Lobsang Durney y su pintura retornan desde Barcelona a Valparaíso con su exposición «Valporiza2» en Galería Bahía Utópica

Luego de una estadía de cuatro años en Europa, el pintor y arquitecto Lobsang Durney regresa a Valparaíso. En Galería Bahía Utópica presenta “Valporiza2”, una serie de acrílicos sobre tela

Lo que se cuenta en Valparaíso, las historias del puerto principal, Joya del Pacifico, son mitos, relatos desvanecidos que decoran la precariedad y dificultades del vivir cautivados por el vaivén de la bahía, por la oscilación hipnótica del mar, que marca la cadencia de los barcos que llegan y se van.

Metrónomo de cruel belleza, el océano se agita como potencia atávica, siempre al acecho, indiferente a incendios y termitas, enamora a perros vagos y borra en la memoria de sus aguas nuestras alegrías y pesares, terremotos y prostíbulos, tal como un Sísifo amnésico.

Metáfora del viaje, tanto el mar como la noche porteña, estas dos caras de Jano constituyen densidades desconocidas, surcadas por personas de alma inquieta, constructores de paraísos personales o utopías estrelladas, artistas de disímiles talentos en la más disímil de las ciudades, enfrentando una inexorable cuenta regresiva.

¿Qué peso tienen entonces los viajes de un artista?

El poeta Joachim du Bellay escribió:

Feliz quien, como Ulises, tras larga travesía
o como el otro aquel que conquistó el vellón,
ha regresado luego, con mundo y reflexión
a casa de sus padres hasta su último día.

La cita homérica para referirse a Lobsang Durney remite también a la Grecia antigua, donde la arquitectura era el primer arte y la pintura el tercero. Durney, arquitecto de formación, elige la pintura para dialogar con el mundo.

En su taller el viaje es un tránsito constante por un continente surrealista de cuño propio, que se pega a la realidad porteña cual lapa en los roqueríos de Las Torpederas. Como augurio de Cassandra, su aguda visión del habitar contemporáneo le llevó a titular “Distopía Alegre” a su última exposición en Bahía Utópica (julio, 2019), y al poco tiempo llegaron el estallido social y la pandemia.

Nuestro Ulises porteño vivió entonces el encierro pandémico, naufrago en una Barcelona transformada en jaula dorada. Luego, como diosa protectora, Valparaíso le cantó una invitación a pintar para así volver. Durney, amarrado al atril, a golpe de pinceladas y vaciando los pomos de pintura, nadando entre las sombras de Dalí y Gaudí, dibujó, pintó, viajó, liberó el alma. Y así llegó de vuelta al Valparaíso que lo esperaba tras cuatro años de ausencia.

En este Valparaíso, como capital de la Grecia antigua, donde todos los porteños son arquitectos y las casas desbordan de color, Durney dejó de ser Ulises para vestirse de Homero. El pintor no es un héroe sino un creador, no necesita vencer o sobrevivir, sino crear y embellecer el mundo paro no morir. Valparaíso, la diosa protectora de sus viajes, se convertiría en su musa inspiradora.

¿O eso también es leyenda?

En “Valporiza2”, su pintura transita de lo local a lo universal. Llena de guiños a la idiosincrasia de la ciudad, Durney aborda un futuro que ya llegó, mezcla de crisis y absurdo teñido de humor, como un diagnóstico descalabrado del presente. Esta visión del mundo se resuelve por medio de la “valporizacion”, que extrapola en modo crítico códigos y estéticas del puerto a diversos ámbitos de la globalización. De este modo, Durney defiende el Valparaíso azotado por vientos y tormentas, la ciudad quemada mil veces, fénix surrealista, porfiada y orgullosa de su imperfección.

Todos los caminos de Durney llegan a Valparaíso. Roma y Atenas son parte del pasado, y quizá también de una cultura occidental que no cabe más en Sudamérica, una cultura que aún ahoga estos confines de un mundo independiente y heroico.

En este Triangulo de las Bermudas, formado por la arquitectura, la pintura y el viaje, Durney navega sin brújula, acompañado de un Valparaíso que le susurra al oído, guiándolo hacia una realidad donde, como artista, se mueve sin desplazarse, denuncia sin llorar, ríe sin burlarse y construye sin destruir.

“Valporiza2” es su cuarta exposición individual en Bahía Utópica.

¿O esto también será leyenda?

Bertrand Coustou

Galerista

 

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