Entrevista a Rafael Gumucio: “Al final siempre soy yo frente a distintas cosas”

 

Por Galia Bogolasky 

Entrevistamos a Rafael Gumucio (Santiago, 1970) voz clave de la narrativa latinoamericana contemporánea. Profesor especializado en asuntos humorísticos, ácido columnista, dramaturgo y escritor. Le gusta la autobiografía y narrar la realidad familiar y social que lo rodea. Ha plasmado su inconfundible visión de las cosas en los libros Invierno en la torre (1995), Memorias prematuras (1999), Monstruos cardinales (2002), Comedia nupcial (2002), Los platos rotos (2004), Páginas coloniales (2006), La deuda (2009), Contra la belleza (2010), La situación (2010), Mi abuela, Marta Rivas González (2013) y Milagro en Haití (2015). En 2004 obtuvo el Premio Anna Seghers.

Esta semana se lanzó La piel del mundo, un relato de no ficción personal en la Feria de Autores FAS. El libro es una reformulación de Páginas coloniales, de 2006, con varias páginas más y sobre todo varias páginas menos. La piel del mundo narra las aventuras del autor en ciudades como Barcelona, Madrid, Puerto Príncipe y Nueva York, donde recorre y observa el mundo.

Conversamos con el autor desde Nueva York, donde está radicado desde principios de 2020, poco antes del comienzo de pandemia, que lo obligó a encerrarse, donde su trabajo siguió igual de prolífico e interesante que siempre. Esto fue lo que nos contó.

Cuéntame sobre el nuevo libro que acabas de lanzar que se llama La piel del mundo y que es una no-ficción, una autobiografía, donde recorres el mundo, como un diario de viaje.

Es un libro que habla sobre distintas ciudades en las que he vivido o con las que he tenido contacto directo y cercano. También hablo del estado del mundo, porque son lugares muy contrastantes, distintos, uno queda en América del Norte, otro queda en el Caribe y el otro queda en Europa. A través de ese contacto personal de esos mundos también quise retratar algunas de las inquietudes políticas, sociales, étnicas, culturales que atraviesan el mundo de hoy y hacer un pequeño y muy modesto intento de comprensión del mundo de hoy. Era un libro más antiguo que antes se llamaba Páginas coloniales, que reeditamos como La piel del mundo.  

En el Festival de Autores Santiago (FAS) tuviste un lanzamiento de tu libro de humor Risa adentro.

Son entrevistas que he hecho durante diez años, pero son nuevas. Son entrevistas a cómicos y a humoristas, a comediantes y a una bióloga, Isabel Behnke, que tratan de entender el fenómeno del humor y cómo se hace, cómo se sobrevive con él y cómo se explica el trabajo humorístico. Son dos libros muy distintos, todos salieron juntos eso sí. 

¿Cómo es para ti trabajar estos distintos géneros? Eres muy prolífico para escribir, sacas muchos libros de distintos géneros. Cuéntame cómo funciona tu proceso creativo y en qué géneros te interesa trabajar. 

Me interesa mucho experimentar con los géneros, es decir, vivirlos, intentarlos, me interesa ser un debutante en muchos géneros, entonces, como he trabajado muchos años en el periodismo no le tengo mucho miedo a la escritura, así que me siento y escribo, pienso, voy a dedicarme a esto y voy a pensar en esa idea, pero al final todo lo que escribo es lo mismo, al final siempre soy yo frente a distintas cosas, es como Papelucho, Papelucho historiador, Papelucho detective, juego un poco al Papelucho, al final son las mismas posiciones, las mismas cosas, así que son libros súper distintos de forma y muy parecidos de fondo.

Uno de los temas que trabajas harto es tu vida familiar. Tu historia familiar es súper interesante, con una familia con mucha historia, que ha vivido muchas cosas, entonces, tienes harto material ahí, y tu vida actual familiar me imagino que también en tus libros nuevos los has ido incorporando. ¿Es una temática que te interesa hablar?

De mi familia actual trato de no hablar mucho porque secreto de sumario, pero en mi familia originaria sí. Lo que pasa es que tengo una familia que está mezclada con la historia de Chile y que está mezclada con la política, un poco con la literatura y son temas que me interesan. La política y la literatura me han interesado siempre mucho. Entonces, es un buen comienzo empezar por uno, empezar por lo que uno conoce, lo que uno vive y después ir hacia lo otro, pero siempre pienso en ir hacia lo otro. No escribo sobre mí para llegar a mí, aunque no lo parezca, no creo que yo sea muy interesante. Lo que hago es usar el otro, usar a mi familiar, usar lo que yo conozco para ir entrando a otras cosas.

Escribí un libro sobre mi abuela, pero no me interesa mucho mi abuela. Me interesaban las abuelas, las abuelas de otros y sabía que la única manera de llegar a eso, como cuando en la vida real uno confiesa algo, cuenta algo y los otros empiezan a contar sus propias pellejerías y sus propios cuentos, sentí que también podía pasar aquí. Mi libro de viajes está lleno de generalizaciones, de ideas generales, de cosas que pueden no ser así, pero la justificación que tiene, como está escrito desde el yo, no pretendo dar una lección sobre cómo es Nueva York, cómo es Haití o como es Barcelona. Cuento lo que me pasa a mí y a partir de lo que pasa a mí voy hacia otros. 

Cuéntame por qué te fuiste a vivir a Nueva York. Justo este año en la pandemia que ha sido bien acontecido, más encima tuviste un accidente cuando llevabas poco tiempo allá que terminaste en un hospital con enfermos de COVID, en la época del peak. ¿Cómo ha sido la experiencia de estar en Nueva York en plena pandemia?

Fue una experiencia alucinante. Yo vine acá en un sabático tratando de investigar sobre Roberto Matta. Mi mujer es de aquí y viví la pandemia en uno de los lugares donde fue más fuerte, donde fue más transformadora también, porque transformó mucho la forma y las maneras de vivir. Lo viví en vivo y en directo con el agravante que me rompí las manos y tuve que pasar por el hospital y todo eso. Así que fue una anécdota bien curiosa y tremenda. La verdad es que me cambió la imagen que tenía sobre Nueva York. Me parecía que era una ciudad muy autocomplaciente, muy llena de niños ricos, muy poco audaz, que había perdido mucha de su audacia, de su pretendida audacia y no fue eso. Me di cuenta de que Nueva York tenía un escrito, un pasado, una garra que me sorprendió muchísimo.

A propósito de que te quebraste las manos, ¿cómo fue para ti estar con las manos inmovilizadas por un tiempo sin poder escribir? Como eres tan prolífico y escribes mucho debió haber sido difícil para ti 

Empecé a dictar. Un tiempo le dicté a mi hija y a mi mujer y después empecé a escribir con dos deditos y traté también de dictar al computador. No tuve mucho éxito, pero me mantuve escribiendo, sabía que la única forma de sobrevivir era seguir viviendo una vida normal, seguir dictando talleres, seguir haciendo mi vida normal, a pesar del problema que tenía. Pero sí, estaba bien desesperado en ese tema porque justo cuando me caí estábamos empezando a hacer las obras de teatro semanales, y entonces estuve pensando si teníamos que suspender, pero estábamos recién empezando y era muy malo suspender porque estábamos creando ritmo así que seguí.

Las obras de The Cow Company y Living Teatro han sido un éxito enorme, es uno de los fenómenos de la pandemia del teatro. Cuéntame cómo surgió este proyecto.

The Cow estaba empezando a hacer teatro, estaba haciendo una lectura dramatizada y yo tenía un proyecto, tenía un par de obras escritas y hablamos y así se hizo. El elenco lo escogió Marcos (Alvo) y la plataforma técnica la hizo él, yo lo único que hice fue escribir las obras, pero las tenía medias escritas antes. 

¿El plan era que fuera una a la semana y que fuera durante toda la pandemia o se fue extendiendo? 

Se fue extendiendo. Eso de una semana fue una soga al cuello que me puse. Pensábamos que cuando repetíamos una obra, iba llegando cada vez menos gente, entonces, nos dimos cuenta de que había que estrenar todas las semanas, si no, no íbamos a conseguir ganar lo suficiente para que esto fuera un buen negocio. Pensamos mucho así, desde el punto de vista de qué funciona y qué no funciona.

¿Siempre fue la idea de que te mantuvieras tú como el dramaturgo de todas las obras o pensaron en invitar otro dramaturgo?

No, varias veces me vi sobrepasado y pensé en otro dramaturgo y otros dramaturgos también se han ofrecido, pero han hecho otras obras, dentro del mismo sitio o de otros. Pero sí, varias veces he ofrecido, he dado un paso al costado como dicen los políticos, pero al final el hambre es más fuerte y además que me resultaba…todas las semanas es una prueba ¿voy a lograrlo? ¿voy a conseguirlo? ¿voy a poder escribir la obra? pienso y funciona a veces bien, algunas mejores que otras, pero generalmente me resulta.

Hay algunas obras que tenías escritas de antes, pero también la mayoría son súper contingentes así que me imagino que tienes que ir semana a semana inspirándose en la contingencia para ir escribiendo. Los actores han dicho en los conversatorios que se les entrega el texto con unos días de anticipación, que el lunes se los entregan y el viernes estrenan ¿Cómo es tu forma de trabajo para llegar a ese nivel de producción?

En la semana escucho cuentos, escucho cosas que me dicen, se me ocurren algunas ideas y el fin de semana escribo. Escribo el sábado, corrijo el domingo y entrego en la noche o en la tarde. La velocidad para mí nunca ha sido un problema, yo tecleo muy rápido y pienso más rápido todavía. Por supuesto que cuando las entrego está llena de faltas de ortografía e incluso hay muchas cosas que hay que hablar y que los actores me ayudan mucho a aclarar, porque no están claro los textos. Muchos de esos textos son muy embrionarios, o sea se trabaja en la semana, también en la semana se van perfeccionando, mejorando, cambiando los textos. 

¿Y tú participas de los ensayos?

Sí, sobre todo de los primeros. Después ya no, pero de los primeros donde hay que cambiar texto, sí. 

¿Hay alguna de las obras de esta temporada de Living Teatro que te haya gustado más? ¿Tienes una favorita?

Sí, tengo varias. Me gustan las que tienen temáticas sociales más heavy y que son más difíciles, por ejemplo: El laúd francés, La asesora del hogar…

Esa fue mi favorita…

También me gusta Dios. A mí me gustó mucho la orgía, pero no le gustó a nadie porque tenía un giro. Me gustan las que son menos divertidas, las que tienen un toque dramático detrás.

Me sorprendió mucho en la obra La asesora del hogar, que el conversatorio post función se volvió súper dramático, fue polémico, donde una señora hizo un comentario que provocó mucho rechazo sobre todo de los actores. Estaban perturbadísimos con los comentarios de esta señora ¿Qué te parecen los comentarios post función?

Yo creo que eso ha sido clave en este Living Teatro. Ha sido clave la participación de los espectadores, que ya no son espectadores porque se transforman en parte de la obra. Ha sido súper clave, interesante y por supuesto que las obras abren una puerta para la ficción, a través de la obra se puede pensar. Las que han dado menos risa, pero que han producido más cuestionamiento o más reflexión, son las que me han gustado por lo que ha pasado después también.

Ahora hubo un cambio de elenco y quería saber si es efectivo que Gabriel Urzúa y Amparo Noguera se salieron porque Marcos Alvo se había adherido a la campaña del Rechazo…

No, ellos siguen actuando en las funciones cerradas que hacemos, así que no, pero también creo que hubo una incomodidad mutua en el sentido de que los proyectos teatrales de cada uno se viven chocando con otros proyectos y han tenido cada vez menos tiempo para hacerlo, pero seguro que van a volver.

Has sido muy participativo en el tema político y tienes tus opiniones. Living Teatro es súper comercial y llega a un público bien transversal ¿Has tenido que guardarte tus opiniones políticas?

No, en las obras hemos hablado de política. Hemos hecho una obra del 10 %, de las AFP, y seguramente vamos a hacer alguna obra sobre el Apruebo y Rechazo. Antes del Living Teatro me empecé a guardar mis opiniones porque siento que no se puede opinar en un terreno, no se puede ir a un bar de borrachos a dar tu opinión porque te va a llevar vómito y un golpe. Siento que en Chile no es realmente un lugar donde se opine, es una pelea de barro y en las peleas de barro todos quedamos sucios. Entonces, no tengo que hacerlo profesionalmente porque antes lo hacía porque trabajaba en la radio entonces tenía que opinar. Como no tengo que hacerlo me guardo mi opinión. Es demasiado peligroso, te sacan de contexto. Un titular puede terminar en boca de gente como El Desconcierto o todos esos mediuchos de tercera fila que no me interesa mucho ser parte de su show.

¿Ahora estás escribiendo columnas en algún medio?

Siempre estoy en LUN.

¿Quiénes son tus grandes referentes de la literatura o del teatro, de la dramaturgia? ¿Algún autor que sea tu autor de cabecera? 

Tuve la suerte de adaptar a dos de mis maestros en el teatro, Chéjov y Molière y fue una súper experiencia trabajar con el texto de ellos, ha sido un privilegio. Pero en teatro sí, yo soy chejoviano en teatro y en literatura, donde tú me pongas. La literatura francesa es la primera que yo leí y la que más conozco, Stendhal, Proust y compañía. Soy bastante abierto en ese tema, pero mis maestros siempre siguen siendo los mismos, los que tenía a los veinte años, Baudelaire, Proust, Montaigne…esos son mis maestros. En cuanto a dramaturgia, en esto que estoy haciendo siempre pienso mucho en Molière, en esas obras chiquititas que él hacía, pequeñas obras de un acto, que eran obras de contingencia y pienso mucho en él, pero también está Shakespeare que es gigante y que es grandísimo. A mí Shakespeare me queda grande, Molière está bien para mí. 

Se ha discutido mucho si es que el teatro online es teatro, no sé si vale la pena entrar en esa discusión, pero siendo que tú escribes obras que finalmente se producen y se emiten a través de una plataforma online, me imagino que para ti sigue siendo teatro, porque lo escribes como teatro ¿O sientes que el proceso es distinto a nivel de escritura?

De seguro que es distinto, hay tanto teatro. Hay obras de teatro que no tienen una sola palabra, hay obras de teatro que son puras palabras, hay obras de teatro que son con caballos en escena, hay otras obras de teatro que son diaporamas, hay obras de teatro donde no hay actores, hay obras de teatro donde hay marionetas. A nadie se le ha ocurrido preguntarse si eso es teatro o no. O si se lo han preguntado es una lata de pregunta, una lata de tema y encuentro muy latera a la gente que tiene ese tipo de dudas. 

Pero tu proceso es el mismo, no hay mucha diferencia para ti en el fondo…

No es el mismo, no es lo mismo que si yo escribiera una obra de cuatro actos para un teatro, para la católica, haría una cosa totalmente distinta a la que estoy haciendo. Lo escribiría distinto, pienso en el formato, pienso en la atención del público, pienso en lo que puede hacer el actor o no, por supuesto, pero sigue siendo una historia contada a través de palabras por actores a través de diálogo y en vivo y eso se parece bastante al teatro, no sé qué más se puede pedir.

Tú te has dedicado hace mucho tiempo a hacer talleres de literatura que son un éxito, gran convocatoria ¿Por qué sigues haciendo los talleres de literatura? ¿Qué es lo que te gusta de esto?

Hasta que hice talleres, recién ahí me di cuenta de que sabía, antes no sabía que sabía. Pero sí me di cuenta de que llevo muchos años escribiendo relatos, escribiendo en todo formato y algo aprendí. Me gusta la comunidad que se arma, me gusta la onda que se crea y supongo que alguien aprenderá algo, no estoy claro, yo aprendo mucho.

¿Te sirve de inspiración? 

Aprendo mucho. Empiezo a sistematizar, a decir mira esto es así, esto así. Uno aprende al explicarlo, uno empieza a entenderlo y a mí me pasa eso. Que al explicarlo lo entiendo.

¿Tienes algún libro favorito? ¿Uno que te guste volver a leer o que sea tu gran inspiración?

No soy bueno para volver a leer libros. Hay libros como los ensayos de Montaigne, que uno vuelve a leer porque uno va picoteando un ensayo u otro, pero así no sé, Ana Karenina que es un libro que ha sido muy importante en mi vida o todos los libros de Tolstói no sé si los volvería a leer porque ya los leí. Pero, por ejemplo, yo hago un curso de literatura rusa en la universidad y es un placer porque tengo que volver a leer toda la literatura rusa del siglo XIX, desde Pushkin hasta Chéjov y es un placer enorme volver a leerlos, pero ahí los tengo que leer por obligación, pero es un enorme placer. Lo mismo tuve que hacer un curso de La Cartuja de Parma de Stendhal también fue un enorme placer volver a leerlo, pero soy mucho menos buen lector de lo que parezco, leo mucho menos de lo que aparento.

Tú eres director del área Estudio Humorístico de la UDP ¿Cómo surgió? ¿Cómo se desarrolló?

Fue una idea que tuvimos con la decana de entonces y con Matías Rivas, pero fue una idea que fuimos desarrollando. La idea es que el humor es una práctica comunicativa, comunicacional que tanto el periodismo, la publicidad y la literatura ocupan todo el tiempo y muy poca gente se detiene. La idea era detenernos a hablar con gente que hace humor, a fomentar, a explicar, a construir una institución dentro de la universidad que piensa en eso, que piensa en el humor que se está haciendo ahora.

Nosotros no somos estudiosos, no tenemos cómo estudiar, no andamos en un laboratorio midiendo humorosidad, sino que creemos, por lo menos yo creo que el humor es una forma de entender la vida y entender los problemas mucho más amplia. Ninguna visión real y amplia de la realidad puede excluir el humor como visión fundamental. Todos los autores que me gustan tienen humor, aunque muchos son tristes y muy crueles y duros algunos, pero tienen humor que significa esta distancia para mirar las cosas que podrían ser A, pero también podrían ser B o podrían ser C. Esa amplitud de registro, no estoy en condiciones de llamarlo humor.

Este mes es súper álgido en Chile, se viene el plebiscito y se cumple un año del 18 de octubre ¿Cómo lo ves? ¿Cómo se viene este octubre?  

Obviamente son motores para escribir y son interesantes, pero me cuesta, me cuesta octubre. Tengo una visión muy poco angelical y muy poco pastoril de todo lo que pasó el año pasado, compartiendo totalmente el diagnóstico que cualquier persona con dos dedos de frente comparte, una sociedad enormemente desigual donde hay sectores muy desprotegidos, el de la niñez y la vejez, que son los dos grupos que más habría que proteger.

No comparto de ningún modo la forma de protesta y la visión de que haya algo extremadamente nuevo, rico e interesante y refrescante en estas formas de protestas que me parecen evidentemente que son accionarias y solo ayudan al poder a instalarse más, por eso me tengo que callar porque estoy diciendo algo completamente incorrecto.

Pero lo único que me alegra, el plebiscito, voy a votar por el Apruebo con mucho entusiasmo. Me alegro de que la política, en ese aspecto, haya prevalecido. Me da pena que la política haya sido tímida y se haya asustado y solo se haya detenido en esto, en el plebiscito, se podría haber hecho mucho más. Si hubieran dejado de creer esta tontería de que no hay que sentarse en la mesa, no hay que estar entre cuatro paredes y no hay que cocinar, la comida que no se cocina es cruda no más. Yo soy partidario de la cocina, de las cuatro paredes y de las mesas. Por supuesto también de los movimientos sociales, sin mesa no son nada, las cosas que no tienen cabeza no tienen pies tampoco y no avanzan a ninguna parte.

Tengo la impresión de que vamos a repetir un escenario, espero que no sea así. Repetir un escenario que no tiene mucho sentido, como perdición sino avanzamos hacia algo. Si no le damos a esta protesta un sentido, una dirección. Es mentira que la lucha contra la dictadura el 5 de octubre fuese pacífica, hubo mucha violencia, hubo mucho enfrentamiento y me parece bien que lo hubiese, pero había una dirección. Prefiero que no haya violencia. Soy partidario de la no violencia, pero no soy tampoco tan ingenuo para pensar que los movimientos sociales son sin violencia. A mí la violencia no me horroriza en sí, evidentemente cualquier movimiento social que quiere cambiar las cosas va a ser con violencia, va a haber sangre, va a haber heridos, pero que sean en vano me resulta doblemente infructuoso. Todo el movimiento social, lo único que consigue es que cambie Chadwick por Víctor Pérez me parece que no es una gran transformación, o que gane la presidencia Joaquín Lavín. Si eso era lo que había que lograr, me resulta muy poco.

A propósito de lo que dices de la violencia, Marcelo Leonart dijo en una actividad en la Muestra de Dramaturgia, que efectivamente si no hubiera sido por el nivel de violencia, jamás se hubiera firmado el Pacto por La Paz o la posibilidad de este Plebiscito. Porque efectivamente, Bachelet lo intentó de todas las formas y no le resultó…

Sí, pero una cosa inteligente hubiese sido entender que hay que graduar la violencia. Lo que pasó después del 25 de noviembre, después de la firma y quemar dos o tres veces el Museo Violeta Parra, quemar la Biblioteca y quemar la Iglesia, me parece que no consiguió nada y retrocedió. Por supuesto que la violencia produce cambios. Tengo bien claro quienes estuvieron a favor de construir algo que se construyera a partir de violencia o quienes simplemente gozaban el espectáculo de que las cosas estaban dadas vueltas, pensando que cuando las cosas se dan vuelta algo les va a caer a ellos, pero ni así, no han tenido talento nunca, no les va a caer porque está todo dando vuelta. 

Cuéntame qué se viene a futuro, ¿Vas a seguir con las obras? ¿Vas a escribir un nuevo libro? ¿Algún proyecto que tengas en concreto?   

Firmé contrato con Random House, entregué un libro de cuentos, para mí es una experiencia muy emocionante porque nunca he publicado un libro de cuentos. Publiqué un libro de relatos largo, cuando empecé como todo el mundo, no le fue bien a nadie y desde entonces no había publicado ningún libro de cuentos y, segundo, la gente que lo ha leído dice que está bastante bueno. Estoy tratando de terminar una novela y eso, yo creo que puedo descansar un poco.

 

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