Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al escritor chileno que acaba de lanzar su primer libro de cuentos con editorial Cuneta llamado “Balneario”. Se compone de ocho cuentos de variados temas, tales como relaciones familiares, amores, incertidumbre y confusión, pero lo que los une a todos es la violencia y crueldad que esconden algunos personajes. El autor es dueño del restaurante El Huerto desde 1980. Aquí nos cuenta sobre este interesante libro.
Cuéntame cómo surgió la idea de escribir este libro. Tú llevas escribiendo hace tiempo pero, ¿Cómo llegó a surgir esta recopilación de cuentos?
Ahora dándome cuenta de lo que ha pasado, me doy cuenta que llevo 18 años escribiendo, desde el año 2002 y estamos en 2020, tengo más o menos claro. Entonces digo, mayoría de edad y justo coincidió con la publicación del libro. Yo había intentado, no sé, hace cuatro o cinco años enviando una colección de cuentos a un par de editoriales que nunca contestaron nada, ni siquiera si lo habían recibido, gracias, entonces me olvidé de eso y seguí haciendo lo mío que era escribir. Participé en algunos talleres hasta que me tocó encontrarme con Galo Ghigliotto, que leyó los cuentos y le parecieron que estaban buenos para publicarlos y de esto pasó como un año y medio, entre estallido social, pandemia, hasta que en octubre salió el libro. A Cuneta presenté creo que 15 cuentos de los cuales él eligió y sin derecho a pataleo, y así fue. Creo que la selección está buena.
¿Algunos cuentos son como más antiguos o todos fueron escritos en el último tiempo?
No, hay recientes y hay antiguos. Hay una mezcla. Creo que los más duros son más antiguos, parece que va pasando el tiempo, y los más nuevos son un poquito menos violentos o menos sufridos. Pero igualmente son con el mismo tipo de personaje.
En los talleres literarios ¿te daban pie forzado? ¿Los temas surgieron de esos pie forzados o en verdad eran temas que querías contar a propósito?
Lo que yo recuerdo, de los talleres a que asistía, es que alguna vez había ejercicios pero en general uno llevaba su texto, lo leía y ahí te comentaban, decían lo bueno. Nunca te tiraban a partir, siempre rescataban lo bueno y decían lo que estaba mal, pero no eran pie forzado. Todo partía de textos que había escrito, los presentaba y algunos los fui puliendo y otros quedaron botados. Por lo menos para mí, fue súper bueno haber asistido o seguir asistiendo, si es que me va tocar nuevamente, a talleres de escritura. No es fácil dedicarse a escribir, pero en el taller tienes que presentar y eso te obliga, por lo menos en mi caso. Además que uno tiene lectores interesados, si no uno no encuentra lectores tampoco.
¿Cómo fue el tema con la editorial Cuneta? ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
Yo le entregué los cuentos a Galo, algunos yo los había trabajado, los había editado antes, otros les hizo algunas sugerencias. Cuando yo quise alegar me dijo: No, tú ya te entregaste, tienes que confiar en tu editor. Le dije: ¿Y por qué está esto y no está esto otro?, y me dijo: El editor soy yo, así que ya estás entregado y confía en tu editor. La verdad es que confié en mi editor, al comienzo no pero después, con el resultado mucho más. Fue largo, yo alguna vez le decía a Galo: ¿Qué está pasando?, y me decía bueno: No seas ansioso; me dijo una vez. Yo no me sentía nada ansioso, sino que los tiempos son largos parece, sobre todo en esta crisis, que fue a una imprenta, y la imprenta estaba cerrada por pandemia y no le habían dicho. Entonces hubo que cambiar de imprenta sobre la marcha y la imprenta le dijo: Sí, te lo saco en una semana; pero tenía quince libros antes que el mío. Pero todo es cuando es. Los tiempos se van así y creo que está perfecto, está muy bien que se haya dado ahora.
¿Por qué la elección del título Balneario? Siendo que no tenía que ver mucho con un balneario, en general.
También fue el editor, porque hay un cuento que se llama Balneario, y él dijo: Este es el nombre del libro. A mí me pareció bien, sobre todo ahora que vivo en la playa, en una especie de balneario. Igualmente el cuento que se llama Balneario, no está inspirado donde vivo, pero es una visión de las parcelaciones costeras, o parcelas de agrado, que un buen amigo las llama las parcelas de desagrado. Son súper bonitas hasta que empiezan a llegar los vecinos, y como no hay normas hay gente un poco desordenada .La del cuento es una parcelación que se me ocurrió, abandonada y con malezas saliendo por todos lados en la que que no anda nadie. Uno que otro perro y nada más. Solitaria.
De ahí yo me entregué, de verdad que no tenía nombre para el libro así que ese me pareció bueno, porque igual es un enganche y me gusta cómo suena el nombre y también la portada que quedó muy buena, está referida a ese cuento. En ese cuento el protagonista es un barnizador y que a la casa donde va a trabajar encuentra unos prismáticos con los que enfoca a una familia que está al otro lado del acantilado.
¿Cuál es tu cuento favorito de los que aparecen en el libro?
A diferencia de lo que me han dicho los lectores, mi favorito es Balneario. Me gusta la cosa surrealista que tiene, me gusta el personaje, me gusta la familia, me gusta la relación con el ambiente. Si bien me costó dar con el final, al leerlo impreso me gusta. Pero quienes me han comentado, lectores o escritores más profesionales, más literatos por decirlo así, se han inclinado por La deriva, por Demora el cerdo en en morir y también Jean Bon Dieu. También hay gente que dice que Estambul es el mejor. Lo que es bonito es que hay distintos preferidos, que le llega distinto a los distintos lectores. Para mi es sorprendente.
En los talleres uno lee y te comentan, te critican. Yo no creía tanto, lo que decían. Encontraba que eran muy buenas personas para criticar. Ahora, publicados, encuentro que están buenos los cuentos. No creía mucho y ahora, con las reseñas que han aparecido, se me están yendo los humos a la cabeza. No, igual aterrizado. Está entretenido. Lo he pasado muy bien.
¿Cuánto hay de autobiografía en estos cuentos? ¿Cuánto hay de tus propias historias y cuánto hay de ficción?
En todos los cuentos está mi historia. Es difícil decir eso porque tengo la sensación de lectores inocentes que han comprado el libro esperaban ver al José Fliman que conocían y encuentran esto y como que me saludan con miedo ahora. Entré a dar susto a la gente, a algunas personas, esa es la sensación que tengo. Siento como que hay más distancia. Creo que en la gran mayoría hay algo, siempre hay algo mío. Si yo pienso en el cuento de Jean Bon Dieu, entré una noche en un Pronto Copec a comprar unos Vizzios y meme atendió un señor haitiano con una piocha que decía Jean Bon Dieu, y ese nombre, Juan Buen Dios, me quedó grabado. Le busqué un destino que ojalá que no sea el de él porque es duro lo que le tocó en el cuento. Lo llevé caminando a Casablanca que es un pueblo, entre pueblo y ciudad. Es un pueblo aunque a veces la gente lo encuentra medio despectivo el término.
Después por ejemplo en, Estambul, que dicen que es muy fuerte y está en primera persona, lo que sucedió ahí, yo no alcancé a llegar a esa situación. En algún momento de mi vida llegamos a Estambul con un grupo con que nos habíamos conocido en un tren repleto de trabajadores turcos que volvían a su país.-estoy hablando de mil años atrás- Era un viaje de tres días y nos instalamos en el suelo del tren porque no habían asientos. Pasaron muchas cosas en ese viaje desde que partimos desde Milán. Habíamos conocido a un turco joven que nos invitó a su casa. Yo tenía un amigo en Estambul que tenía que llamarlo cuando llegara pero más tiró el grupo y nos fuimos a la casa de este amigo nuevo de Estambul que nos recibió, estoy recordando, en su casa en una pieza grande con ocho camas, todo impecable, piso encerado. Pero tocó nos fumamos unas pipas y al menos yo, me asusté, no sabía lo que iba a pasar, me bajó la desesperación, agarré la mochila y salimos todos arrancando por las calles de Estambul. Pero lo que podría haber pasado si nos hubiéramos quedado a lo mejor es lo que está escrito en el cuento, no sé.
En todas las historias hay algo mío, siempre hay algo mío. Yo creo que siempre hay algo propio, pero es literatura. Tengo que aclarar que es literatura, no soy yo, pero así me funciona la literatura. Es lo que me nace.
¿Crees que sacas un lado tuyo más oscuro? ¿Cuál es el tono con el que te interesa hablar?
Hay una amiga de mi mujer, que dice: “qué bueno que lo saque de la escritura y no de la vida real”, ella es psicóloga. En alguna parte mío está esa oscuridad pero mi vida no es así, mi vida es bastante luminosa. Pero seguramente, si es que me hiciera de esas terapias antiguas que vas tres veces por semana al diván y hablas y hablas, seguramente que me encontraría el hilo de por qué escribo así como escribo. Pero no me detengo a pensarlo. Hay una escritora que a mí me encanta que es Diana Berlín. También tiene una parte oscura y también saca lo oscuro y no sé cómo será ella. Entonces digo, hay algo, en el caso de ella su vida es oscura, también con humor, un humor negro. No es que me esté comparando con Diana Berlín, ni cerca, pero estoy tratando de hacer una similitud porque ese es el tipo de literatura y a mí me gusta. Que duela un poco, no puedo pensar en libros bonitos, siempre me gustan los libros que tienen alambre de púas, que te raspe.Los libros bonitos pienso en Coelho, no me nace. Esto es lo que me nace escribir y no sé si voy a seguir buscando el hilo de por qué me nace así, lo acepto no más y lo escribo. A lo mejor sirve de terapia.
¿Cuál fue el mayor desafío en este proceso o en tu proceso de escritura en general?
El mayor desafío es escribir, porque es muy solitario, entonces si yo vivo acá hace 10 meses en los que principalmente hemos estado solos con mi mujer y dedicarme tres horas, cuando me pongo a escribir pasan dos a tres horas, es bien solitario. El otro día me invitaron a comer y dije que no. : No es que no quiera ir pero también tengo necesidad de escribir. Entonces el desafío es hacerse el tiempo para trabajar. Una escritora con que tuve una tutoría, decía que escribir es 90% inspiración y 110% trabajo, o a lo mejor a la inspiración le daba mucho menos, porque la pega es la que se come el tiempo.
He estado haciendo un texto simple estos días. Una especie de crónica de pandemia, y llevo como dos o tres semanas, lo armo y lo desarmo, y no doy con la historia, pero yo sé que si sigo trabajando va a salir. Es lo que me pasa a mí, mientras más escribo más conexiones encuentro y van saliendo los textos. Aunque, claro, a veces un texto sale de una. A mí cada vez menos. Tengo un par de textos que no están en el libro, que a mí me gustan que me salieron de una y los corregí tres veces y estaba listo. Pero la mayoría son trabajos largos, entonces, lo que más me cuesta es dedicarle el tiempo y trabajarlo.
Porque claro, a veces un texto sale de una. A mí cada vez menos. Tengo un par de textos que no están en el libro que a mí me gustan que salió de una y lo corregí tres veces y estaba listo. Pero la mayoría son trabajos largos, entonces eso es lo que más cuesta, dedicarle el tiempo y trabajarlo. Por eso cuando me preguntan, ¿y novela? Una novela corta, no tengo tanto tiempo ya para novela, son eternas, pueden ser eternas.
¿Te dan ganas de escribir una novela después de esto?
No. No me dan ganas.
¿Vas a seguir con el formato cuento?
Sí, pretendo seguir. Tengo un par que están ahí que necesitan más trabajo. Me encanta, es una pega, yo soy mateo, de verdad que soy mateo para lo que hago, entonces está bien. Lo que me gustan son los cuentos. Y antes era un súper buen lector de cuentos. Ahora compro novelas principalmente.
¿Qué opinas del formato de e-book o la lectura digital? ¿Lees en digital o en audio libros?
Cuando me vine a la playa con la pandemia, me encargué un Kindle, que no tenía. He leído dos o tres libros pero tienen que ser muy buenos, no me gusta. Tampoco lo domino tan bien, volver atrás, porque quiero volver a la página 18 cuando estoy en la 118, y esas 100 páginas que tengo que volver me demoro, no sé hacerlo. Me gusta la sensación del papel. Me encantan las librerías y los libros en papel. Es otra la experiencia; sentir el peso del libro, el peso específico, más allá del peso en kilos, lo siento de otra manera, absolutamente de otra manera que en formato digital. Pero sirve el Kindle, como emergencia, digo yo. Los audios libro los he experimentado poco. Escuché un cuento de Piglia, con el que aluciné.
Tú has trabajado toda tu vida en el rubro gastronómico y me llamó la atención que no incorporaras tanto el tema de la comida, aparte del primer cuento que me gustó mucho a mí que creo que para mí fue mi favorito, que ahí incorporas un poco la comida pero no es un gran tema en tus cuentos. ¿Sientes que te quisiste desprender un poco de esa área? o ¿no es algo que te gusta incorporar en tu literatura?
Ese cuento, el primero, el que leyó Francisco Ossa en el lanzamiento, había quedado afuera, no estaba en la primera selección. Después cuando me mandaron el libro estaba. A mí me sorprendió porque no estaba considerado. Ese cuento, Antes que se Enfríe, tiene cazuela, La deriva, que es el último cuento del libro, que a mí me gusta mucho, también tiene un episodio en un restaurante de barrio de las hojalaterías, pero siento que sí, que uso la comida, pero tendría que revisar. El del cura también tiene escenas de comida. Tengo otro texto en que aparecen las cazuelas. Otro cuento, que grabó en audio José Soza también tiene escena en un café y en restaurante. Es buena la ambientación de los cafés y restaurantes. A mí me gusta harto.
Hablaste de que estabas escribiendo crónicas de pandemia. ¿Te imaginas un próximo libro sobre esa temática o de qué te gustaría que fuera tu próxima recopilación o libro?
No, de verdad que no lo sé, estoy recién acostumbrándome a este libro. La forma como escribo, es que nunca pienso en resultado. En una de esas crónicas lo mencioné: lo que a mí me gusta y lo que disfruto es el proceso. Nunca pienso en el producto final, en lo que va a terminar, me encanta estar haciendo. Para mi estar metido en un texto es tan bueno como terminarlo. Es lo mismo que yo he hecho con mi vida, nunca me he puesto objetivos. Tú mencionaste lo del restaurant, nunca pensé que el restaurant iba a ser el medio con el que yo me iba a ganar la vida. Lo que yo pensaba era en hacer un restaurant. Soy más desordenado, nunca he tenido objetivos.
Estando en la playa, en paisaje tan espectacular como el de Tunquén, ¿Te pasa que te inspiras más estando en la playa que si hubieras estado en Santiago?
Siento que es más difícil estar acá para escribir, porque no está la temática. Mi tema no es el paisaje. Igual me voy metiendo, en que se acabaron los azulillos y las amapolas, y ahora están las astromelias, por ejemplo. Ha habido mucha flor silvestre con el poco más de lluvia del invierno. Para mí el tema de la escritura es el paquete que se le cayó a la señora, el que venía atrás lo recogió y lo abrió y antes de devolverlo. Esa mirada que le echó al paquete es lo que me ha faltado. Me falta calle, Me falta un poco de calle acá y falta un poco de relaciones porque es bien solitario. Perí hay que ir a buscarle en la imaginación. El lunes fuimos a Santiago y el martes yo quería ir a ver una exposición al Cultural de Las Condes y decía abierto entre diez y cinco, y llegué a las 1:10 y estaba cerrado por colación entre una y tres. Salgo y va pasando un camión aljibe de la municipalidad de Las Condes que va botando agua regando el pavimento, entonces ahí hay tema. Es tan absurdo todo lo que pasa, cómo te dicen que está abierto entre diez y cinco y cierran por colación entre una y tres. Hay una tremenda sequía y el camión aljibe de la municipalidad de Las Condes riega el pavimento, y el tipo que estacionaba no usaba mascarilla: No, yo no me enfermo. Ahí está el tema, ese es el tema para escribir y aquí me hace falta, me hace falta para el día a día, pero hay que buscarla y no me quejo de la tremenda suerte de poder estar aquí.
Si pudieras decir cuál es la gran temática de la que te interesa hablar, pensando en un futuro libro o serie de cuento.
Las crisis personales. Los desastres en las vidas. Desde un punto de vista surrealista y con humor, con cierto humor. Porque siempre hay una parte divertida, negra. De repente es duro decirlo, hay que ser un poquito desfachatado para reírse de algunas cosas, pero es así. Y las sorpresas, que me vienen sucediendo frecuencia. Tenía ayer el teléfono en el bolsillo y como que se marca, pero no lo miré, porque lo corté automático. Y se vuelve a marcar, lo tomo y estaba llamando a una persona que no había visto hace un año. Me dice: No hemos hablado hace un año y tú me llamas mientras pago tu libro. Yo no te he estado llamando, respondo, si no que el teléfono te llamó. Ese tipo de cosas quiero incluir. Pero eso te lo digo mientras conversamos porque lo que resulta siempre es inesperado.
Título: Balneario
Autor: José Fliman
Año edición: 2020
Editorial: Cuneta
ISBN: 9789566100003
Páginas: 94
Dimensión: 14×21,5 cm.
Peso: 0,140 kg.