Por Galia Bogolasky
Entrevistamos a la directora, autora y protagonista de esta obra que se pregunta. ¿Qué pasa que nos volvimos tan violentos? que se convierte en el punto de partida de la obra Espíritu, segundo montaje de la compañía Teatro Anónimo, que hoy regresa a la cartelera del 4 al 20 de noviembre en Mori Recoleta.
La noche es el espacio que cobija a tres poetas que recorren una ciudad cualquiera deseosos de apresar en una botella, el mal que está oculto, que vive inmerso en una sociedad que olvidó el cultivo del Espíritu en pos de la codicia generando una fuerte crisis de humanidad, violencia y desconfianza entre sus pares.
Un viaje sonoro, cargado de reflexiones profundas teñidas a rato de una fiesta, porque en este montaje, la música es tan importante como el texto, que nos cautiva, y nos invita a hacer una pausa para volver a conectar con lo más simple de nuestra existencia.
Esto fue lo que nos contó.
Es súper interesante la propuesta de esta obra que tú diriges, escribes y protagonizas ¿Cómo fue este proceso de creación de Espíritu?
Nosotros somos una compañía, somos tres y somos muy cercanos, nos entendemos muy bien. El músico y actor es mi hermano y junto al otro, somos grandes amigos los tres. Entonces nos entendemos muy rápido y eso ayuda mucho a que yo pueda actuar y dirigir al mismo tiempo. Esto nació porque en nuestras conversaciones de grupo de teatro y de amigos entre nosotros, estábamos hablando que sentíamos que había mucha violencia en las relaciones, que la gente está muy deprimida, muy triste y que sentíamos que algo iba a reventar de repente. Esto fue antes de cualquier reviente de estallido, de nada. Sentíamos que como que había una mucha tristeza en la vida y la gente está muy infeliz, y queríamos hacer una obra de eso, pero queríamos hacer una obra que diera esperanza de algún lado, entonces decíamos ¿cuál es la esperanza? Ahí hablando decíamos: “Hay que recuperar nuestro espíritu, nuestra felicidad en el sentido como más espiritual de la vida” no en un sentido religioso, sino en un sentido de que la vida no es solo material, sino que hay muchas otras cosas que tienen que ver con la felicidad, que no hay tiempo en este mundo de realizarla. Por eso la obra habla de caminar, darle valor a la vida contemplativa, la vida donde yo tomo decisiones sobre mi vida, sin que los demás decían por mí, y yo digo “Sabes que yo quiero hacer teatro, y soy feliz haciendo teatro y quiero hacer teatro con mi grupo de amigos y soy feliz con eso”. Eso me va dando felicidad, que no es una cosa monetaria, pero es una cosa que va alimentando mi espíritu. La obra, en ese sentido, sentimos la necesidad de hacer un llamado, a nosotros en primer lugar, y a quien quiera, a quien se sienta representado, invitado, a recuperar nuestra vida, tomar tu vida en tus manos y recuperar el espíritu. Por eso la obra se llama Espíritu.
¿Cómo fue el proceso de trabajo, de montaje, de escritura y de preparación? Pensando, que fue antes del estallido, que pensé que tenía mucha lógica que tenía que ver con lo que surgió desde el estallido.
Fue antes del estallido. Lo que empezamos a hacer es a leer libros de filosofía, poesía que hablaran de la recuperación del espíritu. Nos pusimos a leer mucho material, y ahí nos juntábamos a conversar, tomando vino y a conversar, conversar a conversar, a conversar, e íbamos sacando ideas que nos parecían interesantes. De todas esas ideas que sacamos yo empecé a escribir escenas, porque nosotros conversamos mucho. Yo escribo, pero los tres somos bien autores de lo que hacemos: “Podría pasar esto”. Lo otro que pasaría así, pa, pa, pa, pa”, y una vez que teníamos muchas ideas de escena, yo me puse a escribir. Yo voy llevando las escenas al grupo y las vamos probando, las vamos actuando, las vamos probando y ahí el Tomy va diciendo: “Aquí podríamos tocar una música ochentera tipo pla pla pla pla” va, compone la música, vuelve. Ahí se va trabajando, al mismo tiempo, las escenas, la actuación, el texto y la música. Todo se va haciendo al mismo tiempo. Y al final el montaje.
La música es un elemento súper importante, es clave en la puesta en escena. ¿Cómo fue ese trabajo de poner la música como un elemento narrativo?
Sí, exactamente, eso es, un elemento narrativo. Eso ya lo hicimos desde nuestra obra anterior, Carnaval, que teníamos los instrumentos en escena, con la diferencia que era Tomás quien tocaba y Mateo, yo no. Pero los instrumentos estaban en escena y también era una voz narrativa más. Ahora, lo que hicimos, es llevarlo un poquito más allá y armar un concierto, porque hay un momento que tocamos dos canciones seguidas y hacemos un pequeño concierto. Fue siempre interesante para nosotros, porque además de los temas que nos interesan, nosotros siempre estamos en búsqueda de del lenguaje teatral contemporáneo. De ir refrescando el lenguaje, de no quedarnos solo en las cosas que supuestamente son teatro, sino que ir más allá. Por eso que nos interesa tocar en vivo y hacer una mezcla entre concierto y obra de teatro, lo cual hace el trabajo más performático, pero tiene que ver con nuestros intereses. A nosotros nos interesa la música, nos interesa la pintura, nos interesa el cine. Tenemos una versión de 30 minutos de cine de Espíritu y el día mañana queremos hacer una película. Eso que yo digo en la obra es verdad: “El día mañana queremos hacer una película” porque queremos hacer una película, nos interesa la creación, entonces, todo lo que sea creativo y que nos ayude plásticamente a refrescar nuestro lenguaje teatral, lo vamos a buscar. La música, sin duda, que es súper importante porque Tomás es un gran músico, es compositor, sabe de teatro, ahora resultó ser un gran actor también. Mateo toca saxo, yo no tocaba, pero canto y aprendí a tocar. Para mí también eso es lindo, porque son desafíos que van más allá de lo actoral. El estar siempre poniéndose también en desafío, porque es una manera de no perder nunca la juventud de las cosas, la frescura de las cosas.
Se nota esa conexión con Carnaval, a pesar de que son temas súper distintos, se nota esa autoría y se nota que viene la misma compañía, y que el montaje tiene una apuesta en escena bastante particular; el ritmo, los diálogos, el tipo de narración tiene bastante en común ¿Sientes que hay una conexión con Carnaval?
Hay una total conexión con Carnaval. Los temas, como bien dices tú son distintos, pero el lenguaje es muy parecido, solo que ahora en Espíritu lo empujamos un poco más, pero es el lenguaje en el que estamos indagando. De hecho, ahora mandamos un Fondart con una obra que se llama Memoria, que sería la tercera de esta trilogía en materia de lenguaje, música en vivo, collage de escena, personajes que no tienen nombre son todos anónimos, en Carnaval y en Espíritu, nadie tiene un nombre propio, eso nos interesa. Las escenas, que no se cuenta solo una historia, sino que se cuentan varias, que todas van hacia el mismo tema. Eso nos interesa mucho, nos da mucha libertad creativa eso. Yo creo que vamos a seguir en esto un buen tiempo, al menos en el próximo montaje, sí, o sí, que se llama Memoria y que esperamos con esta dar otro paso más adelante hacia esto, de mezclar lenguaje, de saltar de una cosa a otra. A mí me gusta eso porque creo que también hace que el público vaya trabajando junto contigo. No es una obra que tú entiendas de principio a fin al tiro y digas: “ah, okey, esta es la historia, bla, bla, bla”, no. Exige un poco más de ti, de qué está pasando, o también te exige entregarte sin cuestionar y tener un viaje emocional, onírico, emocional, sin ponerle tanta intelectualidad. En ese sentido, exige de ti una actitud fresca, abierta, dispuesta a ir viviendo el montaje como una experiencia. Eso nos gusta mucho, entonces yo creo que lo vamos a seguir haciendo.
Me parece muy interesante, que hubiese estas escenas diferentes, con personajes diferentes, anónimos, y que además toma la contingencia de lo que está pasando con la sociedad actualmente, de lo violenta que está la gente, lo violento de los diálogos, esa agresión y esa protección por tu espacio, que no te molesten y que no te invadan, de salirse de vivir en sociedad. Vivimos en sociedad, pero la gente no quiere asumir que vive en sociedad, o solo cuando le conviene. ¿Cómo fue ese trabajo?
Nosotros siempre tenemos mucho cuidado, ojalá que lo hayamos logrado en este caso, de no hacer caricaturas de cosas, de no hacer cosas que suenen panfletarias, como el bueno y el malo, el lado de la luz y el lado de la oscuridad. Pero si se nos hizo más difícil en esta obra, porque si queríamos mostrar abiertamente la violencia de los diálogos. Por ejemplo, la escena cuando el hombre le dice a la mujer: “córrete de la calle porque estás cerca de mi luz, estás tocando mi luz” y él le dice: “oye, estoy en la calle, estoy caminando” y empieza una pelea donde finalmente ambos terminan siendo muy agresivos. Fue importante eso. Nosotros le damos muchas vueltas al contenido que ponemos en escena, porque creo que uno tiene que hacerse muy responsable de las cosas que pone en escena. No nos interesa poner contenido que tenga solo una cara o que induzcan como a pensamientos fascistas, en el sentido de una sola manera de mirar las cosas, sino más bien contenidos que apelen a humanizar y reflexionar. Por eso que lo difícil acá fue lograr que, incluso personajes que pueden ser muy desagradables, en su violencia o su manera de mirar pudieran tener momentos de humanidad también. Por ejemplo, este hombre que le grita a ella: “Sal de mi auto” parte muy agresivo, pero llega un memento que se baja y le dice: “oye, pero sube a mi apartamento, tomemos un café, te puedo preparar un café, podemos conversar”. Tú puedes ver, que en el fondo, es una persona que está profundamente sola, y que su agresividad y su violencia es producto de su soledad, y de que hace mucho que no interactúa realmente con personas concretas. Y ella, ante eso, le responde con burla, con agresión. Entonces, en ese sentido, repartimos la agresividad para los dos lados. Eso es súper importante para nosotros, que no haya discursos absolutos, sino que sea más bien mostrar lo que hay, que puede ser incluso chocante al momento de mirarlo, porque hay cosas que uno de repente no quiere ver. Nosotros sí las ponemos en escena, pero siempre diciendo todos somos responsables de esta agresividad, mirémonos hacia adentro. Por eso es por lo que, así como mostramos escenas de violencia, también mostramos estos poetas que hacen una invitación a caminar, a descubrirse a uno mismo, a escucharse, a tomarse el tiempo de decidir la vida y de no vivirla a la carrera. Sentimos que es una obra para nosotros, luminosa, esperanzadora. Porque no nos parece que poner solo la violencia y decir violencia, violencia, violencia y punto. No nos interesa a nosotros hacer eso. A nosotros siempre nos interesa abrir puertas de reflexión, de esperanza. Aunque la obra sea triste. Porque una obra puede ser profundamente triste, pero ser esperanzadora, al mismo tiempo, por el solo hecho de poner el tema en cuestión ahí. Pero no podemos escapar a que la obra sea triste. Yo me he dado cuenta de lo que produce en la gente. Hoy día mis alumnes me decían: “Lloré, me reí, lloré, me reí, De repente me di cuenta de que estaba todo el rato llorando y no sabía por qué”. Yo creo que eso es porque es una obra que conecta muy profundamente con una misma, con uno mismo. Eso produce tristeza. ¿Y por qué produce tristeza? Yo creo que es porque vivimos en un mundo que muchas veces no nos conectamos. Cuando nos conectamos, las emociones afloran, sin que uno ni siquiera sepa muy bien, por qué se está emocionando. La obra también es una invitación a volver a mirarse. En ese sentido me parece que es muy esperanzadora. Por eso ponemos la música en vivo y también hay humor, hay harto humor en la obra, porque creemos que también hay que recuperar el humor, hay que recuperar la fiesta, hay que recuperar la música, la alegría. Nuestra manera de decirlo es poniendo esta música ochentera, te dan ganas de pararse a bailar, mezclado con los coros barrocos que son más una sensación más espiritual, más profunda de conexión con uno mismo. Ese es nuestro intento y ojalá que lo logremos. Yo siento que se logra bastante, por la reacción de la gente. Por eso me doy cuenta. Tú la viste, tú puedes hablar desde el otro lado, desde el lado de la experiencia como público.
Tiene mucho de absurdo. Efectivamente genera todo tipo de emociones. Cuéntame sobre la puesta en escena porque es super minimalista, obviamente tiene la música y tiene equipo de música, pero prácticamente esos otros elementos y sería. ¿Esta idea tiene que ver con recalcar el texto más que nada, con hacer el foco en el texto y la música?
Totalmente, tiene, uno que es recalcar el texto y como saltamos de una historia a otra, no hay escenografía que nos puede acompañar en eso. Nuestra escenografía son los strass, que son los focos, estos fierros que la Nicole Needham, que es nuestra diseñadora integral y yo encuentro que es brillante lo que ella hace, que con Carnaval también logró. Al meter los focos como personajes, los focos y estos fierros pasan a ser, en el caso de Espíritu, estos fierros pasan a ser la ciudad inhóspita, la ciudad como mecanizada. Pasan a ser una escenografía, pero permiten dejar el espacio totalmente limpio para que solo estén los instrumentos, y podamos explotar nuestro lenguaje más simbólico, que hace que yo hablo de un árbol, pero es el público el que completa la imagen del árbol. Yo digo, mira ese árbol que está ahí. Tú ves un árbol, la persona que está al lado tuyo, ve otro y etc. Esa es la belleza del lenguaje simbólico, que, por solo el hecho de nombrarlo con la palabra, con el texto, aparece. Pero aparece distinto para ti, que para la persona que está sentada al lado tuyo. En ese sentido, te digo que tú completas la obra y a mí eso me aparece hermoso. Eso del teatro vacío, yo lo tengo. Me fascina desde Peter Brook, que este gran director inglés que murió hace poco. Yo fui a ver a Peter Brook cuando recién salía de la escuela. Él tiene un libro que se llama El Espacio Vacío, que se lee mucho en las escuelas de teatro, y él trabaja con espacio vacío y con muy pocos elementos en la escena. A mí me pareció fascinante lo que vi y obviamente caló en mí y va muy de la mano con lo que hago. Si nosotros no nombramos personajes, no tienen nombre propio, saltamos de un lugar a otro, lo mejor para nosotros es un escenario pelado, funcional a la apuesta, pero con la mano genial de la Nico que pone estos focos en escena que pasan a ser la ciudad. Pero permite lo que te digo, el vacío para que tú, como espectadora llenes lo demás. Es bien simbólico el montaje, es bien poético el montaje, entonces permite esa poesía. No hay ninguna escenografía que pudiera significar todo lo que la obra significa. Por lo tanto, es mejor el vacío.
¿Qué le puedes decir a la gente para invitarla a ver la obra esta temporada?
Yo encuentro que es una obra que es bien particular, porque mezcla el lenguaje, como te venía contando; hay música en vivo, salta de una escena a otra. Es una obra que salta de una cosa a otra, y eso lo hace un ritmo entretenido. Si bien el material, puede ser triste o denso a momentos, el ritmo no lo es. Es una obra que pasa rápido, que es entretenida de ver, que tiene humor precisamente para que también sea gozosa. Para mí es súper importante, y todo lo que yo dirijo o escribo tiene humor, porque creo que el humor es parte fundamental de la experiencia teatral y de la vida, que para mí es lo mismo. Se pasa bien, tú puedes llorar, puedes estar viendo un drama, llorar, o puedes angustiarte a momentos, pero también lo vas a pasar bien porque la obra está hecha para que sea así. Creo que puede ser una experiencia gozosa, súper gozosa y de conexión personal, de conexión con uno mismo, importante. Así que vengan, porque el trabajo teatral se completa con ustedes. Se completa absolutamente con ustedes. Para mí el teatro lo veo más con una experiencia, que como ir a mirar una obra. Yo siempre intento cuando estoy dirigiendo que se viva, dirigir para que esto sea una experiencia para quien nos observa. Por eso también, saltar de una cosa a otra, es como meterse en una juguera, salir y uno sale lleno de emociones. Es un viaje emocional también, es súper importante. No es un viaje intelectual solo, es un viaje sobre todo emocional, donde después tú puedes decir, oye, esto, esto, esto, pero cuando estás sentada ahí, es un viaje super emocional. Creo que nos hace falta. Nos hace falta la conexión con las emociones, sin lugar a duda. Es importante que vayan y necesitamos público para que el teatro siga viviendo, así que eso, por favor, vengan.
FICHA ARTÍSTICA
Título: Espíritu
Dramaturgia y dirección: Trinidad González.
Elenco: Trinidad González, Tomás González, Matteo Citarella.
Diseño integral: Nicole Needham.
Música: Tomás González.
Técnico de sonido: Joaquín Alvear.
Coordenadas:
Del 4 al 20 de noviembre de 2022.
Viernes y sábado 20:30, domingo 19:00 hrs.
Mori Recoleta
Las entradas estarán a la venta por sistema PuntoTicket