FESTIVAL DE CANNES Entrevista a director de «Les Harkis» Philippe Faucon: «Francia tiene una responsabilidad muy grande»

Por Gabriela Bravo desde Cannes

Los Harkis fueron los argelinos que se enrolaron en el ejercito francés durante la Guerra de Argelia y que tomaron las armas para combatir contra sus propios compatriotas. Vistos como traidores, una vez que el ejercito francés dejó el territorio, fueron abandonados a su suerte lo que derivó en una enorme masacre.

Este tema es una herida abierta para Francia, de la que no se habla mucho y que el cine no ha querido abordar en profundidad. Es por esto que la película Les Harkis del director francés Philippe Faucon tiene una importancia capital, no solo en materia cinematográfica, sino como una voz que se alza para comenzar a discutir el tema.

Si bien la película de Faucon aborda principalmente el lado humano de este conflicto, evitando conscientemente las escenas de violencia, es una pequeña luz que se prende como un recordatorio de que no se debe olvidar este periodo.

Culturizarte pudo conversar en exclusiva con Philippe Faucon quien presentó Les Harkis en la Quinzaine de Realisateurs del Festival de Cannes.

Es un tema difícil y poco abordado, ¿Por qué hacer una película sobre los Harkis?

Porque yo estoy vinculado a la Guerra de Argelia. Para mí es un episodio que tiene algo de obsesivo porque lo he tratado dos veces. Si abordé este tema es porque en Francia, durante mucho tiempo, ha sido envuelto en silencio y olvido. Es un episodio vergonzoso y poco glorioso de la historia de Francia, algo que hemos dejado de lado y ocultado durante mucho tiempo.

Quise tratar este episodio teniendo en cuenta el punto de vista de los perdedores o de los que estaban estaban equivocados, volver a visitar algo que ha sido reprimido y relegado.

Usted nació en esta zona del Magreb, ¿Cómo impactó su trabajo este hecho? Tuvo alguna vivencia personal?

Nací durante la guerra, mis padres vivieron la guerra y quedaron muy marcados con este episodio, al igual que todas las personas que la vivieron. Mi madre nació en Argelia y vivió allí hasta los 24 años, ella conservó un lazo muy fuerte con ese país, allí hizo sus estudios, fue al colegio con argelinos que luego se enrolaron en el «lado de los malos», se convirtieron en Harkis, otros que siguieron el camino contrario, se fueron a la selva a pelear por la independencia. Mis padres vivieron esto de una manera muy complicada, dolorosa, como un sentimiento de desgarro, fue muy difícil. Era un tema que no se tocaba delante de nosotros, guardaban silencio. Siento que tengo que volver a tocar estos temas porque yo viví los ecos de todo lo que provocaron.

Le pregunto esto porque creo que en su película hay mucho pudor, no se muestra de manera gráfica la violencia.

Es una historia dramática y la vuelvo a visitar tratando de encontrar la distancia que me permita abordarla de la mejor manera posible. No quería hacer un espectáculo de la violencia. La Guerra de Argelia fue un periodo muy violento, para ambos lados. Yo traté de mostrar otra cosa, cuáles fueron las razones que hicieron que algunas personas se encontraran atrapadas en esta trampa, y todas las consecuencias que esto acarreó.

Hay una restitución de la violencia en la película, porque es una cinta de guerra que aborda un periodo violento, pero no quise hacer un espectáculo, nada que tuviera que ver con la fascinación o la hipnosis mórbida. Por supuesto, hay que contar la violencia porque hay personas que la experimentaron y otras que la practicaron. Hay momentos en que vemos que los Harkis se ensañan con algunos prisioneros, pero ese ensañamiento es, sin duda, sobre todo contra ellos mismos, contra la idea de algo que perdieron. Para mi la violencia habla mucho más de quien la ejerce.

Uno de los conflictos centrales de la cinta es la traición, por un lado, la traición de los Harkis a sus hermanos argelinos, pero por otro, la traición de la República francesa a los Harkis. ¿Cómo aborda este dilema?

Son personas que por razones de sobrevivencia, para poder alimentarse, porque no tienen otras opciones, toman la decisión de enrolarse en el ejercito francés, porque debido a la guerra, ya no pueden vivir de la tierra. Es la única solución que encuentran para que sus familias puedan vivir. Sin darse cuenta, se meten en una trampa y la mirada que se posará sobre ellos, por parte de la población argelina, es la del traidor. Al hacer esta elección ellos se encierran en una trampa que, con el tiempo, se darán cuenta que era muy peligrosa. Ellos vivirán ese tiempo en una especie de negación y anestesiarán todos sus pensamientos porque saben que han caído en una trampa.

En la película vemos como la población los envía a esta imagen de traidores. Hay una escena donde el jefe de la aldea les dice: «Los franceses ni siquiera tienen que hacer el trabajo sucio ya que los envía a ustedes».

Tras haber sido armados para pelear contra gente que era cercana a ellos, ya sea por el idioma o la religión, y en el momento en que ya no se les necesita y se dan cuenta que es una cantidad de personas demasiado grande para hacerla partir en Francia, las autoridades francesas hacen todo para que se queden en el territorio, sabiendo que se les ha puesto en una situación que tendrá consecuencias muy violentas.

¿Podemos decir que estas dos traiciones son equivalentes?

La traición de Francia es mucho más grave, porque es quien provoca la primea traición. Es Francia quien la organiza, quien les dio armas, que los convenció con la propaganda, y luego, no asume las consecuencias. Es en este sentido, Francia tiene una responsabilidad muy grande.

Hay un diálogo importante en la película entre un teniente francés y un Harki, quien le dice: «Estamos todos en la misma guerra», pero el Harki le responde que no, que él no es musulmán, que no habla el idioma y que le tiene miedo de la población argelina.

Son personas que vienen de mundos muy diferentes, muy alejados. Está el joven teniente que viene de Francia y que no conoce Argelia, es un mundo que le es completamente extranjero, y que va a compartir durante varios meses de su vida con un grupo de argelinos que se encuentran en una situación de guerra y que se verán unidos por situaciones históricas y por las decisiones que han tomado.

Son mundos separados, pero hay un deseo de comunicarse, de aprender del otro, aunque está esta barrera que el personaje argelino resiente mucho más fuerte: «No, no puedes ponerte en mi lugar». El teniente le dice al Harki: «Si yo estuviera en tu lugar no sé lo que haría» y este le responde: «No, no puedes estar en mi lugar, porque no estás en mi situación que es ser visto como un traidor, aunque lo haya hecho para que mi familia sobreviviera, no, no puedes ponerte en mi lugar».

¿Qué parte de ese diálogo lo representa a usted como director?

Seguramente hay algo de mi que se expresa ahí. Yo salí de esa cultura, de ese mundo con todo lo que ello supone, crecí con gente con la que podría haber tenido esta misma conversación, no con respecto a la Guerra de Argelia, pero si frente a otras temáticas.

¿Qué importancia tiene la memoria para usted en el cine?

La memoria es justamente eso, no olvidar, que las cosas no desaparezcan en el olvido. Hay eventos, periodos históricos de los cuales no podemos olvidar nuestros errores, justamente para no reproducirlos. El año pasado vimos que cuando los occidentales se fueron de Afganistán, los franceses se preocuparon de no cometer los mismos errores que hicieron durante la Guerra de Argelia, justamente porque fue algo traumatizante y de lo que no nos sentimos orgullosos. Se preocuparon más de los afganos que se comprometieron allá, tomando las precauciones de no dejarlos en el territorio para que se las arreglaran solos.

¿Qué cree que su película puede aportar?

Si permite una discusión que aporte una mejor comprensión y que haga que algo que estuvo olvidado lo esté menos, ya es importante.

Ficha Técnica

Título: Les Harkis

Género: Drama

País: Francia

Año: 2022

Duración : 82 minutos

Director: Philippe Faucon

Elenco: Théo Cholbi, Mohamed Mouffok, Omar Boulakirba, Pierre Lottin

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