FEMCINE Crítica de cine “Miss Marx”: retrato de una mujer anacrónica


 Por Paula Frederick

Después de su última película Nico 1988, que contaba el pasado y devenir de la mítica vocalista de The Velvet Underground, la italiana Susanna Nicchiarelli vuelve a instalar en Miss Marx a una mujer como fuerza gravitante. Esta vez, la protagonista es una joven de nombre rimbombante, Jenny Julia Eleanor Marx (Romola Garai) sexta hija de Karl Marx. El relato de la vida de Tussy, como le llaman sus cercanos, se inicia en el funeral de su célebre padre. Es ahí cuando comienza a consolidar su propia trayectoria, donde además de ser militante socialista y traductora, se transforma en activista en la lucha por los derechos de la mujer a fines del 1800. “Ahora que mi padre descansa, es mi turno de vivir” dice Tussy en una de las primeras escenas, instalando la premisa que mueve la narración y a ella misma.

La paradoja es precisamente esa: aun siendo el centro de gravedad, su personaje está condicionado al de los hombres que la rodean. Desde el título de la película que anula su nombre y destaca el apellido de su padre, hasta su larga relación con el socialista inglés Edward Avelling, con quien vivió un amor tortuoso y sufrido. La sensación que transmite el filme se condice con la tendencia del cine contemporáneo y de las más exitosas series online: retratar un modelo de mujer que se mueve en una dimensión masculina, transformando su razón de ser en una lucha contra un status quo ajeno más que en un “brillar por sí misma”. Ese espacio incierto e incómodo que a veces se hace demasiado pequeño, lo que obliga a la protagonista a acomodarse para poder encontrar una cierta elasticidad.

Cada uno de los encuadres instala a Tussy dentro de un determinado margen, lo que acentúa la idea de claustrofobia e inmovilidad. Como si fueran las paredes de una celda, que definen el grado de libertad física, moral y social. Así, la cámara la filma siempre inmersa en medio de personas y objetos que la agobian, usando ropajes y chales pesados sobre los hombros. Detrás de un filtro difuminado y gris que aunque la pone siempre en el centro, nubla los intentos de hacerla brillar.

La melancolía es otro de los rastros distintivos de Miss Marx, quien no abandona nunca la mirada nostálgica, incluso cuando ríe, se tiñe el pelo, baila o se deja llevar por el momento. El cuerpo puede ser una vía de fuga, pero también una cárcel, así como las palabras. En una de las escenas claves de la película, donde el personaje hace gala de su conflicto interno, Tussy dice en voz alta: “Aunque las mujeres han dado pasos en cuando a sus derechos, todavía están sometidas moralmente a los hombres”, mientras acaricia y mira dormir pacíficamente a Edward. Una vez externalizadas, esas palabras quedan suspendidas y se desvanecen ahí, en cuanto el interlocutor no tiene conciencia de su existencia.

Aunque a veces pueda parecer pesimista o incluso desoladora, Miss Marx permanece siempre fiel a su esencia, tanto el personaje como la película. El relato avanza sin perder nunca su cadencia ni melancolía, incluso cuando la música, anacrónica y con ribetes punk, se hace presente como signo de rebelión. La combinación entre sonidos del presente e imágenes del pasado la instala en mitad de camino entre una propuesta de cine pop y una mirada clásica a un conflicto universal. Esa fricción entre mujer y entorno masculino que, después de más de un siglo de lucha, sigue siendo una dialéctica instalada en la sociedad.

El anacronismo es también un reflejo del período histórico que la película retrata: la modernidad, la revolución industrial, los anales de la técnica, la revuelta obrera, la idea de un tiempo circular donde los avances políticos y sociales están siempre condicionados a los propios miedos y contradicciones humanas. Precisamente, el cine de la Nicchiarelli se fija en estos contrastes, los resalta en su fotografía, en su modo de filmar, en las turbulencias internas de la protagonista y su manera de callarlos o externalizarlos.

Hablar del valor de Miss Marx, como documento cinematográfico, puede ser limitante. Aunque a veces abuse de los recursos escogidos y se transforme en una experiencia un poco agobiante, al menos visivamente, lo suyo va mucho más allá de una estética o narrativa bien lograda. Se trata de una historia que debe ser contada, de un personaje histórico y a la vez contemporáneo cuya existencia amenazaba con morir en el olvido. Y que el cine, en su más noble labor, se encarga una vez más de rescatar.

Título original: Miss Marx
Dirección: Susanna Nicchiarelli
Guion: Susanna Nicchiarelli
Música: Gatto Ciliegia Contro il Grande Freddo
Fotografía: Crystel Fournier
Reparto: Romola Garai, Patrick Kennedy, Felicity Montagu, Karina Fernández, Oliver Chris, Emma Cunniffe, John Gordon Sinclair, Philip Gröning, George Arrendell, Célestin Ryelandt
Productora: Co-production Italia-Bélgica; Vivo Film, Tarantula, RAI, VOO, BE TV, Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo, Eurimages
Año: 2020
Duración: 107 min.
País: Italia
Plataforma: FEMCINE 2021, www.femcine.cl

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