Por Gabriela Bravo desde Cannes
La directora suiza ―y un poquito chilena por parte de su abuela― Constance Meyer debutó a lo grande con su primer largometraje, ya que fue la encargada de abrir la Semana de la Crítica en Cannes con su película Robuste (Robusta) protagonizada por Gérard Depardieu y Déborah Lukumuena, ganadora de un César como Revelación Femenina en 2017.
La película aborda la relación profesional y de amistad que tiene una estrella de cine, Georges, un hombre impulsivo y egoísta que es incapaz de mantener sus compromisos laborales, con Aïssa, su nueva guardespalda que debe ocuparse de él, al mismo tiempo que se entrena para una competencia de lucha.
Robuste es una película sobre los cuerpos, de qué manera los utilizamos o los escondemos. Una cinta sembrada de risas y momentos cómicos, pero que esconde una reflexión sobre la relación que tiene nuestro cuerpo con nuestro comportamiento y la forma en que afrontamos la vida.
En exclusiva, Culturizarte conversó en Cannes con la directora Constance Meyer y la actriz principal Déborah Lukumuena.
Constance Meyer: En mi cabeza tenía la imagen de un hombre desmayado en los brazos de una mujer. Muchas veces pensé en lo divertido que era la inversión de esta imagen de galantería. Casi siempre vemos a las mujeres desmayadas en los brazos de los hombres y me dije que sería bonito verlo al revés.
Luego, tenía muchas ganas de trabajar con Déborah y Gérard. Fue una mezcla de varios elementos.
Déborah Lukumuena: No, no es algo corriente. Esto se hizo después de muchas discusiones con Constance, teniendo en cuenta lo que ella había atravesado durante la escritura, la visión que ella tenía. También lo hice con cursos de lucha, que fue un gran pilar en la construcción de este personaje porque la lucha me enseño la paciencia, el control porque como es muy violento a nivel cardiaco, hay que ser paciente y cuidadoso. Entonces me dije, «esto atraviesa este personaje», ella puede permitirse toda esta lentitud y plasticidad porque el deporte que practica es bastante agresivo y donde ella muestra toda su fuerza.
DL: Dos meses intensivos. Sinceramente, lo necesitaba. Primero, porque no se luchar y, segundo, porque es una película basada en el cuerpo y, como dice Constance, hay un físico activo y otro que lo es menos. Ese físico activo es Aïssa, que es como una salvadora, por lo tanto, yo tenía que adoptarla y eso pasaba también por tomar cursos de lucha y fitness.
Detesto decir esto ―el «método del actor»― pero hay muchas cosas que pasan por el cuerpo y yo necesitaba no sentirme extranjera, ni exterior a ello y que se viera natural. Estuve muy dudosa acerca de las grabaciones de escenas de lucha porque está toda la técnica que hay que tener en consideración y, finalmente, el dispositivo de Constance hizo que me olvidara de eso. Pero necesitaba, sinceramente, una inmersión en este papel, de lo contrario no hubiese sido posible.
Es tu primer largometraje y decidiste trabajar con Gérard Depardieu, en una película donde el personaje de Georges representa todos los clichés que se le atribuyen a Depardiau en tanto que actor divo. ¿Cómo fue esa experiencia?
CM: Yo había encontrado a Gérard hace muchos años cuando trabajaba en el teatro. Luego estudié en una escuela de Nueva York y escribí un cortometraje pensando él y Marina Foïs, es ahí que comenzó nuestra colaboración. De alguna manera, él encarnaba algo que estaba buscando mostrar a través de mi cine y yo exploro algo a través de él.
Respecto a lo que es real o ficción, siempre digo que no puede ser la verdad ya que todo está fabricado en una película, todo está escrito, las secuencias son inventadas. Luego, me inspiré en lo que pude resentir frente a la presencia de Gérard y de ver cómo se comportaba, porque después de todos estos años tuve el tiempo de observarlo. Pero todo esto pasa por el filtro de un guion, diálogos.
Me entretuve pensando en «esto va a poder decirlo bien», «aquí se va a divertir interpretando esta escena».
Cuando uno escribe para un actor, uno fantasea sobre cómo el actor va a interpretar o encarnar ciertas cosas. Debo decir que fue un fantasia que tuve tanto con Gérard como con Déborah.
DL: Pienso que descubrí la realidad de esta profesión al encontrarme con Gérard. Nada mejor que encontrarse con alguien que ha atravesado las épocas del cine ―como la nouvelle vague―, que ha conocido a muchos directores y que su presencia y lo que vemos de él hasta el día de hoy es la compilación de todos esos años. Me sentí muy afortunada de estar en un lugar donde muchos desearían estar. Lo que yo veo es la longevidad ya que es una persona de 70 años que sigue fascinando, que hace reír. Hay que preguntarse hace cuanto tiempo que hace reír, que emociona, que impresiona al público.
DL: Por supuesto que me impresioné, pero el hecho de haber entrado de una forma tan orgánica en el trabajo puso las cosas en su lugar. La historia no me dejó el tiempo para estar impresionada o quedarme en el estupor, había que trabajar y hacerlo de manera rápida.
Esta es una historia de personajes, pero también una historia de cuerpos, de cuerpos que no estamos acostumbrados a ver en la pantalla, ya sea por la edad, el peso o el color. El cuerpo es un elemento muy visible en Robuste.
CM: Una de las razones por las que quería hacer esta película era para grabar cuerpos porque los actores también son un cuerpo, no son solo cerebros. Como esto es un arte visual, el cuerpo es la primera puerta de la emoción y yo tenía ganas de sublimarlos, mostrar su belleza. Déborah y Gérard tienen un carisma natural y una presencia física, y no es porque sean robustos. Como sea nuestro cuerpo, él siempre quiere decir algo, hay señales que son enviadas por el cuerpo: por el color de la piel, la voz, la mirada. El cine permite de agrupar todo eso gracias al sonido y la imagen.
DL: Creo que es en la aceptación de lo que dice Constance, ese es un dato importante. Luchar contra eso sería como meterse un autogol. El cuerpo es un narrador, incluso más que Gérard y yo, por eso hay tantos silencios en la película. Había que soltar cosas, en ese momento tuve que trabajar más para poder soltar.
Hay una escena al principio de la película en donde estás en el camarín y tú no te desvistes ni vas a ducharte con las otras, pero vemos que una vez que avanza la narración decides ducharte.
DL: Es todo un camino, para ella también es un encuentro con ese cuerpo. El punto de la sensualidad y la sexualidad se muestra antes a través de la relación amorosa que tiene con Eddie. Es en un contexto de lo íntimo, de relaciones sexuales, de la relación con el otro, pero en el momento en que ella va a ducharse es finalmente ella quien se está mirando y se mira delante de los otros. Es un camino iniciático, pero de otra manera. Ella utiliza siempre su cuerpo para la seguridad, la lucha y aquí es una ventana que se abre, una respiración. En esa escena, tengo la impresión, aunque lo veamos de espalda, que está aliviada.
CM: Me acuerdo de cuando grabamos esa escena. Grabamos un plano secuencia, cuando Déborah se desviste y la seguimos a la ducha, algo bastante simple, pero me acuerdo de que pasó algo extraordinario, Déborah estaba caminando y nosotros hacíamos un travelling y nos dio la impresión de que todo estaba en cámara lenta, a pesar de que ella caminaba a una velocidad normal, pero se movía de una cierta manera que daba esa impresión, todos nos quedamos mirando y nos dijimos «¿qué onda?». Puede que sea imperceptible, pero al momento de grabarlo hubo algo corporal tan fuerte de Déborah que era hermoso y, sin embargo, no había nada de particular, era un plano simple. Creo que resume bien la relación entre Déborah y su herramienta corporal.
El público fue muy receptivo al estreno de esta película, se reían mucho. Pese a todo el humor que envuelva a Robuste, hay una construcción de los personajes bastante profunda, basada en pequeños detalles ¿Qué les parece la recepción del público?
CM: El público tiene una inteligencia y nos dice algo de la película que nosotros no sabíamos. También depende de las proyecciones, no es lo mismo mostrar una película en Cannes que en otra sala. La mezcla de géneros y tonalidades es algo que siempre me ha gustado y he hecho en mis otros cortometrajes, me gusta pasar de un sentimiento oscuro, a una situación absurda y volver a lo oscuro. En mi vida paso por diferentes emociones en un día, puedo pasar de reírme a un shock, miedo, lágrimas y me gusta que una película pueda contar eso.
DL: Me siento muy halagada que el público haya encontrado, entre otras emociones, la risa. Me parece que esta película es bastante inclasificable. La gente se rió en momentos inesperados para mí o que yo no encontraba divertidos, lo que me dio otra lectura de la película. Por eso es que me gusta estar en medio del público.
CM: A veces nos reímos porque estamos incómodos o emocionados. El reír puede tomar muchas formas. Estuve en proyecciones particulares antes de venir a Cannes, con un público especial y nadie se reía, pero nada, ni una sola risita. Así que está también ligado a la atmósfera en donde se mira una película.
Déborah, en otras entrevistas tu has dicho que nunca habías visto gente como tú en la pantalla grande y que tu no ibas a moldearte a los otros, sino que seguirías siendo tú misma, eso se nota en la película.
DL: No tuve otra opción, porque incluso si me asignaban un lugar, ese lugar estaba bastante vacío, vacío en narraciones, vacío de películas, vacío de creación artística. No podría hacer una carrera si aceptara continuar dentro de esas normas. Siento que estamos en un nivel de sala cuna con respecto a esos temas, creo que van a tener que entender que hay diferentes ejes de narración, que es posible proyectarse en cuerpos diferentes tanto en la sensualidad como en la sexualidad, es por esto que es un enorme regalo que me hace Constance, es también un mensaje que les envía a los próximos directores con los que voy a trabajar en el futuro.
CM: No sé si es por el hecho que yo sea una mujer, o qué quiere decir una visión de mujer o una visión de hombre. Lo que si sé es que no me gusta reducir mis personajes a un estereotipo, un cliché o algo ya codificado, me interesa ver la singularidad de un personaje, es por eso que Aïssa no entra en ningún esquema, mientras que Georges está completamente en el esquema del actor estrella, pesado, egoísta.
Si hablamos de cuerpos, evidentemente que los hombres proyectan ciertas cosas cuando graban la relación hombre-mujer o incluso mujer-mujer, es algo inherente, no digo que sea mejor o peor, solo que hay una diferencia. Lo importante es la diversidad de proposiciones, no hay que prohibir ciertas cosas, al contrario, hay que dejar que se hagan más cosas. Hay que dar la posibilidad a otras miradas, otros físicos, otros discursos.
Hay un diálogo entre Georges y Aïssa, donde le pregunta «qué quieres hacer en la vida» y ella le responde «asegurar los perímetros, usted actúa y yo aseguro el perímetro», a ella le gusta lo que hace y es todo lo que importa, para mí es importante que hayan personajes que puedan decir ese tipo de cosas.
Pero Georges la juzga…
CM: Pero en una frase ella le enseña algo, es decir, tú me debes ver así, de esta manera, porque a mí me gusta lo que hago de la misma forma que a ti te gusta lo que haces, y de hecho es a Georges que ya no le gusta tanto su trabajo. Voy a caricaturizar un poco, pero es una escena que invierte el mansplaining, ya que él comprende lo que le dice Aïssa y ya no puede decir nada, así que cierra la boca.
En la cinta vemos a una Déborah Lukumuena a la misma altura que Gérard Depardieu ¿Tuviste que imponerte o algo por el estilo?
DL: No, para nada. Todo fue gracias al trabajo de Constance y gracias a Gérard que me dio todo el espacio que necesitaba, me explicó el lugar que me correspondía y no tuve que andar a los codazos con nadie. Yo me metí en el esquema del personaje y había mucho que hacer. Pero eso viene desde la escritura donde se ve claramente que ella tiene su perímetro y nadie lo pone en duda.
Título: Robuste
Género: Comedia dramática
País: Francia
Año: 2021
Duración: 94 minutos
Director: Constance Meyer
Elenco: Gérard Depardieu, Déborah Lukumuena