella no era profesional en eso, sino que estaba más ligada a otras danzas, pero tenía algunos conocimientos y nos explicó que el ballet era como la madre de la danza y que, si tú podías manejar esta técnica, podías llegar a bailar cualquier otra técnica más adelante. Eso fue entre los siete u ocho años y recuerdo que me llamó la atención eso que dijo, ella misma ayudó e impulsó un poco a mis papás para que con mi amiga fuéramos a la municipalidad de Maipú, que era donde yo vivía con mis papás, porque ahí daban talleres de ballet clásico, con una maestra, que, según entiendo, tenía más conocimientos y creo que había estado en el Teatro Municipal. Ella nos tuvo a mi amiga y a mí durante un año en este curso y en algún momento les dijo a mis papás que si podían intentar ir a la Escuela del Teatro Municipal sería bueno, que tenía condiciones y que si me gustaba lo intentara y audicionara. Mis papás, en todo sentido, me apoyaron y me llevaron, audicioné y quedé en la Escuela como a los nueve años. Todo pasó bastante rápido y tuve la suerte de que hubo gente guiando a mis papás, porque ellos nunca fueron de ir al teatro a ver funciones y el ballet era un mundo desconocido para ellos y para mí también, entonces, hubo personas que nos guiaron y tuve la suerte de que fue a la edad correcta. Entré a la Escuela de ballet y estuve un año en la preescuela que es para cuando aún no alcanzas la edad para entrar al primer año. Después entré a la Escuela oficialmente, que era de lunes a viernes, donde tienes clases de todo, se abre la malla para puntas, pas de deux, danzas de carácter, historia de la danza, y ahí estuve por siete años. Después entré a la Compañía sin tener que hacer audición, porque normalmente en el último año de la Escuela empiezan a llamar refuerzos de la Compañía. Yo entré con 17 años, pero justo antes tuve la posibilidad de un intercambio, entonces, terminando la Escuela en diciembre me mandaron por un mes a hacer un trabajo de extra a Lyon en Francia y en marzo entré a la Compañía. Siempre tuve mucho apoyo de Marcia Haydée que era la directora en ese momento. Ella me empezó a dar oportunidades súper rápido, siendo cuerpo de baile, después me subió a la categoría de solista y, finalmente, ella fue la que me ascendió a primera bailarina el 2017. Ahora que lo pienso era súper joven para ser primera bailarina. Pasaron ciertas cosas en el Teatro que, en el fondo, ayudaron a que eso fuera así, se alinearon las cosas para que eso pasara. Me acuerdo que habían otras primeras bailarinas que estuvieron lesionadas al mismo tiempo, entonces necesitaban entrenar a otra persona que pudiera hacer roles principales, me tocó acostumbrarme muy rápido a hacer roles principales que no es lo mismo que hacer roles en el cuerpo de baile o de solista, me dieron muchas oportunidades que en cierto momento yo pensaba que era mucho para mí o para lo que yo misma creía que podía hacer, pero en ese sentido Marcia Haydée siempre me impulsó mucho y eso me ayudó a crecer y aprender. En el fondo, como bailarín, siempre estando en el escenario es donde uno más aprende y trabajando con la gente que Marcia traía a la Compañía, que siempre fueron personas del ámbito del ballet súper renombrados o que trabajan en Europa, de hecho, una de esas personas era el director actual de la compañía en la que yo estoy ahora, Filip Barankiewicz. Me acuerdo de que en esa oportunidad pude bailar el rol principal y me tocó trabajar con él.

¿Cómo surgió lo del ballet en República Checa?

Durante la pandemia me cuestioné si era bueno quedarme en Chile, con las experiencias que tenía acá, al lado de mi familia o con mi novio, o era bueno que intentara ver cómo me iría en el extranjero y audicionar. Me vino la duda porque el COVID nos enseñó a todos que uno vive una sola vez y que no sabes lo que te puede pasar y hay tantas posibilidades y uno simplemente se queda en la zona de confort sin querer, en tu país donde te conocen y aprecian tu trabajo. En Chile siempre me sentí super apoyada, me sentía bien. Pero intenté audicionar y la verdad no esperé nada, solamente quería tener la experiencia, más allá de eso no me esperaba los resultados que tuve y cuando me ofrecieron el contrato aquí en República Checa sentí que lo tenía que tomar. En cierta forma, el repertorio es muy variado y es lo que igual quiero para mi carrera, poder bailar ballet clásico, pero también bailar piezas contemporáneas y poder trabajar con los coreógrafos directamente o con la gente encargada de remontar los ballet si es que el coreógrafo no está vivo, eso es como el intercambio que tiene el mundo de la danza de primera fuente y era lo que yo quería. Aquí se da mucho eso, por los contactos que tiene la Compañía con el extranjero, porque igual República Checa está en el medio de Europa, entonces, es mucho más fácil que un coreógrafo viaje una o dos horas desde Alemania o del país que sea hacia acá a que viajen a Chile, a pesar de que hoy existen las formas de hacerlo es mucho más fácil que ellos acepten estando yo acá.

¿Cómo te has adaptado a las clases en otro idioma?

Todas las clases son en inglés, la Compañía está conformada por aproximadamente 85 bailarines, hay bailarines de todo el mundo y quizás el 50 % son checos y la mayoría de los maestros también son checos y exbailarines de la Compañía, entonces, cuando hay un ensayo, por ejemplo, donde justamente hay bailarines checos ellos hablan en checo, pero las clases y los ensayos, en general, con la mayoría de la gente en la sala o si es con un bailarín principal o solista que es extranjero, siempre hablan en inglés, no tengo que lidiar tanto con el idioma.

¿Y fue complicado tener clases en inglés?

No, la verdad es que tengo suerte de que el inglés no es un idioma que me cueste entender, además el ballet tiene un idioma internacional que es el francés, los pasos son nombrados de la misma forma como en cualquier parte del mundo, por suerte eso no fue tan complejo.

¿Cómo te has adaptado al país?

Me he adaptado bien, la Compañía también tiene una energía bastante familiar, quizás en otras compañías no es tan fácil encontrar eso, pero ellos son de darte la bienvenida y querer conocerte, quizás también porque muchos somos extranjeros y entienden que estamos todos aquí en este trabajo porque es una buena Compañía en la cual desarrollarte, pero no estás en tu país con tu familia. Todos estamos más o menos en la misma dinámica, siento que todos nos apoyamos bastante y somos muy de acoger a alguien si está recién entrando, me he hecho amigos entre los bailarines y eso ayuda un montón. La Compañía me queda a 10-15 minutos máximo, tomo el transporte más usado acá que es el TRAM, que es el tranvía y es súper bueno, no hay forma de que no puedas llegar a algún lugar de Praga súper rápido.

¿Sientes que en República Checa valoran más la danza, la cultura, el arte en comparación a Chile?

Para los meses que llevo acá me he dado cuenta de que es un país donde la cultura es algo que está en constante movimiento, los teatros que están en Praga, que son cuatro más o menos, tienen función todos los días de algo y por lo que he visto todas las funciones están llenas, no son funciones a medio vender, ya sea de ópera o de concierto o de ballet. Siento que la gente lo consume mucho más seguido que en Chile, quizás allá falta un impulso a los nuevos públicos, porque acá, por ejemplo, veo que hay familias completas que vienen a ver ya sea un ballet simple de entender o uno complejo, los papás traen a sus niños desde muy chicos y tú no escuchas que los niños estén aburridos o que estén pidiendo irse, sino que se ven interesados. Probablemente eso es porque no es la primera vez que ven un ballet, y a veces son largos y aun así los niños están ahí interesados. También lo veo en otras áreas como museos y todo lo que tiene que ver con el arte, siento que acá es mucho más natural, no es forzado como quizás pasa un poco en Chile.

¿Cuál ha sido el rol más difícil que has tenido que interpretar allá?

De los más difíciles acá yo creo que Aurora en la Bella durmiente. Es un rol que es difícil en cualquier escenario, en Chile o en Praga, siempre es un desafío y va a seguir siendo así para cualquier bailarina porque siempre en el ballet tienes que verte como que nada es complejo de realizar, pero técnicamente es un ballet súper demandante y en el primer acto está el adagio de la rosa junto con la variación y todo tiene que ser muy pulcro. Es difícil lograr eso, por más que por años estemos haciendo clases de ballet, no es tan fácil, por ejemplo, verte como una niña de 16 años, en ese sentido es desafiante.

¿Cuál ha sido el rol que más te ha gustado interpretar allá?

Hay muchas cosas que me han gustado bailar estando acá y cosas que no había tenido la experiencia de trabajar en ese lenguaje. Me acuerdo de una pieza que se llama Bill de Sharon Eyal, una coreógrafa mucho más contemporánea. También ahora hace poco estuve haciendo el hada/madre de Cenicienta en una coreografía de Jean-Christophe Maillot que también es un coreógrafo con quien tenía muchas ganas de experimentar y justamente vino, hizo el reparto y me eligió. Fue una muy bonita experiencia, eso es lo último que estuve bailando.

¿Qué palabras de ánimo le darías a las personas para el Día de la Danza?

La danza es una disciplina hermosa y yo creo que no importa si lo estás haciendo profesionalmente o porque simplemente te gusta hacerlo ocasionalmente o como hobby, pero comprometerse en ese momento en el que estás danzando es como un cierto tipo de meditación y de conectarse con uno mismo. Eso es algo que hoy en día es difícil de lograr con el trabajo, con el estrés de una ciudad o con muchas cosas que pasan en la vida. La gente que lo practica que lo disfrute y la gente que no lo hace, pero que va a verlo se emociona con eso también, que celebren este día.

 

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