Por Paula Frederick
Con la gran Cyndi Lauper, no existen términos medios. Sus canciones pop son una sobredosis de energía y optimismo. Sus baladas, melosas y sufridas hasta la médula. Un viaje a la gloria de los lentos o a esas tardes noventeras melancólicas, sosteniendo la foto impresa del chico aquel. Escuchar Time after time, True colors o All trought the night, es conectarse con la Cyndi que todas llevamos dentro. Es imaginarla llorando sobre un cubrecama rosado con vuelitos, con las mejillas bien rojas y la almohada mojada. Al menos, es más verosímil que imaginar así a Madonna (a quien supera con creces, según mi humilde opinión).
Después de ver Let the canary sing, de Alison Ellwood, todos estos sentimientos salen a flor de piel. Es inevitable soltar unos lagrimones y escuchar todo el día su música en loop. Los verdaderos colores de la artista, que revolucionó el mundo del pop ochentero con su disco auto definitorio She’s so unusual (ella es tan inusual), se despliegan en este documental, parte de la competencia internacional de IN-EDIT 19. Un vertiginoso viaje por su vida, contado por ella misma de manera hilarante y emotiva. Su infancia en Brooklyn, su voz incontenible, su ascenso a la fama, caídas y reinvenciones. Descrito así, podría parecer una película más sobre la vida de una estrella. Pero al igual que Cyndi, el documental no tiene nada de usual. Tampoco es un producto cinematográfico brillante, que ofrece grandes innovaciones narrativas o propuestas estéticas deslumbrantes. Simplemente, se trata de Cyndi Lauper. Y eso es suficiente para que nos sorprenda y emocione.
A lo largo de su carrera, la cantante se ha transformado en una suerte de caleidoscopio, que despliega diversas visiones de sí misma, aunque nunca pierda su esencia: una máquina de hacer hits en los 80; una voz única e irrepetible; referente único de moda y estilo; activista incansable por los derechos de los LGBTQ+; actriz de cine frustrada; compositora de obras de Broadway. Una historia que comenzó en Brooklyn, cuando su madre soñaba con haber sido una cantante famosa, mientras las hermanas Cyndi y Ellen componían canciones en guitarra y jugaban a ser parte de Los Beatles. Luego vinieron los intentos, las frustraciones y también los hallazgos afortunados. Así, llegó a formar parte de la banda Blue Angel, testigos de sus primeros pasos y de esa luz incandescente que, tarde o temprano, correría con colores propios.
Let the canary sing es narrado por la propia Cyndi, lo que provoca una empatía inmediata. No solo por escuchar la historia en primera persona, sino porque la cantante trasmite toda su frescura de manera hilarante, como si estuviéramos con ella en el living de su casa. Así, nos enteramos de los esfuerzos para hacer que Girls just wanna have fun tuviera éxito antes de transformarse en un himno feminista, incluida una excéntrica participación de Cyndi en un torneo de lucha libre. Las imágenes de archivo son una joya. En cada entrevista y aparición pública, donde siempre aparece con un peinado y un color de pelo distinto, la cantante descoloca al interlocutor de turno. Luego sonríe, achina los ojos, entona una nota imposible y todos quienes la rodean se rinden a sus pies.
Mención aparte merece su madre, Catrine Lauper. Imposible no amarla. Sus apariciones en cada video de Cyndi, desde su debut en Girls just wanna have fun, provocan sonrisas y una ternura irresistible. Al más puro estilo Hitchcock, Catrine hace un cameo en cada una de las producciones de su hija, a veces acompañadas de amigas, tías o algún rostro de la lucha libre ochentera. Esa mezcla entre vida de estrella pop y video casero familiar le da al relato una calidez inesperada, que se condice con las letras de sus canciones y la forma en que Cyndi quiere llegar al público. “Susurrando al oído de quien escucha”, como describe ella misma su bellísima canción True colors, dedicada a un amigo fallecido a causa del VIH. Música visceral que no esconde su intención: ser un golpe al corazón, hacernos llorar y sonreír, bailar por las calles del barrio con zapatillas Converse y vestido de tul, para luego abrazar a un amigo y recordarle que la vida está llena de colores.
“Eres una narradora cuando eres una cantante. Eres una atleta y eres una narradora”, dijo Lauper a la revista Rolling Stone. “Eres una atleta porque tu cuerpo es tu instrumento. Pero cuando cantas una canción, estás contando una historia, ya sea tu historia personal o en tercera persona. Así que solo elegí canciones que aspiraría a cantar”. Así es nuestra Cyndi, una voz que manifiesta su esencia sin importar las consecuencias, como el propio documental sobre su vida. Una artista que, a sus 70 años, sigue desplegando sus colores a pesar de las comparaciones, críticas y fracasos. Un canario que no solo hay que dejar cantar, sino que además abrir su jaula para que vuele en libertad.
Ficha técnica
Título original: Let the canary sing
Dirección: Alison Ellwood
Fotografía: Mark Garrett, Michelle McCabe
Año: 2023
Duración: 96 min.
País: Estados Unidos
IN-EDIT 19, competencia internacional