Entrevistamos a este reconocido director teatral chileno que está presentando esta obra de la autora norteamericana Kathrine Kressmann Taylor, adaptada al teatro por Frank Dunlop. Cuenta con las actuaciones de Eyal Meyer y Víctor Montero. Está en cartelera en el Centro Cultural Las Condes hasta el 25 de Noviembre, con funciones de viernes y sábados, a las 20:00 horas, y domingos, a las 19:00 horas.
Cuéntame sobre esta obra. ¿Cómo surgió?
Esta obra llegó a mi porque Inda Producciones me llamó para dirigirla. Ese es el acercamiento que tengo con ellos. Cuando se acomodaron los tiempos decidí hacerla. Después viene el tema de conseguir los actores, finalmente el elenco quedó conformado por Víctor Montero y Eyal Meyer. Ahí fue cuando empezamos a trabajar, y finalmente el resultado al que hemos llegado me tiene más que satisfecho. Logramos instalar un objeto artístico que a mi me satisface y yo creo que a ellos también, desde las actuaciones y desde la puesta en escena, fue confluyendo todo el lenguaje.
¿Cómo llegaste a estos actores?
Uno va buscando, tiene ciertas ideas, algunos no podían, y así finalmente llegué a ellos. A Eyal lo conocía, también conocía a Víctor. A ellos les interesó la obra. Cada uno encuentra que tiene algo que decir con la obra. De alguna manera con este elenco así fue.
¿Qué temáticas de la obra te llamaron la atención?
Primero había una cosa interesante. Está basado en una novela epistolar, cortita. La adaptación no difiere mucho sino que aporta algunas características sobre los personajes, eso era lo interesante. ¿Cómo instalar en el escenario algo que básicamente es un diálogo entre dos personas que no están en el mismo lugar, ni tampoco en el mismo tiempo? Cuando alguien te manda una carta te llega después que el otro la escribió. No es lo mismo recibir una carta, cuando uno la escribe. Antiguamente, uno mandaba una carta, y había un tiempo en que llegara, y un tiempo en que te contestaban. Lo interesante de eso, cuando mandas una carta tienes una ansiedad de una respuesta de esa carta. Lo que pasa ahora, en el teléfono, la obligación de estar conectado, comunicado. La gente manda un Whatsapp y no le contestan altiro y se desesperan, y eso que es instantáneo, te das cuenta que lo leyeron pero no lo contestan, haces un montón de conjeturas en torno a eso. Era un punto de interesante para enfrentarse a lo que significa eso de enviar una carta, el correo. El tiempo de llegada, el tiempo de la lectura. Cómo confluían esos dos tiempos, y esos espacios diferentes en un mismo lugar. Eso lo plantea la obra de teatro, los dos están en un espacio que está dividido, que tiene ciertas diferencias, y lo que los une en ese espacio, están en un escritorio y se van escribiendo las cartas y leyendo al mismo tiempo. Ese era una atractivo en torno a la puesta en escena. ¿Cómo hacer ese diálogo entre esas dos personas que no están en un mismo tiempo ahí en un mismo lugar? Ese dialogo, yo lo veo y me imagino a mi otro compañero que me está escribiendo. Ese es el punto de partida. Ésta es una obra que de alguna manera es una llamada de anticipación, fue escrita en el año 38′, justo antes que ascendiera Hitler al poder. Habla de cómo esa ideología, hace que dos amigos se distancien. Finalmente la obra se trata sobre la amistad, cómo una amistad
se quiebra a propósito de una traición, y como esa traición hace que la gente, de ser víctima se convierte en victimario. Cómo eso va engendrando la violencia. Cómo una ideología, tan actual ahora por el fascismo, hace que las personas cambien. Cómo el racismo, porque dentro de ese fascismo también hay un racismo, hace que eso pase, cómo las relaciones humanas, se ven afectadas. Finalmente es una obra sobre el amor, el amor de hermanos, de amigos, de la familia. También hay un tema con la familia de por medio, con la soledad. También con el dinero, que tiene que ver con lo que trabajan ellos, tienen una galería de arte. De alguna manera están transando con ese arte. Esos son los tramas que aborda la obra. Yo diría que el más importante tiene que ver con esta amistad que se rompe producto de esto, como uno sin darse cuenta, de víctima se puede convertir en victimario.
¿Cómo se conecta con la actualidad?
Yo encuentro que tiene mucha actualidad, entre el resurgimiento de los fascismos, en el mundo, lo que está pasando en Brasil, lo que ha pasado en lugares de Europa, lo que va pasando aquí con la visión de que el país tiene sobre el racismo, sobre la diferencia. Sobre lo que nos provoca ciertas problemáticas. Yo creo que en ese sentido es muy actual. También porque tiene que ver con cómo una ideología afecta las relaciones humanas, cierto tipos de cosas, ciertas visiones del mundo, y a propósito de ciertas circunstancias que vive la gente, cómo surgen ciertos movimientos, producto de lo que pasa. Tiene todos esos elementos y que van construyendo un caldo en el que se va cocinando esta relación.
¿Cómo fue el trabajo con los actores, en relación a tu método? Tu tienes un método muy particular de trabajo de ensayo con los actores.
Los actores se entregaron totalmente al trabajo que yo fui realizando. Es un trabajo muy físico, mucho trabajo con las emociones. Yo planteo que la escena es una gran acción que es interrumpida por textos, porque nosotros vivimos en la acción, no vivimos en los textos. Los textos, desde mi perspectiva interrumpen ese continuo, porque uno en la vida no está todo el día hablando, uno está haciendo. En general nadie te pregunta que hablaste ayer, todos te van a decir que hiciste ayer. Por lo tanto, les digo a los actores, ¿Cuáles son las acciones que se están articulando?, ¿Cuáles acciones nos aluden en el texto, en un tiempo pasado, que están haciendo en el tiempo presente, o que potencialmente podría hacer en el futuro? Ahí voy entrando en el trabajo con el texto que es súper potente, que tiene que ver con el significado de las palabras y saber cuál es la función de ciertas palabras en el texto, si son adjetivos calificativos, si son sustantivos, si son verbos, cómo eso articula la escena. Eso tiene que ver con un significado, con una función gramatical, por otro lado tiene que ver con el origen de la palabra, la etimología de ciertas palabras. Cuando uno va al origen descubre por qué nació. Hoy estaba leyendo la palabra invulnerable, alguien es invulnerable, esa palabra de vulnerar, y de ahí viene del Latin, Vuln , que significa herida. Alguien invulnerable es alguien a quien no puedes herir, alguien vulnerable es alguien a quien has herido. A partir de ahí, el origen de la palabra me lleva a un lugar muy concreto en el cuerpo de quien utiliza esa palabra. Ese material para un actor es mucho mas fácil trabajar. La etimología me lleva a lo concreto de la palabra, a un uso concreto en la realidad, en un cuerpo. Un concepto que voy trabajando, ¿Cuál es la acción de la palabra en el cuerpo? ¿Cómo yo con mi cuerpo me puedo explicar la palabra a mi? Siempre hago un ejercicio básico de actuación, cuando le digo a alguien que actúe una palabra. Si digo «Ratón», conviértete en un ratón, si tú te puedes convertir en un ratón, esa palabra te logró accionar, provoca movimiento, provocó energía. Todas la palabras aluden a los sentidos (…) Al actor le puedo dar ese material, para que esté trabajando con algo que ve, es un material súper concreto y ayuda al actor a construir. También en términos dramáticos uno va sabiendo el tipo de frases que son exclamativas. Metodológicamente voy entrando desde una perspectiva emocional, hay palabras o frases que me hacen una topografía en el escenario. Hay frases que me hacen acercarme al otro actor, o alejarme de él. Hay cosas que yo digo ¿Me tensan o me relajan lo que me está diciendo? Las palabras van construyendo una realidad. Bajo esa perspectiva me voy a contactando con los actores a partir del texto. Ahí nos vamos metiendo. A partir de las imágenes, empezamos a hacer un book de imágenes. Hablamos de una comida alemana, tratamos de ir a comer esa comida alemana. Algo vivido, es algo sentido. Obviamente voy trabajando con ciertas frases, esta frase es una unidad de sentido en si misma, una unidad de imagen, una unidad emocional, en si misma tiene una emoción, como puedo ir trabajando con las comas y los puntos. Siempre planteo un texto como una partitura de lo que está escrito. Una coma es algo que quien escribe me está diciendo algo y yo digo que una coma es un gesto en el cuerpo. Si hay un punto significa que hay un cambio muy potente. Yo lo planteo como un desplazamiento en el espacio. Eso se va acomodando, a la medida que va sucediendo en la escena. Voy construyendo una cartografía en el escenario a partir de eso. Voy trabajando, después eso tiene cierto grado de elasticidad producto de la puesta en escena que quiero hacer, lo que sienten como actores y lo que quiero plasmar en el escenario. En la obra los actores no se están mirando porque están en lugares distintos, después va a suceder algo, de una situación un poco cuántica, ¿Cómo yo logro pasar hacia el otro lado? Hay un espacio de tiempo que a la vez es un espacio físico. Estoy en América y voy a Europa, hay un espacio y un tiempo, ese tiempo está asociado a un espacio. Cuando yo leo una carta acá, es el momento, cuando la mando, es el momento en que la leí, la fecha cuando
la leí, porque además el que me manda la carta, me lee su carta. Le da la interpretación que él da a lo que lee, ahí empezamos a tratar de encontrar ese diálogo. Nos fuimos metiendo, de forma bastante intensa. No trabajé con los dos a la vez, a veces trabajaba con uno, después con el otro, después los fuimos juntando. Fue muy interesante trabajar con ellos. De repente el actor es impelido a hablar, porque insiste que el texto lo va a salvar, siente que es interesante porque habla. La gente viene al teatro a ver lo que haces, producto de lo que haces, hablas. Producto de lo que sucede entre nosotros, hablamos. Producto de lo que sucede, hablamos.
¿Los actores se adaptaron bien a este método?
Yo no tengo nada que decir, se fueron entregando absolutamente, mi reacción es como uno hace, vive la vida. No es una visión estética de cómo hay que hacerlo, ni una poética, sino que reproducir cómo uno funciona en la vida. Eso me puede funcionar en la obra o no, ese es otro tema, pero tiene que ver con un punto de partida. Tratar de reproducir lo que podría suceder en la vida diaria, hay una distancia estética, en torno al objeto artístico y uno va acentuando ciertas cosas, y otras no, hay otro procesos.
¿Cuál fue el mayor desafío del proceso?
Tiene que ver con cómo lograr que ellos vayan comprendiendo de que hago y después hablo. Porque uno está acostumbrado a tener que hablar. Pero en realidad uno está siempre haciendo, si no, uno no estaría aquí. Estamos buscando los impulsos, donde están los impulsos que provocan lo que digo, esos impulsos tienen ese motor en los ojos, veo algo de lo que digo, es porque es algo que escucho, por eso hablo, toqué algo, recuerdo cuando toqué algo, y eso me provocaba algo. La complejidad tiene una obra a partir de cartas, él habla todo el rato y el otro no dice nada, pero están dialogando, porque el otro está leyendo la carta en este caso. Ese es el juego que fuimos haciendo.
¿Cuánto de judaísmo hay en la obra? ¿Es un tema la religión?
No es anecdótico. El tema del nazismo es lo que desata el cuento. Son dos amigos alemanes, que estaban en San Francisco y después se separan porque uno vuelve a Alemania, entre guerras, justo antes que ascienda Hitler al poder. En ese transcurso el de Estados Unidos es un alemán judío y el otro es alemán, ahí empieza la problemática. El tiene una hermana de la cual el alemán fueron amantes, siendo este casado, ahí entramos en una cocina que se empiezan a cocinar otras cosas. No digamos que el que está en Estados Unidos es un judío demasiado observante. Es judío, no tiene que ver con cierto grado de ritualidad o de compromiso religioso, tiene que ver con que el opuesto al otro. Ahí parte el quiebre, cuando empiezan a hablar de la raza, mi raza, tu raza. Los amigos que se querían conocer, se empiezan a desconocer. La obra es sobre una amistad, con estos personajes que tienen estas características, que tienen cierto fondo emocional, espiritual, con ciertas aspiraciones, y eso les va provocando el quiebre.
¿Te fuiste a vivir a Con Con ? ¿Qué ha pasado en este tiempo?
Yo me fui a vivir a Con Con hace aproximadamente 10-11 años. Tengo una sala de teatro para 100 personas, tengo una compañía con un mi mujer que es actriz, con mi hija. En la casa tenemos el teatro, hacemos muchas funciones para colegios, hoy tuvimos funciones en Santiago para un colegio, tenemos un repertorio amplio, de todo tipo de obras. Me dediqué a hacer teatro allá, me gustó. Allá me encontré un horizonte, otro horizonte, un horizonte espiritual mental, intelectual, emocional, y también un horizonte real porque tengo el mar. Cuando quiero ir, tengo un problema, no me cuesta nada, en 5 minutos llego caminado al mar. A lo mejor no tendré todas las oportunidades de trabajo que podría tener acá, pero tengo eso. Tampoco podría tener todas las oportunidades. Allá depende de mi lo que pueda trabajar. Hay un mundo por hacer allá, además siempre estoy dirigiendo una o dos obras en Santiago durante el año. También vengo a hacer funciones acá. Tengo una compañía allá que se llama teatro el «AlmaZen», esos dos conceptos; Alma y Zen. Trabajo con mi mujer, Jessica Ortiz, y mi hija Amelia Paz Céspedes, y con un grupo de gente con la que siempre estamos trabajando. Nuestro espacio es un centro cultural «El Mauco», siempre estamos produciendo, es un espacio de creación artística, hacemos «El cepillo de dientes», actúo yo, la dirijo yo, actúa mi mujer, en una obra de Horacio Quiroga y «Cuentos de la selva», de Oscar Wilde. Tenemos un repertorio de 12 obras, antes teníamos muchas más. Hemos montado unas 25 obras en el transcurso de este tiempo. Hago clases acá en Santiago en la Academia de Humanismo Cristiano, de interpretación para bailarines. Con mucho interés de hacer muchas cosas. Además es un emprendimiento nuestro. Todo eso lo hemos hecho nosotros sin Fondart sin nada, lo que no es la idea, si uno se pone a esperar los fondos nunca llegan y ahora con los recortes que están haciendo, menos. También actuando. soy actor, he venido a actuar, el último que estuve fue en «Negros” en el Gam. Sigo haciendo teatro.
¿Te sientes más director que actor?
Cuando soy director, soy director. También soy profesor, me gusta mucho hacer clases. Cuando soy profesor, me encanta ese oficio. Cuando estoy actuando, me encanta actuar. Tengo la mirada del director. Cuando estoy siendo director, también tengo la sensación del actor. Cuando soy director, también soy muy profesor. Es como una clase cuando estoy dirigiendo, me gusta enseñar. Me gusta cuando el alumno o el actor descubre o encuentra cosas a partir de lo que yo le pido, los elementos o herramientas que le estoy entregando para resolver algo en escena. Me gustan las tres cosas. Me encanta actuar. De repente no actúo tanto. La gente cree que no actúo tanto. Me encanta actuar. No me llaman tanto. Antes trabajaba más de actor, después me dediqué a ser director.
¿Qué opinas de la escena del teatro actual? ¿Cómo encuentras que está el nivel?
Yo siempre encuentro que se hace teatro. Es súper importante que se haga y a que todos les vaya bien. Veo poco teatro acá en Santiago. Generalmente estoy haciendo teatro yo. No veo porque no quiera, sino porque estoy haciendo teatro. Además es súper difícil teniendo el teatro al lado desligarte de eso, todo el tiempo inmerso en eso, que también tiene sus costos, familiares, de todo tipo. Yo encuentro que tenemos una escena saludable, lo que si echo de menos es trabajar con ciertos textos clásicos. En la cartelera no veo un «Hamlet», algo de Shakespeare más seguido, o algo de Chéjov más seguido, o algo de Brecht, o algo de Teatro Clásico del siglo de oro español, veo poco de eso. No veo cosas chilenas de textos, dramaturgia consolidadas, con puestas de escena más contemporáneos. También es un teatro para un público ya cautivo. Para un público más artísticamente iniciado, pero para público en general hay, pero debería haber más. Debería haber compañías que están en la vanguardia que están mostrando otras cosas, pero deberían haber compañías que se encargaran de mostrar ciertas dramaturgias más contemporáneas, textos potentes, cosas clásicas, tanto chilenas como extranjeras.
¿Qué se viene para esta obra? ¿Va a haber otra temporada?
Yo espero que haya otra temporada, y que empiece a venir público, de a poco está llegando publico. Espero que surja y llegue más gente. Siempre quiero que llegue más publico. Lo que pasa con los Fondart, que son temporadas de 12 funciones y se terminan la obras, hay actores que se convierten en actores de Fondart, 12 funciones aquí, 12 funciones allá y quieres seguir una temporada con un actor y no puedes porque ya está comprometido y tiene que velar por sus recursos, entonces es como un actor taxi, que pasa de una obra a otra. Como los profesores antes. Idealmente una obra debería hacer 100 funciones. Para que también uno como actor descubra lo que realmente hay en la obra.
¿Tienes algún otro proyecto?
Mi mujer está escribiendo una obra que se llama «Viento Mistral», una obra sobre Gabriela Mistral. Quiero hacer una obra basada en una adaptación de «Otelo». También vamos a remontar «El Principito». Tengo varias ideas, quiero montar una obra que tiene que ver sobre las cantineras en la Guerra del Pacífico. Tiene que ver con la mujer. Hay obras que siempre me gustaría hacer. Con la compañía hicimos «Yerma», hicimos «Bodas de sangre». Siempre me he gustado mucho Lorca, hicimos «La casa de Bernarda Alba», es una obra que se debería hacer en la actualidad, está muy vigente, todo Lorca está muy vigente, con todo el tema de la mujer ahora, es una obra muy potente de hacer.
¿Qué le dirías a la gente para que venga a ver la obra?
Que la gente venga ver la obra, porque van a pasar buen momento, una obra que la hicimos con mucho amor, que tiene una plástica muy bonita, grandes actuaciones y un tema que está muy actual.