Entrevista al actor de “La muerte ya no termina con las cosas” Pablo Schwarz: “Yo creo que el teatro tiene que entregar más preguntas que respuestas”

 

Por Galia Bogolasky

En La muerte ya no termina con las cosas Silvanna Gajardo, Pablo Schwarz y Consuelo Carreño tratarán de vencer los fantasmas de un doloroso duelo, que cobrará otro sentido cuando el abismo afectivo se cruce con la tecnología.

La pieza, dirigida por el actor Camilo Carmona, se está presentando en el Centro Cultural GAM.

En un Chile del futuro, los muertos mueren sin saber cuántas veces mueren y los humanos viven sin saber qué tan vivos están. A partir de esta anécdota futurista, La muerte ya no termina con las cosas nos confronta a una realidad impensada. 

En escena, una mujer intenta organizar el cumpleaños número veinte de su hija, mientras su esposo es testigo de una danza fantasmagórica, en donde el dolor por la pérdida define la vida de la particular familia.

Escrita por el cineasta Carlos Leiva, la pieza transita por varios géneros hasta llevarnos a un escenario especulativo, que propone preguntas trascendentales sobre la existencia y cuestionan el uso y la incidencia de lo tecnológico en la vida de las personas, especialmente, en las relaciones interpersonales y a la hora de enfrentar el deceso de un ser querido.

Esto fue lo que el reconocido actor nacional nos contó acerca de esta innovadora obra.

Cuéntame cómo fue que llegaste a actuar en esta obra dirigida por Camilo Carmona, escrita por Carlos Leiva y coprotagonizada por Silvanna Gajardo y Consuelo Carreño.

Llegué básicamente porque Marcelo Alonso no quiso o no pudo y me llamaron a mí como segunda opción y ahí estoy. Yo siempre soy la segunda opción de muchas cosas, soy la segunda opción en la vida de muchos, porque la primera opción siempre falla.

Cuéntame qué te llamó la atención de la obra y de tu personaje. 

El texto, a mí la obra lo que me atrae para hacerla, dos cosas que tienen que ser fundamentales. El texto me tiene que atraer, la escritura, lo que se pretende contar y quiénes van a participar en esa obra, ya que en Chile hacer teatro no solamente uno no gana plata, sino que pierde plata, al menos hay que hacerlo con gente querida, si no, no tiene ningún sentido. Hay gente que va al psicólogo, hay gente que va al psiquiatra, hay gente que toma Ravotril, hay gente que toma Amparax. Yo actúo, básicamente por eso, me mantiene estable.

La obra tiene un concepto futurista y tiene un lenguaje que atraviesa varios temas; la muerte, el duelo, pero en un futuro donde las tecnologías interfieren. ¿Cuál crees que es el mensaje o la temática que quiere abordar la obra y qué te deja a ti como mensaje, como trasfondo? 

No sé si las obras de teatro tengan que entregar mensajes, yo creo que entregan sensaciones. Vivimos en un periodo muy masturbatorio donde los cabros quieren todo al instante, todo tiene que ser rápido, todo tiene que ser hoy, todo es urgente, todo es importante y no es así. Lo que me atrae de esta obra en particular es justamente eso, la temática de las nuevas tecnologías y yo diría el mal que le han hecho a la humanidad. Tenemos inteligencias artificiales que se dedican a hacer arte mientras el humano tiene que trabajar de 8 a 10 por plata que no le alcanza, en vez de ser al revés. La tecnología no está al servicio de la humanidad, la tecnología está al servicio del capital, de embrutecer y de vigilar, por supuesto. Estamos llenos de cámaras, y la gente jura que las cámaras están para cuidarlo y no, las cámaras están para sapearte. Ya lo sabe muy bien el régimen chino y acá también, donde empiezan a vigilarnos, en cualquier momento nos van a poner puntos por portarnos bien, por portarnos mal. Es terrorífico y creo que el teatro tiene, entre otras funciones, la necesidad y la imperiosa misión de luchar contra eso, de denunciar. Esta obra en particular habla de un supuesto futuro donde la muerte ya no existe, donde uno puede, gracias a la tecnología, no morir. Horrible, imagínate, menos mal nos morimos, sería una cosa tremenda no morir. Todo lo que uno tiene de humano se iría a las pailas, definitivamente, si no muriésemos. El concepto de vida eterna es algo totalmente alocado para mí y peligrosísimo, además, porque hace que la gente haga brutalidades en nombre de amigos imaginarios, cosas que podemos ver en todo el planeta.

Existen los mártires, que se ponen cintos de bombas para asesinar creyendo que van a ir a no sé dónde cresta, a ser acariciados por un dios imaginario. Es muy curioso porque en un mundo donde hay tanta información la gente está muy idiota. Mientras más información hay, menos interés hay de acercarse a esa información. Podrías tener en la palma de tu mano la herramienta para saber todo, sin embargo, es la herramienta para tragar mentiras. Es como por ejemplo los terraplanistas, tan de moda, es muy extraño. Pitágoras se moriría nuevamente si supiera algo así. Es una cosa de locos, vivimos en unos tiempos muy extraños y muy egocéntricos.

El concepto de sociedad, de civilización está acabado. Estamos en un mundo del sálvese quien pueda y la gente justifica el sálvese quien pueda creyendo justamente en mentiras, como en Chile, “con mi platita, no”, “con mis hijos, no”, todas esas cosas, que son las grandes mentiras del capital y que la gente se traga, se traga, se traga.  Otra gran mentira es justamente la vida eterna. Esta obra de teatro habla de la vida eterna pero no a través de un concepto religioso, sino más bien a través de un punto de vista más bien tecnológico. Leí por ahí que Google, de hecho, está haciendo unas investigaciones para que la gente no se muera, la gente que tiene plata obviamente, y que es lo suficientemente loca como para querer no morirse. Es terrorífico gastar plata en que las células no envejezcan, en detener la vejez, en no morir. Es raro ese miedo del humano a la muerte, porque todos nos vamos a morir, hay que acostumbrarse a la muerte, no hay que tenerle miedo. Todos nos vamos a morir. Hay que morirse de buena manera, claro, cuando uno quiera, de la manera que uno quiera, dentro de lo posible, si es que el capital te lo permite. 

Este tema de detener la muerte y todo este concepto más de ciencia ficción lo hemos visto más en el cine, en el formato audiovisual, pero menos en el teatro. Esta obra tiene una puesta en escena súper innovadora. Viendo la obra, me dieron ganas de verla en formato audiovisual. 

Es que el cine es fácil, por eso te dio ese deseo. El cine soluciona las cosas de manera más sencilla. Cuando uno ve algo que puede ser algo intrincado de comprender, inevitablemente lo traspola a otro formato creativo, teatral, y eso es el audiovisual. El audiovisual cuando toma libros y los adapta, libros de ciencia ficción como 1984, lo logra digerir. El audiovisual siempre tiene un asunto, para bien o para mal, bastante más masticadito para la gente. Es como un bolo alimenticio, listo para tragar.

El teatro creo que debe tener la visión de no ser tal. Yo creo que el teatro tiene que entregar más preguntas que respuestas. Y creo que todo acto creativo debiera entregar más preguntas que respuestas, como la filosofía. Creo que es importante las preguntas. Creo que las preguntas son más importantes que las respuestas, de hecho. En cuanto al formato de la ciencia ficción, de la escenografía que se utiliza en esta obra, de las luces, a mí me recuerdan más bien cosas viejas que cosas nuevas. Pienso en el movimiento Dadá, sin ir más lejos, pienso en los años 20, pienso en la República de Weimar, en Alemania. Más bien a eso me lleva a mí que a algo futurista o actual. Creo que ahora estamos viviendo la época de la flojera, entonces creo que es bueno justamente reestudiar a los creadores de los años de entreguerra europeos y también de estos lares, de América. Creo que es muy necesario volver atrás. Creo que la historia siempre es necesaria para poder entender lo que pasa ahora. Si no sabemos lo que ocurrió, en mi caso, en el teatro de hace 50, 100 años, 150 años, mil años atrás, difícilmente voy a entender lo que estoy haciendo yo como actor hoy en día, sería simplemente un proyecto de algo trunco. Creo que hay que tener un poco de información antes de ponerse arriba a un escenario, y la información que yo tuve en esta es el texto y quiénes iban a participar de esa obra, quiénes participan de esa obra. Para mí eso es lo fundamental para poder querer actuar. Letra, elenco, dirección, técnico. 

Siempre estás muy informado y en este caso ¿Hiciste alguna investigación personal sobre el tema o tuviste algún referente?

No, yo para actuar me guío por las tincadas. Actuar es un acto absolutamente desquiciado, no me gusta llenarlo de teorizaciones, creo que no son buenas. Creo que, si uno tiene cierto, como dicen los franchutes, “plafón cultural”, uno es capaz de entender lo que está leyendo. Yo no tengo mala comprensión de lectura, entiendo lo que leo a la primera, pero para actuar lo que me sirve es la intuición, no llenarme de libros ni de referencias, no, eso me aburre terriblemente.

La única teoría que necesito y que me es realmente útil es el guion, el texto, eso es mi marco teórico, si le vamos a poner un nombre. Al leer siento ciertas sensaciones que me produce ese texto. Quiero, en los ensayos, poder traspasar esas sensaciones a el acto de actuar, valga el pleonasmo, y creo que así funciona bien. Si uno se llena de cuadernos con anotaciones y cosas, creo que eso es más bien propio de la academia que de una sala de teatro. No hay que analizar tanto, hay que guiarse por la tincada, por la intuición, y por lo general, si uno lleva unos años haciendo esto, yo llevo hartos años haciendo esto, la intuición no falla. La primera impresión que uno tiene de un texto, lo que uno cree que debe hacer con ese texto, al ponerlo en tu cuerpo, esa primera percepción siempre es acertada. Después uno la puede embarrar con el paso de los ensayos y hay que tener en cuenta esa primera visión que uno tuvo, la primera sensación que te dio la letra.

¿Qué le podrías decir a la gente que no la ha visto, para que vaya a verla?

Que vayan porque el teatro siempre hace bien. Es una obra distinta, es una obra que no es tampoco un dramón, tiene mucho humor también, tiene música. Yo siempre digo esto porque creo que todas las obras de teatro son aptas para toda la familia, si quiere ir con el niño, vaya con el niño, porque también los niños se mueren, todos nos vamos a morir. Estamos en el Centro Cultural Gabriela Mistral, en la sala A1, de jueves a domingo. De jueves a sábado estamos a las 20 horas y los domingos a las 6 de la tarde. Así que todos cordialmente invitados a ver La muerte ya no termina con las cosas.

Ficha Técnica

Título: La muerte ya no termina con las cosas

Dirección Camilo Carmona

Dramaturgia Carlos Leiva

Elenco Silvanna Gajardo, Pablo Schwarz y Consuelo Carreño

Diseño escenográfico Sebastián Escalona

Diseño de iluminación Ricardo Romero

Diseño de vestuario Daniel Bagnara

Música Original Roberta Von

Asistencia de dirección Amalá Saint Pierre

Coordenadas

3 Ago al 1 Sep 2024
Ju a Sá – 20 h, Do — 18 h
Entradas en gam.cl

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *