ESTACIÓN LAV Crítica de cine “La fabulosa máquina de cosechar oro”: Supervivencia y dignidad

Por Álvaro Guerrero

La fabulosa máquina de cosechar oro es una historia ambientada en la Patagonia chilena, en la localidad de Porvenir para ser más exactos, y que relata de una forma muy concisa y directa el devenir de un hombre más envejecido que “viejo”, dueño de una pequeña mina de oro que trabaja solo él, desde el proceso de extracción al aire libre, hasta llegar a la división y depuración para obtener pequeñas pepas doradas. Toto al comienzo del documental tiene 56 años y lleva toda una vida trabajando así, una labor que se revela extremadamente dura y peligrosa para un hombre ya enfermo como el, y que como he dicho, representa una edad mucho mayor, quizá veinte años más de la que realmente tiene.

Toto se hace continuamente acompañar de un hijo, Jorge, quien al ver el estado en el que su padre se encuentra, decide iniciar la construcción de una máquina, cuyos planos ha descubierto en internet. Se trata de una máquina para procesar el oro desde su fase inicial, la que representa el principal problema para el padre, ya que debe mantenerse trabajando con el agua hasta las rodillas y en medio de uno de los climas más severos e impredecibles que existen. Su resistencia a abandonar ese mundo que ha sido suyo desde la juventud tiene que ver con la independencia. Toto no desea trabajar para otros, nunca lo ha hecho y para un hombre como el, que prácticamente se declara como alguien pobre y además no creyente, resultaría demasiado adverso y doloroso a esa edad.

La fabulosa máquina de cosechar oro trabaja tan cerca de su protagonista como lo haría cualquier documental convencional. Registra sus miradas, gestos, palabras dichas al paso, o pensamientos delatados, todo el pequeño arsenal de expresividades que dan cuenta de una vida anclada a un mismo lugar y oficio, desde el día uno hasta la muerte. La construcción de la máquina va demorándose, pasan los años desde el 2018 hasta llegar al 2023. Es decir que mientras Chile se convulsiona en sucesos como el asesinato de Camilo Catrillanca, el estallido social, los proyectos truncos de cambiar la constitución, los espectadores solo vemos los bemoles y arrugas de un hombre que se siente en la obligación de reconocerse incapaz para abandonar lo suyo, sea por la pobreza, o por el sueño nunca cumplido de cualquier buscador de oro (“ya no te hiciste rico” le espeta su hijo) que en su madurez ya es como un recuerdo distante, por su precoz decrepitud o por orgullo o dignidad de un ser “libre” respecto a otros.

Y aquí hay un punto, Toto es a la vez el hombre más libre que puedas ver en el cine y el más esclavizado por sus circunstancias. La pelea a estas alturas se sabe perdida y la construcción de la enorme máquina parece más un sueño absurdo, inconcluso, que de llegar algún día a hacerse efectivo en algo ayudará pero que en realidad debería haber llegado hace mucho tiempo. Y no hay tiempo. Incluso Jorge ha demorado la construcción de la máquina debido a su propio trabajo que lo absorbe. “Quisiera vivir 200 años” exclama en un momento Toto, cuando está hablando sobre la muerte y los ataúdes caros que se disuelven bajo tierra junto con los cuerpos, y es que en este mundo, pareciera avanzarse lenta y taciturnamente hacia la muerte: el trabajo y la muerte, que se revelan como los pilares en los que se sostiene el sentido de la película y que por tanto atraviesan las interioridad o subjetividad de Toto y su destino de minero, de hombre del pueblo, de un ser que teme a la muerte y lleva por dentro posiblemente todas las preguntas que asedian cuando se está solo casi en medio de la nada y bajo puros e inmensos cielos patagónicos.

Esto no se trata de levantar un barco y hacerlo cruzar una montaña como en la monumental Fitzcarraldo (1982) de Werner Herzog, sino de, a escala de lo personal y cotidiano, darle dignidad a un hombre de un solo mundo gracias a una máquina construida con las propias manos, de él y su hijo. Las sonrisas de felicidad trabajan en ese mismo nivel del aquí y el ahora cuando la ballena blanca al fin ve la luz. Mejor tarde que nunca, y sin romanticismo o idealización alguna de la naturaleza. El trabajo y la supervivencia como dimensión antropológica da para infinitas muestras de humanismo, seguramente dada su tendencia a lo contrario.

Ficha técnica

Título: La fabulosa máquina de cosechar oro

Dirección: Alfredo Pourailly

Reparto: Jorge Gesell Díaz, Jorge Gesell Bañados, Ángel Quinchef, Mario Levin, José Barría, Gregorio Norambuena  

Guion: Alfredo Pourally, Fracisco Hervé, Javiera Velozo

Fotografía: Alfredo Pourally

Música: Karl Heortweard

Duración: 77 minutos

Género: documental

País: Chile, Países bajos

Año: 2024

Coordenadas

Estación LAV

7 y 15 de abril 2025

Ciclo de películas documentales

Gratis

Microcine de Metro Baquedano

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