Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al director ejecutivo de Matucana 100, quien nos contó sobre los proyectos del centro cultural, de los cambios que tuvieron que hacer en la programación debido a la pandemia, y a las distintas actividades que están desarrollando en este importante espacio cultural ubicado en Estación Central.
Quería preguntarte sobre la reapertura de Matucana 100, después de casi un año sin actividades presenciales, porque hicieron muchas actividades online. ¿Cómo ha sido esta reapertura?
Sí, no hemos parado en lo digital, queremos seguir en lo digital en paralelo. Nosotros partimos, quizás anticipadamente, con algunas experiencias presenciales en artes visuales. Tuvimos, primero, la inauguración de ChACO. Ahí pudimos llevar a unos grupos muy acotados y después, Salón de pintura, que pudimos hacer el ejercicio siempre con inscripción y con grupos limitados, pero ya estábamos implementando un protocolo. Ya entrando a Fase 4, que Estación Central entró después de otras comunas, pudimos implementar lo que teníamos planificado. En el fondo, la pandemia si ha significado algo, es a tener un músculo flexible en lo programático y adaptarse a circunstancias que son poco predecibles. Entonces, en esa perspectiva estábamos preparados con algunas programaciones que habíamos dejado en el tintero en la programación de este año y otras no, tuvimos que reprogramar mucho. Nos propusimos que todas las disciplinas que trabajamos en el centro cultural pudieran tener su momento presencial en diciembre. Es así como partimos con el Festival In-Edit que fueron tres días al aire libre de cine con pantalla gigante, pero con público acotado.
Después vamos a tener música con tres bandas indie, ahí está Prehistóricos, Paracaidistas y El cómodo silencio de los que hablan poco, que es un nombre largo pero muy bueno. Son tres días de música en el teatro principal, también con aforo acotado. Después tenemos en danza un repertorio especial del Banch con cortos seleccionados de distintas piezas. En teatro quisimos reponer Los despertares de Marín, también con un propósito curatorial de volver a instalar una obra que nos pareció muy interesante, que en el momento que la estrenamos quizás no tuvo la misma relevancia que pensamos que puede tener ahora, porque dado a lo que ha pasado políticamente, la voz de Gladys Marín hoy día, el personaje, adquiere otro eco, otra reordenancia que lo hace aún más singular. Nosotros tenemos esa tesis, eso siempre en el teatro o en las artes uno siempre hace una apuesta de qué va a suceder, pero es parte de las apuestas.
En paralelo está lo de artes visuales que es Salón de pintura, en la galería de artes visuales una colectiva de artistas, y tenemos una exposición que es del concurso de videoarte que hacemos para videoartistas, artistas jóvenes. También vamos a tener algo de la Bienal de Arte Joven de Argentina. En el fondo, estas son programaciones nuevas, adaptadas, más algo que veníamos planificado. Ha sido el ejercicio en que hemos estado.
Han estado súper activos con un montón de actividades online. ¿Cómo fue la experiencia de adaptarse y hacer actividades online, hacer obras de teatro, algunas grabadas, otras en vivo, por Zoom, en los distintos formatos?
Yo quisiera decir, primero, que cuando llegó la pandemia nos propusimos en esta misma idea de adaptarse con trabajo por etapas. La primera etapa fue ocupar las redes sociales y conversar con los artistas, conversar con la gente y fue en abril-marzo. La segunda etapa fue trabajar con los archivos, qué había, qué teníamos, qué tenían las compañías. Ahí llegamos a una conclusión que era predecible, de que la calidad de los archivos tampoco era muy buena, que, haciéndonos un mea culpa nosotros o el colectivo, el tema de grabar en buen formato y en buena calidad las obras, era algo que no habíamos hecho y que nos estaba penando y pegando. A poco andar, también empezamos a trabajar en el formato de ciertas piezas audiovisuales de teatro y danza, hicimos unos solos cuando estábamos en confinamiento con tres piezas de danza. Cada bailarina y cada bailarín en su hábitat, en su casa, todo esto coreografiado por Joel Insulza. Fue una experiencia bastante interesante. En paralelo estábamos haciendo algo con (Javier) Casanga que debería haber salido antes pero también las dificultades, después se nos apretó más la logística y eso quedó postergado, para describir que esto no fue sencillo, cada acción era “¿cómo lo hacemos logísticamente?”. En el fondo, no era cosa de que los camarógrafos fueran a alguna parte, entonces, había que idear todo. De ahí empezamos a hacer algunas actividades; seguimos con las conversaciones necesarias con el Teatro Municipal de Ovalle y el Teatro Regional del Maule, tratando varias mesas de tema, tanto en teatro como en artes visuales. También hicimos La voz humana, que ya es en formato en Zoom, el tan discutido formato Zoom. Nosotros no lo cuestionamos porque al final del día esta micro polémica en el medio de que, si esto era o no era teatro, yo creo que era inconducente. Era lo que había en ese momento para crear y es un formato más posible. Eso cómo decante o cómo va a quedar en mediano o largo plazo, es algo por suceder, pero sin duda que lo digital es un elemento que está ahí. Ya hace mucho tiempo que hay muchos artistas visuales que trabajan desde la instalación, la pintura y el video, trabajan en multiformato. Eso también en lo escénico puede suceder, en lo escénico los creadores también pueden trabajar en un multiformato y eso no es renunciar a lo otro, si no, es desplegar el ámbito creativo en distintas plataformas, en distintas instancias. Sin desconocer que ciertas estructuras tradicionales son las que son, pero esto siempre se discute. Quizás en los 50 o 60 se discutía, se ponía en cuestión el teatro italiano de frontalidad y por qué no descomponemos el espacio y ahí llegamos al happening, o a la performance. Desituamos el tema del formato o la localización. Yo creo que esas discusiones sucedieron y aquí con lo digital vuelven a suceder, pero estos decantan en que no desaparecen, no son excluyentes unas de otras, sino que son nuevas instancias en que se puedan establecer los procesos creativos o las propuestas.
Me llamó mucho la atención la propuesta de Soledad Escobar, que ocuparon las instalaciones del teatro, de la sala Patricio Bunster, ocuparon el exterior, la fachada quedó súper bonita y grabaron sin público. Es como una obra de este híbrido de formato grabado y sin público…
Claro, eso es lo que te iba a decir. Pasamos a hacer cosas en Zoom y la próxima etapa fue dotarlos de mejores equipamientos audiovisuales y también necesitamos de cierto aprendizaje que no lo teníamos del todo. Creo que en el medio hay gente más experta, otra menos, lo que si yo creo que éramos muy pocos los expertos. Entonces en sacarle rendimiento a las posibilidades del Zoom a los streaming. Eso también ha sido parte del aprendizaje. Ahí nos dotamos y hemos hecho formatos de filmaciones a una cámara y también estamos haciendo formatos en switcheo, que es si se quiere más televisivo o rápido de los dos formatos. Soledad Escobar es algo un poco más cuidado y es súper interesante como propuesta. Entonces están los dos caminos, un camino sin duda que requiere unos tiempos y unas mecánicas distintas. Eso también ha sido parte del aprendizaje, ver qué se puede hacer en formato Zoom, qué se puede hacer en un formato de switcheo más rápido y qué se puede hacer a una cámara en formato más de montaje, más cinematográfico que permite otro tipo de narraciones. Esos son los caminos y los aprendizajes de todos estos momentos, yo creo que cuesta hoy día. Todavía falta espacio para mirarlo con distancia y poder decantarlo y decir “oye mira, esto fue interesante” y poder evaluarlo y analizarlo con más detalle.
Cuéntame sobre Escenas de un encierro. la Trilogía del Teatro de Javier Casanga, son unos monólogos con Carla Zúñiga.
Voy a ir un poco más atrás, ya veníamos hace ocho años realizando talleres de dramaturgia con dramaturgos y cada año podemos hacer más. Creo que es súper interesante porque no digo que estemos formando, pero tenemos un trabajo paralelo quizás a lo que hace la muestra de dramaturgia permanente de ejercicios dramatúrgicos, quizás más silenciosos si se quiere. Porque es un trabajo que lo hacemos desde el área de educación y mediación, y en esa perspectiva también nos tuvimos que renovar y digitalizar. Lo hicimos por Zoom y ha funcionado bastante bien. No solamente tenemos de dramaturgia, hay otros talleres en las otras disciplinas, pero en este hicimos uno que estaban conectados con el proyecto de Casanga. En el fondo, la idea fue hacer el taller y ver que de esas piezas pudieran salir otras piezas para montarlas después en un trabajo más largo, que tuviera ese proceso de formación y creación, y que decantara en el proyecto de Casanga, eso es súper interesante. Y el de Joel también tiene una instancia similar, también tuvo un elemento previo de talleres y de ahí también buscamos. En la medida de lo posible si uno logra conectar esas experiencias, a veces, no se puede, otras sí y este proyecto tiene ese componente también. Además, nos parecía, ¿por qué Casanga? Casanga ya venía montando algunas obras en Matucana y me parecía un artista súper interesante, una dupla súper interesante.
Entonces, desde ahí tiene un teatro que, como propuesta, podía tener una versión muy distinta a lo que se estaba haciendo en video. También ahí había una apuesta, Casanga puede refrescar como propuesta porque él trabaja en otros límites. En esa perspectiva, esa puesta tenía un sentido de refrescar o tensar las propuestas y abrir los espacios de posibilidades.
Mencionaste esta muestra de dramaturgia paralela que ustedes hacen. ¿Eso tiene que ver con el ciclo Sidario o es aparte?
No, Ciclo Sidario es aparte. Me refiero más a un programa que hacemos permanentemente que tiene que ver con formación de dramaturgos: Lucía de la Maza, (Gerardo) Oettinguer, (Benjamín) Galemiri, distintos dramaturgos, han pasado muchos. Tiene que ver con hacer este ejercicio permanente y hay demanda. Lo bueno de esto es que hay mucha gente que está queriendo no solo aprender, no diría aprender, porque el ejercicio de la dinámica de un taller es ejercitar tu trabajo dramatúrgico. En esa perspectiva, es una instancia permanente, no universitaria, ese también es un elemento, que no está acobijado en la academia. El proyecto de Sidario es un proyecto particular.
Sobre el VIH…
Sí.
Tiene varios dramaturgos también reconocidos está Bosco Cayo, Carla Zúñiga…
Claro, con los cuales también hemos trabajado. Como Matucana 100, uno de los objetivos estratégicos que buscamos que sean diferenciadores es trabajar siempre en acentuar el trabajo con compañías, colectivos y dramaturgos. Pensar en un esquema de fortalecer el tejido cultural y por eso sus acentos. Porque entendemos que son piezas que le dan una densidad distinta al sistema teatral.
También mencionaste que están estos tres días de In-Edit, de películas al aire libre. ¿Cómo enfrentan eso pensando en el aforo controlado? Cuéntame también sobre la programación y esta vinculación con In-Edit.
Sí, es primera vez que tenemos In-Edit acá, que para nosotros también es una apuesta. La curatoría la hace In-Edit, pero para nosotros es sumamente interesante porque aquí, de alguna manera, convergen dos disciplinas que son esenciales para Matucana 100. El cine partió más tarde, porque Matucana partió más fuerte con teatro y artes visuales, que eran quizás los dos pulmones de Matucana 100, junto con la danza. Y gradualmente, la música y el cine se han ido instalando en paralelo como programación permanente, nos dotamos de una sala de cine que la hemos ido mejorando. En esa perspectiva, el que llegue In-Edit era súper atractivo porque podemos apelar a esos dos públicos, al público de la música y el cine y, hay que decirlo, nosotros trabajamos y los públicos son muy segmentados. Para el público de la música, a veces, no le interesa tanto la danza, no la conoce y hacer esos encuentros no es tan sencillo. Cada público piensa o ve Matucana desde su perspectiva, para el público de teatro, Matucana es de teatro. Para el público de la música, Matucana es un espacio para la música, y las artes visuales lo mismo. Para describir un poco lo encerrados que están los públicos y los creadores también. Por eso In-Edit es sumamente atractivo para nosotros, es una apuesta y son tres días de una selección que la prepara el In-Edit, que son documentales, películas que yo creo que son súper atractivas. Ahí hay una de MTV, otra de la escena de Ibiza, y otra de Queen, de Freddie Mercury. Son tres películas bastante interesantes, pero con un público acotado, nos gustaría llenar, pero es lo que se puede y vamos avanzando de a poco. Con todos los cuidados que hay que tener, ese es el protocolo. Es un poco latero hablar de protocolo, pero es lo que hay que hacer. Buscando siempre el portal de sanitización, el distanciamiento, las señaléticas, la información de trazabilidad, que eso también es tan relevante como todo lo demás. En el fondo, aquí lo que se ha demostrado que es esencial tener la información de trazabilidad porque si sucede algo tú tienes información para actuar, cuando no hay información es lo complejo. Es tan importante como todo el resto. En el fondo hemos ido aprendiendo mirando lo que han hecho otros espacios y ajustándonos a nuestras realidades.
Cuéntame sobre la exposición Salón de pintura, ¿de qué se trata esta exposición?
Salón de pintura es una exposición que, si bien no estaba programada desde un comienzo, nosotros teníamos otro calendario de artes visuales, ahí tuvimos que ser dinámicos. Cuando llegó la pandemia estaba Juan Dávila, pintando la galería, preparando su exposición y estaba en Chile, él vive en Australia y aguantó hasta donde pudo. Le iban a cerrar Australia y ahí quedamos, y fue bien angustiante porque quedó como en el 80 % de la obra finalizada, no la terminamos, significa que la estábamos posponiendo hasta que ya esté todo seguro. Ahí replanificamos todo el calendario de artes visuales de la galería, que, básicamente son de tres a cuatro exposiciones al año. Salón de pintura lo hicimos con One Moment Art, ya habíamos trabajado con ellos en exposiciones más pequeñas en Galería Concreta. Ahí lo interesante era volver a la pintura, en una exposición que está muy bien montada y la galería también por sus dimensiones permite apreciar muy bien los trabajos pictóricos. Ahí hay trabajos de Nicolás Franco, Natalia Babarovic, Christiane Pooley, Francisco Peró, Pablo Serra, Juana Subercaseaux, Joaquín Rivas, Sebastián Riffo. Algunos que habían estado en Matucana y otros que no, Malú Stewart, y de distintas generaciones, distintas edades, también hay artistas muy jóvenes y otros con mayor recorrido, es interesante. Yo los dejo invitados a inscribirse, no está difícil. Es interesante ir a ver el trabajo de artistas con distintas carreras que conectan unas obras con otras. La idea de Salón de pintura es una cierta ironía de los salones de pintura del siglo XIX, los concursos de pintura que suceden hasta principios del siglo XX. Desde ahí, juega con eso y siempre es agradable. Quizás algunos pueden decir que ya no es tan contemporánea, pero siempre suceden cosas y, además, en las dimensiones de la exposición. Esa exposición además se puede ver registro 360, eso también lo hicimos con ChACO que también es interesante, son las cosas que estamos evaluando también para el próximo año y quizás para futuro como “esto tenemos que hacerlo de manera permanente porque quizás hay alguien que está en Chaitén o en Ancud y no tiene la posibilidad de viajar, pero sí está esta posibilidad de por lo menos recorrer la obra, conocer y tener detalles de la exposición”. Desde ahí lo vimos como un trabajo necesario.
¿Cuáles han sido los mayores desafíos en todo este tiempo y qué se viene a futuro?
Yo creo que los mayores desafíos, en distintos planos, uno es el tema humano: cómo nos contenemos unos a otros y hacemos que el trabajo digital sea posible y mantenemos la buena dinámica. El trabajar de manera fluida tanto internamente como con los artistas, con toda la gente que se trabaja. Ese era un primer desafío, esto tampoco podemos caer en ni en la ansiedad ni en la angustia y tenemos que generar como buenos procedimientos para que esto sea viable. El otro desafío era aprender en lo digital, que como te decía, no estábamos muy bien. Mi diagnóstico es que nos dimos cuenta rápidamente que no habíamos trabajado nosotros lo digital lo suficiente. Quizás las redes sociales las teníamos trabajadas, pero con eso no basta y ahí había un desafío, un aprendizaje, de rehacerse, reinventarse y no parar de hacer cosas.
Nosotros pusimos un claim como “Matucana no para”, era como un desafío decir “No paramos”. Eso significa que estamos igual, partes del equipo bien cansadas igual porque al final el régimen programático era casi más fuerte que lo presencial en algunos aspectos. A la gente de comunicaciones les tocó duro, y a los programadores, pero también tenía sentido. Si tenemos una labor nosotros, tenemos que estar reactivando eso y hacerlo al modo de Matucana 100. Claro, cada espacio tiene su singularidad, pero eso fue un desafío no parar, no parar de conectar y no bajar los brazos.
Y después hay un desafío operativo de orden más financiero, económico, de cómo hacíamos sostenible esto sin que esto mermara el funcionamiento y nos proyectáramos en un año 2021 que no va a ser sencillo. Ahora ya están apareciendo las vacunas, pero aun así el despliegue de las vacunas dice que igual puede ser que igual tengamos una reversa entre el primero y segundo trimestre del 2021, o sea un primer semestre incierto todavía. Quizás hoy día tenemos datos de que el segundo semestre debiera ser con más certeza, entonces, es un cocktail complejo, en un país que también está tensionado por un tema político, por un cúmulo de contextos también, y el mundo, para no quedarnos en la isla de Chile, está en un momento de cambios y de tensiones. Uno no sabe en qué desemboca eso y eso genera un poco de angustia, entonces los espacios culturales tienen que hacerse cargo de cómo nosotros y los artistas repreguntamos y recodificamos este momento tan álgido que estamos viviendo. Ahí hay una labor que quizás nosotros no la terminamos de definir porque siempre pensamos que las curatorías son abiertas, el que termina de hacer el discurso es el artista, los creadores y ese espacio siempre lo dejamos. Yo no soy muy de la filosofía de que uno tenga que curar todo porque si no el flujo de creación también se acota porque los artistas pueden estar pensando en cosas distintas con temáticas distintas y hay que estar atentos a eso. Hay que estar atentos a ser sensible que a veces las temáticas que yo creo que son importantes otro creador puede ir pensando otra cosa que sea más deductiva o generar preguntas con mayor tensión o con mayor densidad.
A futuro, ¿Cuáles son los grandes planes de estrenos?
El 2021 Matucana cumple 20 años. Estamos dejando atrás la adolescencia. Un 2021 difícil, ¿cómo cumplimos esos 20 años? Tenemos montajes importantes, Magallanes, que es una coproducción con Tryo Teatro Banda, que era un montaje que lo pensábamos hacer este año, pero va para el próximo. El próximo estreno de Manuel Infante también. Hay un proyecto con (Javier) Casanga, tenemos varios proyectos importantes, ahí vamos a tener que combinar entre qué es lo nuevo de 2021 y qué es lo que reprogramamos de 2020. El 2020 teníamos un proyecto importante, que de alguna manera lo estamos viabilizando para 2021. En un 2021 acotado, como decía, quizás vamos a tener un solo semestre para poder hacer eso. Estamos pensando que tenemos una programación bien atractiva para delinear y que parte de esa programación es lo que venía del 2020 más alguna nueva sorpresa.
¿Qué le dirías a la gente para que asista o vea online las actividades culturales de Matucana 100?
Yo creo, que, como siempre, pueden elegir otros espacios, pero lo que siempre estamos buscando es conectarlos con los creadores en distintas disciplinas y con la experiencia de vivir la creación artística que para el público le da una dimensión distinta de la vida. Ver una obra de teatro, leer un libro o ver una exposición abre espacios de reflexión que rompen con tu continuo vital, son necesarios, en el fondo, son esenciales. En ese sentido, parece como lugar común decir “la cultura es importante, el arte es importante” es importante porque te abre el espacio de pensamiento sensitivo, ayuda a romper tu línea continua y a repreguntarte cosas. Es lo que sucede cuando uno lee un libro, se abre un mundo. Cuando uno ve una obra de teatro no solamente está la idea de lo sensitivo, lo emocional, sino que también la dimensión intelectual, esos espacios son únicos, sucede en el arte, no suceden en otro momento, no suceden en otro espacio. Lo mismo con la música, la música uno la puede escuchar en el computador, en el equipo de música y también la puedes vivir presencialmente, y presencialmente tiene ese elemento único e irrepetible. La vida siempre es irrepetible, por eso quizás ese es el elemento, lo presencial te subraya que el paso del tiempo tiene otra densidad.
La invitación a salir de tu pereza o de tu hábito normal, porque no te vas a arrepentir. O conecta con lo digital también porque no te vas a arrepentir. La gente ve series, ve televisión, pero la instancia de una obra te abre a un espacio creativo distinto. Yo sé que algunas veces, para algunos públicos puede ser más indescifrable, pero es un aprendizaje, como todo. En el fondo hay que hacer un esfuerzo, esto no es automático, pero los esfuerzos son recompensados. Cuando uno se da tiempo del esfuerzo de leer un libro, y hacerse el espacio de leer un libro, ese esfuerzo es recompensado. Si uno hace el esfuerzo de ver una obra de teatro, de intentar entenderla y de descifrarla, eso tiene su recompensa, no es automático. Lo mismo con la danza, la danza a veces para mucha gente no es tan fácil de entender la danza contemporánea, pero de a poco tiene el esfuerzo de meterse y de entender a los cuerpos y lo que sucede ahí con los cuerpos. Se empieza a disfrutar y ese disfrute tiene otra densidad, otra dimensión, es abrirse a hacer un esfuerzo, porque eso requiere un esfuerzo. Yo siempre digo, y nuestro esfuerzo es poder hacerlo de la mejor manera, de que no tenga tantos costos y que sea lo más interesante posible, es la labor en que estamos. Yo sé que la cultura es necesaria, sí es necesaria. Lo repetimos como monserga y a veces parece lugar común, a la gente le rebota y le parece hasta empalagoso a los artistas. Cómo lo hacemos que no sea así, que no sea un lugar común y que sea esencial, también es parte de la labor de toda la gente que trabaja en cultura.
Tras semanas preparando su reapertura total, el Centro Cultural Matucana 100 suspenderá sus actividades presenciales de teatro y danza debido al retroceso a fase 2 de la región Metropolitana, anunciada por el Ministro de Salud, Enrique Paris debido al aumento de casos Covid-19.
De la programación presencial, solo se suspenderá la función del Ballet Nacional Chileno, y la obra de teatro Los despertares de Marín, que se exhibirá prontamente a través de la web de M100.