Por Gabriela Bravo desde Cannes
Los directores chilenos Joaquín Cociña y Cristobal León presentaron en la Quincena de Cineastas del Festival de Cannes, su última película titulada Los Hiperbóreos, una suerte de experiencia audiovisual que mezcla la puesta en escena teatral, las marionetas y las actuaciones de actores de carne y hueso.
Esta meta-película cuenta la historia de Antonia Gieser- quien se interpreta a sí misma- que a su vez cuenta la historia de un paciente clínico que tenía cuando trabajaba como sicóloga y que le explica que escucha una voz que le cuenta cosas. El relato del paciente es tan interesante que decide hablar con sus amigos Joaquín Cociña y Cristóbal León para ver si pueden hacer algo de toda esta información. Los directores se dan cuenta que la persona que le habla al paciente es Miguel Serrano, un intelectual chileno que desarrollo una teoría filosófica esotérica nazi. La cinta muestra el recorrido creativo que tiene el equipo, al mismo tiempo que vamos viendo la película.
Culturizarte pudo conversar con los directores Joaquín Cociña y Cristóbal León en Cannes.
Desde que fue seleccionada en la Quincena de Cineastas, Los Hiperbóreos fue catalogada como un ovni, y es una tradición que en el Festival de Cannes exista siempre una película ovni, pero es primera vez que Chile tiene ese honor ¿Qué les parece esto?
Joaquín Cociña: No sabía esa historia.
Cristóbal León: Me parece que definitivamente la película es un ovni. Nosotros no tenemos el proyecto de hacer películas raras pero nos quedan raras, casi irremediablemente e involuntariamente. Creo que esta película precisamente se trató para nosotros del proceso y finalmente la película encarna eso. Nosotros tratando de hacer una película normal y fallando en el proceso, hicimos una película extrañísima, o sea, una película sobre nuestra incapacidad de escribir un guion normal y de filmar una película normal, me parece tiene sentido justamente que la llaman así, me gusta ser el ovni, me gusta ser el “algo” de la selección.
Joaquín Cociña: Creo que nos hicieron un gran favor encuadrándonos de esa manera, porque en el fondo, al designarnos como el caso raro, como el ovni, me da la impresión de que si a alguien no le va a gustar la película va a ser como, igual me dijeron que era rara. Es un apelativo que le hace justicia.
Cristóbal León: Por otro lado es una película que de alguna manera se enmarca en lo que yo creo que debería ser la tradición de la Quincena de Cineastas, que es un festival o una sección fundada por Godard, Truffaut y compañía. La película está muy en esa tradición, una película influenciada por Raúl Ruiz, entonces tiene sentido que esté acá y estamos muy felices con la selección.
Debo confesarles que la primera vez que vi la película estaba tan descolocada que no sabía como describirla ¿Cómo se concibe una película como Los Hiperbóreos?
J.C.: Nosotros tenemos procesos muy enrevesados con cambios de orden, no necesariamente la preproducción viene antes de la producción y la postproducción a veces empieza antes de terminar la película. En nuestras cabezas, saltamos muy rápido de una idea a otra. El proceso de guion se hizo durante la pandemia y el estallido social. Por la incapacidad de ponerle cierre a las ideas, hizo que se fuera enredando cada vez más el guion. Este es uno de dos hermanos gemelos, -o hermanas gemelas- de otro proyecto. Hicimos Los Hiperbóreos, y estamos preparando La Plaga, un proyecto que también está protagonizado por Antonia Giesen y que es como una versión sin política y con amor. En el fondo, Los Hiperbóreos es como la versión más neurótica y paranoica, del trabajo de guion que estábamos haciendo. En un punto nos dimos cuenta de que estábamos siendo muy enredados para el proceso, y decidimos que la película tratara de eso, de nuestros propios enredos. En el fondo, como la parte realista de la película, es que tú estás viendo exactamente lo que está pasando en un rodaje, lo que está pasando en esa situación real en que estamos tratando de construir en una película, y finalmente quedamos atrapados dentro de ella.
C.L.: Ambos nos resistimos a pensar que hacemos productos culturales que se van a insertar en un sistema determinado, es decir, no pensamos en la película que va a estar en Netflix, o no pensamos en esas categorías muy delimitadas para la circulación. Yo creo que hoy día está exacerbadamente así el mundo. Como las plataformas se volvieron necesarias para la producción, y el gusto se ha “plataformizado”, todo el mundo está generando contenido, incluso, como que esa sola palabra ya me parece… Nosotros creamos monstruos, no creamos películas de un género delimitado, sino que estamos creando monstruos. Cuando estoy haciendo una obra, estoy haciendo una criatura y quiero que esta sea deforme, con una forma extraña, que no exista en el mundo, un nuevo animal, como si fuera un laboratorio donde creamos nuevos animales. De hecho, la película es casi un comentario sobre nuestro propio proceso. Para mí hay dos formas de hacer una casa: puedes hacer los planos, y después construirla según los planos, o puedes empezar a poner una piedra sobre otra, y definitivamente esa es la forma en que nosotros hacemos películas, sin un plan determinado, ponemos piedras sobre piedra, y al final queda una cosa rara.
Su película pareciera tomar referencias de otros cineastas como Wes Anderson, Michel Gondry e incluso del expresionismo alemán ¿Cuáles son las influencias que tiene esta película?
J.C: Yo creo que Gondry, estoy muy de acuerdo. De hecho, los dos pasamos una parte importante de nuestra adolescencia viendo MTV, cuando Gondry hacía los mejores videoclips. Wes Anderson no estaba en nuestra cabeza. Yo sé que hizo hace poco una serie, tiene mucho fondo y cosas teatrales, y traté de verla pero estábamos editando, así que me dije: “no puedo ver eso porque me va a comer la cabeza”. La película está muy inspirada, según nosotros, en Méliès, que obviamente está muy vinculado al expresionismo alemán. Yo diría que a los primeros 30, 40 años del cine.
C.L.: Está muy vinculado, el expresionismo alemán está muy vinculado justamente a la idea del cine como teatro filmado, hay ciertas películas del expresionismo alemán, como El Gabinete del Doctor Caligari, que son como teatro filmado. Yo creo que esta película se parece mucho a esos temas.
J.C: Sí, también está muy presente Raúl Ruiz. De hecho, hay un par de escenas que yo creo que son muy parecidas. Nuestro proceso de guion partió pensando que íbamos a hacer una adaptación de un libro de Bolaño, pero nos dimos cuenta que era muy mala idea para nosotros. Amamos su trabajo y a mí me gustan mucho todas sus novelas, pero las que nos inspiran más a nosotros son las chilenas, que son las cortas, por razones obvias. Porque no podría adaptar Los Detectives Salvajes que es sobre México.
C.L.: Una película que me inspiró mucho es Dogville, de Lars von Triers.
J.C: Nuestro trabajo con Ari Aster también. Hay muchas versiones como monstruosas y pobres que hicimos en esta película, que tienen que ver con las cosas que aprendimos y que hacemos en Los Hiperbóreos.
Además de las influencias cinematográficas, hay muchas referencias políticas e históricas a Chile. Nos pueden contar un poco sobre esto.
C.L.: Creo que a lo largo de nuestro trabajo hemos explorado mucho la historia, nuestra memoria histórica, intentando hacerlo desde una perspectiva renovada y no desde el drama político, que es el género que generalmente se usa en Chile para abordar la memoria y la historia. Nosotros lo pensamos más desde el sueño, pensamos que estamos haciendo sueños sobre nuestra realidad, y en esa realidad se cuela lo político y nos colamos nosotros mismos en distintas dimensiones.
J.C.: Aparece Miguel Serrano y Jaime Guzmán en unas versiones distintas a lo original. Nos gusta mucho convertir a personajes de la realidad y transformarlos en monstruos, como el imbunche de Jaime Guzmán, que es una especie de Gollum. Me parece muy divertido aterrizar a la realidad nacional monstruos que provienen del mundo audiovisual, o la idea de que Jaime Guzmán es una inteligencia artificial, se parece harto a la realidad que vivimos.
C.L: Hay algo que me parece fascinante cuando leo mitología, y es ese momento en que realmente los dioses habitaban la tierra y figuras históricas se convertían en figuras míticas y semidioses, esa relación fluida entre lo mitológico y nuestro espacio cotidiano, me parece muy fascinante. Creo que en esta película estábamos intentando hacer eso, estábamos intentando borrar los límites entre lo mítico y lo cotidiano, y justamente por ahí se cuela Miguel Serrano, un autor que trataba de hacer eso, algo que me parece genuinamente fascinante e interesante, con todo este otro lado monstruoso que es su parte Nazi. Es cómico casi, ya que la película fue escrita en el calor del estallido social, entonces era imposible que no estuviera muy teñida de política y que lo político se metiera por todos nuestros poros, porque estábamos habitando ese momento súper álgido e intenso políticamente.
El sentimiento que me deja Los Hiperbóreos es que más que una película, es un viaje que nos invita a presenciar la intimidad de la creación. Como espectadores nunca tenemos acceso a esto, porque solo vemos el producto terminado, ¿Qué opinan ustedes?
J.C.: Es una parte muy importante de nuestra discusión, ¿qué es? Nos parece muy bello mostrar todos los elementos que se usan en la obra de arte, creo que los dos disfrutamos las obras que muestran sus procesos en otros artistas. Nos parece que en general, por ejemplo en el mundo de las artes visuales, si tú vas al taller de una artista, las obras se ven muy hermosas ahí, y en general empeoran mucho cuando se van a estos lugares asépticos, que son los museos y las galerías. Tratamos de artísticamente traer todo lo que ocurre, toda la entropía tecnológica y material de los procesos a la pantalla, nos parece también como un acto de generosidad y nos interesa.
C.L.: Ha sido nuestro proyecto artístico de por vida, nuestro primer cortometraje, Lucía, nacía de la idea de hacer un cortometraje sobre procesos de hacer dibujos y borrar dibujos, dibujar y borrar. En el caso de La Casa Lobo, hicimos un película que tuviera una dimensión narrativa pero que tuvieran además otra dimensión, una casi documental. Al documentar procesos plásticos -una dimensión que yo siento que es un poco ritual- también hay un hechizo sucediendo en ese lugar, con elementos muy primitivos y a la vez estamos contando una historia. Y yo creo que Los Hiperbóreos tiene un poco de ese espíritu.
J.C.: Hay dos cosas sumadas a eso. Encuentro que el equipo eléctrico, estaba muy contento y no nos creían mucho que parte de las reglas del rodaje es que las cosas como los cables o los focos se tenían que ver. Cuando lo empezamos a grabar, decían ¡Ah, es verdad! Hay algo también como de mostrar toda esa técnica a la pantalla. Hay una tecnología relativamente nueva de iluminación que son estas grúas enormes que tienen unas parrillas de luces. En la película Once Upon a Time in Hollywood, hay un plano en que se ve a Brad Pitt y Leonardo DiCaprio conversando. Es el típico plano que usa Tarantino. Si tú ves cómo se hizo, son todas estas grúas en una especie de calle falsa, para hacer ese puto plano. No sé cuánta plata costó esto. Me parece que es tan raro no mostrar esa belleza, porque hay mucha belleza en esta técnica. Encuentro demasiado triste gastarse tres millones de dólares en una escena, con todos esos focos y no mostrarlo.
C.L.: Respecto la idea del viaje yo creo que lo pensamos mucho como un parque de diversiones, como un jueguito de Disney. Yo quedé muy marcado cuando fui a Disney cuando chico y me metí en estos carritos que te llevaban por la historia de la tecnología, de ver unos robots, o la historia de Estados Unidos. La casa la pensamos como una montaña rusa, o mejor dicho, como un juego de parque de diversiones tipo Los Piratas del Caribe, donde va a ir un carrito y hay representaciones alrededor. Los Piratas del Caribe fue nuestra principal influencia para esta película, pero no la película Los Piratas del Caribe, sino el de Fantasilandia y La Monga, también (risas).
J.C.: Me acuerdo cuando vi Carretera Perdida, debo de haber tenido 17 años. Era la época previa a Internet y entré a ver la película con un amigo y me dijo, es una película de un gringo. Debo haber salido como ¿qué mierda acabo de ver? Creo que me gusta mucho, es bueno que te produzca esa sensación de haber entrado a algo, y en vez de ver una película viste como un túnel, que fue la sensación que yo tuve. Hay algo un poco vertiginoso que yo creo que nos gusta. Me acuerdo que mi hermana fue con su marido, que es inglés, al Festival de Berlín, fue al estreno de La Casa Lobo, cuando salió dijo nada de la película, y le pregunté a mi hermana: «oye, ¿le habrá gustado a John?» Me dijo: «Joaquín, yo sabía a lo que venía, el pobre John no tenía idea”, y salió como «¿qué cresta este huevón?» El hermano de mi esposa. Sí, hacemos cosas nuevas.
Pero es algo que implica una cierta osadía con respecto al mundo de hoy, en donde todo está todo calibrado, como las frutas en el supermercado, y esto parece como una bofetada al público, como decir, yo propongo otra cosa.
J.C.: Ojalá que sea un cariñito (risas).
C.L: No sé si es osadía. Creo que no lo interpretamos de esa manera en nuestras conversaciones, para mí es más como una comedia. A mí me parece demasiado chistoso poder hacer estas películas y que nuestra productora, Catalina Vergara, crea en nosotros, y que haya más gente que crea en nosotros, me parece que es un milagro. Que estrenemos en Cannes es un milagro, y me divierte demasiado, me da mucha risa y me parece maravilloso.
J.C.: Sumado a eso, a mí me encanta la idea de trabajar mucho, porque me gusta hacer lo que hacemos. Detesto la idea de ser profesional, encuentro que es demasiado raro pensar en ser artista. Hay que ser profesional, en ese sentido, hay que pagar a la gente, pero en el sentido de hacer las cosas “bien”. Encuentro que la palabra bien y profesional son cosas muy raras, porque te llevan a lugares donde no sé cómo hacer.
C.L.: La vida es demasiado corta, yo encuentro, para ser un burócrata del arte. Quiero hacer películas que en 300 años sean valoradas. Yo sé que es ridículo, lo sé. Pero de verdad, ese es el nivel de mi ambición.
Y por supuesto, la pregunta que tengo que les tengo que hacer, ¿Qué se siente estar en el Festival de Cannes?
C.L: Siento alegría por el equipo, y porque nos acompañan acá, o nosotros acompañamos a una parte del equipo. y siento extrañeza. Cuando hicimos la prueba técnica, me parecía muy extraño estar viendo esta película tan personal, donde están nuestros personajes. Y me da mucha risa, siento como regocijo, y también un poco de nervio, o mejor dicho, un poco de pudor. Me parece divertido ver estos hoteles gigantes, y al lado nuestra película, hecho en nuestro taller, con dos pesos y un muñeco. Es como un cuadro hecho con basura, con el marco dorado, barroco, más bacán que le puedes poner.
J.C: Hemos hecho siempre lo que hemos querido, de la manera que hemos querido y me da mucha alegría y extrañeza de que este tipo de festival esté interesado. Pero nos ha pasado harto. Los Huesos también fue hecho en el mismo taller, con mucho cariño, experimentando y terminó en el Festival de Venecia. No es que no lo busquemos, porque igual hacemos el trabajo, pero no es un plan, cuando hacemos el guion o la producción, no estamos pensando en eso. Pero una vez que terminamos la película, sí trabajamos mucho para que se mueva bien. Sobre todo nuestra productora Catalina Vergara. Pero igual debo decir que con Cristóbal y Catalina, sin duda, somos ambiciosos, queremos mover las películas e ir lo más lejos posible. Lo que pasa es que no cambiamos el contenido de la película para que eso ocurra.
Ficha técnica
Título: Los Hiperbóreos
Género: Ciencia ficción
País: Chile
Año: 2024
Duración: 62 minutos
Director: Cristóbal León y Joaquín Cociña
Elenco: Antonia Giesen, Francisco Visceral