Por Sebastián Fuenzalida
Hablar de Fugazi siempre implica hablar de algo más que música. La banda integrada por Ian MacKaye (ex Minor Threat, Teen Idles), Guy Picciotto (ex Rites of Spring), Joe Lally y Brendan Canty es la piedra angular en la historia del post-hardcore. La banda es un referente ético, estético y político que marcó la cultura alternativa desde su formación en 1986 hasta su última pausa en 2003. Fugazi no solo definió un sonido mezclando impecablemente la energía del punk y el hardcore, el rock experimental e, incluso, matices del jazz, sino que también encarnó una forma distinta de existir dentro de la industria musical con un camino completamente independiente, un profundo sentido comunitario, fuertemente coherente con sus valores y latente espíritu DIY (Do It Yourself).
We Are Fugazi From Washington, D.C. funciona como un homenaje directo a esa vibrante forma de vivir la escena. No se trata de un documental tradicional, ni intenta serlo, sino que esta cinta se construye exclusivamente a partir de metraje grabado por fans de la banda entre 1987 y 2002, lo que le da un carácter íntimo, imperfecto y bastante casero. Es como sentarse frente a una videograbadora antigua y dejarse sumergir en una corriente de recuerdos colectivos. Ese gesto de dejar la narración en manos de quienes presenciaron los shows al interior del público sudando la experiencia, es coherente también con el espíritu de la banda. Fugazi nunca fue solo cuatro músicos sobre un escenario, fue siempre un lugar, un momento, una comunidad, un estado mental.
El filme, que fue curado por Joe Gross, Joseph Pattisall y Jeff Krulik en 2022 en marco de los 20 años desde el último concierto en vivo de Fugazi, se sostiene sobre la energía desbordante de los conciertos de la banda. Shows contundentes, intensos, altamente físicos, pero también marcados por una ética contraria a las lógicas de los grandes espectáculos.
Fugazi tenía reglas contraculturales que desafiaban a la industria como los bajos precios de las entradas, conciertos para todas las edades, rechazo absoluto a las prácticas abusivas, ausencia deliberada de merchandising y distancia de cualquier explotación comercial. Todo bajo el amparo de Dischord Records, el sello fundado por el propio guitarrista y vocalista, Ian MacKaye, que le garantizaba autonomía total a la banda. Como si eso fuera poco, la banda permitía que cualquiera pudiera grabar en los shows, no había control sobre cámaras, ni sobre quién registraba qué. Por este motivo es que hoy podemos apreciar los intensos registros que nos presenta el documental.
Este trabajo recoge justamente ese espíritu. Entre video granulados, movimientos torpes de cámara y sonido vibrante, sale a relucir la experiencia viva de coexistir en un instante junto a Fugazi. No se trata de nostalgia pura, sino que de un testimonio sin maquillaje, donde los momentos de sinergia absoluta conviven con otros en que la banda interrumpe el show para pedir respeto dentro del mosh, llamando a evitar el crowd surfing peligroso o los stage dives que pueden dañar a otros. Esta es una característica que definió su identidad como banda en vivo, de poder llevar un concierto al borde del caos, pero exigir un cuidado mutuo. Provocar intensidad sin permitir violencia.
La música es el motor en We Are Fugazi From Washington, D.C., y solo es interrumpida para incluir breves testimonios de los fans que captaron canciones en video. Pero estas intervenciones no están para construir un relato lineal, sino para recordar cuánto impactó esta banda en las vidas de quienes la siguieron. Incluso vemos el caso de un fanático que recopiló toda información de cada integrante y concierto de Fugazi señalando lugar, fechas, viajes, etc. Todo lo cuantificable llevado a una gigante infografía y evidenciando la increíble cantidad de eventos a beneficio realizados por la banda. Por otro lado, las grabaciones también nos permiten ver parte del comportamiento y discurso de los miembros frente al público, acercándonos un poco más a ellos. Incluso logramos ver una breve entrevista realizada por un fan a Ian MacKaye tras un concierto en plena calle.
El filme nos muestra cómo Fugazi cambió la manera de entender lo que significa ser influyente sin rendirse a las reglas del mercado. Demostró que una comunidad puede sostener una escena sin necesidad de grandes campañas, disqueras o presupuestos. Esa integridad ética y creativa aparece en cada fragmento del documental.
El resultado es una película que busca evocar más que relatar y explicar. Busca hacerte sentir más que reflexionar. Ni siquiera te lleva en un orden cronológico, solo te dice “esto es Fugazi y siempre ha sido así”. Si eres fan de Fugazi revisitarás las canciones de la banda en el formato más orgánico posible, y para quienes se acercan por primera vez es una puerta de entrada a una banda que transformó una escena desde la convicción y el ruido. Ya lo dice la advertencia inicial de la cinta “puedes bailar, solo no saltes encima de la persona que está delante tuyo”.
Un documental sencillo en forma, enorme en significado. Una celebración de una banda irrepetible y de la gente que la sostuvo. Una carta de amor al DIY. Una prueba de que, a veces, la verdad está en la cinta vieja, no en el relato pulido.
Ficha técnica
Título: We Are Fugazi From Washington, D.C.
Dirección: Joe Gross, Joseph Pattisall y Jeff Krulik
País: Estados Unidos
Año: 2023
Duración: 96 minutos
Género: Documental, Música
Festival IN-EDIT 21
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