Entrevista al actor de «Edipo Stand Up Tragedy» Cristián Carvajal: “Es una de las obras más lúcidas que me ha tocado hacer”

Por Galia Bogolasky 

La Trilogía Final de Teatro La Provincia comenzó su temporada en Matucana 100 con Edipo stand up tragedy, una puesta en escena tragicómica inspirada en el clásico de la literatura “Edipo rey”. En este monólogo, interpretado por Cristian Carvajal, el actor intenta representar a Edipo en el exilio, después de quitarse los ojos y en los últimos días de su vida. Pero el actor también enfrentará su propio naufragio; ya no sabe dónde está el teatro. Quizás el oráculo, a la vieja usanza trágica, pueda darle alguna respuesta medianamente seria, en este medio teatro o stand up tragedy, donde el mal gusto del fracaso se representa a sí mismo sobre el escenario. Las funciones serán entre el 17 y 21 de julio.

Este es un monólogo (Estás con otro actor en escena) Cuéntame cómo fue que surgió este proyecto y cómo llegaste a él ¿Cómo ha sido la experiencia de interpretar esta obra?

Con Rodrigo Pérez habíamos hecho un monólogo antes, que se llamaba Ricardo III, de Juan Radrigán. Después de pandemia le comenté a Rodrigo que hiciéramos alguna obra, hiciéramos algo, que yo oficiaba de productor, pero que fuera un equipo reducido, porque la idea era quizás viajar con ella. En mi cabeza también existían las ganas de poder estrenar fuera de Santiago. Yo había ido a Punta Arenas con otra obra, y me contacté con Punta Arenas, y les comenté que existía la posibilidad de hacer una nueva obra, un nuevo monólogo, escrito por Leyla Selman, porque cuando le dije a Rodrigo se comunicó al tiro con Leyla, y Leyla empezó a escribir de inmediato, y a los dos meses Rodrigo me dijo, “ya está lista la obra”, y yo dije, “Era verdad, ya no me puedo echar para atrás, vamos para adelante”. Punta Arenas al tiro dijo que sí, quisieron tenerla, así que proyectamos el estreno allá, con dos funciones, sin haberla probado nunca antes, ni siquiera una especie de stand-up, nada, ni yo había hecho algo así. Y aprenderse la obra, aprendérsela, aprendérsela, y después empezar a ensayarla, y poner los dispositivos escénicos, la música de Guille Ugalde, el diseño de Cata Devia, y se armó, mágicamente, como muchas de las obras que hace Rodrigo, aparecen, suceden, y están, y no aspiran más de lo que son. El texto estaba muy bien escrito, es una de las obras más lúcidas que me ha tocado hacer, y estrenamos en Punta Arenas, al lado del Estrecho Magallanes en Centro Cultural. Es una obra financiada, no buscamos fondos, no buscamos concursos, buscamos fondos municipales, y poder estar con estas personas que fueron las de los estrenos que siempre hemos tenido. Nos fue increíble, y de ahí volvimos a Santiago, y de ahí lo hicimos en el Teatro de la Memoria. Largo periplo.

En Teatro La Provincia, ustedes han hecho muchas obras muy emblemáticas, también clásicos, como Ricardo III. Edipo, es el clásico Edipo Rey, pero con esta versión mezclada, como con una especie de stand-up. ¿Cómo surgió hacer esta propuesta tan innovadora y actual, penando en laa combinación de Edipo con el stand-up?

Esta combinación es de Rodrigo con Leyla. La verdad es que a mí me llegó el texto, no fue un aporte mío, sino que cuando me lo dijo Rodrigo, me pareció algo muy interesante, porque era un desafío que no se me había pasado por la cabeza. Pero él me dijo que no era un stand-up comedy. Me dijo: “Cristián, esto va a ser un stand-up tragedy”. Me pareció genial hasta el nombre. Cuando lo empecé a leer, eran malos chistes, bien malos, lo que me ayudaba mucho a mí poder estar más tranquilo, no haciendo humor. Lo que hace Rodrigo, en algún sentido, tampoco es poner el foco en el stand-up. Hay obras que son más teatro stand-up, donde el foco está puesto en el stand-up. De lo que me preocupé, es hacer ciertos guiños al stand-up, pero siempre es una obra de teatro. El lenguaje teatral está por sobre el lenguaje stand-upero, si uno quisiera verlo así. Siempre uno está en un lugar que más o menos conoce. El lugar que uno desconoce es el actuar tan cercano a uno. No interpretando mucho un personaje, sino que más bien uno, con la contingencia del oficio que uno eligió, atravesándolo, como es el lugar más distinto, más que estar con un micrófono, que es un dispositivo escénico. Pero uno estaba ahí, hablando de uno, que no son mis palabras, son las palabras de Leyla, pero atraviesan a uno, no solo a uno como actor, sino que, al director, a diseñadores, gente del teatro que la va a ver. No solo a gente del mundo teatral, sino que también a las mismas personas que hacen otros oficios, otras profesiones, que también están en un lugar de desamparo, o decir, valió la pena todo lo que uno hizo, o las opciones, o las decisiones que tomé, o en esa encrucijada o intersección que Edipo dicen que se encontró. Entonces, de pasar a algo muy personal, también trasciende a algo bastante más universal.

Te he visto en más de algún monólogo. ¿Cómo te sientes en el formato del monólogo, teniendo el peso dramático sobre tus hombros? 

Siempre es un lugar que no es cómodo, no porque uno no lo pueda hacer, o no lo vaya a hacer, sino que porque uno no tiene a nadie a quien recurrir. Pero al mismo tiempo, es un desafío que doy gracias haberlo podido hacer. Me encantaría seguir haciéndolo también, no solamente obras monologales, yo solo, pero porque es un viaje muy concreto con el actuar, el actuar en el presente, en saber que lo que está pasando depende de uno solamente, tanto así que cuando te pasaste tres páginas, o dos páginas, o tres párrafos, yo hago el ejercicio de volver incluso a lo que me salté, como acto de dispararse el pie. Eso provoca mucha adrenalina, lo que genera mucha adicción, porque no están tan en presente, es tan peligroso que se vuelve placentero. No sé cómo explicarlo muy bien, placentero en el goce del actuar, en el goce de transmitir una idea. Eso es otro ejercicio que uno hace, que podría diferenciar según del actuar tradicional, que uno está enfocado en que cada idea se entienda, porque pasa por uno nomás, que pasa por otro.

Hoy día fui a misa por una circunstancia X, y no soy muy asiduo a ir a misa. Hay algo ahí, hay algo con ese ritual en el sacerdote, que va llevando, y que va contando, y va enunciando los pasos, y se va diciendo lo que se va a hacer, aquí pasa un poco lo mismo. En algún lugar hay un poder real, que llega a ser hasta físico, de poder manejar o saber encauzar a mentes, a ojos, a almas y corazones que están presenciándolo. Uno sabe a lo que viene, entonces uno prepara, dice, hay un goce en el relato.

Sobre esta Trilogía Final, que tiene un fuerte componente político, ¿Cómo lo ves tú con el contexto cuando se creó la obra, y en lo que estamos ahora, con este reestreno un año después? ¿Cómo ves la fuerza del mensaje final que mueve esta obra, pensando en el contexto que vivimos? 

Creo que una de las grandes gracias de esta obra es que está en presente sucediendo, en el contexto. Yo me refiero a un presidente, y sabemos a qué me refiero. Habla de qué sirve todo si las conciencias van quedando y nada hacemos. Uno está hablando del hoy, no está hablando de algo como quien hiciera La viuda de Apablaza. Como el campo, cómo era, uno podría decir, “Hoy día pasa lo mismo en cierto aspecto”. Esta obra es demasiado cercana al presente, es tan cercana que es parte del presente, aun cuando ocupa las figuras del Edipo, me imagino que justamente para provocar esa perspectiva, de alguien que está en un exilio, que ya se sacó los ojos, que ya pasó todo lo que tenía que pasar, y ahora está en este limbo, que no sabe dónde está, que está a punto de morir, y que es capaz de analizar el presente o las decisiones que él tomó. A uno le pasa como actor, y a todo el mundo también.

No tengo 20 años, tengo 47, entonces también uno hace ese ejercicio. ¿Estoy donde quería estar? ¿Qué decisiones tomé para estar donde estoy? ¿Valió la pena todas las cosas que hice para estar acá? ¿Qué me queda por delante? ¿Hay delante? ¿Hay atrás? Es como ese lugar, quizás es una obra más de gente en unas edades parecidas. Es como existencialista, y el existencialismo también atraviesa desde los 20 años para adelante. Es como ese espacio, entonces el presente es político, por la pregunta que tú me haces, no solamente por lo particular de lo político que habla, sino que también por el momento histórico que dice, en el que se sitúa, la frontera en que se sitúa, en el margen. Se vuelve político porque uno está hablando no desde una ficción, no hay ni cuarta pared, uno habla de dónde está, estoy acá en el teatro, esto es el teatro. Uno invita a opinar sobre el espacio escénico donde uno está, uno se ríe de cómo está vestido, del actor que se va, que vuelve, de preguntar a la gente, decirle qué ganas de no decir nada nomás, y estar. Todos hacen lo mismo que estás haciendo tú, a todos en algún lugar decirle qué ganas. Eso es profundamente político, como que uno está solo, pero somos muchos solos, muchas hormigas, como dicen ahora.

Es súper interesante que la obra aborda el oficio del teatro, del artista, del actor y del escenario. Hay varios aspectos que es complicado de la precarización de las artes escénicas y general de las artes. ¿Cómo ves el estado del teatro actualmente, pensando en que se habla del teatro en la obra?

No voy a ser muy optimista ni positivo en mi opinión, puede ser que esté demasiado atravesado por la obra también, pero comulgo con esa misa, y creo que es bien precario, más que precario porque ya sabemos las precariedades que existen y que hay que concursar, de hecho, ahora estaba metido en Fondart. Es un fracaso, básicamente. Está bien decirlo, yo poco creo hoy en el poder del teatro, no quiere decir que más adelante crea, o no, deje de creer, o que nunca creí, sí creí mucho, pero realmente también estoy abierto a la posibilidad del fracaso como opción real, de que no va a llevar a mucho, y si lleva a algo, no sé bien a qué, a divertimento, como dice la obra, o a todo, o a nada.

Ahora, creo que artísticamente, para no ser solamente negativo, pesimista y tirador para abajo, porque lo he pensado, creo que ese espacio de fracaso en todo sentido, artístico, en todo, y eso no solamente tiene que ver con el arte, tiene que ver con el fracaso en muchas personas en la vida, creo que hay un espacio de creación más potente que el espacio exitoso, del éxito de las temporadas. Creo que en esa precariedad y en esa oscuridad, ese hambre que genera, literal, personalmente veo más posibilidades de creación real, completamente despojado, completamente fracasado, o no. Un día había ocho personas, en un teatro como Matucana 100, que es bastante grande, y uno se abre la posibilidad de decir, “suspendámoslo, suspendámoslo”, y dijimos, “no, si la obra justamente habla de este lugar”. A mis 47 años, tú Rodrigo, a los tantos años, hay que abrirse a la posibilidad de fracasar, aun cuando sea vergonzoso decirlo, nombrarlo, tener que estar postulando un Fondart otra vez, se entiende todo el contexto.

Pero no siento como un espacio de derrota, eso quiero explicar, sino que es todo lo contrario. Creo que el despegue está más cercano a ese lugar, de no tener nada, que el de tenerlo todo. En esta obra, con esto, lo he comprobado, empíricamente y en la práctica. El no esperar nada quita mucho la ansiedad, y sin ansiedad se crea mucho mejor. Se es más honesto, y uno haciendo esta obra se da cuenta mucho de eso, cuando termina, cómo la gente se queda, cada uno en su mundo, no solamente actores en la que la ven, empatizando con esa sensación.

Has estado trabajando en distintos formatos, en series, cine, televisión, teatro. ¿Tienes algún proyecto interesante que se venga en otro formato? 

Sí, pero eso también es parte de lo que hablamos, cuando uno dice, “sí, mira, tengo proyectos”, sí, existe, real. Eso es parte del mismo mundo que te hablaba antes, de tener cosas que hacer. Finalmente, cuando uno habla con las colegas, los colegas, y les colegues, y en el mundo donde existimos, es bastante más triste que esos proyectos, sí existen, pero darían ganas de que uno ni siquiera le preguntaran si uno va a hacer proyecto, tiene algo para el futuro. Porque ya la pregunta en sí está, “se va a acabar lo que tienes ahora, ¿tienes algo para después?” Uno lo hace, esa pregunta yo también a veces la he hecho a otras personas. Esa pregunta encierra mucho de lo que estábamos hablando. Ya pasó lo que estaba ahí. ¿Qué viene ahora? Esa incertidumbre en la que uno vive, porque uno la eligió, porque nadie a uno lo obligó, ojo, andar de víctima por el oficio que tiene, al contrario, es muy valiente lo que uno hace. Uno eligió esta incertidumbre. Vivirla no solo arriba de un escenario, sino que con todo lo que conlleva, porque uno vive de lo que hace, por eso hay tantos actores y actrices que no ejercen tampoco. Uno también ha trabajado en otras cosas también, que es muy difícil para todas las personas entenderlo. Es muy difícil. 

Es un ámbito que uno puede estar en un minuto haciendo teatro, después haciendo cine, después haciendo series, y cambiándose y haciendo mil cosas al mismo tiempo, el malabarismo del artista. “¿Cómo lo hacen?” Es súper admirable, es como hacerlos todas, porque la incertidumbre no te deja otra opción. 

También creo que también tiene que ver con la innovación. El arte tiene mucho de eso, como vanguardia, como “¿Qué viene después?” Uno habita ese lugar constantemente, de rehacer cosas o de plantearse otras formas de creación u otras formas de actuación o romper esquemas que uno tiene, como romper para para volver a construir otra nueva cosa. La historia del arte ha sido así.

En tu pregunta también, se vienen otros proyectos también, hay un hambre de quien lo hace, porque te lo digo y también lo hago, es como, “¿Qué viene ahora?” Para uno como consumidor, quiere otras cosas, o la nueva película, o la nueva tecnología, no al contrario, la nueva forma de ver algo o un nuevo libro, hay un hambre ahí. Qué ganas de poder alimentar todas esas bocas y que ojalá que hubiera un recurso para poder hacerlo. Los talentos, los oficios y la gente trabajadora existen en este país por montones, solo que hay que andar peleando por unos dineros y demostrando que uno necesita más que el de al lado, que es bien siniestro. Como dice la obra, está todo ahí.

Una tragedia, literal.

Literal.

Ficha artística:

Título: Edipo Stand Up Tragedy

Dirección: Rodrigo Pérez

Dramaturgia: Leyla Selman

Elenco: Cristián Carvajal y Guillermo Ugalde

Diseño integral: Catalina Devia

Fotografía: Mario Berner

Producción: Cristián Carvajal

Coordenadas

17 al 21 de julio / Miércoles a viernes – 20:00 hrs

Sábado y domingo – 18:30 hrs

Matucana 100

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