Entrevista al director teatral Javier Casanga: “Me gusta crear mundos inexistentes»

 

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos al destacado director chileno detrás de Escenas de un encierro. Trilogía de Teatro,  un ciclo que cuenta con tres monólogos, dos surgidos en el taller de dramaturgia realizado por Carla Zúñiga a la comunidad; y un tercero, de autoría de Zúñiga. Una producción que es parte de la segunda curatoría especial de M100 en cuarentena.                                                       

El director de la compañía La Niña Horrible (Historias de Amputación a la Hora del TéLa Triste Agonía del Pájaro Azul, entre otras), nos cuenta todo sobre esta obra que tuvo que dirigir en pleno confinamiento. Las piezas de teatro son interpretadas por cuatro actores nacionales quienes sitúan una mirada crítica sobre lo íntimo, el terror, lo grotesco con toques de humor negro. 

Cuéntame ¿Cómo surgió la obra Escenas de un Encierro? 

Carla Zúñiga, la dramaturga, hizo un taller de dramaturgia en Matucana 100 y dentro de ese trabajo salieron textos. La idea era que dos de esos textos, de los y las estudiantes de ese taller fueran representados, más uno que escribiera Carla Zúñiga. Yo no tenía idea de este taller. Una vez que este taller culminó, me invitaron de Matucana 100 a montar estos textos. Esto fue en marzo-abril. Este trabajo quedó en stand by por el tema de la pandemia, entonces para no arriesgarnos, y no arriesgar al elenco, a la gente que iba a trabajar, decidimos parar y después retomar una vez que todo esto de la cuarentena haya bajado. Los dos textos que elegimos fue uno de Antonia Toro y otro de Claudia Pérez, más el de Carla Zúñiga, que es el texto que elegimos para representar.

Pensando que esto es un formato online y que a diferencia de tus otras obras que estás acostumbrado a hacer, las puestas en escena son muy particulares, muy características de La Niña Horrible. Ahora tener que enfocarte en el primer plano ¿cómo planteaste esa propuesta, pensando en el formato online? 

A mí me fue un poquito más complejo porque, si bien yo tengo una estructura de cómo quiero armar el espectáculo en sí, a mí me gusta ir armando las escenas o me gusta ir armando los diálogos o los textos dentro de cómo el actor, la actriz, va reaccionando en el momento, con los suspiros, si sé afectó, si se ahogó en el momento mientras estaba hablando, de esa forma me gusta trabajar. Y no es que me guste trabajar tanto así, sino que esa es la única forma que conozco yo personalmente para trabajar, entonces fue un poquito difícil porque siempre estuve con ellos y ellas detrás del computador. De hecho, la grabación incluso se hizo, yo mirando a través de computador, de hecho a las dos dramaturgas yo no las conozco personalmente y nunca, en ningún momento vi a los actores ni a las actrices, ni tampoco vi a la maquilladora, a la diseñadora.

Todo esto fue a través del computador. Fue entretenido el trabajo, fue interesante, yo no podría llamarle a este formato teatro. Yo personalmente creo que esto no es teatro, ¿por qué? Porque creo que es un lenguaje nuevo en el que se debería empezar a investigar, porque no es teatro, no es televisión, no es cine, pero ¿qué es? Entonces yo creo que esa investigación es la que está un poquito en deuda. Investigar qué es este formato para ver si después de esta pandemia se puede llegar a instalar como un proceso de trabajo para los y las artistas. Eso me parece muy interesante.

El trabajo fue así, al principio yo pretendía hacer una comedia, para hacerlo un poco más dinámico, un poco más entretenido y más amable de acuerdo al formato. Pero como que en el proceso me dio una depresión rara, que al final no me quedó una comedia, me quedó una cosa bien melancólica, extraña. Mucha gente que ha visto el trabajo me ha llamado para hablarme y me dicen que es ver un trabajo de La Niña Horrible con depresión. No, pero yo creo que tiene que ver con los tiempos también, tiene que ver con el tema del encierro. Creo que el encierro trajo para los y las artistas, para toda la gente en general, pero me refiero principalmente a los y las artistas, un proceso bien angustiante igual. Nosotres estamos muy acostumbrados a trabajar con la otra persona, con las energías, con lo presencial. Yo por lo menos no hago cine, hago teatro y el teatro requiere de esa presencialidad que tiene el espectador o esa entrega que tiene el espectador. Yo te traigo una información y el espectador me la recibe y la entrega también de vuelta, eso es lo que hace que por lo menos, yo personalmente, no pueda llamarle teatro a este trabajo. Pero sí es un trabajo actoral, sí es un ejercicio actoral, donde el actor y la actriz se someten a un diálogo que tiene que ver con los planos que tiene este computador, que no es lo mismo que el teatro. Yo si quiero susurrar de partida ya tengo que bajar un poquito más el volumen, y relajar la musculatura, al contrario que hacerlo en un escenario. Yo creo que, podría ser que más que una dificultad, fue un trabajo distinto, o sea investigar nuevas técnicas para enfrentarse a este formado.

¿Cuáles fueron los mayores desafíos para ti en cuanto la dirección, específicamente con los actores a través de la plataforma online?  

Lo más difícil es tratar de trabajar el cuerpo solo viéndoles la cara, porque así es el trabajo en el fondo. Hay un solo trabajo que tiene la mitad del ejercicio donde se ve al personaje de fondo. Pero el plano que trabajamos, es el plano que tenemos tú y yo ahora, entonces al hablar, de alguna forma, es como las indicaciones más centradas en el cuerpo como: No, tiene que dolerte esta parte del cuerpo o no, tiene que salir el texto un poquito más desde el estómago, o contrae la musculatura acá. En el fondo, cómo hacer que el texto tenga cuerpo y no fuera solo una maqueta o un espectáculo de máscara de la cara, no poner caras sino que poner un cuerpo para soltar un texto. Entonces por eso llegamos, con mi asistente de dirección a ese trabajo, que es un poco más contenido, cómo contener. Ojalá no haya tantos gestos, me refiero a tantos gestos con el cuerpo.

Eso creo que fue la mayor dificultad, entender qué parte del cuerpo estaba trabajando el actor y la actriz para poder decir los textos. Cuando digo la parte del cuerpo, me refiero a que cuando uno habla, siempre habla en lugares del cuerpo distintos. Hay sensaciones que me llegan en el plexo, sensaciones que me llegan al estómago. Hacer ese trabajo para mí fue más complejo, sin verlos, sin verlas, presencialmente, para mi en teatro es mucho más fácil hacer eso.

La Niña Horrible tiene un estilo súper particular ¿Cómo ven futuros proyectos? ¿Están pensando en adaptar proyectos al formato online o ya están trabajando en obras presenciales? ¿Cómo lo ven a futuro?

Bueno, La Niña Horrible ya no existe obviamente.  La terminamos parece que fue en junio-julio. Pero principalmente terminamos esa compañía como un proceso, creo que ese grado de institucionalidad que estaba agarrando la compañía a Carla y a mí por lo menos, no nos interesaba. Creo que llegó un punto en que la compañía se hizo un poquito más grande que nosotros mismos. Yo no sé si el discurso que tienen los montajes que estamos pensando los monta Una Niña Horrible. Creo que también ya pasó un proceso donde se discutía, porque nosotros empezamos esta compañía como el 2014, 2013 me parece. Entonces ya pasó ese tiempo donde se cuestionaba si la mujer usaba falda y los hombres pantalones o viceversa, eso ya no importa. La problemática del género y de la masculinidad de las femineidades ya pasaron por eso. Ya discutir si los hombres usan pantalón o falda ya es una discusión bastante básica, entonces también quisimos empezar a trabajar con Carla a partir de nuestros nombres. Que los actores y las actrices no sean reconocidos como una actor o actriz de La Niña Horrible, sino que sean reconocidos y reconocidas por su nombre y apellido, creo que es más interesante y mucho más importante también, desde nuestro punto de vista. Porque muchos otros directores y directoras pueden pensar otra cosa.

Yo creo que hay una variación en las obras porque uno como artista va creciendo, en el fondo, cuando digo creciendo tiene que ver con la experiencia. No creo, por ejemplo, que el lenguaje como tal, esa propuesta de lenguaje que es un poco más expresionista, expresiva, un poco más barroca, que tiene un poco más que ver con lo dramático, con el teatro como lo clásico, se vaya a terminar porque en el fondo yo voy a seguir dirigiendo. Y Carla Zúñiga va a seguir escribiendo. La compañía fue una unión de Carla Zúñiga conmigo y desde ahí encontramos un diálogo que nace con este lenguaje. Pero tiene que ver con que cada uno y cada una tiene su autoría también. Yo no creo que montaría Las tres hermanas de Chéjov, no sé si las montaría tan distinto al Pájaro Azul, por ejemplo. De hecho, yo me inspiré en Chéjov para montar esa obra. Tiene que ver con eso, por eso te decía que la gente me comentaba que era La Niña Horrible con depresión.

Igual estamos con nuevos proyectos, tenemos una obra con Matucana 100 para el otro año con Carla Zúñiga, ella escribiendo, sin nombre de compañía, un texto de Carla Zúñiga montado por Javier Casanga. Esa la estamos trabajando, tenemos tres obras y no sabemos cuál hacer. Estamos pensando en cómo va a ser esta vuelta y en relación a cómo se da el tiempo de los ensayos también, entonces eso es lo que estamos viendo. Estamos preparando algo presencial, pero no sabemos cómo va estar el tiempo, probablemente eso presencial si cambia al formato audiovisual.

¿Cuáles son los elementos principales para ti a tomar en cuenta una vez que decides montar un texto?

 Yo creo que principalmente el discurso, yo creo que principalmente el de qué está hablando. Puede ser una obra fascista, muy hermosamente escrita pero tiene que ver con de qué está hablando en realidad. Me gusta mucho que los temas que tratan sean temas de minorías sociales o gente un poco más tratada de abyectas o gente que se escapa de las normas que regulan los sistemas. Lo encuentro muy interesante, me gusta mucho trabajar con temas de inmigrantes, la homosexualidad, lo transexual, el travestismo me gusta mucho. Aunque probablemente haya una obra que pueda dirigir que no hable de travestismo y yo voy a poner un travesti igual. Eso tiene que ver con lo que me interesa mostrar a nivel de imagen. Tiene que ver también con que si es comedia, en realidad todos los textos tienen su particularidad, como todos los textos tienen su forma de escribir. Yo no sé si me interesaría trabajar mucho en teatro documental, no me gusta mucho, por lo menos me gusta un poco más el tema de la ficción, ficcionar, crear mundos inexistentes, un mundo que se parezca un poquito más a lo que sueño, eso me interesa más. Igual voy a ver obras documentales que a veces son preciosas, pero yo montar eso creo que me aburriría, cómo dar el dato en bruto, hablar de estadísticas, hablar de contexto histórico, específico. Cuando digo contexto histórico me refiero al dato bruto, como hacer una disertación, ese tipo de teatro no me acomoda por ejemplo, pero nunca, incluso cuando estaba en la escuela.

De tus obras que has montado, ¿tienes alguna que sientas que es la que ha tenido mejor resultado, la que le tengas más cariño, una que sientas que te identifica más?

Creo que La trágica agonía de un pájaro azul, esa por lo menos yo creo que es una obra que para mi está completa pero ojo, que yo siento que está completa. Además de toda la historia que conlleva y la dramaturgia, esa fue una obra también donde nosotros nos ganamos un Fondart, entonces teníamos los recursos para hacer lo que quisiéramos y para planear lo que ya habíamos pensado con anterioridad. Es una de las cosas más tristes o problemáticas también del trabajo actoral, como el tema de los recursos económicos. Hay muchos actores, actrices o artistas en general que tienen mucho imaginario, tienen cosas muy interesantes que hacer pero son los recursos que no alcanzan. Eso nos pasó muchas veces también con la compañía, la primera vez que nosotros montamos no alcanzamos a armar la casa completa, no teníamos plata para hacerlo. Entonces pusimos una puerta hermosa pero unos sillones muy feitos que costaron 20 lucas en un lugar donde habían muebles botados.

Pero a la obra que yo le tengo más amor, es Historia de amputación a la hora del té, porque creo que de todas las obras que montamos y todas las heroínas que planteamos con La Niña Horrible, esas es la única heroína que no quería morir. La única mujer de nuestras obras que no quería morir, todas las otras mujeres siempre quieren morir y esta no, entonces por eso le tengo un cariño especial. Ese no querer morir, de alguna forma igual es como querer morir, es muy extraño, como condenarse a la vida pero viene la muerte y te sorprende de pronto. Por eso esa es la obra que yo más le tengo cariño a nivel dramático.

¿Qué opinas del estado de la situación que está viviendo el medio cultural en la pandemia? La precarización de la cultura, el poco apoyo del ministerio de las culturas a los trabajadores culturales del arte. 

Yo creo que esto ha sido un tema nefasto, pero ha sido un tema nefasto desde siempre, encuentro yo. Lo que pasa es que siento que nosotres, y me voy a incluir también, nosotres como artistas, estamos pensando en los trabajos teatrales como un resultado. Más que construir políticas de cómo podríamos como artistas hacer una fuerza común para poder tener algún subsidio estatal, cómo podríamos lograrlo. Yo creo que esa discusión no la hemos hecho como artistas.

Todavía hay gente del arte, yo no lo hago, pero hay gente del arte, que he escuchado a colegas, que sigue romantizando mucho el amor al arte. Yo creo que hay que concebir al teatro como un trabajo, el teatro es un trabajo. Es un trabajo que requiere mucho esfuerzo físico, que es parte de la cultura, que es una culturización. Ahora, en el tiempo de pandemia, la gente en sus casas ha recurrido mucho a la cultura para no deprimirse, para no morir de angustia. Está en todo: en las películas, en obras de teatro online, en miles de cosas que tienen que ver con el formato actoral-artístico, también los conciertos, también otros formatos artísticos.

¿Qué está pasando? Que nosotros como artistas no estamos uniéndonos para discutir sobre políticas culturales, sino que estamos uniéndonos solamente para comentar qué obra de teatro están dando y qué tal es y si te gustó y no te gustó y cosas que a nadie le importa. Porque, por ejemplo, yo puedo opinar algo ahora, pero ¿y a quién le importa mi opinión? ¿A quién le importa? si yo digo una cosa, que soy yo y filo. Pero qué pasa, que a mí me importa que yo tengo compañeros de trabajo, sobre todo los actores y actrices que trabajan en mi compañía, donde no le puedo dar un subsidio, donde no les puedo dar una mantención o un contrato para que ellos no esté la obra en función y puedan seguir recibiendo algo para pagar la micro, pagar el metro, no sé. Esa fue también una de las razones por la que terminé la compañía, porque acá no hay falta de talento, ni de recursos artísticos ni nada. Aquí hay falta de un apoyo estatal que subsidie a la cultura en general. Yo creo que en este tiempo me he dado cuenta de eso, por lo menos me ha afectado un poco más el que no nos unamos como artistas para discutir estas políticas culturales.

¿Qué le dirías a la gente para invitarla a ver esta obra? 

Del trabajo de videos que estamos haciendo en Matucana, invitar a que lo vean, hay un trabajo que hay ahí con una dramaturgia, con tres dramaturgias distintas. Son textos cortitos, que tienen un gran mundo emotivo, y el trabajo del elenco igual es bien interesante porque se someten a una línea actoral, como que la grabación fue continua, nunca en en la grabación hubieron cortes, es como si fuera todo un proceso teatral, como si fuera una función.

Información de monólogos 

Obra 1: Esta vida no me quiere matar

Dramaturga: Antonia Toro

Actrices: Coca Miranda y Elisa Vallejos

Reseña: Una jefa aterrada, que recién ha cometido un absurdo y accidentado crimen, llama a una de sus asistentes del trabajo, en medio de la noche, para pedirle ayuda. A partir de esta historia, con tintes de comedia negra, el texto expone una potente reflexión sobre la enajenación en el trabajo, la soledad y el fracaso.

Obra 2: Amor y locura de un fósil violeta

Dramaturga: Claudia Pérez

Actor: Juan Luis De Camino

Reseña: El actor que habita debajo del disfraz de Barney, se ha enamorado perdidamente de Pancho Saavedra, el conductor de televisión. Es entonces que comenzará una búsqueda por terminar con su abismante soledad, logrando, de paso, encontrar su propia identidad. Este texto lleno de metáforas, es una gran y trágica confesión de amor, llena de humor, patetismo y grotesco.

Obra 3: Dos mujeres que tenían tan mala suerte

Dramaturga: Carla Zúñiga

Actor: Karim Lela

Dirección y Colaboración de procesos creativos:

Dirección: Javier Casanga

Asistencia de Dirección: Loreto Araya Abdala

Diseño: Sebastián Escalona

Maquillaje y vestuario: Elizabeth Pérez

Música: Alejandro Miranda

Reseña: Esta es la historia de un travesti que debe cumplir con la desgarradora tarea de despedirse de su agonizante madre a distancia, en medio de la pandemia. La protagonista recordará cómo el amor de su madre la salvó de la desgracia de este mundo, y todo el dolor que conlleva ser distinta en un mundo que pretende todo el tiempo, vivir en una absurda normalidad.   

Información general

Entradas: Paga lo que puedas / $2.000.- $4.000.- $6.000.- 

Dónde: Canal vimeo M100

Duración: 12 min (cada monólogo)

Hasta el 20 de diciembre en Matucana 100

 

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