Por Galia Bogolasky
Entrevistamos al director de Noche de Reyes, obra que se presentó en el Teatro Nacional Chileno, en el marco del Festival Stgo a Mil.
Rodrigo Pérez es el directo escénico del montaje, y fue convocado a dirigir esta obra dada su vasta experiencia en otras tantas, dentro de las que destacan: Ofelia o La madre muerta (1995), La zapatera prodigiosa (1996), Fantasmas borrachos (1997), El coordinador (2000), Edipo Stand Up Tragedy (2022), Hablan (2023) y Vania (2024).
Noche de Reyes es una comedia de equivocaciones donde luego de un naufragio dos hermanos gemelos pierden el rastro el uno del otro. Ambos piensan que han muerto y para sobrevivir en la extraña tierra a la que ha llegado Viola (una de las hermanas) comienza una serie de confusas historias. En este juego de roles, Viola se enamora de Orsino, quien a su vez adora a Olivia; sin embargo, ella ama a Viola… quien se ha disfrazado de hombre –Cesario– para ser contratada en la casa de Orsino. Así transcurre esta intrincada historia donde nada es lo que realmente parece ser.
Esta comedia de equivocaciones escrita por William Shakespeare y traducida al español por León Felipe fue la obra que inauguró la sede permanente del TNCh en noviembre de 1954.
¿Cómo fue montar Noche de Reyes? ¿Cómo surgió también que se estrenara en el Teatro Nacional en el 2024 y, después de tantos años, de reestrenar esta obra que es un clásico de Shakespeare?
El proceso fue muy fácil. La convocatoria fue muy hermosa porque tenía que ver, como todo el mundo sabe, con el festejo, la celebración de los 70 años del Teatro Nacional en esa sala. La sala se inauguró con esta obra y con esta versión de la obra Noche de Reyes. Esta versión nosotros le pusimos así porque es Noche de Reyes, pero porque hace 70 años le pusieron Noche de Reyes. La traducción, que es de León Felipe, se llama Nuez. Cordero, que es cordera. Ese es el otro nombre que tiene. El Teatro Nacional decidió conservar el nombre con que fue estrenada la obra. La obra original fue estrenada con 14 actores arriba del escenario y nosotros tenemos ocho, lo que significó, como punto de partida más que un problema, una posibilidad maravillosa de seguir o continuar en la investigación que hago yo, que dice relación con la construcción de una ficción frente a los ojos de los espectadores y en donde el acento está puesto en el ejercicio actoral, que es lo que a mí me gusta. Si yo me dediqué al teatro es precisamente porque me gusta ver el trabajo de los actores y las actrices. Tener la posibilidad de construir una historia con un grupo que es menos que lo que el autor pide es un desafío, pero no un desafío terrible ni abrumador, sino todo lo contrario, que permite que uno entre en un espacio de juego profundo para contar la historia que se tiene que contar. Ahí está el resultado, que yo creo que es muy gozoso, es muy juguetón y que, de alguna manera, por una parte rinde homenaje hermosamente a la sala Antonio Varas, pero al mismo tiempo rinde homenaje al oficio del actor. De partida, teniendo en el elenco a Diana Sanz, que este año cumplía 60 años arriba de ese escenario, desde que entró al Teatro Nacional interpretando a Julieta, también de Shakespeare, en ese montaje famoso de con la versión de Pablo Neruda.
La obra fue recientemente premiada por el Círculo de Críticos de Teatro como Mejor obra del año y a ti como mejor director. ¿Cómo sientes al recibir este premio?
Los premios siempre son agradables, por decirlo de alguna manera. Siempre es bueno porque señala que hay alguien, por lo menos que está mirando lo que uno hace y valora lo que uno hace. Hay unos cuantos alguienes y que además son personas que se dedican a la crítica. Entonces tienen una mirada que no es solo sobre la obra, sino que es sobre el panorama teatral. Entonces eso es súper bonito y agradable y ahí uno dice ya, ok, sigamos.
El elenco es excelente, todos los actores ¿Cómo fue este trabajo de trabajar con elenco grande? Porque hoy en día el teatro uno ve que las obras no suelen tener elencos tan grandes.
Es grande para lo que uno está acostumbrado hoy por hoy en la cartelera, pero no son grandes para lo que el teatro históricamente ha tenido. Por otra parte, para mí no me es tan extraño porque hago clases y hago clases a cursos superiores y ahí uno se encuentra con grupos grandes. No es un desafío particular para mí. En este caso, el elenco no solamente tiene una gracia que tiene que ver con sus dotes actorales, que son muchas, sino que tienen también un dote musical, que para mí era súper importante. No solamente porque canten, sino porque saben escuchar. Porque finalmente, en este trabajo en particular, nos encontramos con un texto que está escrito en verso, verso libre pero verso, que tiene métrica y que hay que respetarla. Entonces se requería un colectivo que tuviera un oído dotado, por decirlo de algún modo, que les permitiera entrar. Porque, las acciones son pocas, las acciones están dichas en el texto, por lo tanto la energía de la acción está puesta en la energía del decir, y esa energía del decir es una construcción en colectivo, por lo tanto, se necesita un trabajo, que si bien es cierto no hablan al mismo tiempo, pero que es puede ser considerado un trabajo coral, vale decir, de mucha escucha por parte del actor, de lo que está pasando alrededor de él. En ese sentido este grupo es muy dotado, aparte de ser muy buenos actrices y actores. Entonces fue muy cómodo, muy fácil, pero al mismo tiempo, insisto en esta palabra, que para mí es súper importante en este montaje en particular, muy gozoso, porque cuando uno entra en el ritmo del texto, es rico, produce placer escuchar y cómo se va construyendo uno con el otro, el diálogo, que uno pregunta, el otro contesta y van en unos ritmos muy acelerados porque así lo describe el mismo autor. Esta historia transcurre en un lugar donde todo ocurre con mucha velocidad y esa velocidad también la pusimos en el texto. Para que eso ocurra, se necesitaba muy buen oído y todos tienen mu buen oído. De hecho, hay voces que cantan además muy bien. Son muy musical, hacen clase de eso. Los chiquillos más jóvenes son muy dotados musicalmente.
Te quería preguntar por el texto mismo. ¿Cuáles son las temáticas que aborda la obra que tú crees que hacen que el texto sea tan interesante? ¿Qué es lo que te llama la atención de este texto? El elemento humor es clave en esta obra. ¿Qué otro elemento cree que es atractivo a partir de este texto?
Como toda obra de Shakespeare y comedia de Shakespeare, juega con el enredo. Aquí se suma que es un enredo que tiene que ver con los géneros. Es un clásico. Los dos hermanos mellizos iguales, pero uno hombre y la otra mujer que se separan en un naufragio. Llega la niña a una isla maravillosa, llena de fantasía. Se emplea vestida de hombre en la casa de un duque, que está enamorado de una condesa, pero ella se enamora. Este enredo con los géneros habla de una cosa muy hermosa y así tratamos de asumirlo, que es sin mensaje y con cero prejuicio para que aparezca como completamente natural, sin subrayar. Pero está súper clarísimo. Hay un beso entre las dos mujeres eterno. Lo hermoso que pasa es que está contado desde tal lugar de libertad que el espectador lo asume. Hay niños que gozan realmente. Yo creo que, el que no se cuestione esta cosa de género sexual, tiene que ver precisamente, con no ponerle un subrayado, pero sí dejarlo súper expuesto y asumirlo con mucha libertad, asumirlo como no tema, asumirlo gozosamente. Así el tema se viene a uno encima, pero sin prejuicio. Es muy difícil que alguien ponga prejuicio sobre aquello que está mirando. Yo creo que tiene que ver con esa manera de entrar. Eso a mí me parece muy atractivo de la historia shakesperiana. Eso es lo que más me satisface del texto, aparte de la historia, que es entretenida, pero uno conoce estas historias, que más de una vez uno ha escuchado, ha visto. Sin embargo, lo más gozoso para mí tiene que ver con que el tema del género, está súper puesto ahí, expuesto, sobreexpuesto incluso, pero entramos desde tal libertad, desde tal gozo, desde tal alegría, que el tema no es enjuiciable. Eso es súper bonito, porque finalmente es un gesto político que da la vuelta, porque no hay prejuicio y el público difícilmente pone prejuicio sobre esto que está mirando. Ese es el logro más grande.
El texto es tan potente y está abordado de una manera tan interesante y tan novedosa como con este tono, quela puesta en escena, es muy sobria y más que nada los vestuarios es lo llamativo. Aparte de los vestuarios, no hay escenografía, se ve el fondo del teatro. Cuéntame ¿Cómo fue esa propuesta estética del montaje?
El diseñador es César Erazo Toro, que es un súper diseñador, con el cual es muy fácil dialogar y conversamos harto, pero no tanto. En general soy de aceptar la propuesta como otro gesto autoral, que convive con mi gesto autoral, más el gesto autoral de los actores, más el gesto autoral de los músicos. Permitir que los autores aparezcan. El teatro está lleno de autores. La puesta en escena está llena de autores. Cuando uno permite que esto ocurra, se produce un fenómeno teatral bonito, sobre todo cuando hay sintonía con lo que uno está haciendo. El escenario despejado con ese espejo tiene que ver con una idea, que a mí me pareció interesante, uno; mostrar porque nos dijeron, les ordenamos un poquitito. No, no, no dijimos que quede como está. Así está, porque la gente del teatro decía: “Pero estas escaleras que están acá”, que son las que usan ellos para subirse, brillan mucho. No importa, es lo que hay. Así es, así está, así lo encontramos, así lo dejamos. Eso hace cita al edificio que es el homenajeado, al edificio del Teatro Nacional, el teatro Antonio Varas. El espejo tiene que ver, porque un espejito que hay en medio dorado, que es el tamaño que uno alcanzó a comprar con el presupuesto, Sí todo es así. Yo, como los cubanos, diría: “lo que ocurre conviene”, porque es para mejor. Uno dice: “Esto es lo que hay”. Con esto se hace y con esto diálogo y con esto creo, no me invento una cosa en la cabeza más grande de lo que puede ser. Digo: “Esto es lo que hay. Ok, trabajemos, construyamos con lo que hay” porque además tiene que ver con una manera de producir mucho más cercana a nuestra realidad, a la realidad de nuestro teatro acá. Ese espejo tiene que ver también con que en la obra se dice muchas veces: “Aquí nadie es lo que parece ser”. Por otro lado, ese espejo, dependiendo de donde uno esté sentado, refleja al espectador. Entonces uno ve el teatro a los dos lados; del fondo y ve el otro fondo de por donde entró el público con ese espejito. Entonces por una parte estamos dando cuenta en el diseño, del edificio que es el homenajeado y del contenido que tiene que ver con el reflejo sobre sí mismo. ¿Quién soy yo realmente? ¿Soy este reflejo? ¿O soy otra? ¿Otro? ¿Otre? Eso a mí me parece que es muy hermoso. Si tú te das cuenta, los cambios de vestuario tienen que ver con cambio de personaje, pero también hay cambios de personaje que no es nada, es sacarse y quedarse como uno es. Por eso también uno está homenajeando, gracias al diseño también, lo que sustenta el teatro, nuestro teatro por lo menos que es el trabajo del actor y la actriz.
Has trabajado harto con teatro clásico adaptado a un concepto más contemporáneo, incorporando humor, que pasa con Hablan, pasa con Edipo, Vania, lo que has hecho el último tiempo con el Teatro de la Provincia. Estos textos clásicos, que adaptadas a lo contemporáneo, incorporando humor ¿Este es el formato que te acomoda?
Yo dividiría las obras, separaría las obras de la Trilogía final, porque, se usa el clásico para hablar críticamente sobre el estado de las cosas del teatro. Estas otras dos Vania y Noche de Reyes, lo que las junta, más que lo clásico, es el humor, pero es el humor que ocurre porque en la Trilogía anterior fracasamos. Es un fracaso. Hablamos del fracaso del teatro. Esta insistencia en el hacer nos pone en un lugar, siento yo, súper ridículo. La manera en que estos personajes, en estas dos últimas obras, viven su existencia en este universo ficcional es ridículo porque somos muy ridículos. Entonces es una paradoja muy grande, porque venimos del desencanto absoluto del fracaso, que nos hace mirarnos y encontrarnos ridículos, y volvemos al teatro haciéndonos cargo de la ridiculez, y nos caemos a la comedia, porque la manera de habitar la vida de esos personajes, de esta comedia, (Vania no necesariamente asumido como comedia en todos los montajes), pero la manera de habitar la escena ridículamente hace que vuelva a aparecer la comedia. Los clásicos nunca pasan de moda porque si es clásico, sigue vigente. Tiene que seguir vigente, porque lo que hace un clásico es hablar más que de la anécdota particular de ese Tío Vania, de esta condesa y este duque hace hablar de elementos reconocibles de la condición humana, con los que el espectador se puede encontrar y de alguna manera identificar, resonar. Eso lo convierte en clásico. Por una parte estamos hablando de temas que sí o sí son contingentes, pero habitados por seres humanos, que el fracaso los ha hecho enfrentarse a su propia ridiculez. Eso se convierte en cómico. Esa es la vuelta.
Últimamente te hemos visto más como director. ¿Qué es lo que te atrae de la dirección teatral? ¿Qué es lo que encuentras interesante, fascinante dirigir teatro, de hacer teatro?
Hay una cosa súper egocéntrica, pero no egocéntrica como uno lo suele entender, sino que en el sentido de que hago la obra que yo quiero ver. Porque yo creo que el mejor público de esas obras soy yo. Me río, encuentro lo más divertido que hay, hago lo que quiero ver, no lo que me hace feliz ver. En este caso, estas dos últimas obras. Hablo de los temas de los cuales yo quiero hablar y que me parece importante y me produce un goce muy grande verlo. Ese es el punto de entrada, ver las obras que uno quiere ver. Hacer, construir aquello. Está la fascinación de brindarle a las actrices y a los actores un contexto que, finalmente es lo que uno hace, para que se luzcan. Eso es mi mayor goce. Ver actuar, no como individuos, sino a un grupo narrante, que la actuación sea resultado de un acuerdo grupal, real o ficticio, que uno vea arriba del escenario y que uno diga acá hay un grupo que nos quiere contar una historia. No me cabe la menor duda que ellos quieren contarme la historia. Eso hace que actúen muy bien. Pero no una actuación egocéntrica consigo mismo, sino que es el choclón que se ponen de acuerdo para contar. En ese contar, en este caso, es actuando. Ese placer no me lo quita nadie, de brindarle la posibilidad a los actores, de generar esto que es tan hermoso que es trabajar colectivamente para construir una ficción. Ellos entran a construirla en cada función. Por eso es tan vivo lo que hacemos. Están ahí con una alerta muy grande, porque es el grupo el que está contando. No sé si se logra notar aquello, porque hay otras obras que también me gusta mucho ver, que uno dice: “¡ah, qué bien está este! ¡este no!” También acá uno dice me gusta más este que este otro, pero uno ve que es un grupo el que quiere hacerlo, un colectivo. Eso, a mi entender, es una particularidad que al teatro no le han logrado quitar. Nos han quitado todo lo colectivo, por todos lados, pero el teatro, eso todavía no se lo quitan. Esa capacidad de acuerdo y de actuar juntos con un objetivo en común.
Ficha Artística
Título: Noche de Reyes
Dirección: Rodrigo Pérez
Diseño integral: César Erazo
Asistente de dirección: Catalina Rozas
Elenco: Jaime Leiva, Marcelo Lucero, Francisca Márquez, Roxana Naranjo, Francisco Ossa, Marco Rebolledo, Diana Sanz, Nicole Vial
Compositor musical: Guillermo Ugalde
Producción: Teatro Nacional Chileno
Coordenadas
Festival Stgo a Mil
16,17 y 18 de enero 19,30hrs
Teatro Nacional Chileno
Sala Antonio Varas