Por Juan Marín
La corazonada, la nueva película de Diego Soto (Muertes y maravillas), tuvo su estreno nacional en el FICValdivia, donde fue recibida con gran entusiasmo por el público. En sus dos funciones, la cinta conquistó a la audiencia y obtuvo el Premio del Público, además de la mención especial del jurado, convirtiéndose en una de las grandes sorpresas de la noche y en una de las películas más queridas y reconocidas de esta edición.
A través de su ternura, sensibilidad y el trabajo de actores no profesionales, la cinta cuenta la historia de Nieves, quien administra un balneario junto a su hijo. Durante un verano, un motociclista se enamora de ella, pero la relación entre ambos parece destinada al fracaso… hasta que un equipo de rodaje llega al balneario en busca de locaciones para una película.
Esta entrañable historia es distribuida por el Centro Arte Alameda a lo largo del país. En Culturizarte tuvimos la oportunidad de conversar con su director, Diego Soto, y con el productor y director de fotografía, Manuel Vlastelica, quienes nos compartieron más detalles sobre esta bella producción.
Las películas del subgénero “cine dentro del cine”, suelen retratar en general rodajes como espacios caóticos o de conflicto entre los trabajadores del cine, como por ejemplo en La Noche Americana de Truffaut o Irma vep de Assayas. En cambio La Corazonada muestra un rodaje calmado, lleno de templanza y paz. ¿crees que el cine puede ser o debería ser un espacio así? ¿fue una decisión consciente o simplemente algo que surgió en el proceso?
Diego Soto: La idea del rodaje que aparece en la película es que se pareciera a los rodajes que hacemos nosotros. En ese sentido, algo que hemos trabajado es no replicar la jerarquía ni la manera industrial de hacer las cosas. No tenemos esos tratos rígidos ni roles tan de hierro. Trabajamos entre personas que se quieren y se tratan con afecto, y eso genera que los rodajes sean distintos. Las personas que han trabajado con nosotros se han dado cuenta de eso y nos lo han dicho.
Manuel Vlastelica: Es algo que también estamos cuidando mucho, especialmente pensando en los próximos proyectos. Podemos crecer en algunos aspectos de la realización, pero la idea es mantener esta forma de trabajar, que para nosotros es un lujo y de donde han salido resultados que nos gustan. Es importante cuidarnos. Con Diego hemos hablado harto de la idea de lo amateur. En algún momento, lo amateur era algo que se amaba: uno amaba hacer eso. Aunque a veces se usa el término de forma peyorativa, para nosotros tiene un valor.
D.S: Por lo mismo cuidamos mucho quién entra a un rodaje. Hay gente que se nos acerca para trabajar, pero queremos mantener los equipos pequeños. La escala nos ayuda a mantener la paz, porque permite comunicarse directamente con las personas y estar en un estado más abierto para crear. Nadie nos apura más que nosotros mismos, no hay alguien que se enoje si cambias los planes. Trabajamos de una manera súper anómala, fuera del estándar industrial.
M.V: El estándar industrial tiende a hacer crecer los rodajes hasta un punto que ya no es muy humano. Nosotros trabajamos desde una escala muy humana.
En La corazonada, se percibe como una mezcla de influencias, por ejemplo hay algo del humor seco y de los personajes entrañables de Kaurismaki, también una sensibilidad casi “bressoniana” en la forma de retratar gestos y acciones y también una identidad muy chilena, con ese humor casi idiosincrático de Raúl Ruiz.
¿Cuáles fueron sus referencias o influencias al momento de filmar la película?
D.S: Es divertido, porque Manu (Vlastelica) armó al comienzo una carpeta con fotogramas y referencias de películas. Las miramos rápido, pero cuando empezamos a grabar nos olvidamos de eso. No las volvimos a ver y recién cuando terminamos la película nos dimos cuenta de los parecidos.
M.V: Sí, había muchas imágenes fotográficas. Estaban Antonioni con El desierto rojo, Frágil como el mundo de Rita Azevedo Gomes, Kaurismäki también. La escena donde golpean al tío y cae al piso es una cita a El hombre sin pasado. Son todo lo que mencionas y algunas derivaciones de lo bressoniano, ese tipo de cine.
D.S: Yo normalmente hago una carpeta que llamo “las películas amigas de”. En este caso, Minnie and Moskowitz de Cassavetes estaba ahí, porque también es una historia de amor algo accidentada entre personajes que uno no entiende por qué están juntos. También El otro round de Cristian Sánchez, que tiene escenas románticas muy emocionantes, con actuaciones amateurs imposibles de replicar. Y Johnny Guitar de Nicholas Ray, que es un western donde la protagonista es una mujer que regenta un bar, y ahí llega un guitarrista con quien tuvo algo en el pasado. Esa figura me hacía pensar en Nieves y su balneario, en una versión menos dramática. También tomamos de Ray y del cine clásico la idea de usar el color de manera expresiva, de vincular ciertos tonos a ciertos personajes.
M.V: Y queríamos hacer chocar esa referencia del cine clásico romántico con la estética del campo chileno.
Hay una ternura muy palpable en La corazonada, se nota mucho en la trama y que también está presente en Muertes y Maravillas. Hay cineastas contemporáneos como Joachim Trier o Guillermo del Toro que han dicho que “la ternura es el nuevo punk” ¿Sientes que esa frase dialoga con tu cine y especialmente con esta nueva película?
D.S: Creo que la ternura fue algo que fuimos descubriendo. Nuestra primera película no es tan tierna, aunque tiene momentos. Pero fue inevitable, sobre todo al darnos cuenta de la generosidad de las personas que nos dejan grabar con ellas, que nos abren sus casas. Nos volvimos conscientes de que estábamos entrando en los hogares de otros y trabajando con su imagen, y había que cuidarlos. Me interesa que los personajes sean entrañables. No me gustan las películas donde todos son despreciables y el mundo parece horrible. En el mundo que yo conozco hay gente horrible, pero suelen ser presidentes o dueños de empresas, no mis tíos ni la gente del supermercado. Creo que hay una posición en eso: cuando pones algo en una película lo haces vivir para siempre y lo pones en valor. Con Manu compartimos esa idea: queremos inmortalizar a las personas que le hacen un favor al mundo con su existencia, no lo contrario.
En Muertes y Maravillas se notaba un trabajo actoral, que si bien tenía una pauta supongo, parecía muy libre, casi improvisado con actores que no son profesionales y en La corazonada al contar con familiares y personas cercanas en el elenco ¿fue más fácil lograr esa naturalidad y la confianza previa? ¿Ayudó a generar esa química entre los personajes, sobre todo siendo que los protagonistas pareja en la vida real?
D.S: En Muertes y maravillas ya estaba la familia: el protagonista es mi hermano menor y la mamá es mi mamá. También aparecían sus amigos. Antes de eso hicimos Un fuego lejano, con el mismo elenco de La Corazonada. La familia siempre ha estado, y me da tranquilidad trabajar con ellos porque los conozco y sé cómo reaccionan. A veces el personaje está ahí: uno lo toma de la realidad y lo pone en situaciones. En esta película el trabajo fue más abierto. Dejamos que los actores opinaran sobre la historia y muchas de sus ideas se transformaron en escenas, determinando el rumbo de la película. Esa forma de trabajar es muy rica, porque realmente se siente como algo colaborativo. En el cine se le da demasiado peso al director, pero para mí su rol es generar un espacio para que las cosas pasen, no controlarlo todo. Las mejores ideas vienen de los demás y de la realidad, superan lo que uno podría imaginar.
Rancagua es una parte fundamental de tu cine. Casi como un personaje más. Lo vemos en cómo retratas su idiosincrasia, su ritmo, su paisaje. Así como Tomás Alzamora también lo ha hecho con San Carlos como un espacio cinematográfico reconocible. ¿Qué significa para ti esta representación constante de Rancagua en tu obra?
D.S: Lo divertido de Rancagua es que es como un lienzo en blanco, porque durante mucho tiempo, el chiste era que no existía. Eso es buenísimo para inventarla. En La Corazonada la historia ocurre en Doñihue, cerca de Rancagua. El motoquero viene desde allá. Inventar ese lugar es también ponerlo en valor. Se suele mirar como un sitio sin atractivos, a la sombra de Santiago, pero está lleno de personas e imágenes ricas.
En comparación con Muertes y Maravillas, La Corazónada muestra un cambio generacional en los protagonistas. ¿Cómo fue trabajar desde una nueva mirada generacional?
D.S: Lo sorprendente fue descubrir la adolescencia en las personas mayores. Puse a mis tíos, que llevan 30 años casados, a actuar como si no se conocieran y tuvieran que conquistarse. Aparecieron personajes adolescentes, llenos de inseguridad y fragilidad. Fue un hallazgo y también una revelación: uno nunca deja de ser adolescente.
El Centro Arte Alameda ha distribuido películas internacionales como La chimera o Bird, y ahora La Corazonada se convierte en la primera película chilena en ser distribuida por ellos. ¿Qué significa esto para ti como realizador o cómo ves este paso en términos de la visibilidad para el cine chileno independiente?
D.S: Han sido grandes aliados, no sólo por la vitrina, sino por el cariño con el que trabajaron. Antes del estreno imprimieron afiches y los repartieron, algo que uno siente como un acto de cariño. Me cuesta ver esto sólo en términos de negocio. El trabajo con ellos ha sido muy afectuoso y eso se agradece, porque es el espíritu de la película. La entendieron y la valoraron desde antes de que pasara todo lo que pasó con el estreno.
M.V: También aporta una mirada más integral de la distribución, en que ésta se vincula con la estética y los valores de la película, lejos de la lógica industrial y numérica. Se trata más de impacto social que de rendimiento económico.
D.S: Es importante, porque la industria nacional está un poco desorientada. Las grandes productoras han apostado por proyectos caros y comerciales que no logran recuperar su inversión, mientras que películas más locales, hechas con cariño, como Denominación de origen, han tenido un éxito inesperado. Los grandes players del cine chileno, como los llamo, no están entendiendo qué conmueve al público. En cambio, pequeños productores como Alzamora y Equeco sí lo están haciendo. No esperamos repetir ese fenómeno, pero creemos en trabajar junto al cine chileno para que la gente entienda que no se trata de competir con Hollywood, sino de ofrecer algo que Hollywood no puede hacer.
Ficha Técnica
Título original: La corazonada
Duración: 78 min.
Año de estreno: 2025
País de origen: Chile
Dirección y Guion: Diego Soto
Reparto: Natacha Garcia, German Insunza, Martin Insunza, Isidora Galvez, Felipe Gonzalez, Alexis Donoso, Ana Valenzuela
Fotografía: Manuel Vlastelica
Producción: Las Noches Cine
FICVALDIVIA
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