FEMCINE Crítica de cine “Malamadre”: cuestionar la maternidad

 

Por Valentina Gilabert

Contradicciones. Eso es lo que caracteriza el relato construido en el documental Malamadre, de la directora marplatense Amparo Aguilar. Un espacio de encuentro donde decenas de mujeres deciden contar sus experiencias en la maternidad. Del proceso del embarazo, del parto y de lo que significa criar. De lo agotador y hermoso que puede llegar a ser. También hablan de sus miedos, de los distintos tipos de maternidades, de la relación con sus madres. Lo hacen con soltura como si estuvieran escribiendo su propio diario de vida, trazando esas palabras que muchas no se atreverían a pronunciar en otro contexto. “¿Qué es ser buena madre?”, es la pregunta inicial y final de la directora. ¿Qué es ser mala madre?, me pregunto yo.

Malamadre no es el primer ni último producto cultural que trabaja el tópico de la maternidad. No lo es porque la figura de la madre ha existido desde siempre y también porque las percepciones que se tienen sobre esta van cambiando. Las mujeres evolucionan, así como su relación con el mundo, y esto algo que supo graficar muy bien Amparo Aguilar en el filme. La directora y guionista argentina que egresó de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) había trabajado ya en el género documental con el cortometraje Furia travesti: una historia de trabajo de 2010. Recién en 2019 estrenó su primer largometraje Malamadre, en un contexto social y político que ha sido un tanto ingrato con la figura de la maternidad, cómo esta ha sido pensada y construida en una sociedad y sistema capitalista y patriarcal. Aguilar desarrolla su trabajo desde su activismo feminista, pero también desde el ser mujer y madre a la vez.

“Es lo que intento ser todos los días, una buena madre”, dice una de las entrevistadas poco antes de quebrarse. Porque hablar de la maternidad no es una tarea fácil y tampoco lo es en el día a día. Si vivirla es un desafío, imaginen lo que es tratar de ponerla en palabras e imágenes, rescatar testimonios sean capaces de llegar a todas ellas, las madres que alguna vez fueron hijas y las hijas que ahora son madres. Ese trabajo lo logra la directora a cabalidad. Rescata testimonios de distintas mujeres de Latinoamérica que permiten ver diferentes caras de la misma moneda. Existen madres que nunca se imaginaron siendo madres, otras que idealizaron todo lo que implicaba, madres que buscaron quedar embarazadas, madres que adoptan, madres que quieren dar pecho y no pueden, otras que incluso que no quieren dar pecho. También madres que se sienten solas, madres que quieren estar solas, madres que buscaron en ese hijo o hija acabar con su soledad.

Este es un tema que está presente en todo el documental: la solitaria tarea de la maternidad. Independiente de que se tenga algún tipo de apoyo de pareja, marido, familia, amigas o amigos, las madres se paran solas con sus hijos frente al mundo. “Esto es para toda la vida”, se repite una de las entrevistadas como un mantra, porque para ella esa conexión madre-hijo, independiente del muy discutible instinto maternal, es algo ineludible. Pero ese es su caso particular. “Creo que nadie lo elegiría si sabe lo que es”, dice otra de las mujeres dejando claro que posturas y sensaciones respecto de la maternidad hay por montones. Sin embargo, la soledad es algo que parece transversal a todas ellas. Quizás es complejo identificarla, porque es un sentimiento que habla de una carencia, pero las madres parecen sentirlo en alguna medida, al menos las madres de este documental. Ese sentimiento que hace a la maternidad agobiante y que es tan difícil de abordar. “Sentía una desconexión entre mi persona y lo que estaba haciendo”, dice una de ellas, a quien además de la soledad propia de la maternidad se sumó el hecho de que su marido tampoco la acompañaba como ella lo necesitaba en ese momento. Y este es todo un tema, porque socialmente la maternidad, es decir, el asumir esta difícil tarea de parir un hijo o hija y todo lo que conlleva, está atribuida a la mujer. El mundo es egoísta con ella en ese y muchos otros sentidos. La mujer en ese plano se transforma en madre y todo el resto pasa a segundo plano.

La maternidad es una tarea más que una identidad, es una de las ideas centrales del documental, y pensarlo desde ese lugar es sumamente importante, porque el que sea una tarea da espacio a que la mujer pueda desarrollarse también en otras áreas que de su interés. Permite que pueda mirarse a sí misma desde sus pasiones y sus deseos personales. Le da un lugar en el mundo más allá de la maternidad que esté ejerciendo en ese momento. “Que el hijo sea la suprema finalidad de la mujer es una afirmación que tiene justamente el valor de un slogan publicitario”, dice Simone De Beauvoir en el capítulo completo que le dedica a la figura de la madre en su libro El segundo sexo, y está en lo cierto, cómo discutirlo.

La mujer que es madre no es solo eso y nadie debería convencerla de lo contrario. Esa es una bella y poderosa idea que plantea el documental. La película en ningún caso va en contra de la maternidad, sin embargo, trata de derribar en varias ocasiones este mito de la supermadre, de la madre perfecta que, si bien puede existir, eso ya es subjetivo, no es una obligación. Ella es mucho más que eso. Por eso tratar de encasillar a las buenas o malas madres no tiene sentido, porque todas deberían tener la libertad de ser lo que quieran ser y no perderse a sí mismas. Sin presiones, alejadas del deber ser. Y quién sabe, quizás el día de mañana tomar el ejemplo de Amparo Aguilar en su película, que bien supo equilibrar las cosas y ser una madre y directora a la vez.

Título: Malamadre

Género: documental

País: Argentina/Uruguay

Año: 2019

Duración: 71’

Director: Amparo Aguilar

Producción: Carolina Álvarez

 

 

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