Por Gabriela Bravo desde San Sebastián
El director chileno José Luis Torres Leiva fue el encargado de inaugurar la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián con la película Cuando las nubes ocultan la sombra.
La película es un híbrido entre la ficción y el documental, que explora de manera poética temas como la espera y el duelo. Protagonizada por la actriz argentina María Alché, Cuando las nubes ocultan la sombra nos embarca en la experiencia de una actriz que debe llegar hasta Puerto Williams para rodar una película, pero que por razones climáticas, su equipo no puede llegar hasta la ciudad y ella debe esperar. Aquí comienza un deambular de la protagonista por diferentes lugares de Puerto Williams que la llevarán a conocer nuevas personas y que harán aflorar en ella heridas que no había querido enfrentar.
Culturizarte pudo conversar con el director José Luis Torres Leiva y con la actriz María Alché
José Luis, me gustaría saber ¿Por qué eliges ese título para tu película?
JLTL: El título es una combinación de unos poemas del poeta Paul Valéry, de un libro que se llama Cementerio Marino, que a mí me gusta mucho. Me gustaba mucho esa idea de que el personaje está en un estado de duelo, que es un estado bastante ambiguo, en donde uno se siente muy perdido. Es ese momento cuando los días esconden las sombras, precisamente, y donde uno tiene esa sensación de no pertenecer o de no saber dónde estás es ese momento. Me parecía que esa idea era la esencia del proyecto, por eso lo llamé así.
Tu película nos habla sobre un acontecimiento que no sucede, de una película que se tiene que rodar, pero que finalmente no se hace ¿Cómo surge esta idea?
JLTL: Lo que me interesaba más era ese período, precisamente, de espera, en donde el personaje de María está realmente enfrentada a sí misma. Ya no tiene la presión de hacer la película, de estar preocupada del papel que va a realizar. Trata de llenarlo con eso, pero finalmente esta confrontación consigo misma, en ese lugar tan alejado de todo, en el fin del mundo, con las personas que se van encontrando, inevitablemente, la enfrenta a este duelo que no ha vivido todavía. Para mí, eso era lo esencial de la película. Todo el resto, la película que va a hacer, va desapareciendo poco a poco. Va quedando atrás, siendo ella lo más importante.
María, ¿cómo abordas este personaje que va a hacer algo y finalmente se queda esperando?
MA: Yo creo que esta actuación, la manera de pensarla, no fue tanto en el sentido de construir un personaje, así como algo que uno va a ver, sino más bien como sacarme de encima todos mis prejuicios para estar ahí, en esos momentos, despojada de la actuación, de todo el querer hacer, el querer construir, y dejarme habitar por las otras personas, por las acciones de la escena. Una manera de actuación pensada un poco al revés.
¿Qué tanto de documental tiene esta película?
JLTL: Fue pensada para que las personas que participan realmente se interpretan a ellos mismos, son personajes que viven en el lugar, y todos esos encuentros con María tienen esa esencia documental. Si bien había un guion y una preparación previa, fue registrado con una mirada más documental, como tratando de capturar lo espontáneo de las conversaciones, de las reacciones. Generalmente, se graba solamente una vez una escena, y algunas escenas se graban con dos cámaras, para lograr capturar eso. Entonces, sí, esa idea de trabajarlo desde ese lugar siempre estuvo desde el principio. Hay una combinación de trabajar con estas personas que no eran actores profesionales bajo esa metodología.
¿Cómo fue para ti enfrentarte a estos actores que no son profesionales, que ellos están viviendo su vida y tú estás interviniendo en eso?
MA: Hay algo de la actuación que se desdibuja mucho con el documental. No sé si fue por el lugar, por llegar ahí, por la sensibilidad de José Luis, por la forma tan amorosa en que el equipo estaba presente, en la película me sentí con mucha ternura y delicadeza, yo estaba en un estado de sensibilidad muy grande todo el tiempo. En el rodaje me sentí muy tomada por una sensibilidad, y eso lo agradezco mucho, porque en este mundo en que estamos todo el tiempo a la defensiva, con la crueldad y con un mundo que es muy violento, donde uno sale a la calle a defenderse, en una gran ciudad como la que yo vivo, de pronto fue como llegar al fin del mundo y poder estar sensible todo el día.
Como las personas venían a contarte algo de su vida, también ahí hay una responsabilidad de conectar de verdad. No podés actuar cuando alguien te cuenta algo de su vida. Entonces, me parece que era una manera muy interesante de trabajar. No sé si se llama documental, no sé si se llama ficción, no sé cómo se llama, pero era algo de capturar la vida, lo llamaría así, porque son interacciones únicas. Esa forma de cine me resulta muy interesante.
En ese sentido, ¿cuál es el rol de Puerto Williams en esta película, que parece ser un personaje en sí mismo?
JLTL: Yo creo que es un lugar muy especial, no solo por lo que representa como el fin del mundo, por esa sensación de estar en ese espacio, sino que también es un lugar que, a través de su paisaje, de la atmósfera que provoca, inevitablemente te hace conectar desde otro lugar, incluso a todo nivel: en las relaciones humanas y en la relación con la geografía misma del lugar. Es muy distinto. Viniendo de una ciudad, con otro ritmo, conectar con ese espacio, con esa detención del tiempo, y con ese tipo de relaciones, porque todo el mundo se conoce, y hay una necesidad de interactuar desde lo humano. Me interesaba mucho trabajar en ese espacio, por eso la elección de trabajar ahí. Tiene una gran importancia.
¿Ustedes conocían Puerto Williams?
JLTL: Sí, había ido hace unos años a hacer un taller de cine, ahí se hace una residencia que se llama Arca, y tuve la oportunidad de ir la primera vez que se realizó, como tutor, y fue una experiencia muy especial. Fue en invierno, además, y cuando volví dije: “Tengo que hacer una película con este lugar, con esas sensaciones que tuve cuando estuve ahí, compartiendo con las personas del lugar”.
MA: Yo no conocía, lo más al sur que conocía era Ushuaia, Tolhuin, el Beagle, pero del lado argentino. Fue increíble el lugar. Llegamos en un barco carguero que lleva a algunos pasajeros, pero más que nada lleva carga. No sabíamos a qué hora iba a salir, a partir de la 1:00 a.m. teníamos que estar esperando a que cargara 9 camiones. Toda esa experiencia, el lanzarse a la aventura de navegación de 40 horas hacia el sur con camiones, fue muy interesante. Llegamos en el barco después de dos noches, porque el viaje dura 40 horas, o sea, salimos a las 2:00 a.m., dormimos, pasó todo un día, pasó toda una noche, y al otro día llegamos. Llegar a ese lugar fue como atravesar muchos paisajes: horas de nieve, con sol, nublado, de comer, de dormir, de leer. Todo el equipo ahí nos fuimos integrando.
Porque hay escenas en el barco
JLTL: Sí, hay varias escenas. La idea era aprovechar ese viaje largo e incluir lo que realmente sucedía. Tuvimos la suerte de que fue un viaje donde iba poca gente, entonces teníamos mayor libertad. Hubo mucha interacción entre nosotros.
En tu cine abordas el tema del duelo y la muerte. ¿Por qué este gusto por tratar un tema que es tan doloroso y que en general la gente trata de evitar?
JLTL: Son experiencias que he vivido últimamente y que me han marcado, y también me producen muchas preguntas. Creo que cuando muere un ser querido, uno se cuestiona muchas cosas de su propia vida, y de cómo también está enfrentado hacia el mundo. Eso me interesa mucho porque creo que tiene mucho de misterio. Sabemos que es inevitable, que va a ocurrir en algún momento, pero es tan extraño y misterioso cuando sucede. No tienes herramientas para -por mucho que esté preparado- sobrellevarlo de la mejor manera. El dolor es inevitable, la tristeza es inevitable. Reiniciar una nueva vida sin las personas que uno quiere es un desafío, todo el mundo pasa por ahí. Creo que es algo que te sacude, pero eso mismo también te hace replantearte muchas cosas a nivel humano, de relaciones humanas, de tu propia vida, de tus propios valores. Se aprecia mucho más lo que pasa desapercibido o sin mayor atención. Uno se pone más atento y más sensible, y valora mucho más. Esta película tiene mucho de ese proceso, que era lo que me interesaba trabajar. Fue un paréntesis en mi vida, porque entre medio perdí a mis dos padres. Todavía estoy viviendo ese duelo, y la película me ayudó a entender muchas situaciones que yo estaba viviendo. Compartirlo con los demás me interesa mucho en mi trabajo.
María, ¿Cómo viviste tú este rodaje tan particular con José Luis?
MA: Fue entregarse a la posibilidad de estar en contacto con lo pequeño. Por ejemplo, había una cosa muy curiosa en el Parque Nacional, donde filmamos: hacer una excursión imitando cosas microscópicas. Siento que algo de eso era lo que estábamos haciendo en la película. En un lugar gigante, de naturaleza inmensa, estábamos detenidos en cosas frágiles y pequeñas. Lo viví con entrega, y no siempre pasa que en un rodaje uno tiene la capacidad de confiar y soltar. Acá me pasó y fue muy lindo.
¿Cómo logra un director que se respete su originalidad y su mirada particular sobre un tema como el duelo o la muerte?
JLTL: Es una película que se ha hecho desde la sinceridad para abordar el tema y desde una forma que permita transmitir esa sinceridad y esa mirada. Lo que me interesaba a mí era ser sincero en el proceso y lograr transmitirlo a través de lo cinematográfico: los sonidos, la atmósfera, las imágenes, lograr capturar ese momento de vida por el que atraviesa el personaje, el espacio que la envuelve. Pero es el resultado de todo un equipo, que fue un equipo pequeño, éramos 11 personas que estábamos muy conectados con las mismas premisas. Es una conjunción de todas las sensibilidades.
Para ti María, ¿Cómo fue pasar de una gran producción como Puan a una película de autor más pequeña como Cuando las nubes esconden la sombra?
MA: Me gusta transitar por distintos lugares. Yo venía de hacer Puan, que era un equipo de 60 personas, con escenas con 100 extras, todo un quilombo. Entonces me preguntaba, ¿cómo voy a hacer para bajar de toda esta energía?, ¿cómo voy a hacer para bajar a la intimidad? Tenía la sensación que me iba a tener que meter en un mundo muy sensible, entonces confié en que el viaje mismo me iba a ayudar. Primero viajar a Santiago de Chile, luego a Punta Arenas, ahí pasar dos días, luego viajar en el barco, todo eso me fue ayudando. Además, yo atravesé en estos años la experiencia de la maternidad, tuve dos hijos, que en un momento iban a venir a visitarme al rodaje, pero no pudieron pasar de Argentina a Chile por el sur, así que no pudieron venir. Ahí también tuve una situación rara ya que había pasado cinco años de mi vida compartiendo con mis niños y estar sola también me llevó a un estado particular y pude usar todas esas cosas que me estaban pasando en la vida para la película. Yo admiro mucho el trabajo de José Luis, por eso quería hacer una película con él.
Finalmente, ¿qué sintieron al ser la película que inauguró la sección Horizontes Latinos, frente a una sala llena de gente?
JLTL: Venir a San Sebastián siempre es algo especial, es un festival muy cálido, que tiene una selección muy cuidada y preocupada por el cine latinoamericano. Es un honor abrir la sección Horizontes Latinos, en el que nunca había participado y junto a cineastas a los que yo admiro mucho. Fue un estreno muy emotivo y cargado con esa emoción que traía la película. Quedamos muy contentos de poder mostrarla, compartirla y que conectara con el público.
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