Memoria en tránsito
-El libro Memoriales vivos, paisajes para no olvidar, publicado por ediciones Universidad Alberto Hurtado y presentado el martes 22 de noviembre en el Centro Cultural de España, analiza actos que ponen en escena las memorias de la Dictadura en distintos lugares del territorio nacional.
Cuando nos acercamos al quincuagésimo aniversario del Golpe de Estado que instaurara en Chile una dictadura cívico militar y se discute el presupuesto para el próximo año, salen a la luz prejuicios y batallas relacionadas con la memoria histórica, quedando en evidencia lo vigente que está este tema en nuestra sociedad. A lo no dicho, lo no hablado, lo no discutido le debemos la presencia de muchos fantasmas que se niegan a dejarnos, así como una sociedad polarizada e indolente, acostumbrada, una parte importante de ella, a considerar normal y habitual la impunidad. Y no solo en lo que se refiere a crímenes vinculados con la Dictadura. Este continuo hace más atingente aún el tema de este libro.
Memoriales vivos, paisajes para no olvidar, de la periodista y doctora en Estudios Americanos Yael Zaliasnik, publicado por Editorial UAH, lanzado el martes 22 de noviembre en el Centro Cultural de España, nos remite a distintos actos o rituales de memoria en lugares específicos del territorio nacional para mostrar cómo lo allí acontecido marca el lugar que, a la vez, altera también e influye en lo que allí ocurre. Para esto, su autora analiza el Vía Crucis Popular que se hace cada año hasta Villa Grimaldi, las actividades para “recuperar” la casa adonde estuvo el cuartel Tacora de la DINA (“Venda Sexy”), distintas acciones afuera de La Moneda, en especial, el trigésimo aniversario de la “Operación Colombo”, la instalación “Animitas” y las conmemoraciones que cada octubre realizan los integrantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos de Calama (AFEDDEP) en el desierto de Atacama para recordar a quienes fueron asesinados por la “Caravana de la muerte” en dicha ciudad.
“La de Yael Zaliasnik es una práctica de indagación desafiante, ya manifestada en lo político y estético en su anterior libro, Memoria inquieta (…), una memoria que traspasa lo efímero perdurando en la memoria de los cuerpos,” señaló sobre el libro el periodista Fernando Villagrán para la presentación del mismo. Memoriales vivos, paisajes para no olvidar trata sobre distintas formas y estrategias utilizadas por diferentes colectivos para poner en escena las memorias de la dictadura en determinados lugares del territorio nacional y posibilita, como sostuviera otro de los presentadores, el académico Pedro Rosas, “conocer unas experiencias sociales que son experiencias políticas que van construyendo una densidad cultural en función del futuro”. Se refiere a actos que, como lo señala la académica María Teresa Johansson en la contratapa, nacen de los horrores del pasado y escenifican, en algunos sitios de memoria, La Moneda y el Desierto de Atacama, la resistencia comunitaria al olvido. Para ello, el texto busca poner en marcha las memorias, sus espacios y sus actos.
“El libro es parte de un proceso que involucró lecturas y teorías, pero sobre todo experiencias, compartir actos, historias de vida, sentipensares, porfías, para entender cómo, a través de distintas expresiones, se mueven la memoria y sus sitios, practicados, transitados por actos y los cuerpos y afectos que los atraviesan. La memoria así es una memoria en tránsito que marca los lugares y se deja a su vez marcar por ellos, marcas que no son sólo geográficas, porque tienen que ver también con lo humano y lo afectivo,” sostuvo la autora para la presentación.
A esta dimensión afectiva de la memoria también hizo referencia la activista por los Derechos Humanos, Rosita Silva, quien afirmó: “Es extraño que una persona que no haya sido ‘afectada’ escriba de este ámbito con una sensibilidad tan profunda, aunque, claro, debería ser lo normal en una sociedad que nos afectó, que nos quebró, que todo el mundo escribiera sobre un tema en torno al cual estamos profundamente divididos, el tema de los Derechos Humanos en su totalidad”.
Una de las preguntas que se formula al comienzo y que se intenta responder a lo largo del manuscrito es :”¿Cómo es que se inscriben las memorias en los espacios y cómo es que los espacios marcan, evocan, materializan las memorias?” Y esto, lo va demostrando el libro, es a través de cuerpos, cuerpos que practican el espacio; el cuerpo como memoria pero también como inscripción del espacio.
Para ilustrar, ejemplificar y aportar en este ejercicio colectivo de memoria, el registro fotográfico, que también destacó Villagrán en su presentación, ocupa un lugar importante. Asimismo, los actos son reconstruidos y “transitados” en gran parte mediante el uso de entrevistas a los principales protagonistas de estos trayectos activos y presenciales, únicos y a la vez ejemplares, que se mueven entre el centro y la periferia, el adentro y el afuera, lo específico y lo universal. Todo, en un tema siempre vigente del cual, cada cierto tiempo, un nuevo acto, enfrentamiento, noticia vuelve a evidenciar y relevar. Como escribió la poeta Elvira Hernández, en “Restos”:
Los arrojaron al mar
Y no cayeron al mar
Cayeron sobre nosotros.