FEMCINE Crítica de cine “El vicio de la esperanza”: Un acto de fe

 

Por Paula Frederick

La esperanza es que lo último que se pierde, dicen. Y en el universo donde se mueve María, protagonista del largometraje del italiano Edoardo De Angelis, no hay mucho que perder. Quizás por esa precariedad y desesperanza, la joven se aferra a la ilusión de que las cosas tienen que mejorar, aunque su destino parezca sellado y el entorno le repita constantemente que no hay salida. La vida junto a un caserío semi abandonado de la región de Campania, fluye como el río que la atraviesa: en apariencia calma, plana, pero que en su silencio y tonos grises esconde una realidad turbia y oscura. Por estas aguas, María navega en su pequeña lancha día a día, como un péndulo infinito, administrando el negocio que le da de comer a ella, su hermana y su madre enferma y que parece ser la fuente de ingresos de toda la comunidad: el tráfico de niños recién nacidos, cuyas madres son un grupo de prostitutas extranjeras y desamparadas. La convicción y frialdad con que María realiza su labor, habla de resignación, diligencia y valentía, pero también de un secreto, un pasado trágico, una herida apenas perceptible pero que determina quien es y quien podría llegar a ser.

Desde María, la joven sacrificada e “inmaculada”, se despliegan otras figuras femeninas que la rodean y construyen una especie de multiplicación “mariana”, con fuertes guiños al imaginario religioso: la Tía María, quien dirige el prostíbulo y el tráfico de niños, heroinómana, calculadora y cínica; Fátima, la joven embarazada que quiere escapar de su destino; Vergine, una adolescente también condenada a la prostitución, pero que todavía conserva la inocencia, alegría y entusiasmo de la niña que aún no despierta. María se mueve entre todas estas dimensiones como si fuera parte de cada una de ellas, como una pieza llena de espejos, donde todas las imágenes pueden ser un reflejo de la otra. Ella es también pasado y futuro, la niña que alguna vez creyó en la vida, la joven que quiere escapar, la mujer mayor que ya se resignó y cuyas heridas y experiencias le robaron el alma. El tedio de esta cotidianeidad le permite ver los rostros posibles de su propia vida y al mismo tiempo, le regala la posibilidad de visualizar lo que no quiere ser. Aunque el costo de escapar sea alto e irreversible.

De Angelis afronta el tema de la religión y la femineidad como un terreno fértil, cuyos dogmas y rigidez intrínseca da cabida también a una cierta movilidad, que usualmente tiene que ver con la necesidad humana de salirse de los cánones y burlar las propias limitaciones sociales y culturales. A más represión y dureza, más ganas de reaccionar, de conocer el lado escondido de la luna. Dinámica vital que siempre ha sido motor en el cine y que en El vicio de la esperanza se transforma en leit motiv que no solo mueve a los personajes, sino también mantiene viva la esperanza entre quienes seguimos el relato. Al mismo tiempo, el director se mete en uno de los tantos mundos perdidos y suspendidos de la Italia “profunda” del sur, ese fragmento que parece abandonado a su suerte, que mira siempre hacia la prosperidad del norte y anhela una estabilidad que le es esquiva. Esa dimensión que es también un reflejo de María, de Fátima, de Vergine, de la estirpe de mujeres condenadas a una vida a la deriva.

Al final, ver una película es también un acto de fe. Es tener esperanza en que el cine puede cambiar las cosas, modificar realidades, mostrar una cara distinta a aquellos personajes cuyas vidas parecen no tener salida, al menos en la ficción. El vicio de la esperanza no pretende vender humo ni construirse sobre una falsa ilusión, pero si muestra con naturalidad la magia de la parábola, y no esconde su voluntad de encontrar un sentido a cada frase, cada imagen, cada acción.  Como un homenaje, de sobria y cautivante estética, a la esencia misma del mito, de la fábula, de las historias universales que siempre tienen como motor un sentimiento intrínsecamente humano: la esperanza en que vendrá algo mejor.

Título original: Il vizio della speranza
Dirección: Edoardo De Angelis
Intérpretes: Pina Turco, Massimiliano Rossi, Marina Confalone, Cristina Donadio, Marcello Romolo
Distribución: Medusa
Duración: 90 minutos
País: Italia
Año: 2018

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