Por Fernando Arabuena
Recibir las flechas con la mesura del tiempo, parece ayudarnos a descifrar lo que está vedado al instante, a lo próximo y ardiente del presente, donde se manifiesta de manera incognoscible lo inconmensurable de la vida. Porque es necesario el tiempo, el tiempo entendido como transcurso que llena de sentido una obra y la convierte en un hecho literario. Así lo ve Gonzalo Contreras: el narrador a quien le interesan las vidas: “las vidas en tanto flechas lanzadas en el tiempo”.
Comenzaré a desgranar las palabras del narrador, las que dan influjo a su obra. Esas palabras que sólo son las crisálidas de las imágenes que persigue: “Porque no es cosa de palabras; es cosa de imágenes”, dice Contreras. Y las observa desde su inmensa particularidad, en el descampado de la vida más allá de la academia, con la paciencia de quien se alimenta del tiempo y del claroscuro de su transcurso.
Así, como flechas lazadas por el propio escritor en el tiempo, Gonzalo Contreras nos habla sobre las imágenes de su cosmovisión literaria, las que están llenas de una poesía que lo delatan en la profundidad de sus palabras aquí transcritas.
Gonzalo, eres reconocido como uno de los narradores más representativos de la nueva narrativa chilena. Sin embargo, te describes en la poesía de esta imagen: “Soy un narrador y me interesan las vidas… las vidas en tanto flechas lanzadas en el tiempo”.
En mi caso es una apuesta que va más por el personaje que por el argumento. Cuando tengo los personajes, ya tengo la historia, esa ha sido mi apuesta. No creo que un argumento, por sí solo, posea un valor literario intrínseco, como muchos suponen. Mi interés, claro está, ha estado siempre puesto en los personajes que pueblan la historia, y que en mis novelas deben ser muchos. Los secundarios son fundamentales, y los trabajo con tanto celo como los principales.
Describiendo ese sutil, esquivo y frágil instante que es la creación, nos hablaste de la siguiente manera: “Si das vida a un momento, y le das esplendor a ese momento, y eres capaz de proyectar esa sensación … estás dando vida al hecho literario”.
Desde luego, la literatura no tiene otro objetivo que dar vida, producir vida, palpable, tangible, reconocible, y no una virtuosa exposición de ideas.
Sobre el transcurso del tiempo y nuestra irremediable condición humana para entender los hechos, dijiste: “El presente, su cotidianeidad y contingencia es ininteligible, ya que no se ha cargado aún de sentido y no sabemos su significado real”.
Solemos leer mal nuestro presente, la circunstancia nos oprime. La novela pone esa perspectiva en que vemos las cosas en su propio valor, y que nos revela muchas veces el absurdo de la vida y sus afanes.
En tu defensa a la literatura como observación particular e impronta de la vida nos dejas claro lo siguiente: “La Academia no saca escritores ya que el mundo de la literatura es la vida en toda su extensión. O te contactas con la vida o la emoción de la vida, o no hay escritura. No hay una técnica anterior al hecho narrativo”.
La literatura del siglo XX, segunda mitad, sobre todo, se llenó de teoría, una experimentación, pero más bien de índole académica, referida más que nada a cuestiones de lenguaje, que, para mí, es un camino yermo, estéril, carente de vida y emoción. Creo que la cosa no va por ahí. El estructuralismo es lo más nefasto que le pudo haber ocurrido a la literatura, sin duda.
Gonzalo, sobre este pensamiento tuyo: “El escritor transforma la realidad con el hecho artístico que ocurre con la palabra”. ¿Cuál es la realidad que descubriremos en tu último libro Los asaltantes del cielo?
Oh, esa pregunta no me la hagas a mí. No soy el más calificado para responderla, pero desde luego hay algo relacionado con un tema muy contemporáneo, con la construcción de identidades según el mercado de identidades, una construcción de identidad desde el “afuera”.
Nos quedamos con esta última idea de Gonzalo Contreras: “una construcción de identidad desde el afuera”, como una imagen crítica en su último libro Los asaltantes del cielo, donde Cristina, hija de Max Borda, llega a Chile con su nuevo novio Gastón Solar, un joven y ambicioso artista que tiene la pretenciosa idea de montar una representación de La tierra baldía de T. S. Eliot. Todo esto, enmarcado en la nueva relación de Max con su cuñada Virginia, situación nada fácil.
Sin duda, van evolucionando los personajes que encontramos en el libro El nadador, llevados por un nuevo tiempo que los envuelve en circunstancias que siguen transformando la realidad. Así, el escritor continúa en su oficio: “uniendo todo aquello que no está naturalmente unido, para hacer de eso una nueva imagen”. Y todo esto, en las propias palabras de Gonzalo Contreras: el narrador de vidas, en tanto flechas lanzadas en el tiempo.
Título: Los asaltantes del cielo
Autor: Gonzalo Contreras
Editorial: Grupo Planeta- Chile 2019
Temática: Novela contemporánea