Por Jorge Arriagada
Recién estrenada en diferentes ciudades de Chile gracias a Miradoc, Tan inmunda y tan feliz ha tenido una gran respuesta del público. El documental sobre Hija de Perra, artista chilena fallecida en 2014, muestra su evolución performática a través de la mirada personal de Wincy Oyarce, amigo y cineasta que a partir de un variado material de archivo construye una carta de amor hacia la transformista.
En entrevista con Culturizarte, Wincy Oyarce, también director de la película Empaná de Pino, donde Hija de Perra hace el papel protagónico, cuenta cómo se gestó el documental, revisa algunos de sus aspectos técnicos y recuerda el legado y la importancia de la activista en una sociedad que él considera más conservadora que antes.
Wincy, antes de entrar en Tan inmunda y tan feliz, este 2023 se cumplen 15 años de Empaná de Pino. ¿Cómo la recuerdas en su estreno y en perspectiva hasta hoy?
Como algo que nosotros veíamos medio imposible igual, porque fue una película que no pensamos jamás que íbamos a poder tener en cartelera. Fue súper inesperado el estreno. Fue justamente a raíz del Festival de Cine B, que ganamos el Premio del Público y ese premio era estar en cartelera, en el Centro Arte Alameda, que encuentro excelente ambas cosas. Tuvo un público que de repente no nos esperábamos y estuvimos harto rato siendo proyectadas en la sala de cine. Y ¿cómo la veo en perspectiva? De partida no había hecho el cálculo que son 15 años. Es harto tiempo. Creo que es interesante lo que ha pasado con esa peli porque como te digo fue una peli sin esas pretensiones. Un poco con el costo que tiene, con lo difícil que es hacer cine acá, y el cine que además yo quería hacer en ese momento. Creo que la pensamos como una peli para nosotros, para los amigos, y para poder proyectar en un carrete, ojalá en una sala, esas eran las intenciones iniciales. Y hoy lo que ha pasado con la película es que se sigue proyectando, siempre me están pidiendo Empaná de Pino. Hay como un entusiasmo por esa película que me sorprende y que, de cierta forma, da una satisfacción. Esa película que uno no le tenía mucha mucha esperanza a nivel de público, que siga resonando, que siga teniendo ese impacto, ese interés…
Has dicho varias veces que no había nada parecido. ¿Sigue sin haber algo parecido?
Yo creo que hay cosas audiovisuales donde uno puede encontrar similitudes o algún tipo de complicidad. A nivel estético, temático también. Pero, yo por lo menos, sentía que en ese momento efectivamente no existía algo similar. Había un contexto en ese momento, cuando yo terminé de estudiar cine, que había muchos hombres heterosexuales haciendo cine. Por ejemplo, en la misma escuela de cine donde estudié, no había más disidencia. Tenía compañeras que estaban empezando a hacer películas. De ahí siento que empieza a ocurrir un cambio, se empieza a renovar las personas que están detrás de cámara. Ahora creo que existe mucho más cine de disidencia, existen muchas más películas dirigidas por mujeres. Hay un interés también por esas miradas que antes creo que no existían en el cine chileno. Es súper bueno ese cambio que ha ocurrido en estos 15 años.
Entrando ya en Tan inmunda y tan feliz, ¿por qué hacer un documental sobre Hija de Perra?
Creo que tiene que ver con de qué forma uno se expresa, creativamente, artísticamente, mi forma es audiovisual. De cierta forma, al tener todo este material, voy viendo la necesidad de compartirlo con la gente, de compartirlo con el público de la Perra, pero también compartirlo con nuevas generaciones que no la conocieron. Creo que hay una búsqueda por difundir su trabajo, por difundir en todas las áreas donde Hija de Perra se desarrolló, que yo tenía registro de todo eso, que había estado en la música, que había estado en las performance, que había estado también en la academia con sus textos. Primero surge desde ahí la idea de plasmarlo en una película, que está en un documental. No sabía, en ese momento, que se iba a volver algo tan íntimo o que iba a tener la forma que tuvo finalmente el documental, que mi voz iba a estar presente. Eso yo no lo supe desde un principio, pero sí estaba este interés de expandir la obra de la Perra, que es todo su legado.
El documental ya ha llenado salas en diferentes ciudades. ¿Cómo ha sido el recibimiento?
Eso nos tiene súper contentos porque la verdad la recepción del público, yendo a la sala, es algo que cuesta hoy en día un poco, o por lo menos es lo que nos quieren hacer creer. Lo que pasa en realidad, como la realidad del documental. Pero nosotros hemos tenido una súper buena respuesta. Se han llenado las salas, ha agotado funciones, nos han pedido más funciones también. Estamos teniendo un recorrido importante con cineforos, donde la gente ha respondido súper bien. Así que obviamente, se agradece. Se nota que hay un interés por la película y también por la figura de Hija de Perra. Así que muy felices con eso.
Es un largometraje súper personal. Le hablas directamente a Hija de Perra. ¿Cuándo y por qué decidiste hacerlo así?
Fueron distintas etapas de trabajo. Primero, tener todo ese archivo, de revisarlo. De pensar en cómo articularlo de cierta forma. Creo que en un momento fue todo apuntando a que tenía que ser así, que tenía que estar mi voz en la película, cosa que a mí me daba mucho pudor escucharme. Si bien no estoy frente a la cámara, pero la voz se vuelve súper protagónica. También por eso, no quería yo ser un narrador que estuviera hablándole al público, como que dije: “Va a ser más cómodo también para mí hablar directamente con hija de perra”. Pensarlo como audios de WhatsApp que uno le puede mandar a las amigas. Eso se fue volviendo súper personal finalmente, y también pensé; cómo va a ser interesante para el espectador presenciar esto, como esta comunicación directa que yo voy teniendo ahí con mi amiga. Así fue.
¿Cómo fue el trabajo con el material de archivo? Aunque la mayoría es propio, tú mismo dices que te fuiste encontrando cosas que no recordabas en el camino.
Lo que pasa es que son tantos años de registro, hasta que se me habían olvidado algunos. La memoria es bien frágil. Por eso también me gusta registrar, porque conservas cosas que de otra manera, la memoria las elimina. Cuando me planteé el documental pensé también conseguir archivos de otras personas que tenían sobre la Perra, y eso lo descarté después. En un momento dije: “Voy a trabajar solamente con los archivos que yo tengo”. También cuando la película se fue convirtiendo en este relato más íntimo, más personal. También fui partícipe del nacimiento de la Perra, vi cómo sucedió eso. Yo andaba con mi cámara para todos lados, para la fiesta, para el concierto, proyección de películas. Entonces tenía horas y horas y horas de material y tenía un montón de cintas que ni siquiera estaban etiquetadas. También fue importante el trabajo con Melissa Miranda, que es una montajista, que me ayudó a todo lo que es como revisar, seleccionar, y también dejar fuera cosas, que creo que es algo que es lo que más cuesta. Pero en general todos los archivos y sobre los archivos que yo hablo principalmente, voy dialogando con Hija de Perra. Son estos registros que hice desde el 2004 más o menos hasta 2013, todo ese periodo más o menos que abarca. Es súper difícil tomar esas decisiones, sobre todo cuando hay tanto material. Al final tiene que ver con cómo articulas la película y cómo articulan la historia. También tienes que verlo de esa forma, narrativamente.
Aparecen los papás de Hija de Perra. ¿Qué opinaban ellos de lo que hacía?
Sí, la Rosita ha estado súper involucrada en la película. El papá, Orlando, que la Perra lo bautizó como Volando, así le digo yo también, siempre estaba involucrado en toda la historia de la Perra, del personaje y de las cosas que nosotros hicimos en conjunto. Por ejemplo, el papá participó mucho de Empaná de Pino. Nos ayudó en días que tuvimos grabaciones en distintas áreas que él nos podía ayudar estuvo ahí participando. La Rosita siempre fue muy activa en acompañar a la Perra, en ir a las proyecciones de Empaná de Pino. Todavía sigue involucrándose de esa forma. Además ha estado súper presente en lo que ha sido como la promoción de la peli, el estreno nos acompañó a Valdivia, al festival. Obviamente está súper involucrada también en lo que es mantener viva la memoria y el legado de la Perra. Es parte de nuestra pandilla.
En una parte del documental, Hija de Perra dice: «Mi intención con el público es el trauma». ¿Lo sigue haciendo hasta hoy? ¿Lo logra también tu documental?
Sí, me gusta esa escena porque la Perra estaba recién empezando a hacer performance y a mostrarse más a un público amplio. Primero nació en un contexto de carrete con los amiguis. Pero creo que instintivamente tenía súper clara la idea de cómo quería desarrollar su trabajo, cómo quería expresarse. En ese trauma se refiere a impactar en el público, a hacer cosas que pueden resultar como poco chocantes, pero que también te generan algún tipo de reflexión, te generan preguntas, te puede generar un rechazo. ¿Por qué te provocó esos rechazos? Te hace cuestionar cosas. Con la película yo quería serle fiel a la Perra, a lo que era su trabajo, a representarlo de la mejor forma posible pero que también te invitara a esa reflexión que nos hiciera pensar en distintas cosas que tienen que ver con lo político, con lo religioso, con lo social, cómo la cultura también nos determina, nos coarta en muchos aspectos. Siento que la perra también nos invitaba a esa liberación. La peli cumple en ese sentido el rol de representar bastante fielmente lo que ella quería hacer.
Me interesan dos secciones de la película, la de inicio y la de cierre. ¿Es una especie de invocación a Hija de Perra? ¿O cómo lo pensaste tú?
Esa fue una de las últimas escenas que se incorporaron después de todo este trabajo de archivo y de todo este trabajo de incorporar mi voz en la narración, en esas capas que se fueron metiendo en el documental. También estaba el tema del duelo, el tema de la muerte. Esta película cerraba para mí un capítulo que tenía que ver con despedir a una amiga y también a alguien con quien colaboraste creativamente. De ahí se instala la idea del rito. Hacer un rito al inicio, para invocar a la Perra y de ahí introducirnos y partir con la peli. También está esa intención, cómo la Perra se multiplica y aparecen unas perras chicas que le llamamos ahora.
¿Cómo termina la película? ¿Termina realmente?
Yo creo que la película evidentemente termina pero se abre también a otra posibilidad. No al final oficial, de cierta forma. Yo quería que quedáramos con esta sensación de que la perra sigue viva. De que la Perra sigue estando hoy en día presente y que nos sigue inspirando y que sigue siendo como necesaria. Sobre todo como para el contexto en que estamos hoy. Eso ha resonado mucho con el público en los conversatorios, sobre todo lo que he sentido y en los comentarios que hemos recibido de la película.
Has hablado de lo conservadora que está la sociedad hoy. ¿En qué crees que estaría hoy Hija de Perra? ¿Sería más drástica en sus performances?
Probablemente estaría más radical también en su propuesta, porque fue algo que fue pasando con el tiempo. Si se hubiese proyectado quizás con los años habría ido mucho mucho más lejos de lo que fue y estaría tomando los temas de de la contingencia. Eso era algo que hacía mucho también la Perra, según lo que fuera ocurriendo a nivel político, a nivel social, según las noticias que iban saliendo. Ella inmediatamente la incorporaba en las performances, las canciones. Efectivamente, en ese tiempo no estaban los Republicanos, no estaban toda esta avanzada evangélica que también viene junto con los partidos de derecha más radical. Todos esos discursos súper violentos contra las disidencias que estaban un poco escondidos. Hoy estaría enfrentando todos esos discursos, así muy caso a caso, como lo hacía ella en la performance.
Ficha técnica
Título original: Tan inmunda y tan feliz
Dirección, guion y montaje: Wincy Oyarce
Año: 2022
Duración: 90 minutos
Distribuidora: Miradoc