Por Jorge Letelier
Resulta tentador la adaptación de un clásico costumbrista como “Mama Rosa” (de Fernando Debesa) en manos de la dupla Javier Casanga (director) y Carla Zúñiga (dramaturga) como montaje egreso de la Escuela de Teatro UC y parte del Festival Exit de Teatro Sidarte. Porque sin duda que este estudio de costumbres sobre la tensión campo/ciudad y patrones/servidumbre de la primera mitad del siglo XX, es campo fértil para buscar puntos de evolución respecto al presente y cómo estas dinámicas tan propias del Chile oligarca hoy son releídas.
En ese sentido, sin duda que el punto de vista de una dupla que ha escarbado en los márgenes más desplazados de la composición social con crueldad e ironía, es una interesante provocación desde las tensiones del presente para una obra estrenada originalmente en 1957. La historia gira en torno a la viuda Misiá Manuela y sus hijos, quienes viven en una casona decadente junto a Mamá Chana, la nana que ha criado a los niños y quien es la autoridad para las nuevas empleadas.
La pluma ácida de Carla Zúñiga resitúa a Mamá Chana como una vieja alcohólica que asume de mala forma el paso del tiempo y su lugar desvencijado en la estructura familiar. Los hijos de la patrona que ha criado -a diferencia del original- son una joven atractiva y ninfómana, otra coja y fea y un tercero gay que gusta del travestismo.
La impiedad habitual en los diálogos resuena en todo su sarcasmo y el elenco de jóvenes actores tiene brío, en especial la Mamá Chana, lejos el mejor personaje. Una de las virtudes de la dramaturgia de Zúñiga es que recoge la crueldad y la violencia del Chile actual en diálogos cotidianos aparentemente inocuos, haciendo emerger la realidad marginal-sexual con energía y humor. Por ello, la descripción de la decadencia de esta familia venida a menos opera de forma doble con el surgimiento de una tensión que es tan paródica como política.
Si bien las soluciones de puesta en escena están reducidas al mínimo (presumiblemente por el acotado margen de producción), el estilo camp mantiene algo del sello de la dupla aunque se aprecia más contenido, sin esos desbandes estéticos kitsch que son constitutivos de su trabajo. Pareciera que por sobre la tensión inherente a nuevas realidades sociales que se entrecruzan en la dinámica tradicional de costumbres familiares, es el paso del tiempo y el desmoronamiento de un sentido profundo de la familia la que late tras el revival, de forma similar a como Casanga lo expuso en “Tectónica de placas”, el montaje que dirigió en la reciente Muestra Nacional de Dramaturgia.
La clase trabajadora doméstica que parece querer ser parte de la familia patronal pero que a la vez también extraña el origen, la sangre y el deseo de emanciparse, genera esa sensación de extrañamiento y dicotomía que esta reversión actual la parece entender bien y deja abierta la interrogante de si más allá de los guiños a la disidencia sexual, el sometimiento de clase es aún un tema que no ha logrado ser tensionado como debiera.
“Se me desgarra el pecho al pensar que solo en sueños podré volver a esta casa tan vacía”
Montaje egreso Escuela Teatro UC
Dirección: Javier Casanga
Dramaturgia: Carla Zúñiga, inspirada en “Mamá Rosa”, de Fernando Debesa.
Diseño escenográfico: Sebastián Escalona
Diseño de iluminación: José Carrera
Composición musical: Alejandro Miranda
Producción: Mauricio Andrades
Elenco: Rocío Álvarez, Natalia Araya, Mauricio Andrades, Annick Durán, Camila Gatica, Hernán Jeldres, Ignacio Molina, Gabriel Oro, Elisa Osorio, Maximiliano Parra, Paula Vásquez, Cristhian Vilches