Entrevista Antonella Estévez, editora del libro “¿Por qué filmamos lo que filmamos?, diálogos en torno a la mujer en el cine chileno”: “Ser mujer no es una categoría, ser mujer es una diversidad”

 

Por Galia Bogolasky 

Entrevistamos a la periodista, editoral del libro “¿Por qué filmamos lo que filmamos?, diálogos en torno a la mujer en el cine chileno” de Cine UDD,  y directora de Femcine, Festival de Cine de Mujeres, quien nos habla de feminismo, de cine, y de las historias de las mujeres detrás del cine chileno. El libro es editado por La Pollera, y tendrá su lanzamiento en los próximos meses.

¿Cómo surgió este proyecto? ¿Cómo fue fluyendo el proceso y cómo lo dirigieron a este tema de mujeres?

Como el libro anterior, también surgió a petición de la escuela y de Marcelo Ferrari (director de Cine UDD) quien quería poder darle una nueva vida a estas conversaciones tan interesantes que se dan en los cine-foros y este espacio que hacemos de manera continua en la carrera de Cine UDD, donde tenemos la posibilidad de compartir con la comunidad, no solamente con los alumnos y alumnas de la escuela, sino con la comunidad de la universidad, películas que están recién estrenándose o incluso en varias situaciones prestreno y luego tener una conversación con el realizador o la realizadora. Entonces, el 2018 salió el libro anterior, en donde recogimos 12 entrevistas que daban cuenta de los diez años entre el 2006 y el 2016 de cine chileno, el que tuve el privilegio de editar y en el que hice ocho de las 12 entrevistas que están ahí, además de una introducción para poder dar cuenta de lo que había pasado con el cine chileno en esa década, que coincidía con los diez años de la inauguración de la carrera de cine de la UDD. Marcelo (Ferrari) me invitó a que hiciéramos nuevamente ese proyecto y yo le propuse que esta vez el énfasis fueran las mujeres y que no solamente utilizáramos material de los cines-foros, sino que además creáramos material para el libro.

Este libro tiene tres partes y una parte es una introducción bastante larga que yo escribí, una pequeña historia de las mujeres en el cine chileno y también esa misma introducción da cuenta de la importancia de construir este relato y de hacer este libro, porque al momento de enfrentarme a escribir esto me di cuenta de la poquísima información que tenemos respecto a las mujeres en el cine chileno, desde la creación del cine chileno, desde las primeras experiencias a principio a finales del siglo XIX y principios del XX. Hay algunos nombres que están por ahí, pero sabemos muy poco de estas mujeres, razón por la cual nos parece súper importante relevar su presencia, su aporte y también su perspectiva. Entonces, la primera parte del libro es más bien eso, es un recorrido histórico de lo que sabemos, de la presencia de las mujeres en el cine chileno desde principios del siglo XX hasta la actualidad, con algunas reflexiones respecto a la representación de las mujeres en el cine, tanto delante como detrás de cámara. La segunda parte del libro recoge varias entrevistas que se hicieron en el contexto de los cines-foros, son entrevistas que están vinculadas al estreno de una película, a un momento muy preciso del desarrollo de esta cineasta en particular que está hablando de esta película en particular que vimos ahí. Luego hay otra serie de entrevistas a siete mujeres que escogimos por su trascendencia y aporte en el cine chileno. Son mujeres que llevan más de una década trabajando en el audiovisual chileno y que tienen una experiencia en distintos lugares y eso también nos pareció súper importante relevar, no solamente entrevistar directoras, por supuesto. Hay varias directoras entrevistadas como Alicia Scherson, Marialy Rivas o Paola Castillo, pero además entrevistamos técnicas, distribuidoras, a mujeres que aportan a todo el engranaje que permite que se hagan películas y levantamos cuál ha sido su experiencia para poder llegar a hacerse un lugar en un espacio que lamentablemente sigue siendo tremendamente patriarcal y masculino.

¿Cuáles fueron las mejores sorpresas con las que te encontraste en las entrevistas? ¿Algún descubrimiento, alguna revelación que te haya sorprendido o impactado?

Sí, yo creo que hay una idea que cruza todo el libro, que puede ser un poco obvia, pero no lo es. Porque uno se pregunta cómo llegaron estas mujeres a hacerse este espacio, cómo llegó a ser Alicia Scherson la única directora de ficción que en ese momento, cuando hicimos las entrevistas, tenía cuatro largometrajes terminados. Después, Dominga Sotomayor también estrenó su cuarto largometraje y también está en el libro presentando Tarde para morir joven y cómo es que Alexandra Galvis llegó a ser Alexandra Galvis, Paola Castillo o Marialy Rivas, cómo llegaron estas mujeres a instalarse y es la misma historia. Todas las veces es la misma historia y esa idea central me voló la cabeza porque es muy potente y la idea es que ninguna de estas mujeres fue criada para ser mujer, todas estas mujeres fueron criadas con conciencia de persona. Entonces, cuando yo les preguntaba «¿cómo llegaste?» todas me respondieron «pero es que nadie me dijo que yo no podía, desde chica a mí me criaron para poder, para poder hacer» y el impacto de verse mujeres fue cuando entraron al mundo laboral no a sus procesos formativos. Eso es súper interesante, porque esa sola idea rompe con el paradigma, con el prejuicio de que los hombres son de Marte y que las mujeres son de Venus y de que esencialmente somos distintos, y de que esencialmente hay cosas que podemos y no podemos hacer, eso es ideología de género. Lo real es que somos seres humanos, personas con habilidades que son entrenables, pero que para que se puedan entrenar tenemos que tener una conciencia de posibilidad, nosotros y todas estas mujeres tuvieron esa conciencia de posibilidades de su niñez, su papá, su mamá siempre le dijo «tú puedes hacer lo que quieras hacer» y efectivamente, estas mujeres se lanzaron y luego cuando estuvieron en el mundo laboral, se dieron cuenta de que el mundo estaba muy mal distribuido y que había ciertas limitancias, ciertos prejuicios y ciertas complejidades por el hecho de tener vagina. Y como ellas ya venían con un sentido de identidad muy profundo fueron capaces de superar estos límites y de hacer el aporte significativo que han hecho al cine chileno.

Le preguntaste a muchas de ellas si es que alguna vez sintieron alguna discriminación, si es que sintieron que el trato fue distinto, si les costó más llegar al lugar donde están por ser mujer, etc. También fue súper transversal, porque muchas dijeron que no había algo muy marcado, evidente, pero que estaba siempre ahí, creo que era como una de las sensaciones que queda de lo que ellas dicen. ¿Cómo fue tu impresión?

Sí, mi impresión también es que no se los habían preguntado. La mayoría de estas mujeres tiene más de 40 años, son de nuestra generación y, por lo tanto, hay un montón de cosas que estaban ultra normalizadas en sus universidades y en sus lugares de trabajo que ahora con lo que sabemos de feminismo y ahora con el movimiento de mujeres visibilizando esto, dejan de ser normales. Me pasó con varias de ellas que me dijeron «sabes que yo en ese momento no lo sentí, pero ahora que miro hacia atrás me doy cuenta de que». Y claro, algunas de ellas me dijeron «fue bueno que no me diera cuenta porque me sentía como que iba caminando entre el fuego y no me enteré, como que yo fui para adelante no más». Pero efectivamente esas cosas están ahí, han estado ahí y hoy día nos resulta mucho más visible y probablemente todas las mujeres de nuestra generación, todas las mujeres que tenemos más de 40, si pensamos hacia atrás decimos «chuta, la manera en que me trataban ese profesor no estaba bien, o las cosas que decía este otro profesor no estaba bien, o ese comentario que recibí de mi jefa en ese momento no estuvo bien», pero nosotras no fuimos criadas en el mundo en que están siendo criadas hoy día los chicos y chicas. A nosotras nos toca mirar hacia atrás para desnormalizar, que es lo que hicieron estas conversaciones y de hecho fue muy común en estas conversaciones largas, cada una de ellas duró más de dos horas, o sea, fueron conversaciones muy fuera de la lógica de entrevista, fueron muchas conversaciones, porque a todas ellas las conozco hace muchos años y las he entrevistado muchas veces y hemos tenido espacios de compartir en festivales y en otros contextos muchas veces, entonces, fueron conversaciones de mucha confianza en donde al final ellas me decían «¡Wow! Ahora que lo converso contigo me doy cuenta» y yo creo que eso también es un súper aporte de parte del libro, de aportar esa historia a esa experiencia y a esa revisión de cómo hemos llegado hasta acá.

Lo otro que es bien particular es que te das cuenta de que tienen una historia súper parecida y las temáticas también, por mucho que abarcan distintos temas en sus películas, tienen una sensibilidad perecida. ¿Te pareció un nivel de creatividad parecida? ¿Sientes que va por ahí, como que hay un camino recorrido, que se nota su trabajo?

Yo creo que volviendo a la idea anterior, para mí el feminismo es la lucha por poder ser una persona completa y compleja, luego, la expresión del feminismo que está en las calles pidiendo derechos es el espacio público de ese mundo interno, que es yo quiero ser frágil y fuerte, quiero ser racional y sensible, quiero ser activa y tierna, quiero ser todo eso porque los seres humanos somos eso. Luego, porque hemos sido criadas en un contexto patriarcal, a las mujeres se nos entrenan ciertas habilidades que a los hombres no, y viceversa, y entre esas habilidades está la empatía y entre esas habilidades están preguntarse de manera constante por el otro, por la situación del otro, por el problema del otro, por la mirada del otro, y creo que ese entrenamiento cruza el cine hecho por mujeres, que independiente del género y del tema que toquen, como las mujeres hemos sido entrenadas en el cuidado, ese entrenamiento nos acompaña también cuando hacemos cine y tenemos esta manera de acercarnos a las películas. Estoy generalizando porque, por supuesto, pueden pasar una cosa y otra, pero, por ejemplo, las películas más masculinas, entre comillas, van a pasar muchas cosas afuera, va a haber mucha acción, pero es posible que tengamos poca información respecto al mundo interno de los personajes a por qué hacen lo que hacen, qué es lo que los motiva, cómo se sienten. En el mundo del cine de mujeres uno podría pensar que incluso, si hay bastante acción, como una película como Capitana marvel o Wonder Woman, tenemos harto espacio para lo emotivo, tenemos harto espacio para la reflexión, tenemos harto espacio para las motivaciones del personaje y yo creo que en las entrevistas de los cine-foros en donde podemos ver estas ocho películas desplegadas, podemos darnos cuenta que en su diversidad todas estas películas se hacen preguntas por el acontecer de los personajes no solamente por lo que hacen, sino por qué son como son, y eso a mí me parece que es súper valioso y por eso necesitamos más, más películas hechas por mujeres y por otra voces, porque si de algo carece el mundo en este momento y lo necesita más que nunca es de empatía y de preguntarnos por el otro.

Tú también eres directora de Femcine, el festival de cine de mujeres que este año se va a realizar online. Se iba a realizar en marzo como todos los años y ahora se va a realizar del 4 al 9 de agosto.  Con tu experiencia en el festival, ¿qué opinas del concepto de si existe el cine de mujeres? Existe como una categoría, porque por ser dirigido por mujeres la película tiene ciertas características. ¿Sientes que se puede encasillar de cierta manera el cine dirigido a mujeres o el cine protagonizado por mujeres o el cine sobre mujeres? ¿Cómo ves esa categorización?

Somos un festival de cine de mujeres categorizado en términos instrumentales. Entonces decimos que cine de mujeres son las películas dirigidas por mujeres y las películas que tienen a mujeres como protagonistas. Ahora, cuando programamos esta segunda parte, mujeres como protagonistas, además, para Femcine nosotros exigimos que esas películas, que pueden ser dirigidas por hombres también, saquen a las mujeres de los estereotipos clásicos del discurso hegemónico. Entonces, esa sería la categorización instrumental de qué entendemos por cine de mujeres, luego, adentro de eso, hay de todo. Porque si algo hemos aprendido en estos diez años es que las mujeres somos diversas, múltiples, complejas, entonces no existe un género cine de mujeres como existe westerns, o cine de horror, porque las mujeres filman western y cine de horror y, de hecho, el Femcine lo han ganado películas de western y de cine de horror. Entonces, ser mujer no es una categoría, ser mujer es una diversidad. Tú y yo somos súper distintas. A pesar de tener, como decía antes, entrenamientos culturales similares, la manera en que nosotros expresamos esos entrenamientos son súper diversos y una de las cosas que quiere levantar el Femcine es dar cuenta de esa diversidad, diversidad en términos temáticos y diversidad en términos estéticos también. O sea, a las mujeres nos interesan distintos temas y los contamos de distintas maneras. Ahora, si me pones contra la pared, yo insisto en esta idea de la empatía. Yo creo que en general las mujeres tenemos un entrenamiento empático y eso normalmente se traduce en nuestra manera de hacer cine, insisto que estoy generalizando. El sueño sería que los hombres también desarrollaron esa habilidad, porque esa es una habilidad humana y no tienen nada que ver con mi vagina, tiene que ver con el entrenamiento. Mientras más personas sean feministas, más empáticos vamos a ser, finalmente, hombres y mujeres, y no binarios también. Yo creo que eso es. No hay un cine de mujeres como hay un género, hay más bien expresiones de la diversidad de ser mujer.

Volviendo al tema del libro y los textos. Como hay diversidad de roles, como explicabas tú también de que no todas son directoras, algunas son más técnicas, o hacen distribución, sonido, montaje, etcétera. ¿En qué área, después de tener esas conversaciones y de revisar los textos, crees que es más duro el mundo para las mujeres? ¿Dirigiendo cine o montando o haciendo pega más técnica, pega más administrativa? ¿Crees que hay algún área que le dirías a las mujeres como «no se acerquen a esa área»?

No. Yo creo que tienen que ir a por todas. Pero efectivamente va a haber algunas que son más difíciles. No es casual que cuando tú miras las cifras de participación de mujeres en el mundo audiovisual, hay muchas más mujeres en producción, en montaje y en arte. Porque si tú piensas esas tres áreas, son más consistentes con los prejuicios respecto a lo femenino, son áreas que tienen que ver con organización, son áreas que tienen que ver con cuidado, son áreas que tienen que ver con detalle, son áreas que tienen que ver con un liderazgo que está a disposición del otro liderazgo, que es el del director. Entonces, no es casual. Lo vimos en la escuela también, muy rápidamente que entramos ahí, incluso nuestras mismas profesoras, la mayoría de las profesoras de producción son mujeres. No es casual que, de los cinco mejores montajistas en Chile, cuatro son mujeres, o sea hay algo ahí. De hecho, la Andrea Chignoli dice que a ella le venía muy bien el montaje, lo mismo me ha dicho Sole Salfate, es un lugar muy privado que no se contrapone con el cuidado de los hijos, con el estar en casa, con la crianza, etcétera. Ahora, yo sí creo que las mujeres tienen que ir a por todas, pero efectivamente es mucho más difícil dirigir y dirigir ficción, porque de nuevo, dirigir documental son proyectos más largos con equipos más pequeños, que son mucho más manejables, que son mucho más familiares, que trabajan en una lógica mayor de comunidad, son proyectos con menos presupuesto y con menos ego. En cambio, la ficción son proyectos más grandes, son proyectos más caros, en donde además se lee un tipo de liderazgo que es muy masculino, que, por supuesto, eso es lo que hay que poner en cuestión, y que requiere ir contra un montón de prejuicios, partiendo por los prejuicios de conseguir dinero para hacer eso. Qué decir de las áreas técnicas, o sea, no es casual de nuevo que en los 94  años de los Oscar solo una mujer haya sido nominada a mejor dirección de foto, no hay ninguna en dirección de foto porque recién ahora están apareciendo las nuevas generaciones de DP en Chile. La única mujer de nuestra edad que yo conozco es uruguaya, que ha hecho consistentemente dirección de foto en Chile. Entonces las DP, que decir las eléctricas, sonidistas en terreno, o sea, yo le pregunté a Nadine (Voullieme) sí había otras como ella y no hay ninguna de su generación, están empezando a aparecer ahora. Es un momento emocionante, porque visibilizar a estas mujeres, como lo hacemos en el libro y como lo hemos hecho en Femcine, inspira a las nuevas generaciones de realizadoras para decir «ahí hay, existen, yo puedo» y a mí me parece que ese es un ejercicio súper necesario de hacer si queremos tener más voces diversas, contando historias diversas.

De hecho, lo que mencionas de los documentales, sí me llamó la atención que Paola Castillo contaba que también a ella le ha servido mucho el tema de documental, porque los documentales no te exigen irte dos meses en una locación, sino que van grabando de a poco. No es como que tengan que estar separadas de su familia y eso es un gran tema para las directoras, que los rodajes significan mucho salir de la casa y tener que viajar a otro lugar y por mucho tiempo y con una intensidad muy fuerte. Los rodajes tienen una carga física intelectual muy pesada.

Alicia me contaba que ella fue madre y dejó de filmar sola, fin. O sea, la única película que hizo después la codirigió y la hicieron a su medida.

Sí, en la casa, la de Alejandro Zambra.

Claro. Esa entrevista se la hice como tres días antes de que tuviera su segundo hijo y me dijo «Yo de aquí no sé cuándo voy a volver a hacer cine», o sea es el fin. Pero al mismo tiempo, en la entrevista de Rara, Marianne (Mayer Beckh) cuenta que ellas hicieron también ficción en otra lógica, con ocho horas de filmación, porque había niñas involucradas y se dieron cuenta de que era posible filmar así, el tema es que estamos súper marcadas por esta manera súper patriarcal, súper de que así tienen que hacerse cuando podemos poner en cuestión eso también, de eso se trata.

¿Qué le dirías a la gente para invitarlos a que lean este libro, que conozcan este mundo de las directoras, cineastas, mujeres en el mundo del cine? ¿Qué crees que es lo atractivo de un contenido así, sobre todo para las nuevas generaciones de cineastas y para el público general?  

Uno podría decir este libro va a apelar inmediatamente a las directoras y espero también a los directores jóvenes, a los estudiantes de cine. Pero no es un libro para especialistas. Yo soy periodista y mi trabajo es mediar y, por lo tanto, el libro está escrito desde un lugar súper accesible que no requiere tener mayores conocimientos en cine y en cine chileno para poder entrar, porque finalmente hablamos de historias, ese es el sentido profundo del libro, hablar de cómo se hacen las historias y la importancia que tiene la historia personal de quienes hacen esas historias. Porque si vamos en busca de que haya más mujeres y más diversidades contando historias, es porque las historias nos definen. Nosotros somos seres construidos de historias y si las historias siempre están hechas desde el mismo lugar, que es el lugar androcéntrico hombre blanco, heterosexual, rico, de primer mundo. En el caso del cine que habla inglés y vive en California, nos estamos perdiendo de una gran posibilidad de vernos. Entonces, para cualquier persona este libro puede ser interesante para conocer cómo se han llegado a hacer estas historias y cómo estas mujeres pueden inspirarnos con sus procesos, con sus luchas. Además, como son conversaciones, más que entrevistas duras, quiero pensar que el libro quedó con un nivel de calidez que invita a quien lee a sentirse parte de esa conversación.

 

Loading

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *