Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al reconocido actor y director, de cine y teatro quien tiene una extensa carrera en las artes escénicas y en el audiovisual.
Actor y director, fundador de la compañía Teatro La Memoria, Alfredo Castro es una de las figuras más respetadas del medio cultural chileno. Su talento ha sido reconocido en Chile y en el extranjero, tanto por su trabajo en las tablas y en televisión como en el cine.
Ha trabajado en numerosas ocasiones de la mano del cineasta chileno Pablo Larraín: El Conde -que tuvo su estreno mundial en el Festival de Venecia 2023-, Fuga, Tony Manero, Post Mortem, No y El Club, película ganadora del Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Berlín 2015.
También ha trabajado en películas como Los colonos, de Felipe Gálvez –presentada en el Festival de Cannes 2023–; El viento que arrasa, dirigida por Paula Hernández; Tengo miedo torero, de Rodrigo Sepúlveda; Las consecuencias, de Claudia Pinto; Blanco en blanco, dirigida por Théo Court; o Desde Allá junto al director Venezolano Lorenzo Vigas, que obtuvo el Premio León de Oro en el Festival de Cine de Venecia. En 2018 ganó el Premio Platino a la Mejor Interpretación Masculina por Los Perros, de Marcela Said y en 2021 la Biznaga de Plata al Mejor Actor de Reparto en el Festival de Málaga por la película Karnawal de Juan Pablo Félix. En 2022 recibió el Premio Platino a Mejor Actor de Reparto por esta última.
En teatro ha realizado dirección, dramaturgia y adaptación, entre otras, de las siguientes obras: Trilogía Testimonial (Manzana de Adán, Historia de la sangre, Los días tuertos), Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams; Casa de muñecas, de Henrik Ibsen; Distinto, de Eugene O´Neill; Hechos consumados, de Juan Radrigán; Jamás el fuego nunca, de Diamela Eltit; Mano de Obra, de Diamela Eltit; Devastados y Psicosis 4.48, ambas de Sarah Kane; Las sirvientas, de Jean Genet; el Rey Lear, de William Shakespeare y recientemente Limpia de Alia Trabucco.
Recién fue nombrado integrante de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, que otorga los Premios Oscar.
Esto fue lo que nos contó sobre los reconocimientos internacionales, sobre su extensa carrera en cine y en teatro y sobre la importancia del desarrollo de las artes y la cultura en Chile.
¿Cómo llegaste al teatro? Cuéntame un poco sobre tus estudios, me llamó la atención que estudiaste en Londres, en Francia, que estudiaste teatro, estudiaste dirección teatral.
Tiene que ver un poco con mi infancia, con mi niñez, que era muy prodigiosa en imaginación, en juegos, en solitario también, bastante solitario, a pesar de tener varios hermanos y hermanas, pero para mí había un mundo interno, personal, privadísimo. Me acordé de Gabriel García Márquez, que decía que había una vida pública, una vida privada y una vida secreta. Me pareció súper lindo porque yo creo que, en esos juegos, en esas ensoñaciones, había una vida secreta muy buena y tuve un padre que me llevó al teatro. Yo nunca participé en un taller de teatro ni nada, era muy tímido, muy solo y me llamó profundamente la atención. En ese tiempo el Canal 9 de la Universidad de Chile, años 70, daba mucho teatro en su pantalla. Yo veía mucho teatro en televisión y además iba al teatro. De ahí entré directo del Liceo a estudiar teatro, sin más ni menos. Fue justo el año del golpe, el año 73, 74 entré yo, la escuela había estado cerrada. Esa escuela tuvo una historia muy sangrienta con el Golpe, mucha gente que fue tomada presa o muerta o desaparecida de esa escuela de teatro, grandes próceres del teatro. De ahí ya estudié cuatro o cinco años. Tuve la suerte de ser compañero de gente muy brillante como Andrés Pérez, como Aldo Parodi, como José Soza, gente que era un poquito mayor que nosotros, porque ellos se habían ocultado para el Golpe, por temor a la represión y habían vuelto y cuando volvieron se integraron a mi curso, entonces tuve la suerte de estar con ellos y empecé a trabajar muy pronto con Andrés Pérez en una compañía que formamos. Después vino La Compañía Itinerante. Después postulé una beca, me fui a Inglaterra, audicioné con mil personas, quedé en la audición y estando allá me conseguí una beca, del Consejo Británico y me permitió estudiar en una escuela súper buena en Inglaterra, en Londres, después volví, hice unas obras de teatro, trabajé en Teatro Fin de Siglo con Ramón Griffero, que fue otro momento súper importante para mí, y después me fui a Francia con otra beca, a estudiar dirección teatral y después, la vida.
En tu carrera has actuado muchísimo, pero además has dirigido también mucho. Tienes estudios, especializarse en dirección teatral no es tan común. En ese ámbito, ¿Cuál de las dos áreas te interesa más, te gusta más, disfrutas más? ¿La dirección o la actuación en teatro?
Yo soy poliamoroso al respecto, porque me gusta todo (risas). Me encanta dirigir, me encanta actuar, no puedo hacer diferencia, me gustan mucho las dos cosas.
En esta larga trayectoria que has tenido en el ámbito teatral, ¿Hay alguna obra que puedas destacar que te haya marcado, que haya sido emblemática para ti, simbólica de alguna manera?
Yo creo que la Trilogía Testimonial, que fue mi primer trabajo como director, pero que además yo actuaba, que era una trilogía, como bien lo dice la palabra, de tres obras. Dos de ellas, de Claudia Donoso, una periodista y escritora fantástica, y Paz Errázuriz en fotografía, y que me cedieron los derechos para hacer La Manzana de Adán y Los Días Tuertos. Entre medio yo monté Historia de la Sangre, que ha sido la experiencia más gratificante en teatro. Después, Casa de Muñecas, Un Tranvía Llamado Deseo como director, de Diamela Eltit Jamás el Fuego Nunca, Mano de Obra, que fueron dos experiencias brutales, también muy ricas.
Trabajaba harto con escritores y escritoras chilenas, tratando de cruzar saberes. El primero fue Carlos Droguett, que monté Patas de Perro, una obra maravillosa, si alguien no la conoce, lea la novela. Trata de un niño que nació mitad perro, mitad niño, y habla en aquellos tiempos, los años 60, 70, de la diversidad, de la diferencia, de la opresión, de la humillación, del abuso en aquella época. Esa obra le tengo un afecto muy grande. En realidad, tengo la suerte de haber hecho las cosas que me gustaban, pocas veces podría decirte que hice algo que no me gustara mucho en el teatro. Yo creo que ninguna vez.
Una de tus últimas incursiones como director es con Limpia, de la novela de Alia Trabucco. ¿Cómo fue ese desafío?
Yo leo harto, leo harto autores y autoras chilenos y chilenas. A Alia yo la conocía porque estuvimos justo en Cambridge, en un encuentro. Leí la novela y en el monólogo del dueño de casa quedé para adentro. La llamé por teléfono, le dije por favor, dame los derechos de esta novela. Nuevamente la volví a poner escena, entonces Carlos Droguett, Diamela Eltit, Alia, tres voces súper importantes en la narrativa chilena. Fue muy exitosa esa obra, le fue muy bien de público. El problema cuando uno se mete con contexto narrativo es que siempre hay una comparación odiosa. Yo siempre dije cuando yo trabajo con autores o autoras chilenas, lo que busco es darle a ese texto una nueva posibilidad, que es la escénica, es otra forma, no son comparables, porque la literatura, el papel, todo lo aguanta, tú dices estoy en primavera, en un río, hace un calor espantoso, y así es, en teatro no puedes hacer esa combinación por el tema de la verosimilitud, pero yo creo que la obra le fue bastante bien, yo estoy super contento.
A propósito de los autores con los que has trabajado, entiendo que ahora vas a dirigir tu primer largometraje basado en una novela de Diamela Eltit, cuéntame sobre este proyecto.
Es una novela muy interesante de Diamela, que cuenta la historia real, verídica, sacada de la crónica roja de dos hermanos que se enamoran, esa es la historia, muy turbulenta, muy dramática, que está escrita en estructura de tragedia griega; un prólogo, tres actos, un epílogo. Hace muchos años que esa novela la tengo siempre acá, y ahora decidí que ya era el momento de probar también en la dirección cinematográfica, a ver qué sucede, una prueba contundente, importante.
Te has caracterizado por hacer mucho cine, entraste al cine chileno con Pablo Larraín, haciendo un montón de películas, casi todas sus primeras películas con él, y luego empezaste a internacionalizar tu carrera haciendo mucho cine latino, internacional, ¿Cómo ha sido esa experiencia? De hacer cine afuera, de estar viajando por el mundo, conociendo cineastas de distintas partes, ganándote premios, reconocimientos por tu trabajo internacional, ¿Cómo ha sido ese proceso?
Fue muy lento, muy muy lento. Lo digo para que la gente joven entienda también. Tony Manero fue a Cannes, quedamos todos muy impresionados por esa aceptación en Cannes, porque la película no estaba terminada, entonces Pablo y Juan de Dios Larraín tuvieron que terminar la película, levantar fondos, y fuimos a Cannes. La película en Cannes tuvo un éxito increíble, tan increíble que ninguna prensa chilena me entrevistó, nunca nadie a Pablo, porque no creían en nada. A última hora apareció un periodista de un diario muy importante que me dijo por favor dame una entrevista, y afuera los festivales son súper rígidos en cuanto al tema, tú pides una entrevista a la comisión de encargado de entrevista, y ellos te asignan las entrevistas, y tú vas diez minutos cada uno, pero este periodista yo lo vi tan angustiado, porque nadie había pedido entrevista, ni con Pablo, ni conmigo, ni con nadie, que le dije por supuesto y nos fuimos alrededor de un edificio a hacer la entrevista, y fue muy interesante. De ahí Pablo me dijo “¡Te van a llover los proyectos!” No pasó nada, absolutamente nada, pero con el tiempo, hablo de años, después vino Post Mortem, No, con Gael (García Bernal), y otras películas más para afuera. Ahí empezaron a llegar guiones interesantes. Fue súper difícil, porque me había enfrentado a algo que era los acentos mexicano, argentino, colombiano, venezolano, pero empezó a pasar muy de a poco. Yo me siento súper contento al respecto, de que haya sido todo súper espaciado, lento, tranquilo, sin ansiedades. Yo no lo busqué, fueron llegando, de pronto hice una película en España. La actriz con la que trabajaba, que era bien conocida, me dijo “¿Quiénes son tus agentes?”, y yo dije “yo no tengo agentes”. En Chile el tema de agentes no existe, esto fue hace 15 años atrás, y realmente no existía, y llamó a sus agentes, y me tomaron. A veces me escriben o me preguntan gente muy joven, ¿Cómo me consigo un agente? ¿A quién le escribo? El tema es al revés. Cuando estudié en Londres yo lo aprendí, porque la última obra que hacíamos en el año, había una función especial para agentes, y yo dije, ¿Qué es esto? Venían puras agencias, yo no tenía ningún interés en trabajar en Inglaterra. ¡¿Para ser el árbol 4 en Inglaterra?! ¡No!, entonces los chicos estaban muy nerviosos y nerviosas por los agentes, porque ellos te toman a ti, tú no vas a pedirle a una gente que te tome, y entonces existe todavía la idea de que tú le pidas a un agente que te tome, y no es así. Ahí me tomó mi agente en España, y empezó a aparecer un trabajo más continuo, más interesante a través de ella.
Me imagino que los reconocimientos, todos los premios que te has ganado, los Premios Platino, ahora Guadalajara, los homenajes, ¿Eso hace que empieces a moverte más y te lleguen más guiones?
Sí, definitivamente. Cuando iba a los festivales, era tan fome, tan aburrido, que después de las funciones o de comer, me iba al hotel. Un día me agarró un productor y me dijo: “Alfredo, las fiestas es donde todo sucede, tú no puedes privarte de ir, aunque sea un rato, a una fiesta, a un cóctel, tienes que compartir con la gente”. Efectivamente empecé a ir, y sucede, no por la borrachera, sino porque la gente está más distendida, más amorosa, hay un trato más humano, más de tú a tú. Efectivamente ha sucedido así. En los encuentros, en los cócteles, en las comidas, en las cenas, tú vas conociendo gente y vas cambiando número y los agentes y van sucediendo esas cosas.
¿Cómo tomas la decisión para elegir una película? Porque imagino que entre todas estas instancias deben surgir muchas oportunidades de rodar en distintos países. ¿Cuáles son los atributos que debe tener una película, un guion en particular, para que decidas hacerlo? ¿Qué te llama la atención?
Quiero dejar super claro que no es que me lleguen 40 guiones al día. No es así. Pero llegan guiones, a veces muy malos, muy muy malos, porque la gente en el mundo del cine es muy ansioso de lo que sucede. Producir una película son tres, cuatro años. Entonces los tipos te ven, en Guadalajara o donde sea, y te mandan el guion y tú dices, ya. Ahí entran las agentes. Entonces, fechas, pagos, honorarios, quién la produce. A veces no hay nada. Están en engendro todavía, de buscar auspicio. Pero para mí, principalmente, es que ese texto tenga algún contenido político muy importante. Cuando digo político, es político familiar, íntimo, público, en fin. Pero siempre una película tiene que tener un punto de vista político de denuncia o rebeldía, tiene que buscar en mundos que uno pueda emocionarse, pueda sorprenderse, conocer otras realidades. Por haber hecho las películas que yo hice con Pablo (Larraín), que son todas bastante fuertes, la gente no se equivoca mucho en lo que me manda. Ya he llegado al punto de decir, no más pedófilo (risas). Tengo un diplomado en pedófilo y dije, no más. Desde allá, Algunas Bestias, Las Consecuencias en España, El Club. Hay varias películas sobre el tema, entonces con mi agente nos pusimos de acuerdo y salvo que sea excepcional, super guion y director, directora, vamos a parar este tema acá, porque te hace fama de que eres bueno para esto. Pero trabajando con Pablo, a quien yo le debo el haber aprendido a hacer cine, hice mi propia aproximación a una cierta técnica o idea de cómo era hacer cine. Con eso me pregunto, ¿Por qué me buscas a mí? En general me dicen; “porque tienes una mirada, un rostro, una expresión, unos silencios, sobre todo, que son los que hablan más que las palabras”. Hay un tema con quién es uno también, que es súper bueno saberlo. Es bueno saber cuáles son tus cosas buenas, cuál es tu ser singular, único como actor. Veo harto cine y lo que me fascina a mí son esos actores que más piensan, que hablan. Se me ocurre que más sucede en el pensamiento, no en el estilo norteamericano, que actúan todos los subtextos, sino que en cómo alguien piensa, en una estructura de pensamiento que se desarrolla en un cuerpo. Por ahí me voy, esa es mi fortaleza, me lo han dicho. Entonces, que la película tenga un contenido político, social importante.
Lo segundo que quería decirte es que a mí me emocione. Creo que la emoción es un vehículo inteligente, de conocimiento, de sabiduría, de comunicación. Es súper importante. Yo leo el guion y digo; “¿Cuál escena me conmovió hasta las lágrimas?, ¿Cuál escena me conmovió hasta el espanto?, porque era tremenda escena, ¿Cuál escena me conmovió? Porque políticamente es conmovedor lo que esa gente sufre cuidando el agua en su territorio.” Entonces voy tomando esos temas y ahí voy evaluando, con mi agente cuál es la película que queremos hacer.
Has trabajado con cineastas que tienen mucha experiencia, pero también has trabajado con hartos en sus óperas primas. Ahora con Felipe Gálvez en Los Colonos, con Jorge Riquelme en Algunas Bestias, y películas internacionales también. El nombre y la trayectoria del cineasta, imagino que no es tema para ti. Eso es secundario entonces, y lo primordial es el guion, ¿no es cierto?
Si he hecho 20 películas, 18 son óperas primas. Si tú las revisas, óperas primas o segunda película. Una primera película que estuvo en festivales, que le fue bien, pero una segunda que ya viene más encauzada, con más carne, más poderosa. De verdad, de 20, 18 son óperas primas o segunda película. Me interesa porque hay algo, no en la juventud, hay algo en la creatividad de esas personas que mueven montañas. Porque a veces son gente que no son muy jóvenes, son directores y directoras que ya están en los 40, pasados los 40, no son chicos de 18 ó 20 años, sino que son personas maduras, grandes, y que han hecho un camino. Pero a mí me interesa esa sensibilidad política. Me interesa mucho, mucho, mucho, mucho dónde está parada esa persona.
Ahora filmé en México con Iria Gómez, una directora, debe estar cerca de los 40, es una distopia de que el mundo se acabó, 2056, hay un ejército que está matando jóvenes por rebeldes, hay todo un orden. Me interesó porque en ese momento ingresan los pueblos originarios mexicanos, con cierta sabiduría, y dije: “que interesante”, porque las distopías que uno ve son que llegan del extraterrestre, que vienen de otro mundo. Aquí no, aquí aparece un chamán y una chamana con quienes yo estuve trabajando y me pareció súper interesante ese punto de vista, de que el saber estaba atrás, en el pasado.
A propósito del tema político, ¿Cuál crees que es el gran tema que nos falta como desarrollo cultural a nivel de políticas públicas? ¿Qué falta en Chile implementar para que tengamos una cultura más sólida?
Creo que al Estado de Chile le ha faltado voluntad de poner dinero. Puede ser súper vulgar, pero el dinero que hay para cultura es absolutamente insuficiente. Cualquier película cuesta un millón de dólares, bajo, así pero mal presupuesto. Chile está dando 250 millones, 300 millones, que alcanza para el arriendo de la cámara, para sueldos mínimos. Creo que, siendo rudo, al Estado de Chile, no a este gobierno, le ha faltado la voluntad de decir, esta gente, para poder crear y recrear nuestro país, nuestro imaginario, nuestras verdades, nuestros ancestros, nuestros pueblos originarios, necesita dinero, porque el cine es una industria y el teatro también lo está haciendo. No es posible que un actor tenga que vivir con $300.000 pesos mensuales por cualquier proyecto del Fondart, $350.000 pesos. ¿Quién vive con eso? Es esporádico, entonces yo creo que hay una voluntad que tiene que existir de decir que el arte, la creación, devuelve al país algo que no tiene monto. Es inabordable desde el punto de vista económico decir cuánto vale. ¿Cuánto vale que un niño esté en una orquesta? ¿Cuánto vale que un adolescente sepa leer, comprender lo que lee? ¿Cuánto vale que una mujer pueda luchar por sus derechos, sabiendo, entendiendo a través del arte? ¿Cómo no va a existir el teatro, la danza, la escritura, la poesía en la educación nuestra, en nuestros niños? Es súper fuerte eso, pero todo parte de cómo se conjuga cultura y educación que van súper de la mano. Un niño bien educado, bien educada, culta, es una niña, un niño que lee, que sabe, que entiende lo que lee, que le gusta ir al teatro. Entonces ya no es un problema de élite. Para que no sea de élite, el Estado tiene que poner dinero, para que en vez de cobrar $15.000 pesos la entrada o $7.000 pesos la entrada, yo pueda decir, “yo cobro $2.000 pesos, $1.000 pesos, $500 pesos estudiante porque yo estoy financiado”. “Yo como y vivo y pago el colegio de mi hija, de mi hijo, lo pago con mi trabajo. Mi trabajo es ser actor o director o escenógrafo, escenógrafa, músico, música, poeta, lo que sea, pero yo necesito un sueldo mensual”.
Tiene que ver también con un tema de gestión que tú lo conoces de cerca porque además tienes un teatro, el Teatro de la Memoria, que también en un minuto tuvo que cerrar dos veces justamente por falta de fondos.
Porque tenemos un apoyo, gracias a que tenemos un apoyo del Estado de Chile, un PAOCC que se llama, que somos entidades colaboradoras del Estado, es lindo eso, colaboramos con el Estado para sensibilizar, educar, formar, investigar en cultura y en artes, entonces gracias a eso trabajan 15 personas, comen 15 familias y hacemos lo que nos gusta y la gente va al teatro, se llena.
¿Cómo ves el tema de las audiencias? Pensando en las políticas públicas o lo que has visto en otros países, el valor que se le tiene al cine en Europa, por ejemplo.
No en Europa, vayámonos a México que está más cerca de nosotros, yo estuve en México ahora recién filmando dos películas y en el festival además y la Cineteca de Guadalajara, tú no lo puedes creer lo que es eso, porque es casi gratuito. Está lleno siempre de escolares, estudiantes, adolescentes, gente adulta, librerías, cafetería baratísima, metro que llega hasta allá y tú dices ese es el Estado. El Estado mexicano dijo: “yo tengo que sostener a mi gente, hacerla culta, sensibilizarla y está la Cineteca que es increíble”. Otra cosa más increíble y yo publiqué unas fotos que fueron muy comentadas, por polémicas, fue porque el Banco Santander o el Grupo Santander, pero es una entidad bancaria, tiene un lugar en la Cineteca que es Santander Cultura y donde hay diez salas de cine, tres de teatro, auditorio. Telmex, que es la telefónica mexicana, tiene un auditorio que te mueres, el más grande de México. Tú dices cuando hablamos de alianzas privado-públicas, tal vez algún banco en Chile puede construir un espacio o aportar a un teatro, descontando impuestos, todas las ganancias que hay ahí, que el Estado promueve para financiar cultura. Esa alianza público-privada no es tan espantosa, en todas partes del mundo existe, entonces por eso te decía no vayamos tan lejos, vayamos también aquí cerca en México.
Cuéntame qué significa para ti haber sido ahora nombrado votante de los premios Oscar. ¿Lo ves como un reconocimiento internacional?
Ha sido muy gracioso. Me desperté en la mañana y como que estaba lleno de mensajes y dije “mierda ¿Qué pasó? ¿Se murió alguien?”, y era esta nominación, que la recibo con mucho orgullo, mucha honra, pero sobre todo porque creo que tener una voz latina o iberoamericana en los premios Oscar es súper importante. Nosotros no accedemos allá. Han sido muy pocos actores y actrices que han accedido, que han querido, además, a Hollywood y su cercanía. No es mi interés, pero si me llamaran a hacer una de estas grandes películas como Games of Thrones, ponte tú, un personaje mínimo, un viejo ridículo, con una espada, yo feliz lo hago por un millón de dólares. Obviamente me parece que políticamente es súper importante que los latinos o iberoamericanos tengamos una voz en la industria también, porque es como que no existieran. Hollywood, no es mi ambición, pero para alguna gente lo es, ha tomado algunos nombres y caras, y generalmente directores muy buenos que Hollywood los hace pedazos, les dan unos remakes, unas películas ridículas que los tiran por tierra, y los tipos vuelven de nuevo a México, vuelven a Argentina, vuelven a donde sea a filmar sus películas maravillosas, con su imaginario, con sus recursos, y son geniales, pero afuera no resultó. Creo que es importante que Latinoamérica tenga una voz y un voto en esas películas, en esa industria.