Ignacio Agüero, director de “Nunca subí el Provincia” en Fidocs: «En el cine hay una libertad sin fin”

 

Por Galia Bogolasky

En Fidocs 2019, Ignacio Agüero presentó su último documental Nunca subí el Provincia, que, con el mismo estilo de sus últimos largometrajes, relata con minuciosidad lo que ocurre en su barrio donde un nuevo edificio ha cambiado la vida de los vecinos y además ha interrumpido la visión que él tenía del cerro Provincia y de la Cordillera de los Andes. Esta situación la cuenta en cartas manuscritas a una joven cineasta que un día fue a dejarle su primera película.

Después de la proyección, el director contestó preguntas del público, y habló en profundidad de su última película: “La película nace de las ganas de hacer una película. Entonces uno ahí va buscando cosas para poder hacerlo, porque el hecho de hacer una película es muy fascinante, porque te somete a un estado de rodaje, que es un estado muy atractivo entorno a estar muy atento a las cosas que están pasando y estar en un estado de creación. Eso es muy estimulante, porque hace a la vida entretenida, dan ganas de levantarse en la mañana”. Además, el cineasta agrega otro punto sobre su motivación de filmar esta película: “Son las ganas de hacer una película que recogiera la experiencia de la escritura de una carta. Es un género muy conocido y hay muchas películas hechas con el género epistolar y yo nunca había hecho una y tenía ganas de experimentarlo” Además se refiere al título del documental: “Proviene de imágenes muy concretas que son el Cerro Provincia, que es una imagen que quería tener en la película, ya que ese cerro es una imagen que me acompaña desde chico, en todas las casas que donde he vivido, siempre se divisa el Cerro Provincia. También la esquina de la casa con el edificio que tapa la Cordillera. Tenía ganas de hacer una película sobre la esquina”

Agüero se refiere al factor sorpresa en la película: “Entra completamente el azar. Las películas pueden o no pueden ser una puerta de entrada del azar. Yo creo que esta película sí lo es. Esta película te permite que el azar sea parte, durante todo el tiempo, ya que la película finalmente es muy distinta de cómo la había pensado. Entonces, se va haciendo la película durante ese tiempo de montar, en ese estado de rodaje, y hay que estar muy abierto a lo que se puede conformar. Es muy sencillo, el azar requiere un sistema que lo permita”

Sobre la evolución de la película, y de cuánto surge en el rodaje y cuánto está planificado de antes, el documentalista dice: “La película es una evolución permanente, constante, va cambiando mucho. A pesar de que yo no hago guion, si hay un esquema muy claro de los elementos que se van a lograr en la película, entonces se va trabajando eso y va cambiando la película constantemente, permanentemente y radicalmente. Yo diría, un mes antes del cierre de la película, por lo que la película siempre ha estado muy abierta y podría ser muy distinta de lo que es”

El director habla sobre el sentido de las imágenes de la película, algunas tan personales: “Como la película pasa a ser una carta, recurre a las imágenes, las cuales son parte de la memoria personal. Y lo bueno es que en la memoria uno sabe que hay material, porque uno puede recordar muchas cosas, pero cuando no hay material, habría que filmarlas y eso ya pasa a ser ficción. La escritura de una carta es siempre un ejercicio de memoria en el cual, cuando la lapicera se detiene para ver cómo se edita el paso siguiente, hay un momento que convoca a la memoria y ahí se producen un estallido de imágenes que tienen que pasar por un colador para llegar al papel o a la realidad”. Y agrega: “El cine es la memoria”

Sobre la libertad al filmar, Agüero explica: “Es un camino en el cual voy un poco atrasado, porque ya tengo 67 años. Podría haber sentido esa libertad mucho antes, pero me vas a creer que me he demorado, porque cada película es un pasito más a la libertad. Pienso en una libertad, como una desobediencia, que es desobedecer todo lo que uno ha aprendido y practicar fórmulas nuevas que uno va creando por sí mismo. Lo que pasa es que en el cine uno puede hacer demasiadas cosas, hay una libertad sin fin y uno, al hacer una película, toma un 20% de esas posibilidades de libertad o un 30%, pero lo ideal sería tomar el 100%. Yo creo que cuando cumpla 220 años voy a llegar al 100% o antes”

Sobre el trabajo de cámara, el cineasta explica: “Trabajé con dos camarógrafos; uno se llama Gabriel Díaz y el otro Matías Illanes” Y agrega: “Muy poco material lo filmé yo, salvo material más familiar, pero todo lo demás está filmado con ellos, entonces tanta soledad no hay. Lo que pasa es que somos un equipo muy, muy pequeño, pero también existen otras películas que se hacen con 300 personas y también son ejercicios de soledad”

La película tiene un ritmo muy pausado, y es bastante contemplativa, lo que la hace tediosa a momentos. El director explica este concepto: “Una película que no avanza, que se detiene, una película que no quiere avanzar, sino que quiere detenerse. Porque avanzar significa pasar rápidamente por alto todo lo que estás viendo para llegar a un final de una historia y completarla. Este cambio de escenografía es muy contrario a eso. No quiere contar una historia, quiere ir deteniéndose, porque lo que pretende ser la película es un estado de observación, de vagancia. Es una película que se detiene, se detiene en forma viva. Es lo que está ocurriendo, pasando. Es un estado de divagación”.

Al preguntarle sobre la razón por la que no subió el Provincia, Agüero admite: “Soy un poco flojo la verdad. Pero les prometo que lo voy a subir”.

Ficha Técnica Completa
Dirigida por: Ignacio Agüero
Guion: Ignacio Agüero
Casa productora: Manufactura de películas
Producción: Macarena López
Producción general: Alba Gaviraghi
Dirección de fotografía: Gabriel Díaz, Ignacio Agüero, Matías Illanes
Montaje: Sophie França
Sonido: Carlo Sánchez, Claudio Vargas, Felipe Zabala

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