Por Sandro Fonseca
Entrevistamos al artista visual chileno Vicente Matte, que inauguró su exposición Personas. Esta muestra reúne un conjunto de obras recientes, entre las que se incluyen 153 dibujos en lápiz sobre papel, 3 pinturas de gran formato en distemper sobre tela, y 15 pinturas de pequeño formato en óleo sobre tela.
En Personas, Vicente Matte propone una investigación visual y conceptual en torno al rostro humano, abordado tanto desde su dimensión formal como desde su carga psicológica. A través de una exploración pictórica que puede alcanzar niveles de abstracción, Matte insiste en preservar la figura del rostro como eje central, manteniendo en cada obra un equilibrio entre el gesto, la forma y lo simbólico. Esta exposición es una invitación a contemplar lo humano en su estado más vulnerable y mutable, donde cada trazo y cada mancha se transforman en un intento de aprehender lo inasible del otro.
Vicente Matte I. (1987, Santiago de Chile). Pintor. Vive y trabaja en Santiago. Su obra pictórica se caracteriza por una búsqueda constante de visiones simbólicas que conectan ideas y elementos diversos. A través de un lenguaje plástico abierto, Matte explora formas de representación que oscilan entre la figura y la abstracción, en un proceso donde la imagen emerge desde el diálogo entre el impulso intuitivo y la reflexión crítica.
Esto fue lo que nos contó en la inauguración de su exposición.
¿Cuánto tiempo has trabajado en esta exposición?
En esta muestra hay pinturas de los últimos dos años más o menos, de este 2025, 2024, y quizás algunas cosas de 2023, que las empecé el 2023. Hay pinturas que tienen mucho tiempo encima.
¿Esta exposición se fue armando en el camino? o ¿con cierta obra comenzaste a direccionar tu trabajo?
Un poco de las dos, hay cierta decisión inicial de tomar un cierto camino. Hace tres años atrás tenía en vista esta exposición que venía, y creí que era una buena oportunidad para mostrar pinturas que ya estaba empezando, por razones que desconozco. Quería hacer formatos más pequeños, tenía las ganas de hacer rostros. Sentí que la idea de hacer rostros podía reunir temas que estaban en mi trabajo antes, pero aquí era una buena oportunidad para reunirlos en ese tema, entonces sí me dirigí un poco a pintar rostros con formatos pequeños, a trabajar en óleo. Entonces había algo direccionado, pero la muestra se va armando en el camino, porque uno no trabaja para la exposición, sino que es lo que uno va haciendo en el estudio, entonces hay una mezcla de las dos.
Algo que llama la atención de la exposición es que la mayoría de obras, si bien puede que no cuentan con un rostro, siempre hay ojos, ¿Hay algo en particular con eso?
No me daba cuenta, ahora que la muestra está montada y tomo cierta distancia, lo veo. No sé si una razón, pero tengo una necesidad de llevar mi trabajo, sin darme cuenta, hacia un lugar más abstracto. Como el tema eran rostros, la abstracción de esos rostros terminaba siempre dejando lo más esencial de un rostro. Siempre procuraba que por muy abstracta que terminase la pintura, tuviera la presencia humana, tuviera la presencia de un rostro, y quizás esa fue la razón de porqué en algunos casos los ojos quedaron como el último resabio de un rostro.
Los ojos, de alguna manera, es como la conexión que hay entre los rostros, entre las personas. El rostro se conecta con otro rostro sobre todo a través de la mirada, entonces la mirada sería algo esencial de una exposición de rostros. Hay pinturas bien abstractas, la elección entre comillas, porque no sé cuanto elijo yo, y cuanto el trabajo está sólo abriendo el camino para adelante, pero esta idea de pintar rostros, era una oportunidad de reunir esos asuntos que yo ya veía en mi trabajo, que me interesaban y que buscaba precisar, la abstracción por ejemplo, la presencia humana como tema, la figura existencial.
Mis pinturas anteriores han sido muy narrativas en general, y yo quería que esa narración no desapareciera, que tampoco desapareciera la figuración, pero que la abstracción tuviera una presencia más contundente, que hubiera una especie de silencio, pero sin que se deteriorara la presencia de una narrativa en la pintura. Eso fue lo que me fue llevando a un rostro, porque cuando veo una pintura de un rostro, por muy abstracta que sea, si hay un resabio de rostro, hay una narrativa, hay una historia latente. Esa es la razón por la que hay pinturas negras que están en el filo, pero que igual uno dice “aquí hay un rostro”, están ahí en el equilibrio tenso.
Habías comentado que mucha de tu inspiración viene de la cotidianidad. ¿Existe algún momento o lugar que te entregue más inspiración?
Me siento muy inmerso en muchas rutinas, en muchas vidas diarias. Estoy casado, tengo tres hijos, pinto donde vivo, entonces estoy lleno de quehaceres domésticos. Estoy lleno de cosas como todos los mortales. La pintura está todo el día, todo el rato, en cada instante, incluso cuando no estoy pintando también estoy pensando en la pintura, vivo entregado a ella. Entonces, esa cotidianidad está atravesada permanentemente y no la separo mucho. No sé separarla muy bien, no sé muy bien cuándo empieza algo, cuándo termina lo otro, cuáles son los límites.
Hay momentos que estoy pintando y sé que estoy solo ahí pintando, pero de pronto tengo que dejar la pintura porque tengo que hacer algo y ahí aparece una dimensión del tiempo que para mí es muy particular en la pintura, que es muy misteriosa. Cuando uno pinta, está trabajando con materiales, con pigmentos, con óleo, tela, pinceles, pero también está trabajando con el tiempo, el tiempo como un material. No me refiero solo a estar frente a una pintura dedicándole tiempo, ni el tiempo de estar mirando una pintura, ni del tiempo de estar pensando en una pintura, sino que también a una dimensión del tiempo mucho más subjetiva y misteriosa.
Cuando uno está trabajando, de pronto tiene que dejar la pintura, o porque necesita el descanso, o porque necesita hacer otro deber. Pareciera ser que cuando uno abandona esa pintura, la pintura se sigue desarrollando en el taller aunque uno no esté ahí. Entras después al taller y la pintura cambió, uno la ve de otra manera, descubre cosas nuevas, incluso hay pinturas que parecieran estar no terminadas, y por tener que irte del taller, cuando vuelves la pintura como que se terminó, tú la ves y dices “no, ya está”. Hay una dimensión del tiempo que está atravesada por la pintura, por el trabajo de taller, pero también por la cotidianidad, por las cosas del día a día. No son separables para mí, no podría separarlas porque están muy unidas.
Considerado como un artista a la antigua, que está en el estudio pintando, practicando, probando cosas, experimentando ¿Qué importancia le ves al estudio?
Yo creo que el taller es todo, te diría que es como una combinación entre una actitud de la vida, de estar atento, fuera del taller con las cosas, pero eso se combina con un trabajo persistente en el taller. La pintura es un ejercicio muy íntimo, muy privado, muy solitario, que está lleno de frustraciones, de cosas que no resultan, angustia, de éxitos extremadamente fugaces, de satisfacciones que se diluyen muy pronto, de descubrimientos, de agotamientos. Hay muchas experiencias en el trabajo de la pintura que se viven de manera muy solitaria en el taller, y siempre he confiado absolutamente en que cualquier lugar al que se pueda llegar en la pintura, ocurre en el trabajo persistente en el taller, no hay otro lugar donde ocurra. No creo que exista otro camino distinto al del trabajo en el taller, y de vivirlo todo. Como dicen las Cartas de un joven poeta de Rilke, se trata de vivirlo todo, de vivir la angustia, de vivir la felicidad, de vivir la alegría de un buen encuentro en el taller y también vivir la frustración. Creo que no hay días malos en el taller, el día bueno es bueno, y el día malo también es bueno con un taller. Los talleres se nutren de días buenos y malos. Entonces, desde ese punto de vista, el taller y el arte es una experiencia de profunda esperanza, de profunda fé. Porque también los días malos son necesarios, también las situaciones en las que uno está desorientado, o los fracasos, todo eso es una oportunidad y todo eso nutre, el taller. Entonces, es una forma de ver la vida del trabajo, y de vivirla. En que todo está ahí por un sentido, se trata no de llegar a una gran pintura, ni llegar a una gran obra ni nada parecido, sino que simplemente de hacer algo que está vivido, que está lleno de experiencias humanas, de las más oscuras, de las más frustradas, hasta las más alegres, pero es algo que es un resultado de una vivencia, ni siquiera de un talento, ni de un de un acierto, sino que es de algo vivido.
COORDENADAS
Exposición Personas
Vicente Matte
Hasta el 20 de agosto 2025
Galería Patricia Ready
Espoz 3125, Vitacura
Entrada Gratuita