Por Valeria Jauré
Estamos en 1934 en el territorio conocido como el Chaco, donde encontramos a un grupo de soldados bolivianos que han estado luchando en la guerra que lleva el mismo nombre, en contra del Paraguay, y que son comandados por el capitán alemán Hans Kundt, quien fuera general en el pasado en su Alemania natal.
Con una fotografía preciosa, que logra transmitir la adversidad del paisaje, que es desconocido tanto para estos soldados, que seguimos a lo largo de todo el largometraje, como también para nosotros, espectadores chilenos. Se está en medio de una guerra, lo sabemos porque los soldados portan armas y están en constante alerta por si llega a haber un ataque de los paraguayos, sin embargo, aquí no hay nada. No hay enfrentamientos. Solamente ruido de animales, viento y las conversaciones en distintas lenguas frente a una fogata. La batalla se vuelve, entonces, cada vez más vital, como un círculo de hambre, sed y cansancio que se va cerrando sobre estos personajes, quienes son en su mayoría indígenas aimaras y quechuas, para quienes las razones de dicha guerra les son tan ajenas como al mismísimo capitán alemán.
Ninguna historia oficial se hace cargo de estas pequeñas historias, en donde se cruzan la desesperanza con la locura, y en que la necesidad por sobrevivir parece irles quitando cualquier asomo de humanidad. Es un grupo jerarquizado, pero que se va desmadejando, en que cada uno va guardando las pocas energías que le quedan solamente para beneficio propio. Su director, Diego Mondaca explicó que ese conflicto bélico fue parte de la historia de su familia, ya que su abuelo, a quien va dedicado el filme, participó de ella como soldado.
Con un ritmo pausado como las pisadas de las largas caminatas de los soldados, mientras mastican coca, sobre ese suelo arenoso, se va llegando a distintas paradas que parecen ser una promesa de esperanza que, al rato, se convierten en una nueva decepción. En un momento, se cruzan con una pareja indígena, se puede saber por sus atuendos, a quienes a punta de cañón les preguntan “¿boliviano o paraguayo?”, “¿boliviano o paraguayo?”, repiten. La pareja los mira sin contestar, les preguntan en distintas lenguas, pero parecen seguir sin entender. Los militares se ponen nerviosos, se miran entre ellos sin saber qué hacer. La pareja habla entre ellos y por el mismo camino en que aparecieron desaparecen. No hay disparos, como una aparición fantasmagórica, en que no se sabe de cuál lado están los vivos y de cuáles los muertos. Como un pequeño acto de rebeldía de aquellos otros indígenas aún no doblegados por el aparato estatal.
Y no solamente hay cuestiones raciales en la película, sino que también de clases. Todas cuestiones que llegan hasta nuestros días, y que es posible de seguir su rastro por toda América Latina.
Estamos ante la oportunidad de ver una producción de origen boliviano de gran calidad que nos internará en una guerra sin sentido, peleada por sujetos ajenos a sus intereses. Parece ser, que, en el fondo, las guerras no son tan distintas unas de otras.
FicValdivia.cl
Función 2: sábado 10 – 18:30 horas.
500 cupos por función
Dirección: Diego Mondaca
Bolivia, Argentina – 2020 – 77 min