Para quienes visitan desde la ciudad, todo lo que aparece ante nuestros ojos en la vida rural se presenta como una bendición y un espectáculo que deseamos nunca termine. Asimismo, cada momento dedicado a contemplar la tierra y el mar del sur de Chile puede considerarse una prueba irrefutable de que cada uno de nosotros constituye una criatura sintiente, cuya vida se despliega dentro de un sistema infinitamente más grande y complejo que contiene innumerables formas de vida. Para los artistas Esteban Pérez y Gianfranco Foschino, la observación de la naturaleza y el registro gráfico o fílmico de sus impresiones constituyen los principales objetivos a los que se han dedicado al crear su arte. Al desplegar sus respectivos lenguajes, el dibujo y el video, cada uno revela una forma única de visualmente replantear el mundo: primero como espectador y luego como creador de experiencias, imaginando esa vida expresada principalmente a través de la belleza del color, la línea y el movimiento.
Para Esteban Pérez, los recuerdos de la infancia en el sur de Chile se fusionan con la observación minuciosa y la fotografía, ya que su objetivo es capturar la esencia del espectáculo de la vida que se despliega suave o y tempestuosamente ante sus ojos. Con la velocidad de un pájaro carpintero o un pez, mueve sus lápices sobre el papel, tomando pequeñas notas para capturar el paso de una nube chilota o el movimiento de los pájaros. Más tarde, en el estudio, Pérez usa esos mismos lápices para crear nuevas imágenes, reconstruyendo meticulosamente innumerables situaciones y escenas. El análisis minucioso de cada movimiento de vida le permite sumergirse micromundos orgánicos, deleitándonos con la textura de un liquen, el rocío sobre la hierba, la cabeza de un ganso, una flor de ajo floreciendo bajo la lluvia, reflejos en una laguna, copas de árboles, tocones y un sin fin de flores. Su técnica cinematográfica artesanal le exige producir cientos de dibujos, durante muchas horas de taller, para lograr la ilusión de movimiento real en cada elemento de cada escena. Luego escanea todos sus dibujos y utiliza un software de edición para tejer una historia, de la cual surge una película animada. Se trata de 1300 dibujos aproximadamente que nosotros veremos en apenas dos minutos y medio, compartiendo con el autor la esencia de su experiencia de contemplar Chiloé de cerca.
El método más fiable de Gianfranco Foschino para escapar de la ciudad y su ritmo vertiginoso ha sido contemplar y albergar experiencias directas del mundo natural dentro de un marco cinematográfico fijo. En cierto modo, crea nuevas ventanas para asomarse a un mundo siempre presente, pero donde rara vez nos permitimos detenernos. Sus películas de fotograma fijo, que evitan por completo el movimiento de cámara, solo pueden mostrarnos una pequeña parte del mundo. A diferencia de Esteban Pérez, Foschino deja que el tiempo real se desarrolle dentro del mismo fotograma, sin añadir nada fuera de la escena a la que nos invita a ser testigos supuestamente imparciales. El marco temporal resumido de una galería de arte o un museo es diferente al de la naturaleza, una realidad que él subraya haciéndonos detenernos a medio camino, sin hacer nada más que observar. Siguiendo la premisa de que permanecer inmóvil en la naturaleza es una experiencia radicalmente diferente a atravesar camino a otro lugar, Foschino deja que el tiempo transcurra, minuto a minuto, mientras intentamos evitar la sensación de estar esperando que algo suceda.
Las obras que se muestran aquí, La fenêtre (2008) y Home (2009), transmiten pasajes anodinos de la vida cotidiana en el campo. Al realzar lo cotidiano y lo mundano, el sistema de Foschino se opone al proceso natural del olvido, buscando devolvernos a ese fragmento cotidiano de vitalidad, ofreciéndonos una ventana donde no hay antes ni después. Nos encontramos cara a cara con la ventana de una casa y sus moradores, que son observadores y observados a la vez. En la otra pantalla, acontece en loop la vida rural de una mujer que sale y entra de su casa de tejas de barro y madera, apenas por unos segundos, para alejar a las gallinas y dejar que el cachorro juegue para siempre.
Dan Cameron – Ramón Castillo
Curadores