Entrevista coordinador Biblioteca libre Diego Ramírez: «Acá nosotros apelamos a la libertad»

Por Juan José Jordán

La Biblioteca Libre es una agrupación itinerante que se dedica al cambio de libros. Partieron como un emprendimiento educativo gratuito en el que para asistir a los cursos era requisito enseñar, pero como había mucha gente que no cumplía con ese requerimiento, se les pidió que aportaran libros. Terminaron con una cantidad impresionante y después de mucho pensar qué hacer, optaron por crear algo en torno al intercambio. Sobre esto y otros temas conversamos con su coordinador, Diego Ramírez, en el agradable café Plaza Santa Victoria.

Partieron en plazas, pero ¿Cómo lo hicieron para poder estar en los malls?

Para fomentar la lectura nos teníamos que insertar en lugares donde la gente hace la vida y uno igual se convence de que los malls son como las nuevas plazas, donde la gente compra y pasa más tiempo. Pasó que había un festival que se llamaba 100 en un día, que eran 100 intervenciones, se hacía en un día en noviembre, me acuerdo, y era como tomarse la ciudad en el sector de Lastarria, Bellas Artes. Hacer 100 intervenciones urbanas para fomentar el acceso cultural. Y ahí se me ocurrió que participáramos con la biblioteca y buscando muchos diseños de qué poder hacer atractivo visualmente llegamos a esta casita de libros. La propusimos, la montamos frente al Bellas Artes y llamó harto la atención. Era una versión mucho más rústica de lo que es hoy en día, la hicimos con pallets, con libros en una especie de muro que le daba forma. Hicimos esa intervención, después contactamos al Centro Cultural La Moneda para llevar la Casita de libros. Estuvimos un fin de semana de verano, el 2015. Y cuando ya tuvimos una muestra, más o menos, de que la actividad funcionaba, que había una propuesta estética, no sé si bonita, pero era algo, contacté al mall directamente. Les mandé un correo y les interesó la propuesta. Al principio costó harto convencerlos, pero nos dieron el visto bueno para que hiciéramos una prueba. Eso fue en marzo del 2016 si no me equivoco. Probamos y llegó mucha gente el primer día y al segundo día nos dijeron que querían que trabajáramos con ellos, que visitáramos otros espacios (de la cadena). Fue bien bonito ese paso de montar algo que no sabíamos en qué podía terminar y poder concretarlo en esta propuesta que hasta el día de hoy seguimos desarrollando.

¿Cuánta gente compone el equipo? Me imagino que tienen que haber diseñadores, constructores.

El equipo es chiquitito, actualmente somos cuatro personas. Hay una diseñadora-ilustradora, que se encarga de la parte gráfica, hacer los afiches, las ilustraciones, le damos harta relevancia a eso, también para las RRSS, por estas comunidades de lectores que hay; otra persona que estudió bibliotecología, que es Valentina, se dedica más a trabajar las reseñas, también lidera el proyecto con las escuelas que tenemos. Visitamos escuelas que tienen mayores requerimientos, que están más rezagados en tema de lectura o que los niños están aprendiendo más tarde. Ese proyecto es bien importante para nosotros ahora. Estoy yo, más como coordinador y tenemos otra persona que hace un poco de todo, que apoya la atención de público, los montajes, lo que sea necesario realizar. Pero los diseños (de la casita de libros y las estanterías) los he hecho yo no más, de manera autodidacta. En un principio tuvimos una diseñadora industrial que hizo el módulo con el que partimos en la biblioteca y que ya no utilizamos. Pero no nos salía a cuenta, y para poder seguir adelante con el proyecto me puse a aprender un poco de carpintería y a probar diseños.

Y les quedó muy buena.

-Si, ha sido muy entretenido. Hemos probado hartas versiones y ha sido harto ensayo y error, pero una de las cosas que más me gusta de la biblioteca es poder diseñar el mobiliario.

¿Lo hacen principalmente en Santiago? Porque estaba viendo en Facebook que anunciaban que se fueron al sur.

Sí, actualmente la Biblioteca está en Osorno y después tenemos que ir a Temuco y a Quilpué. Pero esto es parte del trabajo que tenemos con la cadena de Mall Cencosud. También lo hemos hecho de otra forma, hemos trabajado con la Biblioteca de San Felipe, una vez trabajamos con la Biblioteca de Valparaíso, pero todo depende de la gestión que se pueda hacer con una contraparte que nos reciba y nos ayude con la logística.

¿Se notan diferencias con lo que pasa en la capital?

En Osorno lo llamativo fue que allá no hay librerías, igual la participación es menor, la gente recién la está conociendo. Pero yendo a los números y comparando, va creciendo el número de participantes. Llama altiro la atención ver este módulo lleno de libros, que estén ahí a disposición de la gente, cuando en la mayoría de las tiendas te miran feo si te acercas o manoseas mucho los libros. Acá nosotros apelamos a la libertad, igual los libros se van a maltratar, puede que uno que les tiene cariño a veces se sienta medio incómodo cuando tanta gente los toma, pero tienes que superar ese miedo para que estén ahí, realmente a disposición de las personas. Esos son los principales atributos que tiene la Biblioteca: que esté integrada en un lugar público, que la gente pueda tomarlos y nadie les diga nada. Y después, cuando se enteran que se los pueden llevar a cambio de otro libro, es como doble sorpresa y la mayoría de la gente vuelve. La captación de público es muy fuerte en terreno y eso es un plus que tiene la Biblioteca. Acá en Santiago, la ventaja es que como llevamos tantos años haciéndolo, tantos eventos, ya hay comunidades más o menos creadas. Por ejemplo, cuando vamos al Portal Ñuñoa la mayoría son vecinos del sector, son caras que vemos todas las veces que vamos para allá, entonces, se va creando un vínculo y eso es bonito.

Acá voy a contar una experiencia mía en esta pregunta. Se dice que un libro te elige, esa frase media cursi. Pero yo encontré, cuando se pusieron hace años en el Costanera, La mancha humana de Philip Roth y no sabía nada del libro, del autor sí, pero del libro no sabía nada. Y el libro me sorprendió mucho, me gustó realmente.

¿En qué sentido?

Lo encontré una narración perfecta, maravillosa y súper poco correcta políticamente, se atrevía a tocar temas bien complicados. Pero la cosa es que fue súper azaroso, yo no sabía nada del libro, me tincó no más, lo saqué y lo cambié. ¿Tú crees que el azar cumple un rol relevante en la formación cultural de la gente?

Sí, de todas maneras. Un anhelo que yo tengo para poner una Biblioteca es que la gente se pueda sentar ahí y hojear los libros, como cuando uno se sienta en un lugar y pierde la noción del tiempo y lo que te tinca te llevas. De repente algo que no era lo que esperabas, pero que te sorprendió mucho más. En un momento tuvimos un local en Bellas Artes que arrendábamos, era una biblioteca libre permanente. Estaba todos los días abierta, pero no funcionó mucho porque fue justo antes que comenzáramos con las actividades en los malls e iba la misma gente siempre, entonces, las personas que eran de otro sector o de otra comuna, les quedaba muy lejos, no era tan atractivo quizás. Había un caballero que iba todos los días, era un señor bien mayor, según él había tenido una librería en San Diego y se pasaba toda la tarde revisando los libros con nosotros. Los revisaba una y otra vez y de cada libro sacaba algo entretenido. Eso a mí me impactó mucho y siempre trato que, ojalá, ese espíritu se replique, que la gente pueda tomar los libros, más allá de guiarse por la portada o cómo se ve o si es popular o no, o si sigue uno de estos challenges que están de moda, como este mes voy a leer un libro de misterio, este otro mes voy a leer un autor que me gusta, cada uno hace lo que quiere, pero igual la gracia es sorprenderse también, encontrar algo inesperado y eso me encanta cuando se produce y qué bueno que te haya pasado, encontraste algo que de repente no estaba en tus planes, pero finalmente te llegó.

¿Han notado diferencias de preferencias grandes por edades y sexo?

En la industria siempre está la idea de que las mujeres son las que más compran libros, que son las mujeres también las que le compran los libros a las parejas, a los hijos, a los papás. En la biblioteca el 75%-80% son mujeres, el porcentaje de participación de hombres es bajísimo. La mayoría de los hombres son adultos, cambian estos típicos thrillers policiales, Tom Clancy, John Grisham, esas típicas novelas de intriga o ensayo, de política, periodismo o investigación y está el otro grupo de hombres que buscan libros de fantasía, tipo El Señor de los anillos, y el resto son todas mujeres y, de ese grupo, la mayoría son veinteañeras o adolescentes.

Ha habido un ánimo revisionista que busca releer la historia para limpiar aquello que pueda desagradar a los ojos actuales y esto también ha repercutido en los libros, como lo que pasó hace poco con Roald Dhal, que se va a hacer una edición con un lenguaje más limpio, purgado. ¿Qué piensan de este tipo de situaciones?

Hablo por mí no más, no por la organización. Hace poco justo me leí un libro suyo, me gusta harto como escritor. Me gustan los cuentos, a veces bien pesado, ridiculiza tanto a algunos personajes. Pero leí Charlie y la fábrica de chocolate hace poquito y me chocó el lenguaje. En esa edición que leí aparecen los Oompa loompa, que eran como estos negritos que sacaban de África que estaban con Willie Wonka haciendo todas sus maquinaciones y eran unas especies de esclavos. Leyéndolo ahora no tengo problemas, pero creo que si tuviera un hijo o un sobrino de 8- 9 años y empieza a leerlo quizá igual sería bueno comentarlo, que haya algún tipo de mediación, porque me parece que no es material para leerlo tan a la ligera, siento que igual han cambiado un poco las cosas. Uno cuando es chico empieza a repetir cuestiones que lee, que escucha y puede que ya no sean acordes a los tiempos que corren. No estoy de acuerdo en que modifiquen lo que el autor escribió, eso no me parece, pero tampoco puede quedar así. No es que haya que pedirle permiso a alguien para leerlo, pero que te avisen que esto correspondía a otros años, a otro estilo de vida. Hay otras formas de referirse a la gente, otros valores también.

¿Estás leyendo algo por estos días?

Ahora estoy volviendo a leer libros que leía cuando más chico. Estaba leyendo La isla del tesoro y la estoy encontrando muy divertida y la leí hace como 20 años. El último que leí fue Sandokán, de Emilio Salgari, encontré una edición bien bonita que estaba completa. Lo encontré en la Biblioteca, me lo leí y me gustó mucho, me entretuvo mucho.

Al despedirse, Diego nos cuenta que estarán la semana del 10 de abril en el mall Costanera Center. Para tener más información y estar al tanto de dónde van a estar, se los puede seguir en instagram: @labibliotecalibre.

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