FESTIVAL DE CANNES Entrevista a la directora de “Four Daughters”, Kaouther Ben Hania: “La violencia abre heridas, pero hablar es terapéutico”

Por Gabriela Bravo desde Cannes

Si el Festival de Cannes continúa teniendo prestigio luego de tantos años de existencia es porque tiene la capacidad de encontrar en un mar de películas, perlas raras como el documental de la directora tunesina Kaouther Ben Hania, Four Daughters.

Este meta-documental relata la historia de Olfa y sus cuatro hijas, que por razones que se conocerán en la cinta, dos de ellas no se encuentran presentes físicamente porque abandonaron el hogar para adherir al Estado Islámico. La directora busca contar la historia desde el comienzo de la vida de Olfa hasta la fuga de sus hijas, sin embargo, Ben Hania sabe que para conseguirlo deberá remplazar a las dos hijas por dos actrices, mientras que Olfa será remplazada por una actriz profesional en todas las escenas que sienta que el componente emocional es demasiado grande para dar su testimonio.

Entonces, el público asiste a la preparación del documental de manera bruta. Al mismo tiempo que uno va descubriendo la historia de Olfa, también va observando cómo la actriz profesional se apropia de este personaje, la relación que las dos hijas verdaderas de Olfa entablan con las dos actrices que representan a sus hermanas mayores, y el shock que provoca en esta familia contar y representar los hechos del pasado al mismo tiempo.

Culturizarte pudo conversar con la directora Kaouther Ben Hania sobre el proceso que desembocó en este documental

Esta es una película que te llevó mucho tiempo hacer ¿Cómo se siente haberla terminado?

Ya era hora de terminarla, al principio me sentí perdida respecto a encontrar la mejor forma de hacerla porque comencé a filmar el 2016, seguí en 2017 y luego lo dejé de lado, incluso creí que este proyecto nunca vería la luz. Entre medio hice otra película, El hombre que vendió su piel. Durante la pandemia, cuando todos estábamos en cuarentena, tomé este proyecto y empecé a conversar con mi productor para ver qué hacer, él empezó a hacerme preguntas como cuál era mi motivación, por qué quería hacerlo, cómo quería hacerlo y se me ocurrió esta idea interesante de traer actores junto con las protagonistas, que no son actrices, y que fuera algo que pasara en el pasado. Le dije a mi productor que odiaba la recreación de escenas del pasado, pero que tal vez podríamos usar este recurso, pero llevándolo hasta el límite. Me gustó el puente que se creó entre el relato y las escenas actuadas. Fue un largo proceso, de muchos años, lo que me permitió crear una relación con todos ellos.

¿Cuál fue tu motivación para grabarla?

Siempre estoy escuchando historias y pensando que puedo hacer una película con ellas, todo el tiempo. Pero a veces son historias que me quedan en la cabeza y para ese entonces, el 2016 había terminado de grabar un documental que me tomó seis años sobre una mamá y su hija, que las seguí desde la edad de nueve a los dieciséis años, toda su adolescencia. Me gustó mucho ese proceso de hacer un documental íntimo y quise repetirlo. Cuando escuché la historia de Olfa quedé fascinada con el personaje, porque está lleno de contradicciones, con una parte oscura y sentí que era tiempo de hacer algo sobre una relación de madre/hija, la herencia del trauma. Sentí que tenía todos los elementos necesarios para una historia: la política, la tragedia, responder a la pregunta ¿por qué sucedió? Ya que todo lo que salía en la prensa sobre este caso era simplista y lleno de clichés, aludiendo a la pobreza e ignorancia.

¿Cómo convenciste a Olfa de hacer la película?

Me tomó años, pero fue bastante natural. Olfa recibió mucho odio en redes sociales, era persona non grata por culpa de sus hijas, por lo que la convencí de que yo no la quería juzgar, sino contar su historia y confió en mí a lo largo de los años.

Cómo fue tu relación con Olfa, porque ella tenía que dirigir a la actriz que la representaba, pero usted debía dirigir a la actriz y a Olfa.

Si bien fue agotador, también fue genial e interesante porque nos divertíamos bastante, pero también había dificultad en el proceso, pero nunca quise jerarquizar esta relación. Desde el principio le dije a las actrices y a todo el equipo que como estábamos grabando la vida personal de Olfa y sus hijas, quienes no son actrices, que nadie era mejor que nadie, que esto era una colaboración y teníamos un contrato para protegerlas y asegurarles un lugar seguro durante el proceso. Teníamos que tener mucha empatía porque Olfa y sus hijas están acostumbradas a ser juzgadas y esto les molesta mucho, la empatía era esencial para crear confianza entre nosotros y ellas, para poder recrear la familia de ellas, que se componía de dos actrices en vez de las dos hijas que faltan junto con Olfa y sus dos hijas de verdad. Y la magia sucedió porque las dos actrices se parecen mucho a las hijas reales de Olfa, por lo que se adaptaron inmediatamente y había cierta hermandad entre ellas.

Dijiste que estabas interesada en la historia de madre/hija ¿Cómo crees que la sociedad patriarcal afecta esta relación?

En esta historia, Olfa dijo en un principio que haría todo por defenderse a sí misma y a sus hermanas cuando eran pequeñas, por esto ella “se convirtió en hombre”, se cortó el pelo, por ejemplo, e hizo ejercicios para desarrollar sus músculos, entonces haber hecho esta transformación física cuando era una adolescente también hizo un cambio psicológico, lo que significó que se convirtió en un patriarca. En la película vemos que Olfa no le tiene respeto a su marido, no le asustan los hombres porque se siente muy fuerte, lo que viene de una actitud patriarcal, pues ella es la madre y el padre al mismo tiempo. Por lo que creo que el patriarcado también puede ser representado por mujeres, porque cuando estás en una sociedad tan violenta te pones en un modo de supervivencia, lo que significa que debes pelear, tal como hizo ella, se convirtió en hombre en una sociedad en la que lamentablemente no tienes el lujo de convivir con la amabilidad.

En este proceso se van abriendo las heridas de las protagonistas, me imagino que eso ya lo había previsto, pero ¿Cómo se sintió al abordar una historia tan dolorosa? ¿Cómo fue el proceso?

Fue una discusión que tuvimos antes de filmar, no es que durante la grabación me diera cuenta de que estaba abriendo heridas, sino que tuvimos esta discusión muchas veces y se los dije a las protagonistas, que hablaríamos de temas delicados, pero la experiencia fue bastante humana. Esto se ve desde el principio cuando Olfa se pone a llorar, cuando ve a las actrices que van a interpretar a sus hijas, pero durante el documental les dimos la posibilidad de hablar y decir cosas, como cuando, por ejemplo, una de sus hijas que le dice a la madre “cuando me pegabas e insultabas yo tenía ganas de estrangularte”. Hay algo poderoso cuando sacas la voz, puede ser doloroso, pero es importante hablar porque te da fuerza, entonces, están estos dos elementos contradictorios pero que son importantes. A pesar de que se sintieran abrumadas por las escenas, ellas querían seguir porque necesitaban hablar, la violencia claramente abre heridas, pero hablar es terapéutico. Tuve ayuda psicológica antes de grabar, trabajamos con un psicólogo porque ya sabía que iba a ser difícil.

¿Cómo balanceaste el dolor y las reacciones de la madre y las hijas?

Lo que me gusta de los documentales es que siempre te sorprendes, hay cosas que no puedes controlar a diferencia de la ficción, por ejemplo, en la que tú le dices al actor cómo actuar y te da lo que quieres. Pero en los documentales las personas reaccionan de formas que te sorprenden y vas descubriendo cosas, ver cómo las personas reaccionan es complicado, pero amo esto.

En una conferencia Olfa mencionó que aceptó hacer esta película porque su motivación era que sus hijas pudieran volver a Túnez, ¿Qué opinas de ello?

Creo que tiene razón, espero que así suceda, es una tragedia ver a un niño crecer en la cárcel, su nieta fue encarcelada cuando tenía 5 meses y hoy ella tiene 8 años, y sabemos que los primeros 7 años de vida determinan una gran parte de nuestro desarrollo. Olfa dijo algo interesante, mencionó que ella es violenta y la culpamos por ello, pero si su nieta continúa en prisión, también se volverá violenta. El problema es que la nieta no tiene identidad, en cuanto a papeles, técnicamente no existe, porque no está reconocida por el Estado Islámico.

¿Hay alguna posibilidad que las hijas de Olfa que están en la cárcel vean la película?

Me encantaría que ellas vieran la película, creo que no es posible en la cárcel, pero hablé con ellas por teléfono y me dijeron que un día les gustaría contar la historia desde su punto de vista, porque es una locura lo que han vivido, y a mí me encantaría hacer una película con ellas.

¿Te diste cuenta de que estabas no solo contando la historia de Olfa y sus hijas, sino también la historia de Túnez?

Hice la conexión entra la Historia —con hache mayúscula— y la historia de ellas, la historia de un país a través de una historia pequeña. Lo que me impactó es cómo el cambio político en Túnez tuvo repercusiones en la vida de ellas. Empezó con la revolución, entonces, Olfa decidió  hacer su propia revolución y se divorció de su marido, le echó de la casa al igual que echaron al presidente. Vivieron un periodo de libertad durante un tiempo, sus hijas se convirtieron en adolescentes, se pusieron rebeldes, góticas, comenzaron a salir con chicos y cosas así. Pero después vuelve el orden, por lo que tienes esta nueva evolución, traté de poner el contexto histórico en esta historia y conectarlos.

Desde el occidente la radicalización es vista como un problema que le pasa a “los otros”, pero las hijas de Olfa comparaban el uso del niqab (velo integral) con la moda de los jeans rotos. Ellas nos entregan una perspectiva muy poderosa.

Las personas piensan que los otros son diferentes, pero no es así. Todos estamos viviendo en la misma mierda. Cuando veo las matanzas que se producen en Estados Unidos, son los mismos adolescentes.

La única perspectiva que tienen estas chicas para vivir su crisis de adolescencia es volverse yihadistas.

Cuando estás perdida, le crees a la primera persona que te entrega alguna pista y cuando eres adolescente no tienes la capacidad de darte cuenta. Creo que los adolescentes también sienten una fascinación por la muerte, hay algo un poco gótico en la adolescencia. El Estado Islámico es muy gótico, pero de una forma peligrosa, mortal.

¿Qué piensas respecto a los documentales en el Festival de Cannes?

Creo que ya era hora de hacer esto porque los documentales son fascinantes, y creo que el director del certamen, Thierry Frémaux, entendió esto, de hecho, fueron documentales los que ganaron el último Festival de Berlín y Festival de Venecia. Ya era hora.

¿Crees que esta película podría haber sido hecha por un hombre o necesariamente tenía que ser hecha por una mujer?

No lo sé, porque creo que también otra mujer hubiese hecho otra película. Pero el hecho de ser una mujer y de comprenderlas me ayudó mucho para hacer la película. Creo que es importante tener historias diferentes, es importante contar las historias desde el interior, necesitamos más ángulos de vista, mayor diversidad. El Estado Islámico fascina mucho al cine, todo lo que implica la guerra, la muerte, por lo que es interesante poder abordarlo desde el interior.

¿Tuvo algún tipo de referencia cinematográfica para hacer esta película?

Cuando hago una película siempre me pongo a buscar experiencias similares, pero hay una película que cambió mi visión sobre el cine, Close Up del director iraní Abbas Kiarostami, que es maravillosa, también F for Fake de Orson Welles. Estas son algunas de las referencias que tengo sobre el cine que nos cuenta una historia a través del cine.

¿Cómo fue la experiencia de estar nominada a los Oscar con tu película anterior, El hombre que vendió su piel?

Fue genial, es la primera película de Túnez en ser nominada a un Oscar en la historia y sinceramente no me lo esperaba. Fue durante la pandemia por lo que no se pudo hacer una campaña para promocionar la película, pero cuando vi la cantidad de dinero que las otras películas gastaron en sus campañas, tenía ganas de decirles “denme ese dinero para hacer otra película” (risas). La verdad es que la promoción se hizo de boca a boca. Me dijeron que la gente de Hollywood tenía un WhatsApp donde decían “tienes que ver esta película”. Fue muy impactante estar nominada junto a grandes obras. Después de la nominación tuve varias ofertas para dirigir proyectos en Estados Unidos, pero ellos trabajan las películas como un paquete, es decir, te dicen “tenemos este guionista, junto con este director nominado al Oscar, con este actor ganador del Oscar”, yo entraba en la categoría: mujer, árabe, musulmana, para ellos cumplía con todos los requisitos (risas). Pero tuve que decir que no porque ya estaba trabajando con Olfa. Aún me llegan ofertas, pero he dicho que no porque para ellos que dirija yo u otra persona es lo mismo, prefiero hacer cosas independientemente y es complicado hacer eso con los estadounidenses, si encuentro algo que me fascine, lo haré. Por el momento prefiero trabajar en mis propios proyectos y en mi nueva película que se desarrollará en Túnez.

Ficha técnica

Nombre original: Les Filles d’Olfa

Dirigida por: Kaouther Ben Hania

Guion: Kaouther Ben Hania

Año: 2023

Género: Documental

Duración: 107 minutos

País: Túnez

Distribuido por: extranjero: The Party Film Sales

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