Entrevista al director de “La fabulosa maquina de cosechar oro” Alfredo Pourailly De la Plaza: “Nos propusimos hacer una película cercana al público”

Por Galia Bogolasky       

Entrevistamos al director de La fabulosa máquina de cosechar oro, producido por 55 SUR Media, Francisco Hervé y Daniela Raviola de Juntos Films; y Annemiek Van der Hell de Windmill Film (Holanda), explora la vida de Toto Gesell, uno de los últimos buscadores de oro de Tierra del Fuego, y cómo su hijo Jorge decide construir una máquina que le ayude a alivianar su trabajo.

Toto, el último buscador de oro de la isla, a sus 62 años, enfrenta con incertidumbre su vejez producto de sus duras condiciones laborales y no puede dejar de trabajar debido a la falta de seguridad social. Su hijo Jorge, un joven jinete, diseña y construye una máquina para facilitar la extracción de oro y asegurar una mejor vida para ambos. Este film fue premiado en el 20º Santiago Festival Internacional de Cine (SANFIC) en la Competencia de Cine Chileno, y está disponible en cines y salas independientes nacionales desde Arica a Coyhaique gracias al programa Miradoc.

Alfredo Pourailly De la Plaza es cineasta, fotógrafo documental y fundador de la productora 55 SUR media. Su fascinación por islas y paisajes remotos lo han llevado a trabajar tanto en el archipiélago de Tierra del Fuego como en localidades de Svalbard y Groenlandia. Su ópera prima, La fabulosa máquina de cosechar oro, es exhibida y premiada en certámenes internacionales.

Cuéntame un poco cómo fueron los inicios del proyecto ¿Cómo surgió la idea de hacer este documental?

El inicio del proyecto data hace bastante tiempo, la verdad. Duró prácticamente 12 años en completarse el proyecto. Se inició en un momento dado, decidí empezar a grabar un documental sobre una pareja que vivía al sur de la isla de Tierra del Fuego, otros personajes que no son los protagonistas de la película hoy en día, sino que eran otras personas, y que tenían una historia bien interesante, porque vivían en una zona muy remota y aislada de esta isla, que solo podías llegar por barco, pero a la vez se estaba construyendo un camino que eventualmente iba a terminar por conectar este lugar aislado con el mundo moderno. Entonces surgió la idea de poder documentar todo ese proceso. Por diversos motivos, cuando estaba en ello, estas personas dejaron de vivir en la isla, se mudaron, y me vi enfrentado al dilema de qué hacer. No tenía el material suficiente, creía yo, para contar la historia de ellos, entonces surgió la idea, participando en diversos laboratorios de desarrollo de proyectos, llegamos a la idea de que quizás sería interesante explorar un documental o una película que retratase pequeños fragmentos de vidas de personas que habitan la isla de Tierra del Fuego. En ese momento inicié otro proceso de investigación con distintos personajes o personas, y una de ellas era Toto, que es el protagonista de la película, que es el último buscador de oro de Tierra del Fuego, y eso fue el año 2015. Del 2015 pasó hasta el 2018, que fue cuando conseguimos un financiamiento para poder empezar la producción misma y ahí cuando ya reconecté con Toto y con Jorge contándoles que iba a ir nuevamente, Jorge hijo, me comentó que estaba empezando este proyecto de construir una máquina y ahí fue como: “Mira las coincidencias de la vida, que justo ahora que podemos empezar, él está empezando este proyecto” y fue una sinergia muy bonita.

Tienes un vínculo con con la Residencia Arca del sur ¿Cuál es tu vínculo con el sur? y ¿Qué te interesa de esos paisajes y esas locaciones increíbles?

Cuando empecé este proyecto ya llevaba algunos años visitando Tierra del Fuego. Yo soy nacido en Iquique, pero soy santiaguino, soy criado en Santiago. Cuando estaba terminando mis estudios de cine, de alguna forma me conecté con este territorio austral. Tengo mucha atracción por los mapas también, entonces siempre, de alguna forma inconsciente, me vi atraído o me sentía atraído por esa región de tantas islas, de tan difícil acceso, que quizás uno solo lo escuchaba cuando dan el tiempo en las noticias como: «La temperatura en Puerto Williams va a ser de tantos grados» y era como, “algún día quiero ir a este lugar”. Justo calzó con que estaba leyendo en ese tiempo unos libros de Francisco Coloane que tienen muchísimos relatos en esa zona, en Tierra del Fuego y en la zona de Cabo de Hornos también. Se me generaron esos dos puntos de atracción: por un lado, tratar de ir a conocer los lugares que relataban sus libros; y por otro, el simple hecho curioso, como chileno, de decir, quiero ir a conocer el pueblo más sur de Chile. Ahí me fui a Puerto Williams, y en ese mismo viaje casualmente conocí esta historia en Yendegaia. También empecé a hacer un proyecto en torno a los faros de la región de Magallanes. Ahí, nuevamente, de forma natural y casual, un viaje o un proyecto me iba llevando a querer volver y querer volver, y ya llevo varios años. También lo de la Residencia Arca, que mencionabas, en un momento me fui a estudiar, estudié un posgrado en gestión cultural y también muy enamorado de esa zona, fue ¿Por qué no hacer un programa de desarrollo de proyectos o de apoyo a nuevos cineastas, a nuevos talentos en esta región para que la gente se inspire también con estos lugares que a mí tanto me han inspirado?

¿Qué fue lo más complejo del rodaje en el sur, que tomó mucho tiempo? La película que está parcelada en distintos años durante todo el proceso. ¿Cómo fue la experiencia de rodar en el sur? 

Afortunadamente, como ya llevaba varios años ahí en rodajes y también en rodajes similares que son de bajo presupuesto, equipos chicos, en los que uno está haciendo un poco de todo. Ya estaba un poco habituado a trabajar en ese entorno hostil, si uno lo quisiera llamar «frío», en verano de días muy largos, por ende también rodajes que se alargan muchas horas, o ya cuando se empieza a ir hacia el invierno, de días muy cortos. Entonces, afortunadamente, estaba habituado y no fue como una sorpresa esa característica o ese desafío. Para mí, yo creo que lo más difícil fue la incertidumbre. Quizás no era algo tan práctico del trabajo ahí en terreno mismo. Yo creo que eso se dio de manera natural y fácil también porque generamos una sinergia con los sonidistas con los que trabajé. Siempre éramos un equipo de dos personas, entonces éramos un equipo pequeño que nos adecuábamos mucho a las circunstancias, dormíamos generalmente en la mina, con Toto, y después, cuando dormíamos en el pueblo, dormíamos en hostales. Pero fuimos generando un vínculo, una relación, y terminamos durmiendo en la casa de Jorge, de Toto, de su familia, y básicamente nos integraron a sus dinámicas familiares y fue todo muy fácil en ese sentido. Pero la incertidumbre de la historia que queríamos contar, e ir un año tras otro y pensar “en este rodaje sí que se va a terminar el tema”, fue lo más difícil de manejar.

La historia que retratas del padre con el hijo, que éste trata de ayudar a su padre en el trabajo en condiciones extremas, que plantea el tema de la seguridad social y el trabajo duro de un hombre mayor que tiene temas de salud y el hijo que busca una solución para que su padre siga trabajando ¿Cómo fue abordar esa temática? ¿Qué fue lo que te llamó la atención también de estos personajes y de lo que ellos planteaban como solución también a la precariedad del trabajo? 

Por un lado, el inicio del proyecto surge por la curiosidad mía en torno al trabajo de Toto (el papá) y el orgullo que siente él por su trabajo, lo enamorado que está de su trabajo, lo dedicado y, obviamente, lo complicado también. Como esa admiración por este hombre que está ahí, que pasa largos periodos de tiempo solo, en un trabajo físico que es durísimo. Yo también muchas veces dejaba la cámara sin grabar y me ponía a ayudarlo, y yo era, 20, 25, 30 años más joven que él; con unos cuantos picotazos ahí en la mina ya estaba hecho bolsa. Entonces era esa admiración por ese hombre. Después fue la fascinación por encontrarse en la historia de un joven que en ese tiempo tenía 18 ó 19 años, que en vez de estar pensando en salir a carretear con los amigos, está pensando en ayudar a su papá a solucionar su bienestar. También la forma de solucionar ese bienestar; me parecía fantástica la idea que tenía Jorge y que estuviera tan convencido de poder ejecutarla y de completar el proyecto. Entonces me pareció fascinante su ímpetu, su determinación por ese proyecto.

¿Jorge tiene conocimientos del tema o es totalmente autodidacta? 

Totalmente autodidacta, y eso también era más fantástico aún. Como se ve en la película, en ese tiempo estaba trabajando como operador de una retroexcavadora en la construcción de un camino y aprendió cosas ahí; aprendió también a soldar con algún otro amigo. Me parecía, admirable, Jorge parecía como Superman, como que lo podía hacer todo. Entonces, fue increíble estar ahí en ese momento de la vida de ellos y poder grabarlo.

¿Qué pasa con el futuro de esta máquina? ¿Hoy en día otras personas la puedan usar? 

La máquina igual está basada, lo comentaban en los cineforos que estuvimos haciendo, inspirada en las dragas, que eran antiguas máquinas utilizadas durante la fiebre del oro en Tierra del Fuego a finales del siglo XIX. Obviamente inspirada en eso, pero también reacomodado según tutoriales de YouTube, de máquinas que se usan hoy en día. Nosotros le llamamos la máquina de cosechar oro, porque todo se refiere a su trabajo como la cosecha del oro. Pero Jorge no la llama máquina a lo que él construye; el nombre real de eso es un tromel, que si uno ve algunos reality shows en Discovery Channel o en estos canales americanos, donde sacan oro en Alaska y usan esta máquina, él se basó también en eso. No fue como que él tuvo una epifanía de que algo que no existe y decidió hacerlo, pero sí lo increíble es que lo hace con lo que va teniendo a mano, con materiales que va consiguiendo con amistades, con conocidos, todo a pulso y de manera muy lenta, como se va viendo en la película.

Cuando empezó el proceso ¿Cómo fue pensado el montaje? o ¿Surgió a raíz del transcurso del rodaje? 

Surgió más que en el transcurso del rodaje, en el transcurso del montaje. La idea de los años, eso no lo teníamos tan pensado con anterioridad, pero sí fue algo que nos dimos cuenta, con comentarios y todo, de que era importante graficar al público la cantidad de tiempo que pasaba. Porque en un tiempo, el montaje no mostrábamos los años, sino que está la película y se da la sensación de que pasa harto tiempo, porque igual se van viendo los calendarios en la espalda, pero pasaba mucho más desapercibido. Entonces decidimos, para hacerlo patente y que no quedara duda de la cantidad de tiempo que pasaba, poner los años, con un pequeño título impreso en la imagen y decir: «Este es un nuevo año». Así también, cuando ellos hablan de la cantidad de tiempo que ha pasado desde que empezaron el proyecto, que uno pudiera dimensionar un poco más. Fue para ayudar al público y hacer más fácil el entender el paso del tiempo.

También creo que fue algo que nos propusimos, que era hacer una película cercana al público. Fue mutando desde una película que quizá era mucho más observacional en un inicio, como punto de partida de lo que queríamos hacer, a una película en la que queríamos que la gente la viera, que estuviera ahí sentada 75 minutos sin aburrirse, pero que estuviera atenta, pasando por el drama, por la comedia, pero que no se sintiese una película pesada.

Me llamó la atención el vínculo de la relación entre los dos, un hijo joven que trata de cuidar a su papá, que es un papá abuelo. ¿Te ha pasado que la gente te comenta eso? 

Sí, de hecho, la película la hemos mostrado en distintos países: en Canadá, en México, en Perú y ahora en Chile, en distintas ciudades. Por ejemplo, cuando la mostramos por primera vez en Canadá, se me acercaron unos chicos, habrán tenido 25 años, y estaban ahí presentando proyectos. Terminó la película y lo primero que hicieron, o me dieron ganas de hacer, fue llamar a mi papá para saber cómo estaba. En los distintos países, ha conectado de esa forma con el público. Creo que la gente se siente identificada. Es la historia de un padre y un hijo, pero puede ser la historia de una madre con su hija; no va de género, sino de la circunstancia de ese vínculo. Muchos nos hemos visto en esa situación de «¿Ahora qué viene?», «¿Cómo puedo ayudar?» Quiero ayudar a mi padre o a mi madre, pero mi padre tampoco quiere dejarse ayudar. Esa tensión se ve reflejada en la película y, a veces, también genera risas en muchos de esos momentos. He visto cómo la gente se va riendo en eso, y esa risa me imagino que viene de porque la gente se siente identificada. Es bonito ver cómo, en distintos países, a pesar de que podamos tener distintas culturas o idiosincrasias, la historia quedó construida de una forma en que se entiende, no importa dónde, y eso es súper bonito.

¿Cómo recibes este premio en Sanfic a Mejor Película en la Competencia Nacional y los otros premios internacionales? ¿Cómo sientes el recibimiento de la crítica, de la gente, de la audiencia y de los festivales? 

Con orgullo. Después de tantos años de trabajo y de toda esta incertidumbre, llegar a este punto y terminar la película, que ya era un logro en sí mismo, poder estrenarla en festivales, y lo que ha pasado después, de ganarse premios, es alucinante. Realmente es un orgullo y una satisfacción también porque es ver que tus pares también validan tu trabajo. A nivel profesional, sin duda es un impulso. Me imagino y espero que así sea para seguir construyendo mi carrera como cineasta, pero el hecho mismo de ver la película terminada y que la gente se ría, que llore. La mostramos en Punta Arenas y, cuando terminó la película, la gente estuvo dos minutos de pie aplaudiendo a los protagonistas. Eso no me lo esperaba en absoluto, entonces ver eso me pareció súper honesto, súper espontáneo, y es como la mejor señal o el mejor ejemplo de ver todo lo que nos esforzamos para que la historia se entendiera. Muchas veces nos cabeceamos en un montón de cosas. Suponíamos que no se entendían muy bien los espacios, si la mina era arriba, si el pueblo era abajo, tantos desafíos que ahora con el tiempo, parecen tan lejanos, pero fue un proceso. Fueron siete años de grabación, pero también durante esos siete años estuvimos editando durante cinco o cuatro años. Obviamente no fue tiempo completo, ni la grabación ni el montaje, pero sí estábamos ahí pensando en el proyecto, en lo que viene. En mi caso, en muchos momentos quería terminarla porque sentía que, para avanzar en mi carrera, tenía que terminar algo. A veces me apresuraba, y afortunadamente, con el equipo y con Pancho Hervé, que es el productor, me recondujo a decir: «Ya hemos pasado todo este camino, quizás está bueno esperar», y así nos fuimos potenciando. Yo creo que ese es el mayor premio al final: ver que a la gente le gusta la película y que te digan eso.

¿Qué le podrías decir a la gente para invitarla a ver la película que ya está en salas a través de Miradoc? 

Invitar a todas las personas de Arica a Punta Arenas a buscar la información en miradoc.cl. Hay diversas funciones según cada ciudad. En Santiago sigue en cartelera en Cinépolis a las 2:30pm todos los días. La invitación es a aventurarse a ver quizás un documental, que a veces puede parecer algo tedioso, pero les aseguro que en este caso se van a llevar una gran sorpresa y van a ver realmente una historia muy bonita, muy emocionante, y que no se van a arrepentir. Así que busquen la información en miradoc.cl.

FICHA TÉCNICA

Título: La fabulosa maquina de cosechar oro

Dirección: Alfredo Pourailly De la Plaza

Guion: Alfredo Pourailly De la Plaza, Javiera Velozo y Francisco Hervé

Producción ejecutiva: Daniela Raviola, Francisco Hervé y Alfredo Pourailly De la Plaza

Producción: Francisco Hervé, Annemiek van der Hell y Alfredo Pourailly De la Plaza

Sonido: Gustavo Agurto y Rodrigo Méndez

Dirección de fotografía: Alfredo Pourailly De la Plaza

Montaje: Javiera Velozo, Alfredo Pourailly De la Plaza y Melissa Miranda

Año: 2024

Países: Chile y Holanda

Duración: 75 mins.

Casas productoras: 55 SUR Media, Juntos Films, Windmill Film

Distribución: Miradoc

Loading

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *