Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al actor que es parte del elenco de «El Diccionario» que vuelve a la cartelera para el aniversario de los 10 años del GAM. La obra se está presentando en el Mori Parque Arauco hasta el 22 de marzo. La historia se centra en la vida de María Moliner, que se atrevió a crear su propio diccionario, adelantando el de la RAE. Vicuña interpreta a su marido. Esto fue lo que nos contó.
¿Cómo llegaste al proyecto?
Liliana (García) me llamó, de un buen día me llamó por teléfono desde Italia para decirme que había pensado montar la obra y que Pepe Secall le había dicho que solo yo podría reemplazarlo porque ya no estaba su amigo Edgardo Bruna y así fue.
¿Cómo fue la construcción del personaje? ¿Tomaste algún referente?
Es que fue muy difícil (risas)
Es complejo el personaje.
Muy, muy difícil. Hay muchos elementos que vienen de la vida personal, otros elementos que vienen de haber visto la obra, de haber visto el video, haber visto al Pepe, haber estado en desacuerdo con algunas cosas del Pepe, con mucho temor, porque yo tengo mucho respeto por el Pepe. Pensaba «chuta, cómo lo voy a traicionar”. Pero el personaje me es afín en lo que tiene que ver con su historia política, por lo tanto, ya hay un tema que por lo menos había un camino más o menos pavimentado. El resto ha sido difícil, o sea no es un personaje fácil, no sé si lo he logrado, lo más probable es que ocurra la maldición de siempre, que sólo en la última función que uno hace uno dice “lo logré” (risas)
Tú llevas un tiempo sin actuar en teatro.
Sí, fíjate.
¿Por qué pasó eso? ¿no ha habido algún proyecto que te llamara la atención? o ¿estabas en otra cosa?
Yo creo que son varios factores, son factores que dependen de uno, son factores que no dependen de uno. Yo nunca he sido un gran gestor de proyectos, por lo tanto, nunca he armado, me ha costado mucho, cuando he armado proyectos ha sido muy puntualmente, acompañado de otra gente que me apoya. Durante un tiempo no me invitaron a participar en muchas obras, y como yo me ocupo de otras cosas, además escribo, soy un aficionado a la historia, me he metido en otras cosas, unas traducciones, entonces un poco me fui por ese lado. En ese período de tiempo, que han sido los últimos cinco años, me ha ido pasando que empecé a sentir que solo me interesaba actuar en un determinado tipo de obra, o sea reconocer en el fondo que mi raíz actoral es una raíz super clásica, para qué lo voy a esconder. Me gusta mucho el teatro de texto y este es un teatro texto a todas luces. No es que no pueda trabajar en otras cosas, son temas de preferencia, y este texto cuando lo vi la primera vez me gustó mucho porque, además, María Moliner es un personaje que conocía antes de que ella muriera, precisamente porque era amigo de literatos que viven en España. Para mí siempre fue un personaje muy especial, además, me gusta mucho su diccionario, lo encuentro la raja realmente y sentí que era la oportunidad para volver a hacer teatro.
¿Qué opinas de las temáticas de la obra? ¿Cómo lo ves con lo que está pasando en Chile con el tema del feminismo y el rol de la mujer? Y también, por otro lado, ¿el tema de la memoria y el tema de la salud mental?
Tengo la certeza de que es una obra de una abismante actualidad. Ahora, yo creo que el tema de la mujer es un tema actual desde el 1500 en adelante, o sea siempre ha sido actual, otra cosa es que no se le haya dado pelota. Indudablemente cada uno tiene su postura frente a cómo se enfrenta el fenómeno, pero me parece muy interesante la figura de María Moliner en lo que ella hace y cómo defiende su independencia en un trabajo, que es un trabajo, como ella bien dice, casi exclusivamente hecho por hombres. Está bien que la Marguerite Yourcenar fue la primera que entró a la Academia Francesa, o sea las academias han sido reducto macho, así como bien potente y sobre todo, que se haya metido en un tema que es para mí central, que es el tema del lenguaje “el dominio”, siempre dominio del lenguaje, por eso es s tan peligroso que en Chile hablemos tan mal, hablemos mal desde el punto de vista semántico, que todo sea «no, si no importa, si igual me entendí», el «igual me entendí» es una cuestión, a mi gusto, super peligrosa.
Entonces la admiro a ella personalmente y creo que era porque hay una actualidad, pero una actualidad que tiene, hablando también desde el punto de vista del lenguaje, esa arista. Mi postura personal con respecto a la situación actual social, es que hemos sido incapaces de plantear como sociedad, de plantear una alternativa, porque no tenemos un discurso, no tenemos una construcción de pensamiento coherente que nos permita decir “esto es y por esto estamos”. En ese sentido, para mi gusto, hay un problema de lenguaje. Encuentro admirable en ese sentido a María Moliner y siento que hay una actualidad en eso. Tengo mis dudas de si ponerla como un referente feminista, en el sentido de que al mismo tiempo ella era una mujer que se parece mucho a como era mi mamá, que mi mamá era una mujer muy de su casa, mujer tradicional, pero al mismo tiempo muy independiente, fue de las primeras mujeres en usar pantalones en Chile en aquellos años, era muy amiga de varias feministas mexicanas, sin declararse ella como tal, pero siento que en María Moliner se plantea el problema de si ser feminista o no feminista. Hay un tema que me parece interesante y muy potente que es siendo mujer «yo hago lo que tengo que hacer» y ese es un mensaje macanudo, fantástico.
Y con respecto a la memoria, esta obra es muy compleja porque hay dos partes de la memoria: la memoria como un fenómeno médico, psiquiátrico, neurológico, el tema de la memoria, la perdida de la memoria por la corteza cerebral, el deterioro de la masa encefálica; y otro es la pérdida de la memoria o la mantención de la memoria, de esa memoria dolorosa de lo que a uno le arrebataron. Chile es un país al que se le arrebató toda una historia. Yo recuerdo que, en lo personal, cuando fue el Golpe, yo era un cabro chico, debo haber tenido 16 años y ya era militante, yo tuve la sensación desde entonces de que me habían robado el país. Me fui al exilio con esa sensación y cuando volví a Chile, he tenido desde siempre la idea de que ha habido una especie de castración de la memoria, porque no es recortable nada anterior al 73, ni en términos políticos ni en otros términos, salvo ideas difusas, o la Bélgica (Castro) ahora que murió, o Alejandro (Sieveking) y el resto del Teatro Experimental, las peleas en el Teatro Experimental, el papel de Pedro de la Barra, lo que se hizo, lo que se construyó. Siento que, en ese sentido, se mete en tus memorias, porque también está la memoria de la guerra, eso que dice impresionante el texto, porque actué de Fernando, el personaje que hago, en que le dice y reconoce que «sólo los dotados de la voluntad persisten en la ruta emprendida» y que, en el fondo, cuando él lo dice al final, es como un reconocimiento: «yo no tuve los cojones, no tuve, no fui dotado de esa voluntad y me fue arrebatada precisamente como me fue arrebatada la memoria y la historia». Creo que nosotros estamos socialmente, históricamente en un punto muy similar, pero nos falta construir el lenguaje para poder dar ese giro y esa fuerza potente, tremenda.
¿Qué le podrías decir a la gente para invitarla a ver la obra?
Tienen que venir, porque es una obra que nos interpela a todos, que nos habla a todos, que tiene un gran sentido del humor y logra ver eso maravilloso, poner en escena algo maravilloso que tiene la vida, que yo lo he considerado siempre, que la vida es un equilibrio constante entre el dolor y la alegría, que la vida es eso. Es imposible vivir sin pena, sin dolores, sin que te duela la guata, sin que te de una diarrea, cómo podrías haber pasado la vida sin haber pasado una diarrea (risas)
5 al 22 Mar. Ju a Sá – 21 h, Do 20 h
Mori Parque Arauco
$12.000 Ju | $15.000 Vi y Do | $18.000 Sá..