QUBIT Crítica de cine: “El viaje de Morvern”: Un viaje a la nada

Por Eduardo Taylor

Hoy en día la inapetencia general por la vida es bastante común. Para existir necesitamos de un motor de vida: el deseo. Habitamos en el deseo, como bien dijo Schopenhauer “un hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere”. Nuestro yo siempre es gobernado por un deseo que nos desplaza en el devenir de la vida, tomando a veces forma de amor, de ternura, odio o suicidio. ¿Pero qué pasa cuando no hay deseo?

A este tipo de perfil, personas sin deseo, corresponde la heroína Morvern Caller, protagonista de la película El viaje de Morvern estrenada en el año 2002 de la directora Lynne Ramsay. Morvern es una introvertida y linda joven que trabaja como reponedora en un supermercado en una ciudad costera al oeste de Escocia. Pareciera ser que la única vía de escape de la rutina de la protagonista son los excesos de la droga, el alcohol y el sexo.

El film comienza cuando nuestra heroína descubre en la víspera de navidad el cuerpo de su novio muerto. Él acaba de suicidarse en la cocina, dejándole una nota de despedida y una novela inédita. Morvern no llora, no se desespera, no llama a la policía y tampoco llama a una ambulancia. Abre sus regalos, plagia la novela de su novio y la envía a una editorial. Luego le saca dinero, se arregla y se va a un bar con una amiga. Morvern sigue su vida como si nada hubiera pasado.

Es en esta nada donde habita Morvern, porque a lo largo de la película no pasa nada. Somos espectadores en la nada de la depresión, donde todo transcurre de forma lenta, sin deseos, sin objetivos, ni metas. Lo único que nos salva es el hedonismo, o tal vez el deseo de romper las normas que nos oprimen mediante los excesos con el alcohol y las drogas. Lo que a la larga es una libertad ilusoria, pues el romper las normas siempre es una quimera, ya que cuando nos entregamos el hedonismo simplemente seguimos las normas de una forma distinta. Todo es norma en la medida que alimenta a la economía.

Pareciera ser que Morvern no vive, es vivida por las lógicas sociales que nos gobiernan. La rutina del trabajo, la rutina de ir al bar, la rutina de las anfetaminas, la rutina del sexo casual. Le van bien con el plagio de la novela, no es descubierta y una editorial le hace un importante pago. Se va a España con una amiga donde tenemos las típicas imágenes de viajes adolescentes.  Como espectador nos preguntamos ¿Cuándo Morvern explotará? ¿Cuándo se va a quebrar? ¿Cuándo se le va a caer la mentira del plagio? ¿Cuándo llorará a su novio muerto? Pero nada de eso pasa. No hay alegría ni tristeza, sólo somos testigos del descontrol de la protagonista, tal vez un mecanismo de defensa frente a lo fatal de la vida.

A diferencia de otras películas donde el protagonista tiene un objeto de deseo claro, y es atravesado por diversas situaciones que develan su personalidad, aquí somos testigos de un tipo de acción dramática sin deseo, en donde las situaciones que generan impedimentos no desarrollan ningún cambio sustancial en el personaje. Esto es lo más original del filme, pues el no deseo, la inapetencia, es parte de la condición humana. Muchas veces, o mejor dicho la mayoría de las veces, no nos dirigimos a un objeto de deseo claro, simplemente inventamos un sentido de vida porque no soportamos que en el fondo somos nada.

Tal vez esa es la valentía de Morvern, habitar la nada, sin importar quedar bien con las convenciones sociales que pretenden censurar el vacío que a todos nos habita. El deseo, motor de vida, quizás es solo una imposición cultural. Bien lo sabían los griegos, cuando Sileno le responde al rey Midas qué sería lo mejor para el hombre: «Estirpe miserable de un día, hijos del azar y de la fatiga, ¿Por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti es morir pronto».

Podemos imaginar a Morvern feliz, la vida siempre ha sido una rueda de Sísifo y ella lo sabe. Vale la pena tener dolor de cabeza a cambio de los minutos de felicidad que nos entregó el desenfreno de la noche anterior. Tal vez Morvern comprende que para la naturaleza todas las muertes son iguales, y sólo nos queda pasarlo bien mientras podamos.

Título original: Morvern Callar

Año: 2002

Duración: 97 min. 

Dirección: Lynne Ramsay

Guion: Lynne Ramsay, Liana Dognini (Novela: Alan Warner)

Reparto: Samantha Morton, Kathleen McDermott, Linda McGuire, Duncan McHardy,Dolly Wells, Dan Cadan, Ruby Milton, Jim Wilson, Carolyn Calder,Raife Patrick Burchell.

Género: Drama

Plataforma: Qubit

 

 

 

 

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