Por Gabriela Bravo desde Cannes
Manuela Martelli ya había caminado por la alfombra roja del Teatro de la Croisette -que acoge las películas que se presentan en la Quinzaine de Realisateurs- en 2004 junto a Andres Wood, quien presentara Machuca en el Festival de Cannes. En esa ocasión lo hacía como una de las protagonistas de la cinta. Este año Manuela Martelli vuelve a pisar la alfombra roja, pero ahora como directora de su primera película, 1976, que cuenta la historia de una mujer de clase alta que se ve envuelta en una situación confusa en donde terminará ayudando a un opositor a la dictadura.
La película, protagonizada por Aline Küppenheim, recibió una calurosa acogida el día de su presentación en la Quinzaine de Realisateurs, en donde el público se puso de pie para aplaudirla. 1976 fue el único largometraje chileno en competencia, ya que al ser la ópera prima de Martelli, competía por la cámara de oro.
Culturizarte tuvo la oportunidad de conversar con la directora chilena, quien recalcó la importancia de la mirada femenina frente a un periodo que ha sido contado mayoritarimente por hombres.
¿Por qué esta necesidad de hacer 1976?
Partió como algo muy personal. Comencé preguntándome acerca de mi abuela, que no conocí, pero que me parecía una persona muy interesante, y quise saber más, porque yo tenía pequeños datos. En el living de mi casa había una escultura que ella había hecho, y de alguna manera esa presencia, que era el bulto de una mujer, era un signo de que había alguien muy interesante detrás y empecé a preguntarle a mi mamá, a mis tías y me di cuenta de que me encontré con una mujer muy adelantada para su época, pero que no había tenido el espacio para desarrollarse. Ella había entrado a la Escuela de Artes Aplicadas pero no había terminado la carrera, escuela que cerraron después del golpe. Entonces, a partir de esa pregunta por ella, empecé a ampliarla y a preguntarme por todas esas mujeres de esa época que habían sido, en el fondo, personajes anónimos de la historia. A partir de ahí, quise contar la historia de ese período de Chile, que es un período tan revisado, y un período tan fundamental en la historia nuestra, tan relevante. Lo quise observar desde otro lugar, desde la mirada de las mujeres, del interior de una casa. No desde lo que yo ya había leído en los libros de historia en el colegio, que eran solo libros escritos por hombres.
En el cine se ha mostrado el punto de vista de los perseguidos, sin embargo, la protagonista es una mujer con dinero, que no tiene nada que ver con el mundo de la resistencia y se encuentra en esta situación de ayudar. Cuéntanos sobre esta mirada, que es distinta a la que hemos visto, como, por ejemplo, en Machuca y otros.
Me empecé a preguntar por este fenómeno de «seguir con la vida de uno». Esa vida diaria, sabiendo que al lado, al vecino lo están torturando o lo están, derechamente, matando o desapareciendo. Yo provengo de un espacio súper privilegiado, entonces, de alguna manera, me sentía con más propiedad de hablar desde ese lugar que hablar desde el otro. Lo que me interesaba era el encuentro, ver el paso de una mujer que venía de esa realidad super enceguecida: un medio que estaba dispuesto a sacrificar la democracia en pos de no perder nada. Que viniera de ahí y que hiciera todo el viaje y también ese viaje a la lucidez. Eso me parecía interesante: el encuentro.
¿Qué parte hay de ficción, de vivencia y de fantasmas en esta película?
Hay mucha recopilación de historias. Es como una especie de pastiche de muchas historias recopiladas. Un collage de muchas historias que escuché, de muchas mujeres con las que hablé. De mujeres y hombres también. Algunos que fueron más protagonistas, otros teóricos y otros, por supuesto, que fueron personajes anónimos. De ahí me fui encontrando, además, con una serie de mujeres que habían sido personajes importantes durante ese período; que habían hecho una labor fundamental, que habían sido, de alguna manera, heroínas, pero que estaban totalmente en el anonimato. Heroínas, porque lo eran desde lo pequeño, pero para mi eso las hacía igualmente protagonistas. Había algo ahí de hacer protagonista a todas esas mujeres que habían tenido un rol silencioso. No solo desde lo pequeño, también desde lo grande; desde lo más pequeño, pero también roles importantes que se mantuvieron en el silencio.
1976 es un drama pero también es una película de suspenso. No hay violencia visual, física, sin embargo, hay un ambiente que lo envuelve todo y nos mantiene en alerta ¿Cómo conseguiste esto?
Fue un guion que tomó mucho tiempo de escritura y se fue decantando. A mi me interesaba, justamente, abordar ese período desde los márgenes. Para mi, una de las preguntas, era el cómo uno vive en su espacio doméstico, en la comodidad de su casa cuando algo horrible está pasando afuera. Entonces, a partir de ahí, me preguntaba cómo se cuela ese horror, cuáles son las fisuras donde aparece. Es tan fuerte lo que está pasando afuera que, por una pequeña fisura, aparece.
¿Cómo se hace la elección de Aline Kuppenheim como actriz principal?
Pensé siempre en la Aline. A medida que fui avanzando en la escritura, cuando se formó y cuando entendí lo que quería, siempre pensé en la Aline, porque me parecía que tiene algo que es muy único; que es una capacidad de transmitir mucho con muy poco, porque siento que ella transmite un mundo interno. Es una mujer muy astuta, aguda y siento que eso lo transmite también, inclusive en la manera en cómo actúa. Es muy eficiente en la manera como trabaja la actuación: con muy poco transmite mucho. Creo que tiene que ver con que tiene mucha inteligencia actoral. Sabe muy bien lo que está haciendo, lo entiende. Entiende muy bien lo que está pasando, entiende muy bien al personaje.
¿Qué sentiste cuando te dijeron que ibas a participar en el Festival de Cannes?
Esta es la pregunta que a mi me cuesta más responder porque siempre como que uno responde: «bien, muy feliz» (risas). Me sentí muy feliz y me dio una especie de alivio saber que todo el trabajo que habíamos hecho, que había sido un trabajo tan largo y de tantas etapas y de tanta gente trabajando también, toda esa comunión de personas habíamos logrado transmitir algo que queríamos comunicar. Algo se había plasmado ahí, y digamos esa fue mi sensación de satisfacción: de haber sentido que algo se estaba transmitiendo.
Eres una actriz reconocida en Chile y esta es tu primera película como directora ¿Por qué irse a la dirección?
Yo siempre quise dirigir. Yo me puse a actuar porque quería dirigir y quería conocer un set de cine, quería estar ahí, quería saber lo que era filmar una película y a partir de ahí seguí actuando, pero siempre quise dirigir.
¿Cómo fue este proceso para ti?
Muy difícil. Lleno de dificultades pero también de satisfacciones, obviamente, pero fue un proceso muy largo, donde fui descubriendo un montón de cosas, aprendiendo a escribir pensando en que lo vas a filmar. En Chile, cuando uno escribe algo queriendo filmar, tiene que pensar en la producción también. Uno no escribe sobre platillos voladores que bombardean La Moneda, en general, puede que sí, pero uno siempre escribe pensando en más o menos cuánto de eso voy a poder conseguir, o cuánto de eso tengo acceso. Escribir una película de época era bastante pretencioso, y me fui dando cuenta en el camino y así una serie de cosas, pero al mismo tiempo muy gratificante. Para mi, lo más gratificante fue ir encontrando en cada etapa mucha gente con la que disfruté mucho trabajar.
Es también importante tener otra mirada: la mirada de las directoras mujeres. El cine ha estado durante décadas dominado por hombres, productores hombres, directores hombres, miradas de hombres blancos y ricos. Tener otra mirada ¿Qué significa para ti?
Para mi la película es eso: observar un período contado por hombres, en los libros de historia y que son libros básicos de enseñanza en las escuelas. Hacer justicia con los puntos de vista. Para mi es eso, porque a veces se dice: «Ah, pero este período de la historia ya lo hemos contado, ya lo hemos visto en el cine». Ese período de la historia ha sido contado por un grupo muy reducido de personas. Faltan relatos que hablen desde otros lugares y para mi una gran laguna, en ese sentido, es el punto de vista de las mujeres y para qué decir de otras minorías, de otras clases… aportar con un nuevo punto de vista para mi era importante.
¿Cómo ves el desarrollo del cine en Chile? Las historias, las miradas ¿Cómo ha ido evolucionando este cine?
Yo veo que hay una gran efervescencia. Hay un ánimo y una pulsión muy fuerte de contar. Hay muchas ganas. Yo hice clases en la universidad y veía a mis alumnos con muchas ganas de poder hacer cine, contar historias, etc. Al mismo tiempo, veo que hay una industria que es muy débil, muy precaria, si es que podemos hablar de industria. La verdad es que yo me hago esa pregunta: si es que es posible hablar de industria. Hay una plataforma que financia proyectos, pero es muy difícil financiarlos en su totalidad, es muy difícil el acceso a esos financiamientos. Es poco. Entonces, a veces se pretende hacer una película con menos de la mitad de lo que debiese ser. Creo que hay una falta de que los financiamientos sean acordes con las necesidades reales para que realmente podamos hacer un cine de calidad. El cine que estamos haciendo ahora en Chile, que para mi es un cine muy valioso y de muy buena calidad, esa calidad tiene que ver con un sacrificio humano gigante, pero gigante al punto de que yo veo un agotamiento. Ahora con el surgimiento de las plataformas, para qué te digo, cómo las plataformas se van a comer la industria… a mi me preocupa muchísimo, cómo las plataformas van a hacer una fuga de todos los técnicos que han trabajado desde siempre en cine es muy peligroso.
¿Cuál es la importancia para ti de la memoria como artista?
Para mi la memoria es uno de los temas que más me interesa. Creo que uno camina con la memoria encima. Uno carga la memoria, pero muchas veces esa memoria que uno carga no la tiene consciente. Uno a veces ni siquiera se pregunta por qué nos comportamos de la manera en que nos comportamos. A mi me parece siempre urgente repasar, revisar, observar hacia atrás, no con un ánimo de quedarse en el pasado, ese cuento de quedarse en el pasado me parece absurdo. Creo que uno siempre quiere avanzar; siempre quiere ir hacia adelante, pero uno tiene que saber cuál ha sido el recorrido para estar donde uno está. Creo que eso es super importante transmitírselo a los jóvenes que ahora están empoderados, con tantas ganas e ímpetu de hacer cosas.
Ficha Técnica:
Título: 1976
Dirección: Manuela Martelli
Guion: Manuela Martelli, Alejandra Moffat
Año: 2022
Duración: 95 min.
Música: Mariá Portugal
Elenco: Aline Kuppenheim, Nicolás Sepúlveda, Hugo Medina, Alejandro Goic.
Dirección de fotografía: Yarará Rodríguez, ADF
Dirección de arte: Francisca Correa