Entrevista al autor de “El Jaguar ahogándose en el Oasis” José Ignacio Cárdenas: “En el gobierno de Lagos el modelo terminó consolidándose”

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Por Benjamín Pino 

Entrevistamos al abogado, autor del libro El Jaguar ahogándose en el Oasis, nominado al Premio Academia Chilena de la Lengua. La obra, tal como señala el autor, intenta dar respuesta a las interrogantes respecto al origen estallido social, desde una perspectiva legal, política, económica y social. Las heridas de la dictadura, las ataduras al modelo neoliberal de la Constitución de 1980 y la poca voluntad política de la centro-izquierda fueron, según el autor, clave para dar pie a este hecho histórico. 

Cárdenas es abogado de la Universidad de Chile, cuenta con postítulo en economía, tributación y análisis político en la misma casa de estudios. Actualmente es columnista en medios como El Mostrador, Terra y El Diario El Maule, pero principalmente en su Instagram @jignaciocardenasg.

Aparte del estallido social ¿cuál fue el puntapié inicial para comenzar a escribir el libro?

Tal vez por mi profesión, soy abogado, estoy un poco obligado a leer mucho y a escribir, pero yo diría que la idea de este libro nació como una autoayuda para mí mismo. Con el estallido social, me sentí muy identificado, hay algo en nuestra sociedad que no estaba funcionando bien. Esto tenemos que entenderlo bien: ¿por qué surgió todo este problema? Partí escribiendo e investigando los fines de semana para ir ilustrándome de todo lo que estaba pasando. Al poco andar, me encontré que, efectivamente, llevaba 80 páginas escritas y dije: «esta cosa puede dar y queda mucho por investigar todavía».

En esa investigación, parto primero con una visión muy personal de lo que ocurrió, una visión incluso de la comodidad de alguien que este modelo lo había beneficiado, y obviamente hago una autocrítica en ese sentido. Comencé a ver los orígenes de este modelo, partiendo por la dictadura de Pinochet, después pasando por cada uno de los gobiernos democráticos y toda la historia, no tanto desde un punto de vista político, hay referencias políticas porque son inevitables, pero sobretodo apuntado al modelo económico. Ahí tu te vas dando cuenta como este modelo fue armando una suerte de telaraña donde efectivamente todo era controlado por el mercado y el Estado quedó atrás.

Modestamente creo que quedó una obra, que no digo que va a ser una obra literaria -a pesar que fue nominada al Premio Academia Chilena de la Lengua, cosa que para mi fue una sorpresa-, pero si creo que va a ser un aporte para tratar de comprender en un lenguaje fácil, no lenguaje de ensayo duro, lo que más me preocupé -y nos preocupamos con la editorial Zuramerica-  es que lo pueda entender cualquier persona.

Cuéntame un poco del proceso de escritura, ¿Cuánto tiempo te tomó aproximadamente?

Recuerdo que partí a fines de abril del año pasado, los fines de semana. Para estas cosas es bueno estar concentrado. Llegaban los fines de semana y yo me despierto en general muy temprano, 6:30 de la mañana, y en mi casa todo empieza a funcionar como a las 10:30 u 11:00, hay mucho tiempo que puedo utilizar para mí. A medida que fui avanzando y decidí comenzar a escribir el libro, empecé un poco más rápido. Los niños y mi señora me dieron el tiempo necesario para esto.

Lo terminé de escribir, el día 30 de septiembre, que además coincidía con mi cumpleaños. Tenía un gran temor. Se lo entregué a mi señora y a mi papá para que me dieran sus opiniones. Ahí contacté a una persona que conocía en la editorial Zuramerica, y, como en todas las editoriales, me dijo: «Ignacio, acá lo vamos a leer y si nos gusta bien, y si no, no». De eso pasaron dos semanas y llegó la llamada por teléfono de la editorial. Se me pararon los pelos porque era la respuesta. Si bien yo ya había escrito esas cosas, eran más bien ensayos chicos, no un libro propiamente tal. En la llamada me dijeron que les gustó, solamente había que trabajar en la edición, con eso me sentí pagado. Después vinieron muchas mejores noticias.

Cinco meses tardó el proceso en general, que me imagino, significó un gran esfuerzo e investigación

Yo estaba muy motivado por escribir, la verdad que cada vez que investigaba algo, la escritura salía fácil porque era un tema muy contingente, muy de una mirada social. Yo sé que inevitablemente esto se confunde con temas políticos, porque estamos construyendo un país y eso tienen que construirlo desde la política, pero lo que está en el fondo de esto es un contenido social muy potente y eso a mi siempre me ha llamado la atención.

No se puede pasar indiferente en la vida frente a lo que está pasando. Recuerdo que muchos me criticaron al principio, aludiendo a mi buena situación, pero justamente se trata de eso, de tener empatía, no basta solamente con el ombligo de uno, si no que es necesario mirar el ombligo del resto también. Para construir sociedad, para construir comunidad, lo tenemos que hacer entre todos y no apartados, como lo hacemos actualmente.

¿Hay algo que te sorprendiera mientras escribías el libro, algún dato o acontecimiento en particular que te hizo ruido?

Si, hubo varias cosas. Lo primero es el gobierno de Lagos. Yo voté por Lagos en su minuto y tengo muy buena opinión de él como estadista, sin embargo, yo creo que ahí se produjo un quiebre, donde hizo mucho por el país desde el punto de vista político, respecto a la constitución, los cambios realizados en esa época, la eliminación de los senadores designados. El problema es que claudicó mucho en lo que dice relación al modelo económico, porque inevitablemente varias decisiones de su gobierno terminaron consolidando este modelo. Yo creo que está tan arraigado este modelo que lo cubrió todo. Quizás había una muy buena intención detrás de estas medidas económicas, pero no se midió lo que significaba en términos de la consolidación definitiva del modelo. Me refiero al tema del CAE, las concesiones que crearon una elite económica segregada, totalmente apartada de la realidad social; el AUGE también fue una gran medida, al fin esas buenas medidas terminan siendo también un muy buen negocio para este mismo pequeño grupo.

Las cesiones de acciones en la bolsa quedaron totalmente libres de impuestos y obviamente quienes hacen estos movimientos accionarios no son ni los pobres, ni la clase media de este país, generalmente son los más ricos. Los multifondos de las AFP, que consolidaron aún más el modelo. Estuvo lejos de generar un equilibrio social.

Lo otro que me llamó la atención fue la cantidad de exenciones y beneficios tributarios que existe en Chile, para evitar el pago de impuestos. El IVA todos los estratos pobres de este país lo pagan completo, en cambio, en los estratos más acomodados por dar dos ejemplos: los pasajes aéreos no tienen IVA, si tengo buenos recursos ¿qué es lo que hace cualquier persona? crea una empresa. Al crear una empresa tu no imputas gastos, al crearle gastos baja la carga impositiva y terminas pagando menos impuestos. El impuesto único al diesel es un ejemplo más. Todo este tema del tratamiento de las importaciones y exportaciones también. Hay una serie de exenciones de IVA que finalmente vas pagando mucho menos, entonces te vas dando cuenta que hay una construcción de una sociedad que es bastante disímil.

Cuando tu tienes una estadística donde te dicen que el promedio de Chile gana uno y resulta que de diez, una sola persona se lleva nueve, y el resto se lleva solo uno, te vas dando cuenta que las cifras económicas del país te muestran los grandes promedios, pero no las bajadas, y el problema de las bajadas era ese, que existía una elite muy minoritaria que se lleva todo, absolutamente todo y obviamente el gran grueso del país está “pateando piedras”, como dicen Los Prisioneros, para llegar a fin de mes. Más de la mitad de los chilenos gana menos de $400.000, el resto sube un poco más, es decir a $500.000. Al final los que ganan sobre $1.000.000, son solamente un 13% del país. Está mal pelado el chancho, esa es la realidad, eso es indesmentible.

Respecto al análisis de los gobiernos de la ex concertación, ¿crees que existió falta de voluntad política de parte de la centro-izquierda para lograr cambios sustanciales? o ¿el modelo estaba tan arraigado que era muy difícil modificarlo?

Yo creo que es la mezcla de ambos. El mercado es un instrumento, no puede ser un fin, está creado para generar riquezas, pero no es el mercado el llamado para redistribuir esta riqueza, eso lo tiene que hacer el Estado. Entonces, al principio de los años noventa, donde existía una extrema pobreza muy grande, el mercado funciona porque genera dinero y a partir de esto es fácil sacar esa extrema pobreza, cinco millones de personas salieron de la extrema pobreza. Eso fue un exitazo del modelo.

Si uno empezaba a estudiar los indicadores de desigualdad en Chile, eran horrorosos. Como eso fue realmente un éxito hubo una suerte de adormecimiento, de creer que bajo esta misma línea conductual, podíamos seguir progresando como país. El crecimiento económico de Chile del 90 al año 2000 fue muy grande, del año 2000 en adelante, hay un estancamiento e incluso empieza a bajar el crecimiento de Chile. Generamos una clase media empobrecida, muy absorta con el tema del consumo, pero que en definitiva no generaba mayor crecimiento económico para el país.

También había candados políticos que hacían muy difícil los cambios. En el gobierno de Aylwin, por la complejidad que significaba salir de la dictadura, las sensibilidades estaban a flor de piel, se llevaron las cosas en la medida de lo posible. Fue un acuerdo tácito de no tocar nada, a cambio de generar ciertos aumentos de impuestos que podían fomentar la ayuda y el gasto social. Eso funcionó en términos de generar mayor gasto social, pero cuando tu realizas asignaciones desde el Estado, a través de bonos, por ejemplo, estás ayudando a que se mueva algo el tema, pero no cambias la estructura social. Lo planteo en el libro, la gente no quiere que le regalen el pescado, quiere que le enseñen a pescar.

Frei fue un muy buen administrador del modelo, se profundizaron las privatizaciones. Lo que sucedió con las aguas fue grotesco, si bien teníamos un problema con las empresas sanitarias, eso era real, el Estado tenía un problema, pero resulta que no solamente se privatizaron las sanitarias, sino que también se privatizó el agua potable, que funcionaba perfectamente bien en Chile.

En el gobierno de Lagos los cambios estuvieron apuntados en un sentido político, que, tal vez ayudó para el futuro, pero el modelo terminó consolidándose. Gracias a ese cambio político, lentamente empezó a re barajarse la estructura política que estaba en el Congreso, para en un futuro más largo llegar a formar ciertas mayorías que permitieran hacer presión para los cambios -que no se lograron del todo-.

El último gobierno de Bachelet yo creo que realmente tuvo una intención de hacer cambios estructurales, pero el problema es que su clase política, su propio sector político la dejó botada en cuanto a la reforma. Yo creo que muchos, desde todos los sectores, están muy arrepentidos. Tal vez si la hubiesen escuchado, en cuanto a los cambios de la constitución que quería realizar, los cambios de la educación, que tanto fue criticada, pero eran muy necesarios esos cambios.

Entonces te das cuenta que hay un poco de los dos, un poco de desidia, un poco de creer que todo seguía caminando bien con el modelo que teníamos, en la línea conductual que teníamos. También hay culpa en nuestra clase política más progresista. También está el encadenamiento de nuestra constitución, vía senadores designados, vía Tribunal Constitucional, vía los quórum, que entrampan cualquier discusión.

En el libro abordas el tema de la violencia contenida por generaciones hacia un sistema que tenía a gran parte de la población en el abandono, ¿crees que el proceso constituyente logrará aplacar ese malestar social?

Hay dos puntos, la violencia, que fue muy fuerte al inicio. Yo creo que Piñera perdió una oportunidad única de haberse adelantado al fomento del acuerdo del 15 de noviembre. Eso posibilitó encauzar el descontento que estaba en las calles. Recuerdo también que los alcaldes, muchas veces hablaron de institucionalizar el malestar, pero nadie los escuchó. Habla muy bien de nuestra sociedad chilena, en cuanto a entender los procesos políticos. El acuerdo posibilitó el referendo constitucional. Fue mucha gente a votar, una brutalidad, un 80% por un cambio constitucional. Es difícil entender por qué perseverar en una constitución que genera división. Podemos discutir hasta la saciedad si la constitución del 80 es buena o mala. Yo tengo la peor opinión de la constitución del 80, pero no cabe duda es que era una constitución que no generaba consenso, y solo ese argumento bastaba para un proceso constitucional. Si no le das una salida institucional, la gente se va a volcar a las calles de nuevo, si lo que quiere la gran mayoría es una salida institucional al descontento que ya estaba en las calles.

Lo que más me llamó la atención fue la elección de los constituyentes. Todos los sectores de centro izquierda estaban empujando estos cambios fueron divididos hasta la saciedad. Todo indicaba que los sectores más conservadores del país, que han mantenido esta constitución, iban a lograr ese famoso tercio. Al no tener esa mayoría se obliga a ese grupo de la derecha a abrirse para, justamente, conversar. No creo que aquí haya que pasar aplanadora a ese sector del rechazo, ojalá que se integren y que se abran a discutir, que traten de negociar. Todos queremos que esta constitución sea lo más representativa posible.

Creer que la violencia o la delincuencia se soluciona a través de una condena por los medios no es entender el proceso en que estamos. Escribí una columna hace poco, donde hablo de la violencia invisible. Lo mismo que pasa en Plaza Italia o Dignidad pasa en plazas más pequeñas, repartidas en varios barrios de Santiago, y también rayadas, también vandalizadas, lo que pasa es que esas plazas no las vemos porque élite chilena está efectivamente desde la Plaza Italia para arriba. También, los NINI, que son los jóvenes que no estudian ni trabajan, que eso también es un problema de Estado, el indicador que nosotros tenemos respecto de ese factor a nivel de países de la OCDE es pésimo, entonces algo tenemos que hacer, tenemos que buscar salida para esos jóvenes.

Cuando queramos hablar de violencia, hablemos de violencia de verdad, abordemos todo en un sentido integral, no metiendo a todo el mundo a las cárceles, si la cárcel es la cuna de la delincuencia en Chile. Si vamos a meter a cabros que efectivamente estuvieran haciendo desórdenes en las calles y la solución que da el Estado es mandarlos a la cárcel con resto de los delincuentes ¿qué es lo que estamos logrando al final? que ese cabro que posiblemente se podía salvar, finalmente termine siendo un delincuente. Hay que abordar el tema de otra manera.

En una parte del libro abordas el tema de las y los jóvenes como motor de cambio, ¿crees que las generaciones mayores aún tienen heridas de la dictadura militar?

En la generación de los noventa, donde no hubo tantas manifestaciones sociales, yo creo que pasó algo bien curioso. Todo este proceso en el cual estamos es gracias a la juventud. Ellos ya no estaban atados a la comparación del gobierno de la dictadura de Pinochet, ellos simplemente comparaban con relación al pasado inmediato y eso no les gustaba. A principio de los años noventa este sistema, este modelo, fue muy funcional para los efectos de generar riquezas y sacar a la extrema pobreza, yo creo que ayudó mucho a que se generara una especie de cultura del materialismo, donde en definitiva podías estar pobre, pero si lograbas tener el plasma más grande en tu casita de 2×2 de alguna manera ya tenías algo mejor. Todo se empezó a medir en base al materialismo, ahí surge el cosismo y las soluciones inmediatas, el retail con el crédito fácil, donde darle crédito a todo el mundo fomentaba a que se moviera la economía, pero enclaustrando a personas que van siendo esclavizadas del crédito, te endeudabas porque el crédito era fácil, muchas veces gastabas más de lo que tus ingresos te permitían, o simplemente estás obligado a gastar más. Si tu padre quería darles una buena educación o salud a sus hijos, tenía que gastar más.

El parámetro de comparación de mi generación, se vio de algún modo, obnubilada por este crecimiento económico, donde todo el mundo tenía acceso al crédito, pero era un crecimiento re mentiroso. Pero la generación actual fue distinta, la generación actual vio que este mercantilismo ya no los llenaba, yo veo ahora a los cabros chicos, terminan el liceo, el colegio y tratan incluso de hacer cosas de un punto de vista personal para el desarrollo individual, muchos cabros chicos viajan, conocen el mundo, o hacen trabajos en distintas partes para conocer otras realidades.

Hemos dejado atrás toda esta discusión muy odiosa en relación con el género, hay otra mentalidad. Eso ha ayudado para que esa mentalidad también abarque el sueño que ellos tienen como país, y ese sueño abrió los ojos de mi generación, que ya estábamos tan inmersos en esta telaraña, que no nos cuestionábamos mayormente.

¿Hay planes de continuar escribiendo o algo en los que estés trabajando actualmente?

Sí, empecé con un proyecto, está todavía en el inicio. Lo que pasa hoy en Chile es algo realmente histórico, algo que ojalá todo el mundo participe de alguna manera. Se ve desde la familia, ahora no hablan de farándula, hablan de qué es lo que creemos, qué opinas de la educación, de la salud, de la última discusión dentro de la convención constituyente. Quiero participar de esto de algún modo y me he puesto a escribir columnas, estoy semanalmente escribiendo columnas en mi Instagram @jignaciocardenasg, que también se han publicado en algunos diarios; Diario El Maule, El Mostrador, Terra, para, de alguna manera, estar al día en la opinología de lo que está ocurriendo, para sentirme un poco partícipe. También, a partir incluso de las columnas de opinión que he creado, formando lentamente un libro que va un poco en el sueño del país que queremos, tomando realidades de otros países, hay muy buenas experiencias en los países nórdicos de Europa, países que no tienen grandes riquezas naturales, pero sin embargo han logrado crear una sociedad que permite un desarrollo integral de las personas, no solo de un punto de vista económico, sino de un punto de vista social y espiritual. Hay un punto muy interesante y yo creo que tal vez es un ejemplo a mirar.

Título: El Jaguar ahogándose en el Oasis

Autor: José Ignacio Cárdenas

Género: Política

Páginas: 210

Tamaño: 14 x 22 cm.

Año: 2020

Editorial: Zuramerica

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