QUBIT Crítica de cine “Napoleón” (1927): El arte del futuro

Por Eduardo Taylor

Ya han pasado casi 100 años desde que se estrenó en la Ópera de París una de las películas más importantes de la historia del cine: Napoleón del director francés Abel Gance. Ahora en el 2021 disponemos de ella en la plataforma de cine clásico Qubit. En el film somos testigos de un arte total en donde los límites del cine son desbordados por el lenguaje poético de la obra. Las actuaciones teatrales, la enorme cantidad de extras, las innovaciones en el montaje y la yuxtaposición de imágenes, entre otros recursos, crearon un nuevo formato nunca antes visto en la historia del cine y que muy raramente volveremos a ver.

La película de Abel Gance es una experiencia con claras intenciones de romper la cuarta pared del cine. Por ejemplo, en el segundo acto vemos al compositor Claude Joseph Rouget de Lisle presentar a la Asamblea de la Revolución el himno de la Marsellesa, logrando que toda la asamblea cante efervescentemente. En el estreno de 1927 se distribuyeron copias de la letra al público para que cantaran al son de esta escena. Esto es lo que Gance llamaba “música de luz”, un cine expansivo, donde el público pasaba a ser parte de la película.

En el teatro griego el coro y la audiencia solían gritarse unos a otros, había una retroalimentación gracias a la conmoción que producía la historia del héroe que moría trágicamente. Este diálogo hacía que la audiencia no fuera un espectador pasivo. Gance en su film quería revivir esto, en Napoleón el público es el coro griego. No por nada gran parte del film la constituyen grandes tomas de multitudes, para que los espectadores nos convirtamos en actores de la película.

Nuestra conexión con Napoleón viene por el efecto que causa en las multitudes y su habilidad para inspirarlos a hacer grandes cosas. Antes de declararse emperador Beethoven le dedicó su tercera sinfonía, La heroica. Hegel celebró su entrada triunfal a Jena en 1806, ya que para él representaba el nuevo mundo que nacía sobre las ruinas del antiguo régimen. Su figura inspiró a Dostoievski, en Crimen y castigo Raskólnikov mata a una anciana porque quería ser un Napoleón, un súper hombre. Tampoco nos podemos olvidar de Nietzsche que lo consideraba superior a Jesucristo.

Napoleón cruzando los Alpes sobre su caballo blanco representa la voluntad de una era por liberarse del yugo de la monarquía. Ahora bien, que después se haya declarado a sí mismo emperador y conquistado toda Europa es una trama que la película no alcanzó a tocar debido al presupuesto. Abel Gance iba a hacer seis películas sobre la vida de Napoleón, pero debido a su carácter experimental, que no dio frutos comerciales, no se le permitió volver a filmar algo parecido.

Se utilizaron muchas técnicas innovadoras para hacer la película, cámara en mano, cortes rápidos, cámara submarina, imágenes caleidoscópicas, tintado de película, planos en mosaico, superposición de imágenes, el primer steadycam y el Polyvision. Un tríptico que inventó Gance para tener tres pantallas al mismo tiempo, generando así nuevas relaciones a partir de la yuxtaposición de las imágenes. Gance dijo al respecto: “Las posibilidades del polyvision son innumerables, entre ellos la inversión de las imágenes, logrando una aritmética trascendental. Las compuertas de poesía que inundan necesariamente toda obra de arte. Estos movimientos de movimientos crearan una euforia sensorial, en la medida que las relaciones físicas, fisiológicas, psicológicas y psíquicas de las imágenes, estén armoniosamente coordinadas al mismo tiempo.”

En junio de 1925 Abel Gance dijo en el rodaje de Napoleón a los técnicos y artistas del estudio Billancourt: “Hay que entender bien el sentido profundo que pongo en estas palabras, es necesario que este film nos permita entrar definitivamente en el Templo de las Artes, ¡por la puerta gigantesca de la historia! Una angustia indecible me atenaza al pensar que mi voluntad y el regalo de mi vida misma no son nada si ustedes no me aportan, todos, una dedicación a cada segundo…Amigos míos todas las pantallas del universo los esperan. ¡A todos!, colaboradores de todas clases. ¡A todos! protagonistas, secundarios, operadores, pintores, electricistas, maquinistas. ¡A todos!, sobre todo a ustedes humildes extras, que tendrán la pesada carga de recuperar el espíritu de sus antepasados y dar con espíritu unido la faz formidable de Francia entre 1792 y 1815. Pido, mejor exijo, el olvido total de mezquinas consideraciones personales y una devoción absoluta. Solamente así, servirán piadosamente a la causa, ya ilustre, del más hermoso arte del futuro, gracias a la más maravillosa de las lecciones de la historia.”

El estreno de Napoleón fue un éxito, logrando una ovación de 15 minutos. Pero las criticas la despedazaron, considerando la película una cacofonía. Gance se defendió diciendo: “Cuando escuchas una orquesta, no escuchas si es un instrumento llamado fagot, flauta u oboe, lo que escuchas es el ensamble”. Lamentablemente el arte del futuro de Gance no fue popular, su película de cinco horas y media fue recortada a 100 minutos. También Napoleón ese año fue eclipsado por la llegada del sonido al cine. Antes los directores del cine mudo como Gance debían pensar en un lenguaje poético, recurriendo a metáforas y a la yuxtaposición de imágenes para lograr ser entendidos por las grandes masas de trabajadores analfabetos. Con la llegada del sonido ese esfuerzo poético ya no era tan necesario.

Así poco a poco el carácter poético del cine mudo se fue perdiendo y Napoleón quedó relegada al olvido. La música de luz de Gance se volvió oscura, fue remplazada por el charlestón y la idea de ver el cine como un mero espectáculo. Gance quería encontrar en el cine una respuesta a la condición humana por medio del trance que implicaba hacer al público parte de la película. Algo muy similar a los ritos de nuestros antepasados, donde abundan los cantos y los bailes.  Gance decía que el cine se encontraba en un estado embrionario, y seguramente lo seguirá diciendo al ver las producciones de nuestros tiempos. Han pasado más de 100 años de desarrollo tecnológico y cinematográfico, y seguimos haciendo un cine que no profundiza, cegado frente a su función sagrada, un cine que solo entretiene o hace llorar, pero incapaz de religar al hombre con el cosmos.

Tal vez Abel Gance tenía vocación de chamán, o vacación de poeta en términos Heideggerianos. Al menos eso se decía de él y sus métodos de dirección. El escritor Jean Harois, que sigue el rodaje del film, atestigua los métodos de rodaje del director: “Gance sube a la tribuna y dice con su voz dulce y convincente, algo velada: estoy en camino a ensayar una nueva técnica. Es bastante compleja ¿quieren cantar la Marsellesa 12 veces seguidas in crescendo?” Así un millar de extras, su mayoría reclutados entre los obreros en huelga de la fabrica Renault, fascinados y radiantes cantan la Marsellesa 12,15, 20 veces.

Más de cincuenta años después, en 1979 Kevin Brownlow reconstruyó Napoleón, la cual fue estrenada en Telluride, Colorado. Gance vio la proyección de su película desde la ventana de su hotel. Dentro de los espectadores estaba Francis Ford Coppola , quien al verla quedó impactado y ayudó a financiar la restauración de Napoleón. Ya en 1980 la película es presentada de forma íntegra en el Festival de Cine de Londres al aire libre en el Leicester Square logrando un gran éxito. Un año después Abel Gance muere.

Así el hombre que soñó con expandir los límites del cine más allá de lo imaginable fue duramente castigado por la industria y el público. A pesar de ello Abel Gance siguió realizando películas, volviendo una y otra vez sobre Napoleón, su obra incomprendida. Cual Prometeo que por descubrir el fuego es castigado por los dioses. Dicen que los últimos días de su vida los pasaba vagando en una plaza del barrio Latino de París, la Contrescarpa, poblada por el mundo marginal. Allí se quedaba hablando de la alquimia del cine con los marginales, tal vez los únicos que realmente pudieron entender su obra. Ese fue el precio que tuvo que pagar Abel Gance y su equipo para entrar de forma permanente al templo de las artes.

Título original: Napoleón

Año: 1927

Duración: 219 min.

País: Francia

Dirección: Abel Gance

Guión: Abel Gance

Música: Carmine Coppola

Fotografía: Jules Kruger, Jean-Paul Mundwiller, Léonce-Henri Burel

Reparto: Albert Dieudonné,  Gina Manès,  Edmond Van Daele,  Alexandre Koubitsky

Productora: Société General des Films / Société Westi

Género: Drama, Bélico, Histórico, Cine expandido

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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