Por Javiera Hojman
Muertes y maravillas es el largometraje de Diego Soto García que obtuvo el primer lugar en la categoría de Películas Nacionales del FIDOCS 2023. Los temas que toca el documental de Soto funcionan perfectamente para un mundo que viene saliendo de la pandemia, del terror de que nuestros seres queridos se mueran en cualquier momento sin importar sus edades, y de la necesidad profunda de conectar con nuestros amigos. Diego Soto García nos habla de la importancia de la poesía, de la forma en que se refleja la vida, y la película es una reflexión en torno a las herramientas que tenemos los jóvenes para lidiar con lo desconocido.
Nos muestran la historia de cuatro amigos, todos muy distintos entre sí, pero con algunos intereses en común y que se relacionan desde un muy bien representado cariño. Uno de ellos tiene una enfermedad que lo obliga a estar postrado, y le presta a uno de sus amigos un libro de poesía que pertenecía a su tío: Muertes y maravillas, de Jorge Tellier. La película gira en torno a la muerte, la forma de lidiar con lo inevitable, y la posibilidad de tomar refugio en la escritura y la lectura.
La cinematografía de la película es entretenida, nos muestra la ciudad de Rancagua, algunos grafitis que resultan humorísticos, y todo eso está muy bien cumplido. Lo más interesante, sin embargo, es la construcción de los personajes, que nos llevan a una dimensión de lo demasiado cotidiano. Nos muestran situaciones típicas y muy fáciles de reconocer en nuestros propios pasados, como los jóvenes pidiéndoles a los adultos ayuda para comprar alcohol, las conversaciones incómodas con la mamá del mientras lo esperas, los adolescentes que tienen una banda y debaten sobre los distintos sonidos e inspiraciones con un tono muy honesto. Permiten rememorar las amistades de la infancia, esas personas que son muy diferentes a nosotros pero a las que adoramos porque tenemos un pasado y una historia en común.
Llama la atención la presencia de un personaje en particular, un cineasta que se encuentra con los jóvenes, aparece muy brevemente, les da consejos profundos sobre cómo lidiar con las emociones, los trata de guiar por el lado correcto, y en el proceso les cuenta sobre las dificultades de la vida cuando se trabaja haciendo cine. Es una participación interesante, que me hace cuestionar si hay elementos autobiográficos, pero que no aporta demasiado a la trama de la película y se sale un poco de lo coherente y lo real, que funciona tan bien en la historia.
En un mundo en que el miedo a la muerte acecha, todos lidiamos con eso de formas distintas: alejándonos, asustándonos, acercándonos más, riéndonos. Somos muchos los que, como el protagonista de la película (y como yo misma), nos refugiamos en la literatura para encontrar sentido. Muertes y maravillas nos muestran los conflictos entre la protección de la salud de una persona y su necesidad de libertad y felicidad, hace que nos preguntemos si es más importante la el amor o el cuidado, en situaciones en que no siempre es compatible. Diego Soto García completa todo esto con un sentido del humor delicioso, muy cotidiano y amable, y nos entrega una película que nos deja sonriendo pero a la vez reflexionando.
Ficha técnica
Título original: Muertes y maravillas
Director: Diego Soto García
Duración: 70 minutos
Producción: Diego Soto García, Manuel Vlastelica
Sonido: Alexis Donoso, Cristóbal Carrasco
Música: Cristóbal Briceno, Hermes Villalobos, Alonso Casual
País: Chile
Festival FIDOCS