Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al actor de La Aventura Invisible, obra que explora historias extraordinarias de personas que deben reinventarse, basadas en entrevistas realizadas por el autor Marcus Lindeen. La obra presenta el encuentro entre una científica que pierde su identidad tras un derrame cerebral, el primer hombre en someterse a un trasplante total de rostro, y una cineasta queer, que rescata el trabajo de una fotógrafa surrealista olvidada, invitando al público a reflexionar sobre las transformaciones personales y su impacto en la identidad.
Esto fue lo que Ricardo Fernández nos contó acerca de esta obra, que se está presentando en CEINA hasta el 1 de septiembre.
Cuéntame cómo fue que llegaste a participar de esta obra, trabajar con Víctor Carrasco e integrarte al elenco
A Víctor lo conozco hace muchos años, primero como guionista de muchas de las teleseries que hice mientras estuve en TVN. Por ahí por el 2001 hice un montaje con él. Me llamó para un montaje cuando él estaba montando las obras de Jon Fosse. En esa oportunidad, me llamó para el montaje El Hijo. El montaje anterior fue Alguien va a venir, también de Jon Fosse, en el que estaba Amparo NOguera, Marcelo Alonso y creo que Óscar Hernández. Ahí conocí a Víctor. Hace poco hice una colaboración en otras cosas con él así llegué al montaje.
¿Cómo fue para ti interpretar a este personaje? La obra se basa en tres testimonios y tu narras a un personaje que tiene un transplante de rostro.
Primero debo aclarar que Víctor siempre se apresura en decirnos que no somos personajes, porque lo que hacemos nosotros en este montaje es apropiarnos de estos testimonios. Por lo tanto, no hay una construcción de personajes. Eso es súper importante aclararlo porque, o si no, deberíamos caer, especialmente en mi testimonio, en una serie de verismos, verosimilitud en términos estéticos. En este caso, yo soy un trasplantado de cara, tendría que usar una prótesis que se asemejara a lo que ocurrió con este hombre francés. Eso es parte de las características y las particularidades, parte de la belleza del montaje, que somos actores que prestamos nuestra interpretación para dar cuenta de estos testimonios.
En mi caso, es un caso bastante particular, bien duro, bien tremendo. Fue bien desafiante porque había que tener mucho cuidado de no caer en algún espacio como de autocompasión, de lamentarme yo como intérprete de la pobre vida de este señor, sino que había que dar cuenta de esta historia pero contada de la manera más simple posible. Es la naturaleza del montaje, que toma esto de lo testimonial como forma narrativa. Muchas veces uno se encuentra contando cosas espantosas, contándolas con una sencillez tremenda. Tú estás escribiendo un almuerzo un día domingo con todo lo horroroso que puede ser también, con mucha soltura y mucha liviandad. Ocurre en testimonios de esta naturaleza, que la gente lo cuenta de manera muy desapegada, desentendida, y la idea en términos de montaje, una ley del teatro, como decía esta gran actriz Marés González: “Que lloren ellos”, porque no es atractivo ver a un actor quejándose, lamentándose. La idea es transmitir eso para que los efectos ocurran en el público y no en uno. Uno es simulador de esas cosas. Fue muy desafiante porque igual tenía algunos pies forzados. Es una persona que no puede reír, por una cosa fisiológica. Los trasplantes y los primeros tiempos, como él lo describe, es como una máscara. Yo tengo prohibido, por lo demás, yo no actúo eso, pero hay ciertas cosas que eran bien forzadas dentro de esta interpretación, de hacerme cargo de este testimonio. Yo, como intérprete, no me puedo reír porque este hombre tenía ese problema, y lo cuenta: “Como no puedo cerrar la boca correctamente, no puedo sonreír. Ahora estoy sonriendo, pero no se nota”.
Fue un trabajo muy complejo, hicimos el montaje en muy poco tiempo. Fue bien bonito sumergirnos sobre todo en el tema de la identidad. En mi caso, es representado a través del rostro, porque la cara de las personas es un territorio del cuerpo tan íntimo, si no es el más íntimo, donde se nos describe a partir de ahí, se nos otorga un sexo, una forma de ser. En el caso de este hombre, él nació con esa monstruosidad, como él la describe: “Toda mi vida me han tratado como un monstruo”. Está sometido a las miradas de las personas, fue espantoso y se aisló totalmente. Si bien entendiendo cuál era el riesgo y lo que implica un trasplante de rostro, porque cuando se lo hizo por primera vez en 2010 era súper riesgoso, las posibilidades de morir eran muy amplias. Ahora se sigue practicando, no en gran cantidad, pero ahora es más habitual. Él decía que en ese momento cualquier cosa sería mejor que la vida que estaba llevando, y luego de que ocurre este trasplante nos cuenta todo lo que pasó después y se enfrenta a una pregunta esencial antropológica, que a partir de todo lo que te he contado, a través del rostro, la pregunta siguiente es ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ahora? No dejó de cuestionarme, y este hombre no lo dejó de hacer hasta el final de sus días, que curiosamente murió ahora en abril o mayo, mientras ensayábamos la obra. Él siempre se hizo la pregunta de quién habrá sido esta persona. No quiso enterarse cómo murió; él terminó con la cara de un cabro como de 20 años. Aparte de sus células, probablemente se van a mezclar con las mías. Leyendo por ahí incluso había cosas que ocurrían realmente, que quedaban parte de los capilares de la barba, y se le veía la barba de la otra persona y después se mezclaba con la de él, una cosa tremenda, muy surrealista. Todos los testimonios tienen eso, todos comparecen en el tema de la identidad y el cruce que hace el dramaturgo de estos testimonios es muy interesante, muy lindo cómo los une en un denominador común, que es la identidad, cómo va describiendo paso a paso las cosas que le ocurrieron a uno de ellos, por eso los reúne.
Lo que ficciona el dramaturgo, en este caso acá, es solo el encuentro de estas tres personas que tienen esto en común, porque ellos nunca se reunieron, pero lo que dicen son testimonios reales de cada uno de ellos.
¿Qué te llamó la atención al investigar este personaje? Tu personaje tenía una fortaleza impresionante ¿Te llamó la atención eso u otro aspecto de su personalidad o carácter?
Uno puede leer a través de sus experiencias como alguien que tiene una fortaleza gigantesca, pero también una característica psíquica que le hizo posible transitar por ese infierno, porque él tiene consideraciones muy prácticas. Él nació con esta enfermedad, entonces probablemente su vida estuvo sometida a este rigor. De hecho, este libro que escribe después del último trasplante, cuenta toda esta experiencia. A mí me da la impresión de que él empezó su relación con la realidad, empezó a ser cada vez más común. Esto es una cosa mía personal, cada vez más insensible, porque las personas podemos soportar distintos grados de verdad. Yo creo que si él hubiese visto la verdad, la dimensión de lo que le estaba ocurriendo, sencillamente no podría seguir adelante. Murió a los 49 años, desconozco las razones, hay súper poco material de él, empezó a tener una relación muy pragmática con la realidad. De hecho, él lo dice, porque esta artista Queer le dice: «No es lo mismo vivir con un trasplante de riñón que de cara», y su respuesta es: «Sí es distinto, porque es un órgano más sensible y sabía que podía provocar muchas reacciones, pero lo hablamos y confié en él». La consideración que él hace respecto de esa pregunta, porque es evidente, obviamente es muy distinto tener la cara de una persona que un riñón. Yo creo que él logró hacer esa separación, porque si se enteraba de la dimensión de lo que cernía sobre su vida, además, por lo que tuvo que pasar: 6 semanas ó 8 semanas en la realidad, sin rostro, lo que significaba, como dice el texto, sin boca, sin nariz y sin orejas, y absolutamente consciente, un muerto viviente enterrado dentro de su propio cuerpo, es para matar a cualquiera. Ahí uno dice: “Todo lo que podemos llegar a soportar en la condición humana” históricamente lo hemos visto, los horrores que podemos tolerar. Eso era muy impresionante. Yo trataba de identificar, de encontrar cuál era el lugar desde donde decir esto, porque en ese sentido, el trabajo con Víctor, lo que él pide como director, es complejo, porque uno está formado para interpretar personajes, y él no quería eso. Quería que nosotros le prestáramos voz y emoción a este testimonio y que surgiera de nosotros, con nuestra propia opinión y experiencia. Me imagino, que es para que el texto surja de la manera más pura, sin ninguna contaminación de todas las opiniones que uno pueda tener, para que precisamente ocurra el fenómeno en el público, porque si uno carga las cosas de opinión o sufrimiento o autocompasión, uno empieza a resolver lo que tiene que resolver el público. La idea era entregar el testimonio lo más puramente posible. Pero todavía estamos en eso, imagínate, llevamos una semana de funciones, desde el jueves recién pasado y nos queda esta semana. Lamentablemente, así están las cosas en la cultura (se ríe), muy breve.
El hombre elefante, otro clásico del teatro, que también aborda deformaciones e el rostro y hacen un freakshow con él. Dado que tu testimonio también trata sobre la importancia del rostro y cómo define la identidad ¿Tomaste algún referente de esta obra o de otras similares?
Fue una casualidad. No lo logré ver, primero porque coincidían las temporadas y los días que lo pude haber visto, estábamos a punto de estrenar y fue un desastre. Me hubiera encantado verla, por lo mismo, pero no nos dio. Pero cuestiona lo mismo, habla acerca de lo humano, de lo que nos hace humanos. En el testimonio de Amparo también está eso, como en el caso de ella, si pierde la memoria, quedar absolutamente vaciada de identidad, de recuerdos, la deshumaniza. Una persona que no es capaz, por este accidente cerebrovascular, no puede reconocer a su mamá y ni siquiera saber quién es, que es la gran pregunta. Suena así como súper escolar, pero las preguntas más simples son las más complejas. Cualquiera se podría reír si digo: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? Pero son preguntas tan grandes, que nadie intenta responder por la complejidad de sus respuestas, entonces es mejor burlarse. Pero en este tipo de casos, adquieren un relieve y son las preguntas que nos comenzamos a hacer nosotros, en el proceso. ¿Qué es lo que define a la persona que soy yo? ¿Qué es lo que me hace ser Ricardo Fernández? ¿Qué es lo que nos hace ser lo que somos? En este caso, el rostro, por mi testimonio, el caso de Amparo, con su testimonio, porque ella tiene que volver a recapitular la información, le tuvieron que enseñar quién era ella, con todo lo que cuenta ahí; álbumes familiares, videos, esta fue tu ex pareja, tardó 8 años en ese proceso. En el caso de la artista queer también, hay dos cosas: identificarse a través de otra persona que tuvo los mismos problemas hace más de 100 años, problemas respecto a su identidad, su género, cómo definirse, si se siente hombre, mujer, y empieza, de algún modo, a vivir la vida a través de la vida de otros, que también forma parte de nuestra identidad. A mí me gusta ese testimonio porque de repente hay personalidades que nos dejamos influenciar tanto, que de alguna manera, empezamos a vivir la vida a partir de la vida de otros. Como la gente que no puede estar sola y que termina una relación y pasa a otro a las dos semanas, porque no pueden estar con ellos mismos, entonces viven su vida a partir de otros. No me parece ni bueno, ni malo, pero la identidad es un tema tan complejo, que es lo que habla la obra, no solamente de la identidad de género. Como este tema es tan actual, pensamos que la obra trata solo de eso, pero no, habla de su identidad en toda la dimensión.
La obra habla de los avances de la tecnología en la medicina. Estos casos fueron milagros de la medicina. Hoy en día se está hablando mucho de la inteligencia artificial y se está abordando en distintas expresiones artísticas; en el cine, teatro, estos temas que se vienen: el futuro, las tecnologías, la aplicación de la inteligencia artificial, la incertidumbre de lo que ocurre con todas estas tecnologías. ¿Cómo lo ves tú con respecto a la temática que aborda esta obra?
Yo creo que la tecnología en algunos aspectos nos hace un flaco favor, porque nos deshumaniza también, nos hace divorciarnos de quehaceres tan esenciales y tan prehistóricos, tan antiguos como la escritura. Yo mismo me doy cuenta, yo escribo en general, como que trato de escribir, pero veo que hay gente que no escribió más, porque nació con un teclado encima. El tipeo le está ganando a la escritura manuscrita. Antiguamente se pensaba que cuando no se tenía acceso a la información, pensando en la tecnología, por eso se cometían los errores que se cometían, la gente era “tan ignorante y estúpida”. Ahora, lo que más tenemos es acceso a la información, pero no nos ha hecho más inteligentes como raza humana. Todo esto de la inteligencia artificial me parece terrorífico, porque efectivamente está ocurriendo una suerte como de suplantación, en donde uno ya no sabe, la suplantación, en todos los términos, porque si la robótica va a suplantar a una mano de obra gruesa importante de aquí a los próximos 50 años, imagínate todas las áreas que puede suplantarnos. Ahora uno ve un video y no sabe si es verdad o mentira.
Yo, que soy antiguo, me acuerdo que veía esa película cuando era chico, que actuaba Schwarzenegger, pero el chiste de la película era que se simulaba con inteligencia artificial, cosas o crímenes que habías cometido, y era una simulación computacional. Hablo de una película a finales de los 80 y principios de los 90, y eso ahora se puede hacer. Ahora hay tecnologías para detectar inteligencia artificial, pero me pregunto en 20 años más cómo vas a probar ese video en donde te grabaron, que no eres tú, algo que no hiciste, ¿cómo lo demuestras? Me parece algo terrorífico. También me parece súper impresionante que puedan cambiarle la cara a una persona, la tecnología en este caso al servicio de cosas mejores, o en el caso del testimonio de Amparo, también tuvo mucha suerte porque estuvo a punto de morir. Javier Ibacache, hablaba de eso, que la obra tiene esos elementos que es teatro-ciencia. Mi padre, que es un hombre muy pragmático, mientras veía la obra decía: «Esta obra es para mí», porque entendía todo y era una mezcla entre estar viendo una función de teatro y Discovery Channel. Tiene esos elementos la obra, que me parece súper contemporánea, por lo demás, que tenga este cruce de disciplinas, por decirlo así. La obra es súper contemporánea y tiene la belleza de los testimonios. Es un formato súper definido. No es lo mismo hacer un Chéjov, interpretar un personaje, estar sumergido en una escena determinada, sino contar algo, y eso es algo muy conmovedor, por lo menos para mí.
¿Estás en algún otro proyecto, alguna obra que se venga después de esta, o algún otro proyecto audiovisual?
Nosotros hicimos la obra de Rodrigo Soto, la estrenamos el año pasado, pero la seguimos haciendo a partir de enero en Santiago a Mil, Antes que los dioses fueran hombres, que era una obra que hablaba de los círculos de hombre. Nos fue súper bien, fue una experiencia súper interesante para nosotros, éramos varios actores. Ahora tenemos una función, nos vamos a Ovalle el 7 de septiembre. La idea es poder seguir con esta obra, pero como somos tantos, cuesta mucho hacer coincidir las agendas. Tengo que hacer una segunda temporada de una serie que hice hace un tiempo atrás, pero a fin de año estaré dedicado a eso.
¿Qué le dirías a las personas para invitarlos a ver esta obra?
Primero los datos duros: de jueves a domingo en CEINA, el teatro del Centro de Extención del Instituto Nacional, está en la estación de metro Universidad de Chile, empieza a las 8 y el domingo a las 7 de la tarde. Los invitamos a ver esta obra donde actúan Marce Gutiérrez, Amparo Noguera, y yo, dirigida por Víctor Carrasco. Son tres historias reales, de gente real, que cuenta historias muy inusuales, fuera de lo común, historias extraordinarias, que están llenas de belleza y, al mismo tiempo, de mucho dolor también, pero es una obra entretenida. Publicaron un video en CEINA de un niño de 13-14 años que decía que no tenía las palabras para decir todo lo que le gustó. Lo que quiero decir es que ha resultado ser una obra muy transversal. La invitación es a toda la familiasque quieran venir a escuchar todos estos testimonios de gente real. Se entiende, es clarita la obra, tiene humor, es una experiencia visual muy atractiva también, que es una característica de Víctor Carrasco, que hace montajes muy estéticos y muy bellos.
Ficha Artística
Título: La Aventura Invisible
Dramaturgia: Marcus Lindeen
Traducción: Constanza Brieba
Dirección: Víctor Carrasco
Actuaciones: Amparo Noguera, Ricardo Fernández y Marce Gutiérrez
Música incidental: Fernando Milagros
Diseño de vestuario: Loreto Martínez
Diseño de iluminación: Luis Reinoso
Diseño de sonido: Ignacio López
Visuales y proyección: Josefina Parga
Producción de imágenes: Juan Manuel Egaña
Foto fija y video: Nicolás Morales
Coordenadas
Funciones
22 de agosto al 1 de septiembre
Jueves a sábado: 20:00 h / Domingo: 19:00 h
Aula Magna CEINA (Arturo Prat 33, Santiago)
$8.000 general; $4.000 estudiantes y personas mayores