FESTIVAL DE CANNES Entrevista a director de «La Jauría» Andrés Ramírez Pulido: «La violencia es como un ente que busca encarnarse en cuerpos y en hechos concretos»

Por Gabriela Bravo desde Cannes

La Jauría, del director colombiano Andrés Ramírez Pulido, se alzó con el Gran Premio de la Semana de la Crítica en esta competencia paralela del Festival de Cannes. Una cinta que nos muestra la historia de un grupo de jóvenes detenidos en un centro de menores en medio de la selva y que se interroga sobre la capacidad del ser humano de cambiar.

Culturizarte tuvo la oportunidad de hablar en exclusiva con el director, quien nos entregó detalles del proceso de creación y puesta en escena de La Jauría.

¿Cómo has logrado mostrar a este grupo de jóvenes con tanta sinceridad?

Yo creo que para llegar ahí me he hecho otra pregunta, que es quién soy yo, decir quién soy yo y qué me interesa del mundo, desde dónde me paro, qué es lo que veo. Creo que ese es el punto de partida, y ya luego se desencadenan muchas cosas orgánicamente también. Creo que en mi trabajo hay mucha intuición, dejarme llevar por lo que veo, cómo me relaciono con los chicos. Cinematográficamente, es un trabajo muy racional pero intuitivo a la vez y realmente con los chicos cree un vínculo muy especial, muy cercano; intento romper esa barrera que hay porque yo vivo en un lado, ellos viven en otro. Eso es lo que intenté hacer y pues si se ve genial.

Hay gente que filma este mundo al que no pertenece de la manera en que lo fantasmean, te pregunto esto porque tu película habla mucho de violencia pero la muestra poco. ¿Nos puedes explicar eso?

Digamos que es verdad. No pertenezco a este mundo, yo crecí en Bogotá, pero cuando me fui a vivir a Ibagué empecé a estar en contacto con chicos o con fundaciones que tenían estas cosas. El lugar que yo creo en la película es ficción pura, no existe pero si está alimentada de muchos lugares reales y lo único que he intentado es tener los ojos y el corazón abierto y creo que también hay un poquito de ficción, pero sin perder que sean ellos mismos. Por una parte, intenté que los actores fueran ellos mismos y por otro lado, le quise dar una puesta estética y formar la película ficcional; muy ficción, muy presente y creo que esa combinación es la que a mi me interesa hacer: cine que a mi me interesa y que se sienta en la película.

¿No son actores profesionales?

No. Álvaro, el líder principal, sí tiene formación pero nunca había hecho estos roles. Siempre lo buscaban como al malo y le hemos cambiado un poquito el perfil ahora en la película, pero los demás no son actores. Ninguno es actor. La mujer que aparece es actriz, pero el resto no.

¿Cómo hiciste el casting? 

Yendo a las calles, a los barrios, a las plazas y buscando a los chicos realmente, en los ríos. Soy alguien que se compromete mucho. Desde el primer momento salí a la calle a observar y bueno, un trabajo arduo y también los mismos chicos empezaron a resaltar, los chicos no comunes ¿no? como no el tipo de chico que es atractivo por la violencia, que es el rudo del barrio sino intenté irme por otros lados, por otros territorios.

¿Por qué no muestras la violencia? Hablas de ella pero no la muestras.

Creo que no fue tan consciente esto. No sé cómo explicarlo ahora, pero confío en la imagen. Es decir, lo que quise hacer es confiar en el cine, en la imagen, en el sonido, en lo que no vemos y era lo que me interesaba: crear un ambiente atmosférico violento. No me interesaba mostrar un hecho concreto como tal, y creo que es una manera de explorar la violencia de manera psicológica y atmosférica que me interesa.

Algo que me llamó mucho la atención, es esta idea de la redención. Finalmente, tu pasado te atrapa y siempre tienes que estar dando cuenta de todo.

Ese es uno de los temas que más me interesa en la película. La pregunta es ¿podemos cambiar? ¿podemos cambiar en la vida? y no está directamente dicho. Es como el Mono que en su personaje dice: «qué hijo de putas, yo maté, no me importa y ese soy yo» o es igual como lo que necesitan los pelados, lo que tenía Álvaro, que sí piensa y trata de reflexionar, pero le gana su pasado y su humanidad herida, y termina fracasando. Creo que Eliú es el único que logra salir de este círculo y quizás no es gracias a él, sino quizás a un toque de gracia de otro lado que no le corresponde. A un encuentro con «el invisible».

Nos puedes explicar esto del «invisible».

La historia que hablan sobre «el invisible» que era un hombre, también joven, que le gustaban las mujeres y traficar. Un día cambió el huevón y le preguntaron qué fue lo que le pasó y él dice: «tuve un encuentro con «el invisible»». Después, desafortunadamente, lo matan, pero no lo matan por azar de la vida, no porque él haya hecho algo y me encantaría que los espectadores pudieran pensar que Eliú se convierte en un segundo invisible.

Es como que el espíritu lo toca cuando ya queda nada. ¿A lo único que puede abocarse es a lo divino?

Eso que dices es lo que yo quería de la película y tiene que ver con mi postura de la vida; con mi fe, porque creo que hay algo más que este mundo, que puede haber luz también y creo que en la película está dicho, de una u otra manera.

¿Tú crees que esta juventud ya está perdida? porque vemos a Eliú que es joven, tiene 15 años y de muy chicos tienen que crecer.

Para mi la violencia es como un ente que busca encarnarse en cuerpos y en hechos concretos, y, para mi, cuando estos chicos están abandonados, sin esa figura protectora de sus padres, están a la mansalva de cualquier cosa en la vida y ahí es donde son un caldo de cultivo para que pasen muchas cosas. Creo que esa es la historia de esta generación que yo intento retratar acá y que lo fuerte es que a temprana edad están inmersos y uno dice «aquí no hay salvación», que en cierta manera, puede ser verdad, pero también creo que es un camino personal. No sé hasta qué punto puede ser tan consciente de querer salir del hoyo. Eso que hay muchas cosas alrededor, muchos entes y muchas aristas en el tema y lo que intenté fue dar una arista, de cómo un chico de estos podía salir de este contexto.

¿Es tan individual esta elección o pertenece más a un sistema?

Es una pregunta difícil, pero creo que mi película dice algo de eso y creo que si lo digo en palabras puede sonar fuerte de que sí creo que es personal. Quizás, como seres humanos, tenemos la esperanza que podemos cambiar como sociedad. Obviamente la sociedad la forman las familias, y las familias; personas. Creo que es un trabajo más personal, de la humanidad y me interesa mucho retratar estos primeros años de vida, porque considero que aquí nos formamos como humanos. Creo que lo que intentamos el resto de años, ya cuando crecemos, es tratar de transitar lo que vivimos cuando niños, y a veces, tenemos cosas que son imposibles de desprendernos porque lo llevamos en los genes. Entonces creo que sí es un proceso personal.

Un tema que tocas también, como de soslayo, es la imagen paterna y materna. Esta figura materna, casi como la virgen María, siempre ahí para salvar a su hijo y el padre que no se sabe dónde está ¿nos puedes hablar un poco de eso?

Sí, realmente cuando comencé a conocer a una comunidad de chicos, vi que el común denominador era un odio muy grande hacia su papá y un amor inconmensurable hacia su mamá, que la llevan tatuada en el cuerpo y dije: «wow ¿por qué pasa esto?». Lo más profundo es que este mismo odio hacia sus papás, los lleva a tomar decisiones y los convierte en lo que sus papás hicieron. Conozco muchas historias así y lo que quería era eso: que este chico rompiera con ese ciclo hacia lo que repetían sus padres. Esas son las figuras más importantes en nuestras vidas al fin y al cabo. Obviamente, luego tomas decisiones de querer casarte con alguien o en fin. Los hijos también nos marcan mucho, pero igual nos convertimos en padres de alguien que estamos influenciando. Es una locura. Para mí, es un tema que me interesa mucho y que reflexiono ahora que soy padre y todo el tiempo que me relaciono con mi hijo, que tiene dos años, es como «wow ¿Qué está absorbiendo de mí?»

Hablando del rodaje, ¿Dónde filmaste y cómo fue esto?

Yo crecí en Bogotá pero hace siete años me fui a vivir a Ibagué; una ciudad intermedia que queda entre Bogotá y Cali, y está cerca del Río Magdalena -que es el río principal colombiano-, y hay un bosque tropical. Es una ciudad que tiene mucha naturaleza, y para mi fue como arte. Llegué ahí, empecé a conocer muchos lugares y dije: «wow, esto es muy cinematográfico. En cierta manera, podría serlo». Muchos de los lugares fueron una acumulación de todos estos años que yo decía: «aquí hay que hacer algo, aquí también» y empecé un mix en mi cabeza: a unir todas las cosas. Obviamente, el lugar más importante era la hacienda donde estos chicos trabajan y viven, y la conocí hace mucho. Rodé mi primer corto ahí, de manera un poquito más clandestina, más guerrillero. Luego, cuando quería hacer la película, tuvimos muchos problemas de permisos legales, pero logramos trabajar ahí. También hubo un fuerte trabajo de diseño de arte y la producción que hizo Johanna, que está aquí y quién es mi esposa ahora. Un trabajo muy de conectarnos, de sudar, de ir, conocer y creo que eso se siente en la película.

Están los personajes, los seres humanos, pero esta casa y esta selva también los envuelve; es parte de toda la historia.

Sí, y lo que quería es que en el lugar se respirara violencia. Una generación anterior como ostentosa y que ya no lo es, que son las huellas oscuras de algo que era otra generación y obviamente creo que dialoga con el contexto colombiano de los narcotraficantes. Pero no quería que fuera algo directo, sino algo más que estuviera en el universo allí sembrado.

Con respecto a eso ¿por qué contar este tipo de historia? ¿por qué crees que es importante mostrar esto?

La gente cree que a mi me interesa narrar, retratar las periferias y los chicos adolescentes que están inmersos y a mi realmente no me interesa – mi respuesta es un poco loca- pero pienso que la vida me ha puesto ahí y lo único que yo he hecho es intentar hacer algo con ello. No me ha puesto en otro lugar. No puedo hablar de otras cosas que no haya vivido, pero creo que igual, para mí, el arte es un espacio de pensarnos, un espacio para vernos y obviamente creo que lo que a mi me interesa es un cine que dialogue aún con mis deseos más oscuros y mis deseos también más utópicos. Yo tengo cosas que no he podido dejar, que quizás le hago daño a personas que quiero. Entonces lo que intento, es que en la película sea un espejo, no de esos chicos, sino de mi mismo como director. Yo no crecí en ese contexto, nunca he estado en una cárcel, pero la película habla más de mí que de ellos.

¿Cómo es trabajar con actores no profesionales? 

El problema es que no sé cómo es trabajar con actores profesionales porque yo siempre me guío por esta línea de manera intuitiva. Me apasiona este tema. He tratado de estudiar la dirección de actores y probar muchas cosas, y los cortos que hice antes fueron como un borrador. Luego, aquí me respaldé obviamente, porque era difícil trabajar con tantos chicos y lo que intenté fue fortalecer una relación, un vínculo con ellos y quizás tampoco darles toda la información: jugar un poquito a una estrategia de «vamos a hacer esto sin saber muy bien qué vamos a hacer» escucharlos, verlos, sentirlos. Pusieron mucho de ellos, la película tiene mucho de ellos realmente y bienvenido sea.

¿Los diálogos son de ellos?

No. El diálogo es del guion. Yo no soy de este lugar pero mi esposa si, y ella es a veces la que me corrige. Yo leo el guion y ella me dice: «no, así no hablan los chicos, dicen esto» entonces es un trabajo muy largo de cómo hablan los chicos y tengo personas muy aliadas y cercanas. Luego, trabajo los diálogos con ellos y obviamente le meten su color, pero hay una intención dramática que hay que buscar. Es una cosa que hay que encontrarle y con cada persona es diferente. No es lo mismo que yo le diga a un chico “hazlo así», “di esto”, quizás le voy a decir la misma dirección a otro y el otro no la va a entender entonces tengo que saber cómo llegar.

Fuiste seleccionado para la Semana de la Crítica ¿Qué significa eso para ti? 

No sé, no he pensado, porque hay tantas cosas que creo que pensaré luego de Cannes, pero obviamente lo que hace un festival como este, es ponerte en un lugar más visible, no solo a ti, sino también a la película. Obviamente estoy muy feliz por la película, porque quiero que se vea y lo tomo como una oportunidad de poder cocinar un próximo proyecto e intentar seguir haciendo cine, porque no es fácil, ya que hay muchos niveles personales: pre financiación, producción y demás. Aprovechar la oportunidad para seguir haciendo cine.

Pero ¿tú hablas de hacer cine en Colombia o en Latinoamérica?

No sé, depende. En Colombia se ha fortalecido bastante la producción. Hay muchas películas ahora. Antes, hacer una película era una locura. Ahora es más fácil, pero hacer una buena película es difícil. Yo creo que es eso, intentar hacer una buena película, que le de el tiempo, tener el espacio, tener los aliados, encontrar tu manera de hacer la película.

¿Para ti es una buena película?

Para mi es una película que me gusta. Siempre intento hacer una película que me guste y que yo esté en la sala y disfrute. No comprendo a los directores que no entienden y no disfrutan sus películas. Para mi el verdadero éxito de un director, es la distancia que tiene entre esa idea inicial y la película misma. Si esa semilla o esa pulsión se siente aquí, porque a veces tienes una película pero la pulsión se fue para otro lado o la película está lejos de esa pulsión. Esa distancia solo la conoce el autor. Los demás pueden ver una gran película aquí y el autor se adaptó a eso. En el fondo, qué tanta distancia hay entre lo uno y lo otro solo lo sabe el autor. Lo que intento es hacerme esa pregunta en todos los procesos de creación, “aquí está lo que alguna vez imaginé”.

¿Cómo ves el tema de representar? ya que a veces en el extranjero se esperan ciertas cosas de distintos lugares del mundo.

Creo que mi película es una respuesta digamos que no fuerte pero sí hay algo de intención de responder, tanto a la mirada extranjera, de que espera la típica película latinoamericana social y creo que he intentado salir por otro lado y decir como bueno aquí nos interesan otras cosas también. Alguna vez, alguien me dijo que mi película era una película anti narco, es decir en el sentido de que dialoga con estas series narcos que son un éxito en plataformas y que tiene mucho de respuesta a esa atracción narco, pero realmente es la otra cara un poco más oscura. Yo nunca lo había pensado de esa manera, pero cuando esta persona me dijo esto me pareció muy interesante.

Es realmente la otra cara, estos son entre comillas los niños soldados que reclutaron, y así terminan: en medio de la selva detenidos.

Lo que quise fue alejarme de cualquier hecho concreto histórico colombiano de ahora, porque es difícil. Cuando una obra de arte logra hablar de algo concreto de su contexto contemporáneo, es a veces cuando más se aleja de él pero igual trascienden el tiempo. Intento eso: hacer una película que luego me gustaría ver más adelante también.

Más que una película social, es una película humana.

Humana. A mi me interesa dialogar con lo humano y lo humano no es blanco- negro. Lo humano es una escala de grises muy grande y al final todos somos una mezcla de todo.

Ficha Técnica:

Título: La Jauría

Género: Ficción/Drama

País: Colombia, Francia

Año: 2022

Duración: 86 minutos

Director: Andrés Ramírez Pulido

Elenco: Jhojan Estiven Jiménez, Maicol Andrés Jiménez, Diego Rincón, Miguel Viera, Carlos Steven Blanco, Ricardo Alberto Parra, Jhoani Barreto, Marleyda Soto, Wismer Vásquez.

Música: Pierre Desprats

Idioma: Español.

 

 

 

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