Por Fernanda Martínez Leal
Motivado por la falta de una normativa legal que respalde la libertad de enfermos terminales para decidir sobre su propia muerte, el artista visual Francisco Tapia concretó ocho suicidios asistidos bajo su proyecto artístico-político Amortanasia. Facilitando, a disposición de quienes acudieron, las condiciones materiales necesarias para terminar con su agonía.
La carrera del artista, conocido por su seudónimo Papas Fritas, ha estado marcada por hazañas artísticas al borde de la legalidad, motivadas por un contexto político y problemáticas sociales. Como lo fue la creación de la ONG81 proyectos, organización formada tras el incendio en la cárcel de San Miguel; Agusta Per Angusta que consistió en la quema de 500 millones de dólares en pagarés de los estudiantes endeudados de la Universidad del Mar; y por último Desclasificación Popular, proyecto para desclasificar archivos secretos de la Comisión Valech I.
Hasta el 25 de julio se podrá visitar su exposición Razón de morir mi vida en el edificio B del Centro Cultural Gabriela Mistral. Cuya muestra viene a exhibir y culminar lo que fue Amortanasia. Reabriendo el debate político sobre la legalización de la eutanasia en Chile.
La comunidad que colabora con Amortanasia lo hace de manera anónima a excepción de ti, ¿cómo fue la decisión de dar cara frente a ello?
La gran mayoría son personas que colaboran sin saber cuál era el fin. Es decir, una persona podía comprar un cuadro y con eso ayudaba a que se financiara un procedimiento. También con información y datos técnicos, traté de cuidar mucho a las personas y no involucrarlas. Quienes se involucraron en algo más, solo lo hacían en una pequeña parte donde no conocían a nadie más, cada personas construía y ayudaba a ciegas.
Entiendo que son ocho los casos que han asistido, ¿hay otros donde los interesados han empezado el proceso pero no lo han concretado?
Existieron tres casos que no calificaron, ya que sus problemas de salud no cumplían con la idea de “plenas facultades mentales”. Se encontraban pasando un momento de angustia por un estado de salud momentáneo o podían encontrar un mejor camino antes de optar por la muerte asistida. En esos casos les aconsejamos y buscamos ayuda para que pudieran encontrar distintas posibilidades.
¿Cuál crees que es la responsabilidad que tiene el arte o los artistas en torno a los temas políticos-sociales?
No me gusta referirme a mi gremio, ni pensar que es lo que falta o deben hacer. Cada quien sabe como aportar, qué causas le dan sentido y cómo hacerlo, si es desde el arte o el activismo. No podemos creer que el síndrome de la individualización neoliberal no afecta a las personas que trabajan en el arte. Y que se dediquen a crear subjetivaciones capitalistas.
¿Crees que el contexto nacional actual necesita ser más visibilizado en formatos artísticos?
El contexto social y político actual debe ser visibilizado en todas sus formas no solo en los planos artísticos. El cuerpo social lleva décadas atomizado. El individuo está por sobre lo colectivo y nuestras vidas se encuentran en una vorágine de consumo y destrucción de la dignidad social. Tenemos problemáticas de derechos humanos graves que en Chile no son visibilizadas: la sobreexplotación de recursos que genera daños irreparables en el medio ambiente y en las comunidades; nuestros pueblos ancestrales siendo ocupados con la constante violencia de la oligarquía y su Estado institucional, una falsificación de la democracia. Sin dejar de mencionar los problemas en la educación, la salud, las pensiones. Olvidamos nuestra corporalidad y vivimos bajo una sedación del opio de la deuda, mientras nos endeudamos y sobrevivimos a un mundo que creemos que es el correcto y que hemos optado por ello, pero que en realidad se nos ha impuesto. Entonces, ¿hasta cuando vamos a ser capaces de sujetar?
Tus exhibiciones anteriores siempre han tenido que ver con el activismo, ¿podrías explicar el sentido que tiene para ti?
Es necesario para mí y creo en un arte que no solo refleje la realidad, sino que la modifique micropolíticamente. Desde la herramienta de la desobediencia civil o moviendo los cercos dicotómicos del pensamiento occidental legal/ilegal, bien/mal. A ese proceso creativo lo denomino arte operacional, ya que realizamos operaciones artísticas políticas que intervienen distintos campos sociales, afectándolos y cuestionándolos.